Mike estaba en un bar cercano a su mansión, viendo como todas las parejas a su alrededor irradiaban amor, recordando los buenos momentos de su matrimonio, dándose cuenta de lo cruel que estaba siendo.
Su mente ocupada se dejó llevar por lo incorrecto, pero era la hora de dejar eso a un lado, su esposa lo amaba y él, a pesar de todo, también la amaba todavía, ahora, solo quedaba volver a casa para intentar corregir el rumbo de un matrimonio quebrado.— Amor, te traje…— dijo Mike al entrar a su habitación, con un ramo de rosas en sus manos y sorprendiéndose por no encontrar a su esposa acostada.Luego de buscarla en el baño, era definitivo, Amelia no estaba en la habitación y por la hora las alarmas de Mike se encendieron, desde que estaban casados ella nunca se había atrevido a estar tan tarde fuera de casa, pero esta noche parecía que todo había cambiado, ella ni siquiera le había avisado que saldría.— M*****a sea Amelia, ¿Dónde estás? Contesta el teléfono.— gritaba Mike ahora en la sala, había caminado toda la mansión marcándole a su esposa sin ninguna respuesta.— Señor, buenas noches, no me lo esperaba despierto a estas horas.— le preguntó el mayordomo a Mike, era un hombre de extrema confianza para él.— ¿Tienes idea de donde está mi esposa?— replicó Mike, sin muchas esperanzas de alguna pista de su parte, si Amelia se había ido, seguramente lo hizo a escondidas.Esta era la primera vez que esto ocurría y era suficiente para que los celos psicópatas de Mike salieran a la luz, él podía pensar cualquier cosa, aunque Amelia nunca le había dado ningún motivo para ello.— No sé dónde está señor, solo sé que salió con la señorita Patricia.— respondió el mayordomo, que más allá de aliviar a su jefe, le generó mayor preocupación.— Gracias, puedes retirarte.— espetó Mike, marcándole esta vez a Patricia, arrepintiéndose de haberle dejado tantas libertades a su esposa, o eso creía erróneamente él.— Mike, ¿Cómo estás?— respondió Patricia la llamada del esposo de su amiga, maquinando una nueva oportunidad de actuar en su contra.— Pásame a Amelia.— sentenció Mike, lleno de ira, olvidando cualquier posibilidad de reconciliación, o por lo menos esta noche.— Cariño, estoy despidiendo a mi amiga Liz, volveré al club para decirle que te llame.— mintió Patricia, si Amelia no llegaba a su casa no podría explicar la situación, poniendo la balanza a su favor.— Maldición.— masculló Mike al colgar la llamada.Veinte minutos después de hablar con Patricia, Mike no podía soportarlo más, le marcaba a ambas y ninguna atendía la llamada, así que decidió salir a buscarla, por todos los bares y discotecas de la ciudad si fuera necesario, pero esta humillación no estaba dispuesto a soportarla.Aunque la ruteada por la ciudad no fue necesaria, cuando Mike estuvo a punto de encender su auto, apareció en la entrada principal el de Patricia— ¿Dónde está mi esposa?— preguntó Mike al ver que solo Patricia bajaba de su auto.— Mike, debemos pasar, hay algo que debía decirte en persona.— le advertía Patricia, Mike estaba impacientado y confundido, no entendía nada.— Puedes decirme de una vez por todas lo que ocurre.— ordenó Mike, ya estaba harto de esta situación y quería acabar con esto de inmediato.— Te dije por teléfono que salí a despedir a mi amiga Liz, bueno, cuando volví al club Amelia no estaba y cuando pregunté por ella a las personas del bar me dijeron que se fue con un hombre.— soltó Patricia, viendo como el rostro de Mike enrojecía, él estaba a punto de explotar.— ¿Estás segura de lo que dices?— preguntó Mike, tratando de mantener la calma, su vista se había nublado un poco, sufrir esta humillación era algo que jamás hubiera imaginado, no a él, no a un Harrison.Esto era algo muy grave en su mundo, su reputación quedaría completamente destruida, ¿Cómo ella se había atrevido a hacerle algo así?— Fue lo que me dijeron, lo siento, mi intención era divertirnos un par de horas y volver, pero ella…— actuaba Patricia, haciendo entender que ella no tenía nada que ver en esto.— no te mereces que ella te haga esto, tú eres muy bueno con ella.— continuó diciendo Patricia al ver el rostro de Mike, esta era su oportunidad, echarle tierra a su amiga y empezar a sembrar lo suyo.Ante esta confirmación la rabia de Mike solo se hacía más profunda, no entendía como ella había podido engañarlo así, ella fingía ser una mujer dulce cuando en realidad era una cualquiera, tendría que pagar por esto.— ¿No la buscaste? ¿Ni sabes a donde se fue? — Preguntó Mike furioso, pensando en que si la encontraba en el acto, no podría responder por lo que ocurriera después.— La bbusqué pero no la vi por ninguna parte, como se fue con ese hombre, quien sabe donde estarán, será muy difícil encontrarla, lo siento. — Dijo Patricia con fingida tristeza, bajando la cabeza, mientras estaba sonriendo para sus adentros.