— Mike por favor, tienes que escucharme, deja que te explique, por favor. — Suplicó Amelia cuando llegaron al baño e intentó abrazar a su esposo, pero fue repelida por una fuerte bofetada que la lanzó al piso, desde el gélido porcelanato italiano del baño, lo miró sin poderlo creer, tocando su mejilla, adolorida y ardiendo, sintiendo como el dolor estaba carcomiendo su pecho.
No entendía como el hombre que siempre amó, su esposo, quien había jurado en el altar que la cuidaría y protegería para toda la vida, en este momento la lastimaba de tal forma, simplemente no podía reconocerlo.— Tienes veinticuatro horas para irte de mi casa, olvídate de mí y de lo nuestro, esta humillación no te la podré perdonar jamás.— espetó Mike, yéndose del lugar, no podía soportar seguir viendo a Amelia a los ojos, imaginándose todo lo que había hecho con quién sabe quién toda la noche.Amelia lo vio irse destrozada, se sentía fría por todas partes, su corazón y alma habían sido destruidas, su matrimonio, el que tanto cuidó se había acabado, dejándole un gran vacío en su interior.No solo perdía su matrimonio y a su esposo, también a su amiga, la única otra persona con la que pensaba podía contar, ya no tendría a nadie y toda su vida se desmoronaba por completo.Todo se había acabado en un abrir y cerrar de ojos e incluso había sido lastimada tan cruelmente por quien era dueño de su corazón.Patricia, que había escuchado todo, no podía ocultar su alegría y siguió a Mike, no podía desperdiciar esta oportunidad, él estaba herido y ella lo aprovecharía para meterse en sus brazos.— Mike, espera, siento mucho lo que sucedió, por eso te lo había insinuado antes, por muy amiga mía que sea, sé que no mereces lo que te hace, déjame acompañarte a pasar esta pena, podemos hablar. — Ofreció Patricia mirándolo a los ojos.— Sube si quieres. — Dijo Mike con indiferencia, ahora que se daba cuenta de que había estado ciego todo este tiempo se sentía como un idiota con él mismo y solo quería venganza.Al escuchar esto, Patricia se subió al auto complacida con una sonrisa, todo le estaba saliendo mejor de lo que imaginó, estaba disfrutando de ver a Amelia sufrir y de esta oportunidad de estar cerca de Mike.Amelia, por su parte, se olvidó del mundo mientras el agua le caía gota por gota, disimulando sus lágrimas que recorrían su cuerpo, doliendo cada suspiro que daba.Después de un par de horas, Amelia despertaba, nunca supo cuanto tiempo estuvo dormida, pero sin dudarlo, hubiese deseado no volver a despertar nunca más, porque al hacerlo, el dolor volvía a aparecer quemándola cada vez más.Sin pensarlo, se puso cualquier cosa y salió corriendo de su cuarto, debía ir a buscar a su esposo, esto debía tratarlo lo antes posible, intentar explicarse para poder lograr su perdón.Tomando un taxi, Amelia se dirigía al edificio de su esposo, esta era la segunda vez en tantos años que ella iba a ese lugar, aunque ahora no parecía la esposa del jefe, por su facha, cualquiera podría pensar que era una callejera.— Señorita, no puede pasar, el señor Harrison no está recibiendo visitas.— la atajó la secretaria de Mike, pero Amelia sacó fuerzas de donde no tenía para quitársela de encima, ella hablaría con su esposo sin importar lo que tuviera que hacer.Se sentía ansiosa, a pesar del maltrato de Mike no quería resignarse a que todo terminara de esta manera, porque él era lo único que tenía, al menos quería explicar que lo sucedido no fue su intención, ¡Que no es ninguna cualquiera!— Con permiso, debo hablar con mi esposo.— le dijo al llegar a la puerta y la abrió con rapidez, quedándose paralizada con lo que vio y su corazón ya roto volvió a fragmentarse de manera mucho más dolorosa esta vez.Le dolía tanto que sentía que no podía respirar.