Un par de hombres fornidos se abrieron paso entre el tumulto al notar el altercado, por sus uniformes, se notaba que pertenecían a la seguridad de salón de baile.—Les pedimos a los caballeros que se retiren del local inmediatamente. No queremos problemas aquí. — Enunció uno, cruzándose de brazos.Tanto Edan como Mateo, miraron a los sujetos por un momento, aunque los ignoraron.—No puedo dejarte así, con este hombre. — Mateo hizo un último intento, dirigiéndose a Alma.—Por favor, ve. Estaré bien. — Respondió Alma, preocupada por el par de hombres ceñudos, que seguían de pie a un lado de ellos.Mateo sintió que Alma lo estaba echando a un lado, que estaba prefiriendo a ese sujeto antes que a él, pero no la culpaba a ella, seguramente Alma lo hacía porque necesitaba de ese trabajo y no podía darse el lujo de que Edan le quitará los beneficios.Apretando la mandíbula, Mateo asintió y se dio la media vuelta, pasando entre los vigilantes y empujando a los mirones, para retirars
Vivian observaba en la distancia y desde el interior de su auto, vio el Ferrari de Edan llegar, finalmente. Ella no entendía como es que Edan la había dejado así, como es que no asistió a su encuentro cuando, claramente, ella le había especificado que tenía que tratar con él, un tema muy importante.Por eso, decidió esperarlo afuera de su edificio, porque su problema, no podía esperar.Justo ella se iba a bajar de su auto para alcanzarlo, al ver llegar el destellante Ferrari, cuando notó que él rodeaba el coche y abría la puerta del copiloto, un momento después, vio salir a aquella mujer, la que se hacía pasar por su esposa, la tal Alma.Apretando el volante con fuerza y llena de tanta rabia que casi le salía espuma por la boca, Vivian vio como Edan abrazaba a Alma para besarla apasionadamente en medio de la calle, frente a todos, y luego de un minuto, ambos entraron al edificio, abrazados.Vivian no lo podía creer, Edan era un traidor y ella, que creía que él, si era diferente,
Edan deslizó a Alma con mucho cuidado, dejándola sobre la cama, incorporándose él, por encima de ella.Sus cuerpos se pegaban cada vez más, sus besos eran cada vez más intensos, al punto que, casi, se quedaban sin aliento.Las manos de Edan se deslizaron, con mucha calma, por todo el cuerpo de ella, explorando, reconociendo, mientras que Alma, seguía aferrada en su cuello, en un abrazo inagotable.Ella no era tonta, aunque tenía algo de miedo, Alma sabía, que lo que pasaría entre ellos, ya no tenía vuelta atrás, pero ella, estaba dispuesta a llegar hasta el final.Alma quería a Edan y lo quería todo de él, por eso, decidió creerle y decidió, entregarse por completo.Sin embargo, el temor de lo que sucedería, crecía, era su primera vez.Ella temblaba y no sabía reconocer si los temblores se debían al calor que le comenzaba a recorrer el cuerpo o el nerviosismo, por lo que iba a suceder.Edan se separó de los labios de Alma, las lágrimas de ella, ya habían mermado y en la tenue
La luz del día destellaba por una pequeña rendija de entre las cortinas, colándose hasta los ojos cerrados de Alma, lo que la hizo despertar.Confundida, Alma comenzó a dar vueltas en la cama para taparse de ese brillo que le molestaba en los ojos. Y de pronto, en un sobresalto que la hizo sentarse en la cama, lo recordó todo.Sintió como las mejillas se le calentaban y se tapó el rostro con una almohada, ahogando un gritillo de emoción.No lo podía creer, lo había hecho, por primera vez, había sido tocada y besada por un hombre… Ella, había entregado su virginidad.Y no se arrepentía en absoluto, porque lo había hecho con amor, ese era el hombre que ella amaba y quien le había hecho despertar, por primera vez en su vida, un hermoso y peculiar sentimiento.Y todo lo que pasó… Había sido perfecto.Un momento después, Alma desenterró su cara de la almohada, miró alrededor y notó que Edan, no estaba a su lado, eso fue un poco decepcionante.Pero no importaba, quizás estaba en el b