— Puedes quedarte a dormir si quieres, yo la esperaré acá en el sofá.— ordenó Mike, después de pasar a la casa, recibiendo un abrazo de Patricia, quien quería consolarlo, pero él no escondió la ira que sentía por dentro, esta aumentaba con cada segundo que su esposa no llegaba.…El amanecer llegó, con esto, Ryan despertaba, sintiendo una pesadez extrema en su cuerpo, ya no se sentía drogado, pero se le hacía bastante difícil poder levantarse completamente de la cama.Al estar de pie, no podía dejar de ver a la mujer con la que había pasado la noche, ella ni siquiera le dio un precio, lamentándose profundamente de que tan hermosa dama tuviera que ganarse la vida de esta forma.Él no era un hombre que hiciera ese tipo de cosas, el respeto que setenta por las mujeres era bastante grande, así que pagar por sexo nunca pasaba por su mente, pero tampoco se arrepentía por lo ocurrido en la noche, fue un sexo bastante espectacular y al ver al fin el rostro de Amelia, había quedado flechado por tan perfecta mujer.Con esto, Ryan apresuró sus pasos, debía irse antes de que ella despertara, no quería conocer a la mujer que le dio el mejor placer de su vida, solo le dejó una alta suma de dinero plasmada en un cheque, sin darse cuenta que su tarjeta de presentación cayó al suelo, dejándole sólo su segundo nombre y un número de teléfono a la chica misteriosa, él omitia su apellido y su nombre de pila, como si estuviera avergonzado de poseerlos.Un par de horas después, era el turno de despertar de Amelia, ella había sido más drogada que Ryan, también había consumido bastante alcohol en el proceso, haciendo que su cabeza estuviera a punto de explotar. Ella no podía entender donde estaba, tampoco recordaba mucho de lo que ocurrió en la noche, solo tenía algunos flashes, con su amiga Patricia en el club, pero después de eso, ella despertaba en una habitación de hotel, complemente desnuda. El pánico se apoderó de su mente, con torpeza, colocaba sus pies en el frío suelo de la habitación, necesitaba encontrar su teléfono, algo no estaba bien, ella no podía estar lejos de casa sola por tantas horas, Mike debía estar al borde de la locura. — No puede ser.— pensó Amelia al llegar a la mesa de noche, en ella había un cheque firmado, con la cifra de diez mil dolares, en el que solo faltaba rellenar con su nombre para poderlo cobrar, estaba acompañado con una nota que decía, “fue una noche espectacular, gracias". Esto no podía est
— Mike por favor, tienes que escucharme, deja que te explique, por favor. — Suplicó Amelia cuando llegaron al baño e intentó abrazar a su esposo, pero fue repelida por una fuerte bofetada que la lanzó al piso, desde el gélido porcelanato italiano del baño, lo miró sin poderlo creer, tocando su mejilla, adolorida y ardiendo, sintiendo como el dolor estaba carcomiendo su pecho. No entendía como el hombre que siempre amó, su esposo, quien había jurado en el altar que la cuidaría y protegería para toda la vida, en este momento la lastimaba de tal forma, simplemente no podía reconocerlo. — Tienes veinticuatro horas para irte de mi casa, olvídate de mí y de lo nuestro, esta humillación no te la podré perdonar jamás.— espetó Mike, yéndose del lugar, no podía soportar seguir viendo a Amelia a los ojos, imaginándose todo lo que había hecho con quién sabe quién toda la noche.Amelia lo vio irse destrozada, se sentía fría por todas partes, su corazón y alma habían sido destruidas, su m
Como una basura, Amelia era echada a la calle, en pleno centro empresarial de la ciudad, vestida de forma inusual y con su cabello aun húmedo, sin mencionar su rostro, manchado por el rímel e hinchado por el llanto, una combinación perfecta para pasar la mayor humillación de su vida. Ante la mirada curiosa de las personas que caminaban por el lugar, Amelia no aguantaba más ser juzgada de esta manera, por lo que buscó alejarse lo más que pudiera de ese edificio, dando un paso en falso a lo que pudo costarle la vida, o como ella lo veía en este momento: acabar con su sufrimiento. Se oyó un fuerte ruido, combinado con un fuerte olor a caucho quemado ocasionado por un frenado de golpe, que no fue suficiente para no impactar a la aturdida mujer. —Mierda.— masculló Ryan, quien iba en el asiento de atrás y saltó del auto donde iba.— señorita, ¿Está bien?— preguntó el fuerte y guapo hombre al llegar a socorrer a la accidentada, quedando petrificado al darse cuanta de quien se trataba y pr
