El sol en lo alto alcanzaba los enormes ventanales en su lujoso departamento, la mañana recién comenzaba y el, Ares apenas si había dormido la noche anterior, tener a Antonella Ferrara entre sus brazos sin nada más que sentirla durmiendo, había sido una nueva experiencia, no se habían desnudando, no habían tenido una noche de sexo, sin embargo, se sentía extrañamente complacido.
Colocando aquella bonita pintura en su habitación, Ares observaba su propio rostro detallado por las talentosas manos de Antonella, no era una simple pintura, era en realidad, una obra de arte que expresaba mucho de la confusión que su persona provocaba en la hermosa mujer, trazos fuertes, definidos, como si de alguna manera ella supiese como era el en realidad, su mirada lucia salvaje, apasionada, y no pudo evitar preguntarse si así la miraba a ella, y por eso, la profesora de arte, había plasmado aquello con l
La tarde caía finalmente, las nubes en el cielo se habían coloreado de tonalidades rojizas haciendo que el paisaje luciera hermoso, era el momento de volver al bar de millonarios, quizás, allí estaría Ares, Antonella sentía su corazón latir con fuerza conforme el auto se acercaba mas y mas al lugar, aun sentía las seductoras caricas de Ares D´Angelis sobre ella tocando su parte mas intima con delicadeza, con deseo…aquellas sensaciones habían sido algo totalmente nuevo, aun cuando no era una principiante y ya tenía un hijo, nunca antes había sentido nada como eso, Henry y ella únicamente hacían lo que hacían sin mayor emoción, sin pasión, como si no hubiese química entre ellos, en su matrimonio, había llegado a un punto en que aquel deber marital se había vuelto tedioso, insoportable, incluso, rogaba a veces porque aquella faena solo durase
– Disculpe, no creo entender a que se refiere con un servicio completo – dijo Antonella sabiendo perfectamente a que se estaba refiriendo, pero dándole una oportunidad para retractarse.– Bien, eso es dulce, me gusta, pero sabes bien a que me refiero, quiero sexo contigo, me has gustado desde que te vi hace un rato, puedo pagarte la cantidad que pidas a cambio de una noche completa por estar entre tus piernas – dijo sin dejar de sonreír el apuesto rubio.Antonella sonrió con ironía, los hombres con dinero en verdad tenían esa particularidad de creer que podrían comprarlo todo.– Lo lamento señor, pero yo no ofrezco ese tipo de servicios, solo soy una mesera, no una prostituta, si me disculpa, si no desea que le traiga algo, me retiro – dijo Antonella dando la espalda al joven hombre.Un fuerte y doloroso tirón la jalo hacia atrás, el hombre acababa de tomarl
El viento fresco la golpeaba directamente en la cara con suavidad, Ainara le había dado permiso para escaparse del bar por esa noche después de tan desafortunado incidente con aquel cliente asqueroso, Ares la había defendido de aquel sujeto que amenazo su integridad, dejándola con demasiado en mente, aquel apuesto hombre de tatuajes, estuvo dispuesto a exponer su propia vida por ella…así como dar fin a la de quien la amenazo.El delicioso viento de la noche era francamente algo que estaba necesitando en esos momentos, Ares la miraba fijamente, esperando una respuesta a lo que acababa de proponerle…la había invitado a conocer su departamento, mostrarle donde exactamente había colocado su pintura, y…aunque no lo dijera, había algo más allí.– Avisare a Ainara que me iré contigo, espérame aquí, vuelvo en un momento – dijo ella caminando hacia las ofi
Besando con pasión los pequeños labios de Antonella, Ares la recostaba sobre su cama, besos apasionados, donde ambos dejaban toda inhibición de lado, donde querían sentir a plenitud al otro, comenzaban a elevarlos a los dos, caricias en un inicio tiernas, se convertían en algo más salvaje, más apasionado, Antonella acariciaba los poderosos brazos de Ares, donde había encontrado un refugio, donde el la hacia sentir que ya no estaba sola, Ares, acariciaba los pechos de Antonella, aquella mujer a la que deseaba, que finalmente seria suya, que con poco tiempo de conocerse, lo había enloquecido por completo, aquella que le había demostrado que el mundo no era la miseria que creía que era y aun existía bondad en él.– Eres mía Antonella, y lo serás siempre – dijo Ares rompiendo la horrenda blusa que usaba la joven en el bar.Los pechos de Antonella rebotaron e