— Amelia.— gritó Mike al verla de reojo, por encima del hombro de Patricia, que estaba sentada encima de él, besándolo en el cuello y con la camisa desabotonada.— Señor lo siento, ella me.— dijo la secretaria al entrar detrás de Amelia, quedándose con la boca abierta al ver a su jefe de esta manera.— ¿Cómo… como pudiste hacerme esto? — preguntó Amelia con la barbilla temblando y sus ojos cristalizándose.— No finjas ser la víctima aquí, tú eres la cualquiera, dije que no quería volver a verte nunca más, ¿Por qué estas aquí? ¿Quieres dinero? Te lo daré, te daré quinientos mil dólares para que desaparezcas de mi vida ahora mismo, aunque no lo mereces, porque no vales nada. — Espetó Mike, levantándose de su silla y dejando a Patricia ahí sentada.Amelia miró a su esposo sin poderlo reconocer, ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿Cómo podía tratarla como si no estuviera ocurriendo nada importante cuando lo encontró traicionándola con la mujer que pensó que era su mejor amiga?Ahora que veía lo que estaba ocurriendo, de pronto todo comenzó a tener sentido, Mike debía estarla traicionando desde antes con Patricia y por eso ella armó todo esto para que Mike la abandonara.— Yo no quiero tu dinero, lo que quería era explicarte lo que ocurrió Mike, yo nunca te haría algo así, todo fue un mal entendido, la mujer que tenias encima hace unos segundos es la culpable, me drogó para llevarme a una habitación, eso es lo último que puedo recordar.— explicaba Amelia, con sus ojos empañados de lágrimas, llena de rabia, tenia pequeños flashes donde Patricia la dejaba en una habitación, aunque no podía estar cien por ciento segura de todo eso.Pensó que podría estar delirando en esto o simplemente lo había soñado, pero al ver a Patricia con su esposo, todo tenía sentido.— ¿Terminaste? Ahora puedes irte, espero que cuando llegue mañana a mi casa ya no estés ahí, no quiero tener que mandar a sacarte, como lo haré ahora.— sentenció Mike, apretando un botón que llamaba a la seguridad del edificio, él no le creía ni una sola de sus palabras y le daba más rabia que ella quisiera culpar a alguien más de sus errores.— Mike, escúchame por favor, Patricia es una mujer venenosa, todo fue un plan de ella, me engañó para quedarse contigo, date cuenta. — Gritó Amelia, sintiéndose desesperada y llena de furia e impotencia, en este instante ya no creía que lo de ella y Mike tuviera solución, pero quería desenmascarar a Patricia.Esa mujer malvada le estaba quitando todo y había hecho que se acostara con alguien, haciéndola quedar como una cualquiera, no tenía corazón alguno y ella no podía sentirse más estúpida y destrozada por confiar en las personas equivocadas.— Llévensela y ordenen a todo el personal que pueden llamar a la policía si ella se acerca a la puerta del edificio.— ordenó Mike, dándose media vuelta para volver a su silla, siendo recibido por Patricia, que cada vez demostraba más su alegría interior.— Mike, por favor, escúchame, tienes que creerme. — gritaba Amelia, mientras era sacada de la oficina fácilmente por dos enormes sujetos.El fin estaba escrito en una roca y bañado en oro, ya nada ni nadie haría cambiar de opinión a Mike, que cayó en el juego de Patricia y acababa este matrimonio para siempre.Como una basura, Amelia era echada a la calle, en pleno centro empresarial de la ciudad, vestida de forma inusual y con su cabello aun húmedo, sin mencionar su rostro, manchado por el rímel e hinchado por el llanto, una combinación perfecta para pasar la mayor humillación de su vida. Ante la mirada curiosa de las personas que caminaban por el lugar, Amelia no aguantaba más ser juzgada de esta manera, por lo que buscó alejarse lo más que pudiera de ese edificio, dando un paso en falso a lo que pudo costarle la vida, o como ella lo veía en este momento: acabar con su sufrimiento. Se oyó un fuerte ruido, combinado con un fuerte olor a caucho quemado ocasionado por un frenado de golpe, que no fue suficiente para no impactar a la aturdida mujer. —Mierda.— masculló Ryan, quien iba en el asiento de atrás y saltó del auto donde iba.— señorita, ¿Está bien?— preguntó el fuerte y guapo hombre al llegar a socorrer a la accidentada, quedando petrificado al darse cuanta de quien se trataba y pr
