La música resonaba en todo el sitio, bailarinas exóticas danzaban de manera meramente erótica para complacer a los clientes que habían abarrotado el lugar, Antonella había atendido ya varias mesas, y, a base de muchas suplicas, había logrado que su uniforme no fuese demasiado provocativo, aún seguía siento corto y mostraba de más, pero, al menos, ya no se sentía casi desnuda, por supuesto, había recibido burlas de sus compañeras por ello, pero aquello no podría importarle menos, se sentía mucho mas nerviosa de saber que en cualquier momento, aquel hombre de tatuajes y apariencia ruda, llegase a reclamarle su pequeña mentira, aquello era una estupidez, no tendría porque verse obligada a dar su apellido si no lo deseaba, pero, en palabras de Ainara, aquel hombre era potencialmente peligroso, un supuesto líder de mafia.
Tomándose un pequeño descanso en medio de aquella ajetreada noche, Antonella, recargada en una de las paredes, admiraba a las hermosas mujeres que bailaban casi desnudas, se sentía sinceramente sorprendida por aquellas hábiles bailarinas, ella nunca podría hacer algo como eso, se moriría de la vergüenza, sin embargo, ellas parecían demasiado desinhibidas, como si en aquella erótica danza se liberaran a si mismas, las admiraba por ello.
– Pareces demasiado absorta mirando a aquellas mujeres, dime, ¿Te gustan las chicas? – la sensual voz de Ares D´Angelis casi había logrado provocarle un infarto.
Mirando a aquel hombre de aspecto tan rudo y extravagante, Antonella pudo notar el enojo en su mirada, era más que obvio, él ya sabía que le había mentido y le había dado un apellido falso.
– Supongo que la sutileza no es algo que suela practicar, realmente ha logrado asustarme – respondió Antonella tocándose el pecho para sentir sus palpitaciones exaltadas.
Ares observo a aquella simple mesera, ya había descubierto su pequeña mentira y conocía ya su verdadero apellido, se sentía francamente sorprendido de saber que una ordinaria profesora de arte y violín se encontrara trabajando en un lugar como ese, la mujer frente a el lucia demasiado tímida, demasiado frágil…demasiado inocente, como un conejo perdido en medio de una madriguera de lobos, movido por la curiosidad, había ordenado que la investigaran a fondo, quería saber las razones que tendría una mujer de un mundo completamente pacifico y aburrido, para estar en medio de el caos y excesos que se notaba a leguas desconocía por completo.
– No tengo porque ser sutil en un lugar como este, aquí se viene a buscar diversión, sexo rápido y fácil, no es una aburrida cafetería – respondió Ares con sarcasmo.
Antonella se sintió avergonzada de la manera tan libre en que aquel hombre mencionaba tales cosas, nunca había conocido a alguien como el, eso era seguro.
Ares observo las blancas mejillas de la chica colorearse de rojo y sonreír de manera avergonzada y tímida, estaba mas que comprobado, la chica no tenia idea de nada sobre el mundo al que había dado a parar, no era mas que una simple profesora, una blanca conejita de pelaje prístino y pulcro a la que quería devorar, el sabor de una mujer corrompida, era sin duda, mucho mejor que el de aquellas que le daban todo fácil, había estado buscando un reto, algo que lograra ponerlo mas duro, que lo hiciera realmente desear un momento, y, definitivamente, Antonella Ferrara podría dárselo.
– ¿Qué pasa? ¿No estas acostumbrada a que un hombre te hable de sexo?, ¿Alguna vez te has cogido a alguien? – preguntaba Ares sintiéndose divertido de ver como los colores subían y bajaban de ida y vuelta desde los pies hasta las tersas mejillas de la chica.
– Yo…estuve casada, pero mi ex esposo nunca decía cosas tan atrevidas, si me disculpa señor D´Angelis, debo seguir atendiendo las mesas – dijo Antonella queriendo huir de aquel hombre tan vulgar.
Ares intento ahogar una risa, pero no lo había conseguido, aquella mujer era demasiado divertida, no creía lograr avergonzarla tanto con simples palabras, aquello había sido divertido, demasiado en realidad, sin poder contenerse, el sexy millonario había soltado a carcajadas burlándose de Antonella, logrando que la chica volteara a verlo realmente molesta y regresara.
– Perdone si no soy como el tipo de mujeres a la que seguramente esta muy acostumbrado, pero le exijo no burlarse de mí, nunca me han gustado las burlas, he tenido bastante de ellas, así que, le pido en este momento que se calle y si no puede hacerlo, salga a terminar su burla lejos de mi – dijo Antonella con notable molestia.
Nunca había soportado que se burlaran de ella y aun cuando aquel hombre era temible e intimidante, no le permitiría burlarse.
