¡Soy virgen!

— ¿Edan? ¿Por qué no me dijiste lo de tu padre?. — Insistió Alma, haciéndolo reaccionar de su ensimismamiento.

— Eso fue… Yo… Me enteré hace poco, fue algo de último minuto y… Quería encontrar el momento correcto para decírtelo… — Contestó, finalmente, con una expresión seria. Alma asintió, sin embargo, no quedó del todo muy convencida por su respuesta.

— ¿Por qué?.

— ¿Qué, por qué?. — Edan tragó grueso, temiendo la reacción de ella o su posible negativa. — Alma… Posiblemente, esto cambie la circunstancia de nuestro pacto… Y probablemente, te pida que extendamos nuestro contrato o podría cambiar algunas cláusulas, claro, a mutuo acuerdo. — Edan se detuvo, mirando a Alma a los ojos, tomándole ambas manos. — Y sé que todo esto es mucho pedir, pero prometo pagarte muy bien, darte buenos bonos y ayudarte en todo lo que pueda con tu familia… Pero… Alma, ahora mismo, realmente… Te necesito.

Alma detalló la expresión de Edan sintiendo el pulso acelerado, él parecía sincero, se notaba de
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