Con el alta médica y Amelia abandonada a su suerte por el hombre que juró amarla por el resto de su vida, ella no tuvo más opción que subir al auto que la atropelló, junto a dos desconocidos, sin entender esta nueva etapa de su vida, ¿Cómo podía recuperar su vida? Y si eso no era posible, ¿Cómo podría salir adelante? Ryan iba en el asiento delantero, junto a su chófer, que de vez en cuando volteaba para ver a su jefe quien ahora tenía un brillo en los ojos que nunca, en los varios años que llevaba trabajando para él había visto. —Con cuidado.— le indicaba Ryan a Amelia cuando llegaron a su edificio, él bajó de inmediato para abrirle la puerta, como un caballero empedernido, que estaba urgido de socorrer a su princesa. Amelia no dijo una palabra, parecía que después de no poder oponerse a irse al apartamento de un desconocido, su lengua se hubiese contraído, ella seguía en shock, sumado al dolor que empezaba a sentir en todo su cuerpo por los golpes del accidente, aunque estos no
Mike no tenía pensado llegar a su mansión, esto podría implicar encontrarse a su esposa, la mujer que pudo burlarse de él, dejándolo en ridículo en su trabajo también, porque a pesar de ser el jefe, esto no evitó que recibiera algunas miradas extrañas de todo su personal cuando salió de su oficina.Luego del juego en el que Patricia quería involucrarlo, Mike la envió con su chófer a su casa, necesitaba despejar su mente, este no era momento para pensar en estar con otra mujer, necesitaba relajar o adormecer su mente, él también estaba sufriendo y lo único que pudo pensar fue en intentar ahogar sus penas con alcohol. El amanecer llegó y mientras Ryan se preparaba para visitar a su padre después de varios años sin verlo, Mike llegaba casi sin poder sostenerse en pie a su mansión, ambos habían sido convocados a la misma reunión, donde estarían cuatro Harrison, los más poderosos por supuesto. —Papá, me alegra mucho verte.— saludó Ryan al más viejo de los Harrison, quien llevaba un bas
Para Ryan, esto solo parecía un drama de su padre y con lo mal que se la llevó con toda su familia en el pasado, esto era lo último que quería, una nueva confrontación, cuando a él le iba de maravilla recorriendo el mundo, haciendo más dinero que todos, disfrutando de muchas cosas a la vez. Pero su percepción de la situacion cambió de repente cuando Joan habló después de un largo silencio en el salón, mientras Paul encendía su enorme pipa de marfil, traída de contrabando desde África. —Esto me parece un completo disparate papá, Ryan se la pasa viajando por todo el mundo, haciendo tonterías y ahora vuelve como un supuesto heredero al trono, ¿Me estás jodiendo?— dijo exaltado Joan, mientras Ryan reía en silencio y Mike solo quería terminar con esto, la resaca controlaba su cuerpo, este no era su momento de pelear por nada. —Para eso es esta reunión, uno de ustedes será el elegido y tus peleas no te ayudan, ahora mismo estás al final de la lista.— respondió calmadamente Paul, su f
