Estaciono la camioneta fuera de la casa y a pesar de que es mía, Daniel la cuida como suya, así que cierro la puerta con un portazo. Sé que está en casa, también está su camioneta. Antes de que pueda abrir la puerta, Daniel sale a ver de dondo vino el ruido que más odia.
—¿Qué fue eso?— pregunta en seguida. —Es tuya, pero no la maltrates.
—Puedo hacerlo, deja de preocuparte tanto por ellas— me quejo, paso junto de él y sé que sabe que estoy enfadada. Dejo mi bolso en la mesa del recibidor y entro a casa, necesito agua.
—¿Me puedes decir en dónde estabas y por que estás enfadada? —yo ignoro su pregunta, solo tomo agua.
—No estoy enfadada —¿lo estoy? Bueno, Daniel debería de saber que no tolero las mentiras. Las mentiras destruyen o construyen y no quiero que pase lo primero.
—Claro que sí, ni siquiera me has besado en cuanto llegaste. Entiendo lo del beso, pero siempre me abrazas. —Su queja me resulta tierna, solo que ahora estoy un poquito molesta y no bajaré la guardia.
—¿Has hecho algo con lo que podría estar "molesta"?— me mira extrañado, incluso piensa que pudo haber hecho.
—No— responde, parece sincero, pero sé todo.
—¿Estás seguro?
—Ya Eli, dispara— suspiro dos veces seguidas, que cansado es batallar con un <Mentiroso >— ¿Mentiroso?— carajo, lo he dicho en voz alta.
—Sí, mentiroso. Detesto las mentiras, los secretos no van conmigo —dejo el vaso en el fregadero y tomo una manzana del frutero. La muerdo y mastico bajo la mirada de mi mate y muy pronto, mi esposo. Éste pensamiento me obliga a mirar el anillo, está muy bonito.
—No soy adivino, por favor dime que es a lo que te refieres —me gusta que Daniel siempre toma su distancia, me da mi espacio.
—¿Cuándo pretendías decirme que habías estado trabajando para mi familia?— escudriño su rostro, está sorprendido.— Fui hoy a la casa de mis padres y oh sorpresa, está muy cambiada.
—Ya, ya, ya. Lo admito, no trabajé para tu familia, fue un favor. Tengo tiempo y personas que pueden hacer ese tipo de cosas, cariño. Fue algo que tu mamá me pidió. No quise negarme, es tu familia Elizabeth.
—Lo acepto y en cierto punto lo acepto, pero lo que no acepto es que me hayas mentido. —Daniel se acerca a mí y me abraza, me pega contra su pecho y se siente de maravilla. Su método para detener mi furia siempre es efectivo, deja que le exprese, me escucha y cuando sabe que he terminado de quejarme, me abraza o me besa y es cariñoso.
—Lo siento, debí de decirtelo. Espero puedas perdonarme, debí de pensarlo mejor.— Deposita un pequeño beso en la coronilla de mi cabeza.
—Por favor, no me ocultes cosas que tienen que ver conmigo. Puedes hacer y deshacer lo que sea, pero a mí no.— Me abrazo un poco más a su cuerpo.
—Lo sé, no volverá a pasar. Te lo prometo, ya lo he entendido y te juro que voy a mejorar, cada día lo intento y espero ser mejor para ti.
—Bien— me despego de él y le doy un beso en la mejilla.— Todo está bien entre nosotros— digo antes de que pregunte.
—Dame un beso en los labios, por favor —hago lo que pide, pero no como lo quiere —así no, así. —Sustituye mi beso casto por uno que se desborda de pasión. Nos tenemos cuando simplemente ya no nos queda aire en los pulmones.
—Iré a darme una ducha —subo a mi habitación, a la habitación donde guardo mis cosas y donde de vez en cuando me relajo. Enciendo el ordenador y conecto la memoria de una de mis cámaras más antiguas, tengo ganas de ver mas fotos que tomé por lo menos hace un año.
