El viento fresco la golpeaba directamente en la cara con suavidad, Ainara le había dado permiso para escaparse del bar por esa noche después de tan desafortunado incidente con aquel cliente asqueroso, Ares la había defendido de aquel sujeto que amenazo su integridad, dejándola con demasiado en mente, aquel apuesto hombre de tatuajes, estuvo dispuesto a exponer su propia vida por ella…así como dar fin a la de quien la amenazo.
El delicioso viento de la noche era francamente algo que estaba necesitando en esos momentos, Ares la miraba fijamente, esperando una respuesta a lo que acababa de proponerle…la había invitado a conocer su departamento, mostrarle donde exactamente había colocado su pintura, y…aunque no lo dijera, había algo más allí.
– Avisare a Ainara que me iré contigo, espérame aquí, vuelvo en un momento – dijo ella caminando hacia las ofi
Besando con pasión los pequeños labios de Antonella, Ares la recostaba sobre su cama, besos apasionados, donde ambos dejaban toda inhibición de lado, donde querían sentir a plenitud al otro, comenzaban a elevarlos a los dos, caricias en un inicio tiernas, se convertían en algo más salvaje, más apasionado, Antonella acariciaba los poderosos brazos de Ares, donde había encontrado un refugio, donde el la hacia sentir que ya no estaba sola, Ares, acariciaba los pechos de Antonella, aquella mujer a la que deseaba, que finalmente seria suya, que con poco tiempo de conocerse, lo había enloquecido por completo, aquella que le había demostrado que el mundo no era la miseria que creía que era y aun existía bondad en él.– Eres mía Antonella, y lo serás siempre – dijo Ares rompiendo la horrenda blusa que usaba la joven en el bar.Los pechos de Antonella rebotaron e
La mañana había pasado demasiado pronto pero había sido grandiosa, Ares se sentía de buen humor, después de demasiado tiempo, su animo estaba elevando por los aires, nada podría arruinarle eso, había visto una película junto a Antonella, pidieron pizza para desayunar, y ahora, la castaña debía estar durmiendo en casa de Ainara Wilson, había tenido que dejarla temprano para descansar de su apasionada faena antes de irse a la escuela donde impartía sus clases de arte, pasaría por ella más tarde, la convencería de dejar el trabajo en el bar, no deseaba que mas incidentes como el que había acontecido, se dieran y alguien mas lograra lastimarla, era una mujer hermosa que naturalmente atraería a hombres nefastos, además, no quería que nadie mas volviese a mirarla en ese diminuto uniforme que usaban allí, su mente viajaba a mil por hora, su corazón aun estaba acelerado, no sabia bien que era lo que había pasado para enloquecer de tales maneras por una mujer, pero no se queja
El sonido de la ducha rompía el silencio en la habitación de Antonella, el agua tibia resbalaba sobre su cuerpo desnudo, aquellos recuerdos de la noche anterior regresaban a ella, la desbordante pasión de Ares se había quedado graba en su piel logrando hacer que deseara más de ello, aun cuando sabía lo que él era, el temido líder de mafia, un hombre peligroso, temido en cada rincón de la ciudad, y para nada un buen ejemplo para Dante, no podía sacarlo de su mente…ni de su corazón.Cerrando la llave, la hermosa castaña se miraba al espejo, su cuerpo desnudo estaba ante ella, y, por primera vez, no se sentía fea al mirarlo, la piel de su vientre ya no era completamente firme debido a la maternidad, aquella cicatriz en su pelvis, era el eterno recordatorio de que se había convertido en madre, no era algo que estuviese a la vista, en su traje de mesera apenas se notaba nada de