— Estoy bien, gracias por preguntar, ya es hora de que me vaya, ya has hecho suficiente por mí.— respondió Amelia, evitando la mirada de Ryan, que era muy intensa y dominante, justo como a ella le gustaba que la viera un hombre, pero su corazón aún le pertenecía a otro, sin importar el daño que le hubiera causado en las últimas horas. — Yo lo causé, aunque entiendo tu incomodidad, solo dime donde vives y ahí te llevo.— dijo Ryan, entendiendo que no podía presionarla demasiado, ya tendría el tiempo de conocerla mejor, ella no podía salir de su visa así nada más. — Me iré en taxi, no te preocupes, además, creo que ya puedo caminar mejor.— mintió Amelia, pero quedando en descubierto cuando intento dar un paso sin sus muletas y caía a los brazos de Ryan, quien afortunadamente la atajó antes de que esta cayera al suelo. — Por supuesto que aún no estás bien, ¿Estás segura de que tienes un lugar a donde ir? Porque tengo la ligera sospecha de que me estás mintiendo sobre es
Desde su graduación en una de las escuelas culinarias más prestigiosas de París, Ryan solo había cocinado unas pocas veces y todas habían sido para Alison, quien degustaba felizmente de cada bocado, sobre todo del postre. Ahora, a pesar del pequeño incidente con las verduras, Ryan volvía a preparar una exquisitez que sirvió generosamente, pero no lo entregó él como tenía pensado, le ordenó a una de sus empleadas que lo hiciera, él necesitaba estar a solas para poder pensar todo lo que ocurría a su alrededor. —¿Puedo pasar?— preguntaba Stuart, en la puerta del despacho de Ryan, había pasado ya una hora desde el incidente en la cocina.—Creo haberte pedido un momento a solas.— respondió Ryan con cara de pocos amigos. —No entiendo por qué te enrollas tanto, si, es la esposa de tu sobrino, pero no has hecho nada malo, lo que ocurrió fue un accidente.— dijo Stuart, creyendo que todo moría aquí, solo era una chica muy hermosa, alguien por quien cualquier hombre moriría por estar, p
Para Ryan, con cada segundo que pasaba el tormento en su mente se incrementaba, eran más las preguntas que respuestas las que tenía y por esta razón debía mantener la mayor cantidad de tiempo a la esposa de su sobrino a su lado. Ellos definitivamente no estaban bien, Amelia estaba desaliñada al momento del accidente y esto significaba que algo ocurrió para que Mike la echara del edificio, ahora, ¿Por qué Amelia hizo lo que hizo en ese hotel? ¿Mike envió a su propia esposa a seducirlo para tener alguna oportunidad de quedarse con la empresa?Nada tenía sentido, sobre todo por lo que dijo su abuelo, quien aparentemente le tenía mucho aprecio a Amelia y que Mike pensara en hacer esto no encajaba en lo absoluto. —Mientras ella siga aquí, debes investigar todo sobre su vida, presente y pasado, hay algo que no cuadra y necesito saberlo antes de alejarla.— sentenció Ryan, indicándole con un simple gesto a Stuart que lo dejara solo. Stuart estaba completamente en contra de esto, pero
Decir que esta había sido la peor noche en la vida de Amelia, era algo bastante simple de saber, ella no pudo cerrar los ojos por más de treinta segundos seguidos esperando el amanecer, aunque tampoco sabía lo que haría cuando éste llegara. La eterna oscuridad de la madrugada había sido un gran tormento para Amelia, no sabía de dónde podría salir la persona encargada de hacerle daño, haciendo que sus nervios estuvieran alterados por toda la noche. La decisión que tomó era una difícil de asimilar, estaba relativamente cerca de la casa de su aún esposo, así que junto a los primeros rayos del sol, emprendió una larga y difícil caminata hasta ese lugar, sin saber con lo que se encontraría ahí. —¿No has dormido nada?— le preguntó Stuart a su jefe al verlo sentado en la sala con una botella de escoses prácticamente vacía. —Debí ir detrás de ella, en su estado, debió ser muy difícil estar en la calle.— respondió Ryan, disimulando su borrachera y sus verdaderos sentimientos.—Eso