La mañana había pasado demasiado pronto pero había sido grandiosa, Ares se sentía de buen humor, después de demasiado tiempo, su animo estaba elevando por los aires, nada podría arruinarle eso, había visto una película junto a Antonella, pidieron pizza para desayunar, y ahora, la castaña debía estar durmiendo en casa de Ainara Wilson, había tenido que dejarla temprano para descansar de su apasionada faena antes de irse a la escuela donde impartía sus clases de arte, pasaría por ella más tarde, la convencería de dejar el trabajo en el bar, no deseaba que mas incidentes como el que había acontecido, se dieran y alguien mas lograra lastimarla, era una mujer hermosa que naturalmente atraería a hombres nefastos, además, no quería que nadie mas volviese a mirarla en ese diminuto uniforme que usaban allí, su mente viajaba a mil por hora, su corazón aun estaba acelerado, no sabia bien que era lo que había pasado para enloquecer de tales maneras por una mujer, pero no se queja
El sonido de la ducha rompía el silencio en la habitación de Antonella, el agua tibia resbalaba sobre su cuerpo desnudo, aquellos recuerdos de la noche anterior regresaban a ella, la desbordante pasión de Ares se había quedado graba en su piel logrando hacer que deseara más de ello, aun cuando sabía lo que él era, el temido líder de mafia, un hombre peligroso, temido en cada rincón de la ciudad, y para nada un buen ejemplo para Dante, no podía sacarlo de su mente…ni de su corazón.Cerrando la llave, la hermosa castaña se miraba al espejo, su cuerpo desnudo estaba ante ella, y, por primera vez, no se sentía fea al mirarlo, la piel de su vientre ya no era completamente firme debido a la maternidad, aquella cicatriz en su pelvis, era el eterno recordatorio de que se había convertido en madre, no era algo que estuviese a la vista, en su traje de mesera apenas se notaba nada de
La tarde regalaba sus hermosas tonalidades rojizas un día más, el manto de la noche pronto lo cubriría todo, Ares, observaba a Antonella jugando con su pequeño hijo, Dante Pines, una escena casi idéntica era lo que había cambiado su manera de ver a aquella hermosa chica, y no solo eso, en realidad, había cambiado su panorama por completo, la felicidad que desbordaba Antonella al estar con su hijo, la hacía brillar como el sol, y el, se sentía iluminado por ella.– Bien, ¿Quién quiere un helado? De chocolate, de fresa, vainilla o de los tres juntos, tenemos de todo – dijo Ares mirando al pequeño Dante.– ¡Yo quiero! ¿Puedo mami? – cuestiono Dante con su infantil y dulce voz.– Por supuesto que puedes, anda, vamos a por uno – respondió Antonella con una sonrisa.– Dime algo campeón, ¿Por qu&eac
El olor a comida recién hecha lo despertaba esa mañana, huevos, tocino, quizás pan, no tenia idea bien que era exactamente aquel olor, pero, aun así, era delicioso, abriendo sus ojos, rápidamente noto la ausencia de Antonella y Dante en su cama, levantándose apresurado, salía en ropa interior hacia la cocina, lugar de donde provenía aquel delicioso aroma. – Buenos días, desperté temprano y salí rápido a comprar algunos alimentos, tu nevera estaba vacía y supongo que como todo ser humano, el dios del inframundo necesita desayunar – dijo Antonella con una sonrisa. – Hola señor de la noche, mami nos hizo hot cackes, pero para ti también hizo huevos y carne – saludaba Dante quien ya se encontraba desayunando. Ares se sentó en el comedor sorprendido, Antonella, colocaba un plato con huevos fritos, tocino y pan tostado frente a él