La tarde regalaba sus hermosas tonalidades rojizas un día más, el manto de la noche pronto lo cubriría todo, Ares, observaba a Antonella jugando con su pequeño hijo, Dante Pines, una escena casi idéntica era lo que había cambiado su manera de ver a aquella hermosa chica, y no solo eso, en realidad, había cambiado su panorama por completo, la felicidad que desbordaba Antonella al estar con su hijo, la hacía brillar como el sol, y el, se sentía iluminado por ella.– Bien, ¿Quién quiere un helado? De chocolate, de fresa, vainilla o de los tres juntos, tenemos de todo – dijo Ares mirando al pequeño Dante.– ¡Yo quiero! ¿Puedo mami? – cuestiono Dante con su infantil y dulce voz.– Por supuesto que puedes, anda, vamos a por uno – respondió Antonella con una sonrisa.– Dime algo campeón, ¿Por qu&eac
El olor a comida recién hecha lo despertaba esa mañana, huevos, tocino, quizás pan, no tenia idea bien que era exactamente aquel olor, pero, aun así, era delicioso, abriendo sus ojos, rápidamente noto la ausencia de Antonella y Dante en su cama, levantándose apresurado, salía en ropa interior hacia la cocina, lugar de donde provenía aquel delicioso aroma. – Buenos días, desperté temprano y salí rápido a comprar algunos alimentos, tu nevera estaba vacía y supongo que como todo ser humano, el dios del inframundo necesita desayunar – dijo Antonella con una sonrisa. – Hola señor de la noche, mami nos hizo hot cackes, pero para ti también hizo huevos y carne – saludaba Dante quien ya se encontraba desayunando. Ares se sentó en el comedor sorprendido, Antonella, colocaba un plato con huevos fritos, tocino y pan tostado frente a él
Antonella cubría los ojos de Dante para luego correr con el en brazos hacia la alcoba de Ares, los gritos entre los hermanos los alcanzaban, se estaban peleando, golpeándose con verdadera intención de lastimarse.– Mami, no quiero que lastimen al señor de la noche – lloraba Dante en sus brazos.Antonella acariciaba la pequeña cabecita de su hijo, Apolo se había enfurecido al verla allí, en paños menores, y no podía ni quería negar lo que había estado con Ares, sabia los sentimientos de Apolo hacia ella, pero, no podría corresponderlos, no ahora que recién descubría todo lo que sentía por el apuesto líder de mafia, aquello era un desastre, y tenia que impedir que siguieran haciéndose daño.– Escucha Dante, sé que estas asustado, pero debo salir a detenerlos, debes quedarte aquí mismo, en la cama de Ares, rec
Enojo, era todo cuanto sentía, una ira terrible que lo estaba consumiendo, todo cuento había deseado desde hacía años se había derrumbado justo en el momento en que Antonella Ferrara había sido quien abrió, en paños menores, la puerta del departamento de su hermano, Ares, siempre Ares, tomaba todo lo que debía haber sido suyo desde un principio, el amor de su madre, la admiración de su padre, y también, el amor de Antonella, siempre había sido lo mismo, aquel maldito bastardo gozaba de arrebatarle todo lo que le importaba…todo lo que mas apreciaba, no lo aceptaría, no esta vez, no cedería a la hermosa castaña solo así, esta vez, el no seria el perdedor y demostraría cuan superior era a Ares.– ¿Me llamaste solo para verte de mal humor? – decía una hermosa y exuberante rubia.Apolo observo a aquella hermosa rubia sentada
El humo del cigarrillo se perdía en el aire dibujando formas difusas que se desvanecían demasiado pronto, ojos verdes como esmeraldas escudriñaban cada centímetro de Ares D´Angelis, quien devolvía la mirada con rencor, aquel hombre, su primer amor, un semental del que no podría aburrirse nunca, y a quien había perdido debido a sus propias ambiciones, caminando hace el, Hildegard se movía con la elegancia que la caracterizaba, una mujer hermosa, de mundo, una femme fatale que no se detenía jamás en su lucha por ver cumplidas cada una de las ambiciones que tenía…a cualquier precio.Ares la miraba con atención, aquella mujer a quien no deseaba volver a ver jamás y por la que sentía un odio genuino, su primer amor, aquella que le enseño a no confiar en nadie, quien le mostro lo doloroso que era recibir puñaladas por la espalda, y a la que medianamente hab&i