Siento una carga de rabia en el cuerpo, recorre mis venas violentamente, pero a su vez, no hay rabia, sino miedo de que algo le pase a Eli. Es la primera vez que me siento así desde... lo qué pasó con Emma, de nuevo me siento así y no se como actuar ante este sentimiento que me doblega y que me hace sentir débil.—Zack, de que estás hablando...— pregunto con voz pacible y aburrida, no puedo hablar bien,— Revisa bien, asegúrate de que lo que estás diciendo es verdad.—Daniel, en serio... ella no está aquí, algo debió de pasarle porque la puerta ni siquiera estaba cerrada. La casa está... bien, no hay nada anormal excepto por el olor que recorre por el aire. Alguien estuvo aquí con Eli.—Debió ser el hijo de puta de Andrew, él se debió de llevar a Eli bajo engaños o de forma violenta. Maldita sea, ¿como es posible que ese maldito se movió tan fácil y tan rapido dentro de mi puto territorio? Esto es una maldita broma.— Grito contra el teléfono y siendo un poco juzgando por la mirada de C
haber dicho ese par de palabras me han cambiado, y de hecho, han cambiado el rumbo de esta disputa. Ahora Zack está de pie, junto a mi intentando trazar un plan para que podamos encontrar a Eli y de paso, matar al hombre que se la llevó. Solo bastó con decir que estoy enamorado de ella pra que mi mejor amigo aceptara ir en contra de Andrew. Decidió que si estoy enamorado de ella debemos de salvarla porque Eli es lo que espera que hagamos, ir por ella. —Debemos entrar por esta zona, es la zona en la que antes los William tenían su casa principal. Ahora es una casa que ocupan de vez en cuando, tal vez por lo mismo no haya nadie vigilando las entradas.— Suspiro molesto por no tener una idea clara de que diablos hacer o en donde carajos esté esa chica la cual quiero recuperar. —Pienso lo mismo, es lo más idóneo para la situación. Ahora que tenemos un relevo más, Conmor y tú pueden entrar por aqui.— Susurra señalando una parte del pequeño mapa que improvisamos.— Yo entro por aquí con la
El aire choca contra mi cara, las olas del mar revolotean haciendo que el sonido me arrulle y me relaje, se siente tan bien que no quisiera irme de este lugar nunca. Siento que alguien se acerca, pero no hago nada por descubrir de quien se trata, pues solo estoy con una persona, Daniel. Mi hermoso, caballeroso y gentil mate, me trajo a una hermosa villa cerca del mar. Es de su propiedad, es grande, espaciosa y muy linda. Llevamos una semana aquí y lo que sé muy bien es que no quiero irme y no solo por lo lindo que es este lugar, sino porque Daniel está a mi disposición las 24 horas del día y para mí no hay nada mejor que eso. —Hola, Eli— la voz ronca de mi mate me alerta— Estás muy roja, por favor ya no te expongas en el sol— intenta minimizar su regaño con un pequeño beso en la coronilla de mi cabeza— Te pondrás roja como un camarón. —Déjes
El ambiente ya no es caluroso, ahora es húmedo y frío. Ojalá hubiéramos podido quedarnos más tiempo en la casa cerca de la playa y no regresar húmedo bosque que rodea nuestra casa. Como sea, regresé a casa con un anillo en el dedo de la mano y con una sonrisa que nada ni nadie podrá borrar al menos por un mes. Busco el cuerpo de Daniel, pero no está, siempre hace eso. Por la noche nos acostamos juntos, pero por la mañana, cada quien se levanta por su lado y sin decir nada. Por una parte entiendo a ese chico, soy sincero cuando digo que soy una floja que odia levantarse a primera hora del día, en cambio él se levanta cuando ve el primer rayo de luz traspasar la ventana. Según él, es un hábito que tomó cuando estaba estudiando la universidad. Creo que también debería de estudiar alguna carrera universitaria, el problema es que no sé cuál y solo por eso no apliqué solicitud en ninguna máxima casa de estudios. Soy un fracaso y no me da pena admitirlo frente a mí, pero con los demás trato
