El humo del cigarrillo se perdía en el aire dibujando formas difusas que se desvanecían demasiado pronto, ojos verdes como esmeraldas escudriñaban cada centímetro de Ares D´Angelis, quien devolvía la mirada con rencor, aquel hombre, su primer amor, un semental del que no podría aburrirse nunca, y a quien había perdido debido a sus propias ambiciones, caminando hace el, Hildegard se movía con la elegancia que la caracterizaba, una mujer hermosa, de mundo, una femme fatale que no se detenía jamás en su lucha por ver cumplidas cada una de las ambiciones que tenía…a cualquier precio.
Ares la miraba con atención, aquella mujer a quien no deseaba volver a ver jamás y por la que sentía un odio genuino, su primer amor, aquella que le enseño a no confiar en nadie, quien le mostro lo doloroso que era recibir puñaladas por la espalda, y a la que medianamente hab&i
La melodía resonaba con delicadeza en el bonito jardín de los Wilson, las aves revoloteaban sobre las copas de los arboles que el viento mecía con gentileza aquella mañana, con sus ojos cerrados, Antonella tocaba el violín después de no haberlo hecho por demasiado tiempo, su mente se hallaba en blanco, únicamente centrada en aquella hermosa música que sus propias manos estaban creando, la hermosa castaña no deseaba pensar en nada mas en aquellos momentos, todo había cambiado, su vida había dado un vuelco tras otro como si estuviese atrapada dentro de una poderosa e infinita ola que la arrastraba una y otra vez sin permitirle levantarse y volviendo a estrellarla contra las rocas, al menos, había sido así durante demasiado tiempo, sin embargo, una mano inesperada la había ayudado a levantarse, sacándola del agua donde estaba varada de manera repentina…aquella mano, aquellos
La mañana había sido tan hermosa como imaginaba que seria, un desayuno tranquilo con las palabras siempre en doble sentido de Ares, Dante corriendo de un lado a otro emocionado aun por sus nuevos juguetes, ella diciéndole a su amado que no debía comprar nada, el respondiéndole que era su dinero y podía gastarlo como le viniera en gana, besos, caricias, aquel apasionante sentimiento entre los dos y las muchas ganas que tenían de devorar al otro…la esperanza de mantenerse así por siempre sin que nada más ocurriera.Dante ya se hallaba en el colegio, Ares se había marchado a revisar sus “negocios” y ella, ella se preparaba para ir al trabajo, era su primer día en el museo, ya la esperaban para hablar de lo concerniente al salario, los horarios y, por supuesto, impartir su primera clase como profesora de arte en el museo, al final, eso era lo que mejor sabía hacer, además
Despertó sintiendo aquel beso en su frente, abriendo sus ojos agua marina, pudo ver el zafiro de Ares mirándola con preocupación, el color era el mismo, la forma era la misma, sin embargo, la mirada no lo era, el zafiro de Ares era sincero, era puro, reflejaba exactamente lo que sentía, no había oscuridad en ellos, aun se sentía vulnerable, no había podido hacer nada para defenderse, Apolo pudo haberla…no quería pensar en ello, quería simplemente olvidarlo, aunque sabia que no podría, acariciando el rostro preocupado de Ares, pensó en las palabras de Adriano, debía decirle, lo sabia bien, pero no dejaba de sentir temor de lo que pudiese ocurrir, apretando sus puños se sintió como una tonta, no lo permitiría, ni Apolo ni nadie más volvería a tocarla de esa manera, mirando a Ares directamente a los ojos a su amado, resolvió aun no decírselo, no ne
