Alma llegó hasta es tercer piso, tal como la enfermera en la recepción le había explicado, preguntando por todo el pasillo por su madre, Luz Rivas, sin embargo, nadie supo darle respuesta, lo que aumentó su desespero.
Ella continuó caminando, buscando a alguien que pudiera ayudarla, las lágrimas acumuladas en sus ojos le dificultaban la visión y justamente cuando se los limpiaba, chocó con un fuerte cuerpo.La persona con la que había tropezado, largó una carpeta con el impacto y sin levantar la vista, en medio de su desespero, Alma se agachó para recoger la reguera de papeles mientras que se disculpaba.Unas cálidas manos tomaron las suyas con mucho cuidado, fue en ese instante, en que ella se percató de cómo le temblaban sus manos y levantó la vista para ver quién era la persona que la sostenía.— Oye, ¿Estás bien?. — Un atractivo hombre que vestía una bata blanca la miraba con cierta compasión.— Eh… Yo… Lo siento… Yo… — Ella comenzó a balbucear, tratando de controlar el llanto.— Tranquila, intenta respirar. — El hombre agachado frente a ella, le hablaba serenamente, intentando tranquilizarla. Alma le obedeció, intentó respirar profundo, exhalar con calma, cuando el hombre la vio más tranquila, continúo. — ¿Cómo te llamas? ¿Por qué estás aquí?.— Mi nombre… Es Alma… Yo… Busco a mi madre. — Soltó en un suspiro, todavía con la voz entrecortada.— ¿Cómo se llama tu mamá?. — Insistió el hombre, genuinamente interesado en ayudar a esa jovencita.— Luz… Luz Rivas. — Contestó Alma sintiendo como se le llenaban los ojos de lágrimas nuevamente.— Muy bien, Alma. — Comenzó el sujeto, ayudando a la muchacha a levantarse, tomando la carpeta con los papeles ya recogidos de sus manos. — Me llamo Mateo, mucho gusto. — Él apretó su mano con firmeza. — Soy el médico que está atendiendo a tu madre.— Oh, doctor. — Alma se sorprendió y al mismo tiempo se sintió aliviada, por fin había encontrado a alguien que podía ayudarla. — ¿Dónde está mi mamá? ¿Qué pasó con ella? ¿Cómo está?. — Con desespero, comenzó a soltar la retahíla de preguntas que desde hacía rato sentía retenidas en la garganta.— Tranquila, vengo de revisarla, ella ahora está estable y está bajo observación.— Ah, qué alivio. Pero doctor, ¿Qué fue lo que le pasó? No entiendo, no la vi está mañana porque se había ido a trabajar muy temprano, pero anoche la vi y estaba bien.— Bueno. — El doctor pasó una de sus manos por el hombro de Alma, empujándola ligeramente hacia unos bancos en la pared del pasillo, para que ella tomara asiento y él se sentó junto a ella. — Tengo entendido que ella estaba trabajando cuando le dio un fuerte dolor de cabeza, pareció desorientarse y cayó desmayada, una compañera de trabajo la trajo, pero se tuvo que ir a seguir laborando.— ¿Qué significa eso? ¿Qué es lo que tiene? Podría ser fatiga por el trabajo, ¿No?.— Lamento decirte que no, Alma. Hace poco recibí los resultados de tu madre y todo indica que ella ha sufrido de una insuficiencia hepática aguda.— ¿Qué? ¿Qué significa eso? Pero si ella es una mujer sana, nunca había sufrido de algo así, debe ser un error.— Lamento decirte que aunque estos casos son poco comunes, puede suceder, una persona sana puede sufrir de una enfermedad hepática por diferentes causas. Dime una cosa, ¿No has notado algún indicio, algún comportamiento poco habitual en tu madre?.— Bueno, pues. — Ella lo pensó cuidadosamente, la verdad es que ella no había estado muy al pendiente de su mamá últimamente, apenas si tenía tiempo para verle la cara. Luz salía muy temprano para trabajar y Alma regresaba muy tarde del trabajo, sus horarios no concordaban mucho. — Desde que ella empezó a trabajar, me estuvo comentando que le dolía mucho la cabeza, que quizás necesitaba de anteojos porque posiblemente se trataba de la vista, ella sentía que no enfocaba bien.— Mmm… ¿Y en algún momento se vio al médico por eso?.— No, creo que no… Solo tomaba pastillas para el dolor.— Mmmm, entiendo. Creo que ya encontramos la causa de su enfermedad. — Asintió el doctor, pensativo.— ¿Qué?. — Preguntó Alma sorprendida.