Estaciono la camioneta fuera de la casa y a pesar de que es mía, Daniel la cuida como suya, así que cierro la puerta con un portazo. Sé que está en casa, también está su camioneta. Antes de que pueda abrir la puerta, Daniel sale a ver de dondo vino el ruido que más odia.—¿Qué fue eso?— pregunta en seguida. —Es tuya, pero no la maltrates.—Puedo hacerlo, deja de preocuparte tanto por ellas— me quejo, paso junto de él y sé que sabe que estoy enfadada. Dejo mi bolso en la mesa del recibidor y entro a casa, necesito agua.—¿Me puedes decir en dónde estabas y por que estás enfadada? —yo ignoro su pregunta, solo tomo agua.—No estoy enfadada —¿lo estoy? Bueno, Daniel debería de saber que no tolero las mentiras. Las mentiras destruyen o construyen y no quiero que pase lo primero.<
Y como casi todos los domingos, despierto con Daniel a mi lado. Entre semana se despierta temprano, el domingo no. Sé que si abro los ojos veré justo a Daniel apoyado con una mano en la cabeza y mirándome. —Hola— saluda con voz ronca, esa voz que me encanta —¿Quieres desayunar?— pasa una mano por mi abdomen y me acaricia la piel. —¿A qué tipo de desayuno te refieres?— me acomodo para quedar frente a frente con él. —¿Tú cuál prefieres?— ignoro su evasiva, así que solo le doy un beso en los labios y salgo de la cama. Estoy teniendo unos ligeros cólicos, así que presiento que hoy me viene la regla. —Prefiero ir al baño a revisarme— comento. Hago justo lo que digo, pero no hay ninguna mancha, por lo que pienso que más tarde será. Estar en mis días se resume a estar en cama solo dos días seguidos, de ahí soy libre. —¿Estás bien?— dice Daniel detrás de la puerta— ¿Quieres que entre? —Por supuesto que no— quier
—¿Cómo te sientes?— Daniel me regala un beso en la frente antes de sentarse a mi lado— ¿Necesitas algo? Podemos pedir cualquier cosa para cenar, ¿quieres helado, café, una malteada, algo?—Estoy bien, cariño.—Ven aquí —me ofrece un abrazo abriendo sus brazos hacia mí, apoyo mi cabeza en su pecho, me acaria el cabello con lentitud. —He estado muy ocupado con temas de la constructora y del trabajo— que incómodo es saber el verdadero significado de "trabajo" para él—, pero en ningún momento dejo de pensar en ti. Me gusta saber que estás aquí, esperándome.—Sabes, tengo una duda— busco su mirada— Sé que no eres tan grande, no tienes diez años más que yo, pero, ¿cómo era tu vida antes de mí?— Tensa un poco los músculos, lo puedo sentir en
Otro día menos que pasa para que termine la semana. Despierto sin Daniel en la cama, así que inmediatamente mi humor cambia drásticamente. Con el ceño fruncido y con la boca amarga voy al baño a lavarme los dientes y la cara con agua fría para terminar de despertar. Que cansasa me siento, ayer en la noche apenas y pude dormir, Daniel me mantuvo suficientemente ocupada como para no pode pegar el ojo en unas cuantas horas. Cepillo mis dientes de arriba a bajo y en círculos, escupo la pasta dental y me limpio los labios con una toalla de papel. Cuando bajo a desayunar, con la ropa lista, el cabello seco y maquillada, aún sigo viendo borroso y los ojos me pesan. Detesto despertar temprano, pero lo de ayer valió la pena, no estuve incómoda ni me sentí pegajosa. Fue perfecto, creo que el humor me está cambiando al recordar lo que pasó. También creo que hoy será un día bueno. Sofía me espera fuera de la acedemia y se li agradezco, no quisera encontrarme con George, me