Ares guardo silencio por un momento, aquella mujer que tenia miedo de la palabra sexo, lo estaba enfrentando de manera directa, seguramente Ainara ya debía haberle dado una catedra sobre quien era el, y la chica, aun en su timidez ridícula, no parecía ser una estúpida, mirando a aquellos bonitos ojos agua marinos, podía ver el enojo reflejarse en ellos, estaba realmente molesta por la burla que le había regalado, y eso, de alguna manera, lo había puesto completamente duro, tanto, que sentía sus bóxer apretando demasiado.
– No voy a disculparme preciosa si eso es lo que esperas, no soy el tipo de hombres que pide disculpas, pero, me has dejado con un problema aquí abajo, dime, ¿Cuánto me cobraras por un servicio extra al de limpiar mesas y servir tarros de cerveza? – dijo D´Angelis acercándose peligrosamente hasta la hermosa Antonella.
La castaña, completamente ofendida, y sin pensar muy bien lo que hacía, golpeo la mejilla derecha de aquel apuesto y seductor hombre de ruda apariencia en un acto reflejo a la demasiado inapropiada proposición que acababa de hacerle.
– Lo siento señor D´Angelis, pero si tiene problemas con su amigo allá abajo, puede conseguir a una mujer que le ayude con ello, y le aseguro que no seré yo – respondió Antonella con orgullo para luego alejarse del atrevido hombre.
Ares se toco la mejilla mallugada y sonrió maliciosamente para si mismo, era la primera vez que una mujer lo despreciaba de tal manera…y eso solo lo hizo desear mas a aquel conejito perdido, como el lobo que marca a una presa deliciosa.
– Así que estuviste casada…maldito sea aquel que ya probo de tu cuerpo, pero de mi no lograras escapar pequeña Antonella, te aseguro que te llevare por un mundo de mil maravillas – dijo para si mismo aquel sensual hombre.
Antonella sentía sus mejillas arder de vergüenza y rabia, aquel hombre, demasiado intimidante…demasiado sexual…había estado jugando con ella, divirtiéndose a sus costillas, se había jurado a si misma no volver a ser la burla de nadie tal cual lo había sido de su ex marido y su hermana, aun cuando aquel hombre lleno de tatuajes fuese el mas poderoso de toda la m*****a ciudad, no se sentía arrepentida de haberlo abofeteado, se lo tenia merecido por ser tan atrevido, volviendo a mirar a aquellas sensuales bailarinas exóticas, pudo ver a Ares D´Angelis entre el publico disfrutando de la vista, sin duda, era un hombre del que no podría enamorarse jamás, aunque lejos estaba de saber lo que el destino le guardaba.
Inocente provocación, aquel fuego que Antonella había encendido sin querer dentro de Ares y que la marcaria para siempre, un camino difícil la esperaba por delante.
Un nuevo día estaba comenzando, Antonella escuchaba música en el jardín de Ainara, su mirada permanecía completamente fija en el lienzo que tenia adelante, intentaba plasmar a la coqueta ardilla que disfrutaba en completa calma de las nueces dejadas para ella, sin embargo, se sentía completamente dispersa, no había logrado pintar nada realmente fascinante desde que Henry había huido con su hermana, desde aquel momento había permanecido en un horrendo bloqueo artístico que solo lograba frustrarla más, recargándose en la silla por un momento, la hermosa castaña observaba el azul celeste del cielo, un nuevo fracaso, no era novedad, mirando a las aves volar por el cielo, repentinamente llegaban a su mente los recuerdos de Ares D´Angelis, aquel infame tipo arrogante que parecía demasiado libertino para su gusto.Mirando de nuevo el lienzo en blanco, Antonella tomo su pincel y comenz&oa
La noche había llegado, era sábado aún, el bar lucia mucho más abarrotado de lo que había estado entre semana, lo suponía normal, aquellos demasiado ocupados millonarios aprovecharían el fin de semana para ir a admirar a las hermosas bailarinas, aquello era denigrante, aunque a las muchachas no parecía molestarles en lo más mínimo, al contrario, parecían demasiado divertidas ante las miradas de aquellos hombres impredecibles y peligrosos.– Siempre te quedas mirando a las otras, ¿Acaso te da envidia no ser tu la que baila en ese tubo? – dijo una de las meseras.Antonella miró a su compañera, sabía bien que no le agradaba, era la que más burla le había hecho tras obtener el permiso para usar un uniforme menos indecente, sin embargo, poco le interesaba la opinión que la mujer tuviese de ella, podría decirle mojigata, Santa y dem
