Cazador

Alma disfrutaba de la cita, de verdad que la pasaba bien, Mateo se comportaba como todo un caballero, atento, amable y dulce, solo había un detalle.

Él no era Edan.

Y por más que Alma intentaba concentrarse en la presencia de Mateo, quien era un hombre atractivo e inteligente, por el que cualquier mujer se desviviría, no lo lograba.

Alma observaba fijamente la dulce mirada de Mateo e inmediatamente la abordaba el recuerdo de los intensos ojos de Edan, que la detallaban con deseo.

Entonces, sonrojada, bajaba la vista hasta sus labios, obligándose a poner atención en lo que Mateo hablaba y en el acto la arropaba la sensación de los labios de Edan sobre los de ella, terminando roja como un tomate.

De inmediato, Alma sorbía otro trago de su copa de champán, para intentar relajarse.

Era imposible tener una cita de esta manera y Alma ya no la veía como tal, sino más bien como un encuentro casual entre amigos.

Mientras que Mateo, notando como Alma concentraba toda su atención en él, p
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