Los pequeños Santiago y Diana vitoreaban triunfantes con una bolsa de dulces, cada uno en sus manos.Noemí se mantenía renegada en un rincón de la sala observando el espectáculo, parecía preocupada y concentrada en sus pensamientos.Luz, la madre de Alma, estaba sentada en el sofá de la sala, con una máscara de inexpresividad.Ricardo Contreras, el padre de Alma, sonreía al ver a los más pequeños celebrando, cuando la puerta se abrió para darle paso a su hija mayor, Alma.—¿Pa…? ¿Papá?. — Preguntó ella perpleja, al ver la escena.—¡Oh! ¡Alma, hija!. — Ricardo se acercó para estrecharla entre sus brazos, mientras ella se mantenía estática.Fue solo un instante, pero fue el tiempo suficiente como para que Alma pudiera sentir el intenso aroma de lic0r.Al parecer, las viejas mañas, no habían cambiado.A esa temprana hora de la mañana, Ricardo ya se habría echado varias copas, si no es que una botella completa por el semblante algo hinchado, con los ojos ligeramente rojos que re
Los pequeños Santiago y Diana vitoreaban triunfantes con una bolsa de dulces, cada uno en sus manos.Noemí se mantenía renegada en un rincón de la sala observando el espectáculo, parecía preocupada y concentrada en sus pensamientos.Luz, la madre de Alma, estaba sentada en el sofá de la sala, con una máscara de inexpresividad.Ricardo Contreras, el padre de Alma, sonreía al ver a los más pequeños celebrando, cuando la puerta se abrió para darle paso a su hija mayor, Alma.—¿Pa…? ¿Papá?. — Preguntó ella perpleja, al ver la escena.—¡Oh! ¡Alma, hija!. — Ricardo se acercó para estrecharla entre sus brazos, mientras ella se mantenía estática.Fue solo un instante, pero fue el tiempo suficiente como para que Alma pudiera sentir el intenso aroma de lic0r.Al parecer, las viejas mañas, no habían cambiado.A esa temprana hora de la mañana, Ricardo ya se habría echado varias copas, si no es que una botella completa por el semblante algo hinchado, con los ojos ligeramente rojos que re
—¿Noemí?.Alma tocó la puerta de la habitación y al no escuchar respuesta, simplemente entró.Vio a la chica, con los ojos llorosos, acurrucada en una orilla de la cama. Eso le rompió el corazón.—¿Noemí?. — Alma se acercó a la jovencita, que seguía con su expresión preocupada. — ¿Qué pasó? No tienes que ponerte así…—Lo siento tanto, Alma. — Noemí se lanzó en los brazos de su hermana, para fundirse en un fuerte abrazo.—¿Lo sientes? ¿Por qué?. — Preguntó Alma confundida.—Papá está aquí por mi culpa. — Sollozo.—¿Qué? ¿Por qué dices eso?. — Noemí se soltó de su agarre y miró a su hermana mayor a los ojos, con la mirada cristalizada.—Hace unos días, él comenzó a llamar…—¿Qué?. — Noemí asintió, apretando los labios, con cierta vergüenza.—Y siempre preguntaba cosas… Hacía preguntas sobre nosotros, sobre la casa, sobre mamá… Yo estaba enojada porque en sus preguntas, parecía que, en vez de preocuparse, nos estuviera investigando y entonces le dije… Le dije que dejar
La mudanza había terminado y aunque durante la despedida hubo muchas lágrimas más, Alma sabía, tenía confianza en que, todo estaría bien.Debía ser positiva y pensar lo mejor.Edan conducía su Ferrari sin dejar de mirar a su esposa de reojo, le rompía el corazón verla limpiándose una y otra vez las lágrimas que al momento volvían a fluir, como un círculo infinito.—Tranquila, mi amor, mañana mismo pasamos para saludar. — Le murmuro intentando reconfortarla. Alma asintió, limpiándose de nuevo. Edan supuso que hablar de algún tema, ayudaría a Alma entretenerse. — ¿Sabes? Me preguntaba por qué no me habías hablado antes de tu padre.—No lo sé… Solo, nunca surgió.—Llegué a creer que él no estaba presente en sus vidas. — Intentó comentar Edan, con todo el tacto que le fue posible.—Pues no, desde hace algún tiempo no estuvo, como él mismo te comentó, se fue por una temporada. — Soltó Alma, sintiendo como se llenaba de rabia y decepción al recordar.—Se ve que es un buen hombre