— Una de las principales causas de este tipo de insuficiencia, es el exceso de pastillas para el dolor.— ¡Oh, no puede ser!. — De nuevo, los ojos de Alma se llenaron de lágrimas, Mateo se sintió apenado con esa niña y pasó su mano por sus hombros como una forma para consolarla. — ¿Qué podemos hacer, Doctor? ¿Qué le pasará a mi madre?.— Escucha, por ahora ella estará estable con el tratamiento, pero en la condición en qué está, necesitará de una cirugía, lo ideal sería hacerle un trasplante de hígado, para ser exactos.— Entonces, ¡Hágalo, por favor!, ¡Ayúdela!. — Suplicó la joven, desesperada.— No es tan sencillo, Alma. Primero tenemos que conseguir un donante… — Comenzó a murmurar el hombre.— ¡Yo puedo hacerlo! ¿No es así? Yo puedo donar. — Intervino alma con entusiasmo.— Claro, claro, solo tendríamos que hacerte unos exámenes…— Entonces, ¡Hagámoslo!. — Alma se levantó del asiento, afanada, el doctor la miro con tristeza, pensando en que, era obvio que esa jovencita, era una chica dulce e inocente.— Alma… Es una cirugía bastante costosa, y no solo la operación, también se enfrentarán a grandes gastos pre y posoperatorios. — Soltó Mateo, sintiendo como aplastaba el entusiasmo de la chica.Alma tomó asiento de nuevo, pasando sus manos por el cabello, frustrada. ¡Ah, sí! ¡El dinero! ¿Cómo podría pagar todo aquello? Si apenas con lo que conseguían con el trabajo de ella y su madre, les alcanzaba para sostener a su familia.*Edan subió nuevamente al tercer piso, buscando a su madre, con los dos cafés en las manos, pero no la vio por ninguna parte. Tomó asiento en unos bancos que había dispuesto por el lugar, debía esperarla, quizás estaba en el baño o posiblemente, se le habría ocurrido dar una vuelta por el hospital.Mientras tomaba su café, no pudo evitar notar a la joven que había visto hacía rato en la recepción, ella estaba a unos metros, sentada en un banco junto a un joven doctor, conversaban y se veían muy cercanos, «¿Sería por eso que vino? ¿Ese será su novio?».Edan se quedó ensimismado con la escena, tratando de entender lo que sucedía entre esos dos, no porque le interesara, sino que, no tenía otra cosa con que entretenerse.Unos minutos después, vio a la joven levantarse con energía y animada, pero luego de que el doctor le dijera unas palabras, ella se volvió a tirar en el asiento, como si ya hubiera perdido una batalla, sin siquiera empezarla. «Pobre chica», volvió a pensar, quizás , el médico le había dado una mala noticia.Unos minutos después, Edan vio al doctor alejarse, dejando a la jovencita desalentada. Ella tiró su rostro contra sus manos y en la distancia se podía notar como se estremecía su cuerpo, por el llanto.Algo que nunca había pasado antes, sucedió en ese momento, Edan sintió compasión. La verdad es que Edan era de los hombres que opinaba que cada persona se forja su destino y por ende cada quien es culpable de la vida que tiene, por eso, nunca se había detenido a compadecerse de nadie.Pero aquella jovencita, ¿Qué culpa podría tener del sufrimiento que estaba pasando en ese momento?.Edan sintió que quería hacer algo por ella, sus entrañas se removían al verla llorar de esa manera, aunque no sabía por qué una extraña le había afectado, supuso que quizás él estaba sensible por el estado de su padre.Edan miró alrededor, reflexionando ¿Qué hacer?. Cuando vio en el costado del asiento, el vaso de café sobrante que se enfriaba, el que había traído para su madre.Bueno, no era mucho, pero quizás, un poco de café, podría hacerla sentir mejor.Así que él se levantó, tomó el café que estaba en la banca y caminó hacia la jovencita que seguía con el rostro tapado mientras lloraba.— ¡Oye!. — Edan intentó llamar la atención de la chica, mientras que estaba de pie frente a ella.Alma levantó el rostro, extrañada, al escuchar una voz cercana que le hablaba y vio a un atractivo hombre de pie, el cual estiraba un vaso de café hacia ella.