Con el alta médica y Amelia abandonada a su suerte por el hombre que juró amarla por el resto de su vida, ella no tuvo más opción que subir al auto que la atropelló, junto a dos desconocidos, sin entender esta nueva etapa de su vida, ¿Cómo podía recuperar su vida? Y si eso no era posible, ¿Cómo podría salir adelante? Ryan iba en el asiento delantero, junto a su chófer, que de vez en cuando volteaba para ver a su jefe quien ahora tenía un brillo en los ojos que nunca, en los varios años que llevaba trabajando para él había visto. —Con cuidado.— le indicaba Ryan a Amelia cuando llegaron a su edificio, él bajó de inmediato para abrirle la puerta, como un caballero empedernido, que estaba urgido de socorrer a su princesa. Amelia no dijo una palabra, parecía que después de no poder oponerse a irse al apartamento de un desconocido, su lengua se hubiese contraído, ella seguía en shock, sumado al dolor que empezaba a sentir en todo su cuerpo por los golpes del accidente, aunque estos no
Mike no tenía pensado llegar a su mansión, esto podría implicar encontrarse a su esposa, la mujer que pudo burlarse de él, dejándolo en ridículo en su trabajo también, porque a pesar de ser el jefe, esto no evitó que recibiera algunas miradas extrañas de todo su personal cuando salió de su oficina.Luego del juego en el que Patricia quería involucrarlo, Mike la envió con su chófer a su casa, necesitaba despejar su mente, este no era momento para pensar en estar con otra mujer, necesitaba relajar o adormecer su mente, él también estaba sufriendo y lo único que pudo pensar fue en intentar ahogar sus penas con alcohol. El amanecer llegó y mientras Ryan se preparaba para visitar a su padre después de varios años sin verlo, Mike llegaba casi sin poder sostenerse en pie a su mansión, ambos habían sido convocados a la misma reunión, donde estarían cuatro Harrison, los más poderosos por supuesto. —Papá, me alegra mucho verte.— saludó Ryan al más viejo de los Harrison, quien llevaba un bas
Para Ryan, esto solo parecía un drama de su padre y con lo mal que se la llevó con toda su familia en el pasado, esto era lo último que quería, una nueva confrontación, cuando a él le iba de maravilla recorriendo el mundo, haciendo más dinero que todos, disfrutando de muchas cosas a la vez. Pero su percepción de la situacion cambió de repente cuando Joan habló después de un largo silencio en el salón, mientras Paul encendía su enorme pipa de marfil, traída de contrabando desde África. —Esto me parece un completo disparate papá, Ryan se la pasa viajando por todo el mundo, haciendo tonterías y ahora vuelve como un supuesto heredero al trono, ¿Me estás jodiendo?— dijo exaltado Joan, mientras Ryan reía en silencio y Mike solo quería terminar con esto, la resaca controlaba su cuerpo, este no era su momento de pelear por nada. —Para eso es esta reunión, uno de ustedes será el elegido y tus peleas no te ayudan, ahora mismo estás al final de la lista.— respondió calmadamente Paul, su f
— Estoy bien, gracias por preguntar, ya es hora de que me vaya, ya has hecho suficiente por mí.— respondió Amelia, evitando la mirada de Ryan, que era muy intensa y dominante, justo como a ella le gustaba que la viera un hombre, pero su corazón aún le pertenecía a otro, sin importar el daño que le hubiera causado en las últimas horas. — Yo lo causé, aunque entiendo tu incomodidad, solo dime donde vives y ahí te llevo.— dijo Ryan, entendiendo que no podía presionarla demasiado, ya tendría el tiempo de conocerla mejor, ella no podía salir de su visa así nada más. — Me iré en taxi, no te preocupes, además, creo que ya puedo caminar mejor.— mintió Amelia, pero quedando en descubierto cuando intento dar un paso sin sus muletas y caía a los brazos de Ryan, quien afortunadamente la atajó antes de que esta cayera al suelo. — Por supuesto que aún no estás bien, ¿Estás segura de que tienes un lugar a donde ir? Porque tengo la ligera sospecha de que me estás mintiendo sobre es
Desde su graduación en una de las escuelas culinarias más prestigiosas de París, Ryan solo había cocinado unas pocas veces y todas habían sido para Alison, quien degustaba felizmente de cada bocado, sobre todo del postre. Ahora, a pesar del pequeño incidente con las verduras, Ryan volvía a preparar una exquisitez que sirvió generosamente, pero no lo entregó él como tenía pensado, le ordenó a una de sus empleadas que lo hiciera, él necesitaba estar a solas para poder pensar todo lo que ocurría a su alrededor. —¿Puedo pasar?— preguntaba Stuart, en la puerta del despacho de Ryan, había pasado ya una hora desde el incidente en la cocina.—Creo haberte pedido un momento a solas.— respondió Ryan con cara de pocos amigos. —No entiendo por qué te enrollas tanto, si, es la esposa de tu sobrino, pero no has hecho nada malo, lo que ocurrió fue un accidente.— dijo Stuart, creyendo que todo moría aquí, solo era una chica muy hermosa, alguien por quien cualquier hombre moriría por estar, p