Todas las fotos no tienen un enfoque tan bueno, algunas están quemadas por la intensidad de la luz. Están horribles, tienen baja calidad aún y cuando la cámara era buena. Paso de imagen y me encuentro con la foto que Daniel me tomo para mi identificación falsa, que buenos momentos llenos de drama y problemas. Agradezco que eso se haya acabado. También sale en la lista fotos de él, viendo estas fotos, me he dado cuenta de que ha cambiado. Se ve más grande y eso es por la barba.
—¿No te ibas a duchar?— la intromisión de Daniel me asusta.
—Me asustaste— me quejo con una mano en el corazón —¿Qué necesitas?
—Te busqué en el baño.
—Estoy haciendo unas cosas por aquí —intento salir de la página del visor de imágenes antes de que se dé cuenta de que estoy viendo fotos antiguas, pero se ha trabado.
—¿Fotos mías?— se burla— me siento como una celebridad.
—¿Celebridad?— yo también suelto una risa sarcástica —No tienes la madera para serlo.
—¿Crees que no? Pues igual y no tengo miles de fans, pero tengo solo una y con eso me basta — me pica la frente con el dedo índice, le aparto la mano e intento cambiar de imagen, pero salen más fotos de él.
—Carajo, debería de quemar ésta memoria, está llena del amor de mi vida— sonrio como una tonta, está muy guapo, sacarle fotos es un privilegio.
—Son demasiadas fotos mías, no he visto ninguna que sea tuya —me aparta la mano para teclear en el teclado, pasa las imágenes buscando alguna foto mía. Sé que debe de haber una, pero no del momento en el que nos conocimos, sino de antes. —Oh, aquí hay una— que vergüenza que vea eso. Yo con 14 años vestida con una camiseta blanca con el logo de One Direction y unos pantalones rojos.
—No veas eso, que vergüenza —cambio la foto, esta vez no solo es mía, si no también de mi familia.
—He visto esa foto antes— dice Daniel.
—Estaba en mi casa, supongo que cuando la visistaste la viste.
—Fue... si, supongo que sí. —Sonríe y me da un beso en los labios. —Vamos a la ducha, también quiero lavarme. He hecho ejercicio en la mañana y me siento sucio.
—Ojalá tuviera tu fuerza de voluntad para levantarme temprano en las mañanas.
—¿Quieres hacer ejercicio conmigo?— propone ilusionado.
—No, ya lo hemos hablado y ya lo hemos intentado— me pongo de pie y paso mis manos por detrás de su nuca.— Pero, lo pensaré.
—Es divertido, por eso te insisto.
—Lo sé guapo, pero soy demasiado perezosa— le doy un pico en los labios antes de decir—, perp por ti hago lo que sea.
—¿Te parece si empezamos el lunes?— aunque no quiera lo intentaré de nuevo.
—Si, pero ¿puede ser en la noche? Es que tengo clases en la academia después de las nueve y tú bien sabes que no le levanto tan temprano.
—Está bien, por ahora será en la noche, pero créeme que será peor.— Me toma la mano que tiene el anillo y me besa los nudillos, que acción tan tierna
Llegamos a la casa de mi papá después de las cinco. Mis hermanos al verme vienen y me abrazan con fuerza.
—Hola Eli— saluda Larry, me da pequeño regalo. Es una cajita envuelta en un pedazo de papel,— Abrelo— me ordena, bajo la mirada de mis tres hermanos lo hago, es un pequeño portarretratos con una foto nuestra.
—Muchas gracias, Larry, es perfecto. Así tendré otra pieza para decorar mi habitación. —Nos abrazamos por un momento y después nos soltamos.
—Es mi turno— comenta con dulzura Franck— lo hice yo mismo— él no se ha tomado la molestia de envolverlo, él tiene la astucia de darlo así —No lo envolvi porque es papel desperdiciado y contamina.
—Frack se volvió ambientalista desde que tuvo un curso de ecología y demás —me explica Bárbara.
—Gracias Franck, puedes ponermela— mi hermano toma la pulsera hecha a mano y me la amarra.