— No te quería molestar, pero creí que quizás, esto te haría sentir mejor. — Murmuró el sujeto.Ella se quedó allí pasmada, pensando en como un extraño podría llegar en un momento como ese para simplemente dejarle un café, como estaba la inseguridad es esos tiempos, ¿Que sabía ella si ese café estaba adulterado?.Ella asintió al sujeto y sin decir palabra, recibió el café, esperó a que el hombre se fuera, lo vio sentarse a unos metros y cuando lo vio entretenido con su teléfono, terminó por tirar el café en la papelera.Edan volvió a su asiento, ni él mismo se pudo explicar lo que acababa de ocurrir, se extrañó de su propia acción. Él jamás se habría acercado a una extraña para ofrecerle algo, aunque fuese un insignificante café.Un minuto después, llegó Angélica, la madre de Edan, volvía de la habitación de Erick, el padre de Edan. El médico le había permitido verlo, puesto que él ya había despertado y pedía hablar con sus familiares.Angélica se abalanzó sollozante sobre su hijo, haciendo una simple petición.—Edan, tu padre quiere verte. — Edan dio un paso hacia la habitación, pero Angélica lo detuvo. — Por favor, no vayas a decirle nada que pueda alterarlo, el doctor me dijo que está en un estado muy delicado y le queda poco tiempo.Edan sintió un estremecimiento en su cuerpo, las palabras de su madre, le dolieron como si le hubieran dado un fuerte golpe en el estómago. Así que, Edan se apresuró, hacia la habitación de su padre.—¡Papá!. — Lo llamó, apenas entró y lo vio despierto.—Hij
«¡Esta chica podría ser la solución!» pensó Edan, en un momento de epifanía.Él no conocía a esa joven, pero sus padres nunca antes la habían visto y eso ya era un punto a su favor. Además, se suponía que había salido a buscar a su novia inventada desde hacía mucho rato y seguía allí, en el hospital, pensado que hacer, y esa joven ya estaba allí, ese era otro punto a su favor.Edan la miró fijamente, con más interés y notó, como de inmediato, la joven se sonrojó. Eso significaba que ella gustaba de él, o por lo menos, que lo veía atractivo. Aunque no le sorprendió, porque él estaba al tanto del efecto que causaba en las mujeres, lo anotaría como otro punto a su favor.La joven era bonita, de hecho, si se le detallaba bien, se podía decir que tenía bastante potencial, con la ropa adecuada y un buen tratamiento de salón, podría pasar fácilmente como cualquier otra hermosa joven de alta sociedad, no obstante, no había tiempo para eso.Edan detalló su facha, se notaba que era una
Alma se quedó paralizada, ¿Ese hombre le estaba ofreciendo el dinero para la cirugía de su madre a cambio de hacerse pasar por su novia por unos días y simular casarse con él?.Eso le parecía muy bajo, pero, por otra parte, ella deseaba ayudar a su madre, deseaba obtener ese dinero de alguna manera y había pasado toda la tarde orando y pidiendo encontrar alguna manera de poder hacer esa operación.¿Quizás, este sería su milagro?.—¿Entonces? ¿Qué me dices? ¿Es un trato?. — Volvió a repetir Edan.Ella titubeó, todavía confundida, cuando, un momento después, apareció Mateo en la cafetería, el doctor que atendía a su madre, llamando a la señorita Alma Contreras, la familiar de Luz Rivas.Edan la soltó cuando vio al médico que caminaba hacia ellos, Mateo se fijó de la escena entre Alma y su acompañante, a quien miró con cierto recelo.—Alma. — Mateo se acercó a la joven. — ¿Tienes un minuto?.—Cla… Claro. — Ella volteó hacia Edan un segundo, pero no dijo nada, se alejó acompaña
Juntos y tomados de la mano, Alma y Edan caminaron directamente hacia aquella mujer, la que Alma había visto antes acercarse a Edan. Angélica, la madre de Edan, al verlos llegar, se levantó de inmediato.—¡Edan! ¿Por qué tardaste tanto?. — Se acercó a ellos.—Lo siento mamá, fui por mi novia… — Edan señaló a la joven a su lado, quien de inmediato, estiró la mano hacia la mujer. Angélica la miró de arriba hacia abajo, con la boca abierta.—Mucho gusto, soy Alma. — Sonrió tímidamente, notando cómo la mujer detallaba sus fachas. — Lo lamento mucho, señora…—Angélica. — Atónita, Angélica estiró su mano, sobre todo, por decencia.—Angélica… — Repitió Alma, sonriente, mientras apretaba la mano de la madre de Edan. — Como le decía, señora Angélica. Lamento la demora, pero había mucho tráfico, a pesar de que Edan me sacó de mi casa con esta ropa y no me dejó cambiarme, porque estaba apurado, nos tomó algo de tiempo llegar aquí.Edan volteó hacia Alma, sorprendido. No creyó que l
