El sol bañaba el jardín de la residencia Wilson, propiedad de Ainara y el refugio de Antonella, las aves revoloteaban de un lado a otro alborotadas por las pequeñas semillas que la castaña arrojaba sobre el pasto fresco para alimentarlas, su mirada estaba fija hacia la nada, perdida en los muchos pensamientos que la atiborraban desde temprano, era domingo, día libre para ella, esa noche no tendría que ir al bar y, francamente, se sentía reconfortada por no tener que hacerlo, sus blancas mejillas volvían a colorearse de rojo al recordar aquel demasiado bochornoso momento entre ella y Ares D´Angelis, aun podía sentir aquel enorme y poderoso cuerpo pegado al de ella y recordaba lo diminuta que era en comparación a él, aquellas palabras que le había dicho, resonaban en su mente como ecos que rebotaban una y otra vez, Ares, deliberadamente le había prohibido bailar en público y, en sus
La botella de whisky se había terminado, y ahora, caminaba a tomar otra de su colección de licores de lujo, aquellas imágenes aún no se desvanecían de su mente, ver a esa mujer que deseaba en compañía de su hijo, había sido de cierta manera shockeante, aunque pudo imaginar mil escenarios antes de saberlo, nunca imagino que la razón por la cual la inocente maestra de arte tenía un segundo trabajo en un bar, era por un hijo del que tenia que cuidar sola, y lo peor, es que no era solo eso, apresurando a su informante, este acababa de entregarle una carpeta con toda la información que había logrado reunir sobre ella, sobre Antonella Ferrara.Acomodándose en su lujoso sofá de piel, Ares sostenía entre sus manos aquel informe, abriéndolo sin perder más tiempo, comenzó a leer deprisa lo que tenían para decirle, sin mirar nada mas que aquellas letras en
La mañana había llegado después de una extraña noche, Antonella se sentía muy reconfortada entre los poderosos brazos de Ares donde se había quedado dormida, despertando por inercia como cada mañana hacia, recordó los eventos que habían tenido ligar la noche anterior cuando el apuesto ojos de zafiro se había colado por su ventana, incorporándose un poco, se percato de que ambos se habían quedado dormidos sobre el suelo, agradecía infinitamente que Ainara no entrara a la habitación sin avisarle primero, no tendría idea de como explicarle a ella y a su marido lo que hacia Ares D´Angelis allí, sinceramente ni siquiera ella entendía el porqué, pero, por supuesto, se podría dar a todas las malas interpretaciones del mundo aun cuando no hicieron nada indecente, además, Ainara no le iba a creer eso, mirando el hermoso rostro varonil de Ares, Anto
La luz del sol se colaba por aquellas elegantes cortinas en sus enormes aposentos, había amanecido, era lunes, y todo empresario sabía que no había tiempo para tomar un descanso, levantándose de su lujosa cama, Apolo miraba el reloj, eran apenas las 7 am, hora adecuada para comenzar su día, bajando al gimnasio privado en su mansión, el apuesto filántropo comenzaba su pesada rutina de ejercicios para tonificar su cuerpo, mirándose en el espero del lugar, lucia muy diferente de sus trajes costosos de siempre, aquella ropa deportiva dejaba ver mucho de su musculatura, sus brazos eran fuertes, su torso era poderoso, algo que Antonella Ferrara jamás había visto de él, la hermosa castaña no había vuelto a llamarlo desde aquel acalorado momento en que se excusó para marcharse, así era ella, tímida, siempre tímida, una mujer hermosa y recatada, inocente como ninguna, la des