El sol comenzaba a asomarse detrás de los grandes edificios de Palermo, el cielo mostraba solo unas pocas nubes en la lejanía, el viento soplaba deliciosamente fresco, era el amanecer de un nuevo día, todo prevalecía en una acogedora calma, las personas en las calles comenzaban a deambular rumbo a sus deberes diarios, todo parecía ser perfecto, sin embargo, no lo era.Mirándose en el espejo, limpiaba la sangre salpicada sobre su rostro, se había despojado de cada prenda para darse una larga ducha, el zafiro en el reflejo le devolvía la mirada, un odio atroz se asomaba en ella, uno que no tenia remedio y que nunca podría borrarse.El agua fría resbalaba entre sus poderosos músculos, sus ojos se hallaban cerrados recapitulando en lo ocurrido la noche anterior, le había disparado a quemarropa…varias veces.Los recuerdos lo golpeaban una y otra vez como una ola, las razones qu
Respiraciones agitadas y gemidos placenteros llenaban aquella habitación esa mañana, agua marina y zafiro mirándose fijamente, cabellos esparcidos en medio de las sabanas, miradas seductoras y sensaciones a flor de piel, sexo mañanero después de un día y noche angustiosas, gemidos femeninos se fundían con los masculinos en aquel vaivén salvaje y necesitado, Ares la tomaba por las caderas enterrándose profundamente dentro de ella, sintiendo cada vibración en su cuerpo, Antonella sentía tocar el cielo en aquel nuevo orgasmo, hacían el amor como si nunca mas volviesen a verse, y es que, secretamente, ella temía aquello, después de haber desaparecido y regresar con una mano herida la hermosa castaña tuvo mas miedo del que jamás había tenido en su vida, la idea de perderlo era en verdad…insoportable, posándose sobre el ella continuaba aquel delicioso vaiv&e
El cielo matutino lucia despejado y hermoso, no había una sola nube que opacara la luz del hermoso día que recién comenzaba, el museo abría sus puertas para recibir a los turistas y locales que disfrutaban del arte, las calles de a poco, comenzaban a abarrotarse del vaivén interminable de personas que, al igual que ella, salían a su trajín diario, Antonella caminaba con paso presuroso para llegar a tiempo, despertar en medio de la madrugada para hacer el amor con Ares, aunque, muy placentero, no había sido la mejor de las ideas, despertaba tarde esa mañana y no le gustaba en lo absoluto ser impuntual especialmente con sus trabajos, sus ojos agua marina brillaban con intensidad, aunque, no sin un deje de angustia, temía que Apolo hiciera su aparición por alguna de sus clases y no se sentía lista para mirarle aun, había comenzado su entrenamiento con Ares, aunque, por alguna razón no dema
La noche nublada presagiaba una madrugada de tormenta, el cielo demasiado oscuro cubría cada recoveco en Palermo, las luces de la gran ciudad lucían demasiado diminutas desde el último piso de aquel elegante edificio de departamentos, Apolo observaba el panorama tocándose el pecho, aun sentía el dolor que aquella bala le había provocado a flor de piel, aun no estaba completamente recuperado de aquello, sin embargo, nunca le habían gustado los hospitales, los aborrecía desde que era un niño y su madre era secretamente atendida en los que pertenecían a su familia después de recibir las brutales palizas en manos de su padre…la ultima vez, nada pudo hacerse y la había perdido.– Eres un hombre duro de matar, lo admitiré, Ares no estará complacido cuando sepa que fallo su tiro, aunque, es curioso, lo conozco demasiado bien, incluso mejor de lo que tu lo haces, nunca falla
Un tumulto de personas se acercaban curiosas a ver aquella peculiar escena donde el hombre tatuado sostenía por el cuello a otro que lucia mucho menos intimidante, Ares miraba con un odio profundo a Henry quien luchaba por respirar, Antonella intentaba calmar a su amado quien parecía en toda la disposición de matar a su ex marido, Agatha no se encontraba con él, lo que le decía que había acudido allí sabiendo bien que laboraba en el museo y quería hablar con ella a solas, sin embargo, se había atrevido a abrazarla frente a su imponente y celoso Ares…aquello había sido un error.– ¿Quién eres tú? – exigía saber Henry que forcejeaba con aquel imponente hombre.– Eso es lo mismo que exijo saber, ¿Quién demonios eres y porque te atreves a abrazar a mi novia? – demando saber de vuelta Ares.– Soy el padre de su hijo &nda