—Melany, es tu turno— Bárbara le pasa una bolsa a Mel y ésta me la da.
—Yo le pedí dinero a mis papás, mereces algo caro y bonito —sus palabras nos hacen reír a todos incluyendo a Daniel.
—Vaya, Melany, creo que has dejado a tus papás sin dinero.— Reviso el contenido de la bolsa roja, dentro de ella hay una caja y pesa.— ¿Me pregunto que será?
—Es para...
—No Mel, no se lo digas— interviene Franck. Saco la caja y me sorprendo por lo que es, es un lente para cámara.
—Estoy sorprendida— admito, creo que éste es uno de mis mejores cumpleaños de toda mi vida.— Gracias a todos— guardo la caja y el regalo de Larry en la misma bolsa.
—Ahora hay que partir la tarta— Bárbara toma a la mano de Mel y nos guía a la cocina donde está mi papá acomodando los platos y la vela en la tarta.
Me hubiera gustado que esto pasara cuando estaba pequeña, cuando necesitaba que alguien me quisiera y me pusiera atención. Ahora se siente bien y reconfortante, pero ya no es necesario.
—Hija —Bruno se acerca y me da un beso en la frente —Feliz cumpleaños, cariño. Tengo algo para ti.
—Por favor, ya paren con tanto regalo, me estoy poniendo nerviosa —me quejo. Mi papá saca un algo rectangular de algún lado, tiene papel por todos lados.
—Es hecho para ti— lo tomo y es delgado, pero pesado.— Velo, quiero ver tu reacción.
—insisto, todo esto me pone nerviosa— retiro el papel se un tirón.
—Miren su cara, les dije que les gustaría .
—No puedo creer, esto es...
—Se merece estar en el mejor lugar en la casa,— cometa Daniel —debería de estar en un altar.
—Gracias, papá —recargo el cuadro en el primer lugar que veo para así poder abrazar a Bruno.
—¿Quieres que te diga quién lo pintó?
—¿Tú?
—Un pasatiempo que había abandonado, pero aún no conzco muy bien tus gustos, así que no tuve muchas opciones.
—Es el regalo perfecto —digo convencida y es que es que también estoy convencida de que éste es mi mejor cumpleaños de todos.
Me siento querida, en casa y muy feliz.
—¡Elizabeth!— grita Bárbara de la nada, todos nos asustamos y la miramos atentos. —Dame esa mano, quiero ver tu mano.
—Bárbara, ¿qué pasa?— pregunta con miedo mi papá. —¿Qué tiene en la mano?— dirije la mirada hacia mi mano.— Carajo.
—¿Puedo verlo?— la esposa de mi padre toma mi mano y con delicadeza toca el anillo que posa en mi dedo— Es muy fino y delicado.
—¿Decidieron hacer las cosas más formales?— Bruno le dedica una mala cara a Daniel, como siempre, mi pobre chico está más que acostumbrado y siempre finge que no lo nota.— Ya no solo entre los lobos, sino que también entre los humanos— dice para sí mismo— Muy buena noticia.
—¿Ya tienen fecha?— Danidl yo negamos con la cabeza, no han pasado ni dos días desde que Daniel mi pidió que me casara con él. Y por ejemplo hoy, estuvimos muy ocupados discutiendo sobre sus mentiras.
—Todavía es muy pronto, Bárbara, espero que lo tomen con calma. No se apresuren, por favor — Bruno no dice más, pareciera que le molesta un poco Daniel.
Durante estos dos años he evitado la plática sobre esas veces que iba a visitarme y a decirme que me alejara de él, aunque presiento que es un tema que yo ya sé. Así que no debería de tener miedo a que mi papá sepa alguna otra cosa más.
—Al contrario que Bruno, espero que la boda sea pronto —Barb, nos da un pequeño abraza a cada quien.
En ésta casa siempre me siento llena de atención, ¿cómo es que Bárbara se dio cuenta antes que mi propia mamá? ¿Y james? Ni lo notó. Como sea, estoy feliz y quiero compartir mi felicidad con todos los que quiero, pero especialmente con Daniel, mi guapo y apuesto mate.