El sol en lo alto alcanzaba los enormes ventanales en su lujoso departamento, la mañana recién comenzaba y el, Ares apenas si había dormido la noche anterior, tener a Antonella Ferrara entre sus brazos sin nada más que sentirla durmiendo, había sido una nueva experiencia, no se habían desnudando, no habían tenido una noche de sexo, sin embargo, se sentía extrañamente complacido.Colocando aquella bonita pintura en su habitación, Ares observaba su propio rostro detallado por las talentosas manos de Antonella, no era una simple pintura, era en realidad, una obra de arte que expresaba mucho de la confusión que su persona provocaba en la hermosa mujer, trazos fuertes, definidos, como si de alguna manera ella supiese como era el en realidad, su mirada lucia salvaje, apasionada, y no pudo evitar preguntarse si así la miraba a ella, y por eso, la profesora de arte, había plasmado aquello con l
La tarde caía finalmente, las nubes en el cielo se habían coloreado de tonalidades rojizas haciendo que el paisaje luciera hermoso, era el momento de volver al bar de millonarios, quizás, allí estaría Ares, Antonella sentía su corazón latir con fuerza conforme el auto se acercaba mas y mas al lugar, aun sentía las seductoras caricas de Ares D´Angelis sobre ella tocando su parte mas intima con delicadeza, con deseo…aquellas sensaciones habían sido algo totalmente nuevo, aun cuando no era una principiante y ya tenía un hijo, nunca antes había sentido nada como eso, Henry y ella únicamente hacían lo que hacían sin mayor emoción, sin pasión, como si no hubiese química entre ellos, en su matrimonio, había llegado a un punto en que aquel deber marital se había vuelto tedioso, insoportable, incluso, rogaba a veces porque aquella faena solo durase
– Disculpe, no creo entender a que se refiere con un servicio completo – dijo Antonella sabiendo perfectamente a que se estaba refiriendo, pero dándole una oportunidad para retractarse.– Bien, eso es dulce, me gusta, pero sabes bien a que me refiero, quiero sexo contigo, me has gustado desde que te vi hace un rato, puedo pagarte la cantidad que pidas a cambio de una noche completa por estar entre tus piernas – dijo sin dejar de sonreír el apuesto rubio.Antonella sonrió con ironía, los hombres con dinero en verdad tenían esa particularidad de creer que podrían comprarlo todo.– Lo lamento señor, pero yo no ofrezco ese tipo de servicios, solo soy una mesera, no una prostituta, si me disculpa, si no desea que le traiga algo, me retiro – dijo Antonella dando la espalda al joven hombre.Un fuerte y doloroso tirón la jalo hacia atrás, el hombre acababa de tomarl
El viento fresco la golpeaba directamente en la cara con suavidad, Ainara le había dado permiso para escaparse del bar por esa noche después de tan desafortunado incidente con aquel cliente asqueroso, Ares la había defendido de aquel sujeto que amenazo su integridad, dejándola con demasiado en mente, aquel apuesto hombre de tatuajes, estuvo dispuesto a exponer su propia vida por ella…así como dar fin a la de quien la amenazo.El delicioso viento de la noche era francamente algo que estaba necesitando en esos momentos, Ares la miraba fijamente, esperando una respuesta a lo que acababa de proponerle…la había invitado a conocer su departamento, mostrarle donde exactamente había colocado su pintura, y…aunque no lo dijera, había algo más allí.– Avisare a Ainara que me iré contigo, espérame aquí, vuelvo en un momento – dijo ella caminando hacia las ofi
Besando con pasión los pequeños labios de Antonella, Ares la recostaba sobre su cama, besos apasionados, donde ambos dejaban toda inhibición de lado, donde querían sentir a plenitud al otro, comenzaban a elevarlos a los dos, caricias en un inicio tiernas, se convertían en algo más salvaje, más apasionado, Antonella acariciaba los poderosos brazos de Ares, donde había encontrado un refugio, donde el la hacia sentir que ya no estaba sola, Ares, acariciaba los pechos de Antonella, aquella mujer a la que deseaba, que finalmente seria suya, que con poco tiempo de conocerse, lo había enloquecido por completo, aquella que le había demostrado que el mundo no era la miseria que creía que era y aun existía bondad en él.– Eres mía Antonella, y lo serás siempre – dijo Ares rompiendo la horrenda blusa que usaba la joven en el bar.Los pechos de Antonella rebotaron e