Era muy temprano cuando Edan se acercó a la habitación de Luz Rivas, la madre de Alma, se asomó por la ventanilla de la puerta y la vio.Alma estaba sentada en un banco, junto a la cama de su madre, sosteniéndole la mano y hablándole, aunque la señora Luz, se veía dormida. Un extraño sentimiento se alojó en el pecho de Edan, pero él no supo definirlo.Incómodo, por esa extraña sensación en su interior, Edan decidió tocar la puerta, había mucho por hacer ese día. Alma salió sorprendida, no esperaba a su falso novio tan temprano, y la sorpresa fue más grande cuando vio que él le traía un café y unos panecillos.Eso le pareció un acto muy amable de su parte, con lo poco que Alma había visto de Edan, ella consideraba, que él, era un hombre amable.Se sentaron juntos en una banca alejada, dónde nadie pudiera verlos y Alma sintió como revivía, con solamente sentir el aroma del café caliente.—¿Cómo sigue tu madre?. — Preguntó mientras que la observaba desayunar.—Dentro de lo que
—Muy bien, Alma. La factura para la cirugía de tu madre, ya ha sido pagada y tu actuación ha salido mejor de lo que esperaba, has cumplido con tu parte del trato. — Sentenció Edan, ceñudo. —Pero, todavía falta el matrimonio falso, ¿Por qué no lo hemos hecho?. — Respondió Alma, confundida. Él apretó la mandíbula.—Ha habido un cambio de planes… — Edan miró de refilón a Diego, quien estaba presente. — Por eso te presenté a mi abogado, necesitamos hacer unos cambios en los términos que habíamos negociado.—¿Qué quieres decir?. — Edan tragó saliva ante la pregunta de Alma.—El notario falso, nunca llegó… Y a mi madre se le ha ocurrido que nos case un amigo suyo, que está aquí… — Alma levantó una ceja, encajando las piezas. — Es un notario real.—¡¿Qué?! ¡No! ¡¿Hablas de que nos casemos de verdad?!. — Vocifero ella, haciendo que Edan se irguiera tenso.—¡Antes de que digas algo más!. — Intervino Diego. — Déjame explicarte, Alma. Los términos serán los mismos, no habrá más co
Todos se reunieron para dar inicio al matrimonio, pero había algo que no estaba bien, aunque Alma se mostraba sonriente frente a todos, Edan no podía dejar de notar un destello de hostilidad y enojo en sus ojos cada vez que ella lo miraba, y eso, a él, no le gustaba.Una sensación nueva y desconocida comenzaba a formarse en el interior de Edan, él se sentía culpable, quizás había sido muy duro con Alma.Solo que, él es una persona muy explosiva cuando se enoja, era algo común en su comportamiento y nunca antes, le había importado si su actitud, afectaba a alguien más.Pero ahora, viéndola enojada, simulando ser feliz a su lado, Edan no podía evitar sentir que no se había comportado de la forma correcta con Alma y eso, era algo nuevo.¿Por qué ahora y por qué con ella sí le importaba?.Edan no lo sabía, solo entendía una cosa, no quería que Alma siguiera enojada con él.—Ahora los declaro, marido y mujer. — Enunció el notario. — Puede besar a la novia.Edan y Alma se miraron,
—¡Hasta que por fin te veo la cara, querido!. — Siseó Vivian con sarcasmo, dejando la puerta abierta de su apartamento para que Edan entrara.—Estuve muy ocupado. — Murmuró él.Edan entró y cerró la puerta, de inmediato, comenzó a soltarse la corbata, preparándose para una apasionada reconciliación. Claro, luego de que le terminara de calmar el mal humor a Vivian.Eso era lo usual en su relación.—¿Te llegó lo que envié?. — Preguntó Edan, en medio de la sala, notando que Vivian no volteaba para verle la cara.—¡¿Hablas de esas ridículas flores y de los chocolates baratos?!. — Gruñó ella, señalando hacia una mesa en un rincón, dónde los regalos seguían intactos, las flores comenzaban a marchitarse, pues no se habían puesto en agua. — ¡¿Crees que puedes comprarme con esa porquería?!.—Vivian, ya te lo dije, mi padre estaba hospitalizado… — Ella volteó, bufando. — Él está muy grave.Edan había llamado a Vivian varias veces para hablarle sobre la desafortunada situación de su