Y como casi todos los domingos, despierto con Daniel a mi lado. Entre semana se despierta temprano, el domingo no. Sé que si abro los ojos veré justo a Daniel apoyado con una mano en la cabeza y mirándome. —Hola— saluda con voz ronca, esa voz que me encanta —¿Quieres desayunar?— pasa una mano por mi abdomen y me acaricia la piel. —¿A qué tipo de desayuno te refieres?— me acomodo para quedar frente a frente con él. —¿Tú cuál prefieres?— ignoro su evasiva, así que solo le doy un beso en los labios y salgo de la cama. Estoy teniendo unos ligeros cólicos, así que presiento que hoy me viene la regla. —Prefiero ir al baño a revisarme— comento. Hago justo lo que digo, pero no hay ninguna mancha, por lo que pienso que más tarde será. Estar en mis días se resume a estar en cama solo dos días seguidos, de ahí soy libre. —¿Estás bien?— dice Daniel detrás de la puerta— ¿Quieres que entre? —Por supuesto que no— quier
—¿Cómo te sientes?— Daniel me regala un beso en la frente antes de sentarse a mi lado— ¿Necesitas algo? Podemos pedir cualquier cosa para cenar, ¿quieres helado, café, una malteada, algo?—Estoy bien, cariño.—Ven aquí —me ofrece un abrazo abriendo sus brazos hacia mí, apoyo mi cabeza en su pecho, me acaria el cabello con lentitud. —He estado muy ocupado con temas de la constructora y del trabajo— que incómodo es saber el verdadero significado de "trabajo" para él—, pero en ningún momento dejo de pensar en ti. Me gusta saber que estás aquí, esperándome.—Sabes, tengo una duda— busco su mirada— Sé que no eres tan grande, no tienes diez años más que yo, pero, ¿cómo era tu vida antes de mí?— Tensa un poco los músculos, lo puedo sentir en
Otro día menos que pasa para que termine la semana. Despierto sin Daniel en la cama, así que inmediatamente mi humor cambia drásticamente. Con el ceño fruncido y con la boca amarga voy al baño a lavarme los dientes y la cara con agua fría para terminar de despertar. Que cansasa me siento, ayer en la noche apenas y pude dormir, Daniel me mantuvo suficientemente ocupada como para no pode pegar el ojo en unas cuantas horas. Cepillo mis dientes de arriba a bajo y en círculos, escupo la pasta dental y me limpio los labios con una toalla de papel. Cuando bajo a desayunar, con la ropa lista, el cabello seco y maquillada, aún sigo viendo borroso y los ojos me pesan. Detesto despertar temprano, pero lo de ayer valió la pena, no estuve incómoda ni me sentí pegajosa. Fue perfecto, creo que el humor me está cambiando al recordar lo que pasó. También creo que hoy será un día bueno. Sofía me espera fuera de la acedemia y se li agradezco, no quisera encontrarme con George, me
—Toc, toc— la voz alegre de mi cuñada me saca de mis pensamientos, miro hacia la dirección de la puerta donde Natasha está parada viéndome fijamente. —Tengo un plan para el día de hoy, hace mucho que no salimos.—Solo fueron unas semanas— me rio— así que no seas exagerada.—Mi hermano te secuestró, él debería de entender que tú también eres importante para mí, igual o más que para él. Así que no me llames exagerada, soy sensata.— Se peina el cabello negro con los dedos, que bien le sienta ese color de cabello.En realidad a Natasha le queda bien todo, es muy guapa y tiene muy bonito cuerpo. Hace ejercicio al igual que su hermano, de vez en cuando salen a correr juntos. Hacen cosas de hermanos, no como James y yo que apenas y nos logramos ver. Aranza me ha limitado a él y a mí de una for