El sol bañaba el jardín de la residencia Wilson, propiedad de Ainara y el refugio de Antonella, las aves revoloteaban de un lado a otro alborotadas por las pequeñas semillas que la castaña arrojaba sobre el pasto fresco para alimentarlas, su mirada estaba fija hacia la nada, perdida en los muchos pensamientos que la atiborraban desde temprano, era domingo, día libre para ella, esa noche no tendría que ir al bar y, francamente, se sentía reconfortada por no tener que hacerlo, sus blancas mejillas volvían a colorearse de rojo al recordar aquel demasiado bochornoso momento entre ella y Ares D´Angelis, aun podía sentir aquel enorme y poderoso cuerpo pegado al de ella y recordaba lo diminuta que era en comparación a él, aquellas palabras que le había dicho, resonaban en su mente como ecos que rebotaban una y otra vez, Ares, deliberadamente le había prohibido bailar en público y, en sus
La botella de whisky se había terminado, y ahora, caminaba a tomar otra de su colección de licores de lujo, aquellas imágenes aún no se desvanecían de su mente, ver a esa mujer que deseaba en compañía de su hijo, había sido de cierta manera shockeante, aunque pudo imaginar mil escenarios antes de saberlo, nunca imagino que la razón por la cual la inocente maestra de arte tenía un segundo trabajo en un bar, era por un hijo del que tenia que cuidar sola, y lo peor, es que no era solo eso, apresurando a su informante, este acababa de entregarle una carpeta con toda la información que había logrado reunir sobre ella, sobre Antonella Ferrara.Acomodándose en su lujoso sofá de piel, Ares sostenía entre sus manos aquel informe, abriéndolo sin perder más tiempo, comenzó a leer deprisa lo que tenían para decirle, sin mirar nada mas que aquellas letras en
La mañana había llegado después de una extraña noche, Antonella se sentía muy reconfortada entre los poderosos brazos de Ares donde se había quedado dormida, despertando por inercia como cada mañana hacia, recordó los eventos que habían tenido ligar la noche anterior cuando el apuesto ojos de zafiro se había colado por su ventana, incorporándose un poco, se percato de que ambos se habían quedado dormidos sobre el suelo, agradecía infinitamente que Ainara no entrara a la habitación sin avisarle primero, no tendría idea de como explicarle a ella y a su marido lo que hacia Ares D´Angelis allí, sinceramente ni siquiera ella entendía el porqué, pero, por supuesto, se podría dar a todas las malas interpretaciones del mundo aun cuando no hicieron nada indecente, además, Ainara no le iba a creer eso, mirando el hermoso rostro varonil de Ares, Anto
La luz del sol se colaba por aquellas elegantes cortinas en sus enormes aposentos, había amanecido, era lunes, y todo empresario sabía que no había tiempo para tomar un descanso, levantándose de su lujosa cama, Apolo miraba el reloj, eran apenas las 7 am, hora adecuada para comenzar su día, bajando al gimnasio privado en su mansión, el apuesto filántropo comenzaba su pesada rutina de ejercicios para tonificar su cuerpo, mirándose en el espero del lugar, lucia muy diferente de sus trajes costosos de siempre, aquella ropa deportiva dejaba ver mucho de su musculatura, sus brazos eran fuertes, su torso era poderoso, algo que Antonella Ferrara jamás había visto de él, la hermosa castaña no había vuelto a llamarlo desde aquel acalorado momento en que se excusó para marcharse, así era ella, tímida, siempre tímida, una mujer hermosa y recatada, inocente como ninguna, la des
El sol en lo alto alcanzaba los enormes ventanales en su lujoso departamento, la mañana recién comenzaba y el, Ares apenas si había dormido la noche anterior, tener a Antonella Ferrara entre sus brazos sin nada más que sentirla durmiendo, había sido una nueva experiencia, no se habían desnudando, no habían tenido una noche de sexo, sin embargo, se sentía extrañamente complacido.Colocando aquella bonita pintura en su habitación, Ares observaba su propio rostro detallado por las talentosas manos de Antonella, no era una simple pintura, era en realidad, una obra de arte que expresaba mucho de la confusión que su persona provocaba en la hermosa mujer, trazos fuertes, definidos, como si de alguna manera ella supiese como era el en realidad, su mirada lucia salvaje, apasionada, y no pudo evitar preguntarse si así la miraba a ella, y por eso, la profesora de arte, había plasmado aquello con l
La tarde caía finalmente, las nubes en el cielo se habían coloreado de tonalidades rojizas haciendo que el paisaje luciera hermoso, era el momento de volver al bar de millonarios, quizás, allí estaría Ares, Antonella sentía su corazón latir con fuerza conforme el auto se acercaba mas y mas al lugar, aun sentía las seductoras caricas de Ares D´Angelis sobre ella tocando su parte mas intima con delicadeza, con deseo…aquellas sensaciones habían sido algo totalmente nuevo, aun cuando no era una principiante y ya tenía un hijo, nunca antes había sentido nada como eso, Henry y ella únicamente hacían lo que hacían sin mayor emoción, sin pasión, como si no hubiese química entre ellos, en su matrimonio, había llegado a un punto en que aquel deber marital se había vuelto tedioso, insoportable, incluso, rogaba a veces porque aquella faena solo durase