Es viernes y gracias al cielo no tengo ninguna clase para el día de hoy. Puedo dormir hasta tarde sin ninguna preocupación, también, puedo descarsar mentalmente. Ésta semana ha sido muy rara, muy incómoda. Me acomodo en la cama, quiero seguir durmiendo, pero en este punto la cama me molesta. Alzo la pierna para quitarme las sábanas de encima, pero el chillido de un perro resuena por toda la casa. Le he dado una patada a Tecito.—Oh cariño, perdón —lo atraigo hacia mí y le doy unos cuantos besos en su cabecita —Lo siento, no me di cuenta.— Perdón —le doy varios besos más intentando que me perdone, no quiero sentirme culpable todo el día por esto. Mi perro me lame la cara e intenta deshacerse de mi abrazo. Lo dejo libre y éste corre por toda la cama como un loco.— Es hora de levantarse.Entro al bajo para cepillarme los dientes y lavarme la cara, después de desayunar me ducharé. Por ahora, solo haré esto. Escupo el dentífrico, tomo un poco de jabón dermatológico y co
Entregamos a Lenin justo a las diez de la noche, Daniel desapareció justo después de nuestra pequeña charla. No lo culpo, yo también quería que la tierra me tragase, pero en cambio me quedé a cuidar a mi sobrino. Vi dos tutoriales de como cambiar un pañal en internet, uno de como preparar la lache y es que es fácil, pero, ¿como sabes a que temperatura se disuelve perfectamente la leche? Quizás si hubiera puesto atención en las clases de química, mi vida sería más fácil en general.—Buenos días —Daniel pasa junto de mí, viene sin camisa, empapado de sudor y solo como unos pantalones cortos y ¿descalzo? Supongo que no fue una caminata humana, sino que se convirtió.¿Desde hace cuanto no me convierto? ¿Por qué Sara apenas y se comunica conmigo? He estado demasiado ocupada con mi vida fuera de la manada que lo había ignorado por completo. Creo que también debería de salir a correr con Sara tomando mi cuerpo. Sábado por la mañana y Daniel no ha hecho el desayuno, como s
Es domingo y el timbre de la casa no para de sonar, me pregunto quien es la detestable persona que viene a interrumpir mi profundo sueño con su terrible insistencia. Adormilada, bajo de la cama y camino descalza hasta llegar a la puerta. Sin ganas, abro y me arrepiento de no levantarme lo demasiado temprano. Una perfecta, fresca y arreglada Stefany me mira con diversión.—¿Recién levantada?— asiento sin ganas.Bien, no llevo puesto mi mejor look. Tengo el cabello hecho un nido de pájaros, el aliento no me huele a menta y la cara la tengo hinchada. Y ni se diga de mi ropa, una camiseta blanca con dos hoyos y una mancha de pintura en una esquina, y a conjunto con unos shorts grises.—¿Qué necesitas, Stefany?— a decir verdad estoy muy irritada, pero busco sonar amable y apaciguada.—En donde pasar la mañana. —Sin previo aviso pasa a mi casa sin pedir permiso y quitandose las gafas de sol del rostro con un ademán de diva.— Linda casa.—¿Gracias?
Tomo mis llaves de la casa, los estuches con las cámaras, mi maleta pequeña de 20 kilos y mi mochila con las cosas de la escuela. Las pongo en el descanso de las escaleras para que Daniel pueda meterlas en su camioneta. Él me llevará y me traerá, hubiera sido más práctico que yo me fuera sola, pero él así lo decidió.—¿Es todo? Llevas tantas cosas.—Ten cuidado con las cámaras, van ahí —Dani mira lo que le señalo y me ignora.—Te compro otra, cariño— baja las escaleras con todas mis cosas sin ningún tipo de dificultad. Está en forma que esto ni siquiera le cansa, al contrario, se ve fresco y sin una gota de sudor.Paso mi mano por mi frente para limpiar las gotas de sudor que implicó cargar todo eso. Busco mi móvil para revisar la hora y me doy cuenta de lo tarde que es. Estoy llegando tarde a las clases por quinta vez en toda la semana, no son tan estrictos en ese sentido, es decir, es a consideración del maestro. Pero estoy segura de que si no l