—Ah, pero también —fueron las palabras de Valentina cuando David le puso un pañuelo en los ojos. Eso unido a la oscuridad que ya los rodeaba le hacía tener cero visibilidad. Tuvo que hacer grandes esfuerzos para convencer a su mente de que eso era algo bueno. Que no había peligro. Como si lo hubiera convocado dio un tropezón que casi la tira de bruces contra el suelo. Si no fuera por el idiota que la agarró de la mano antes de tiempo se hubiera partido la crisma. — ¡Cuidado! Había un desnivel en el suelo. El pañuelo no la dejaba pero si hubiera podido, Valentina hubiera alzado una ceja.— ¿No me digas? ¿Se supone que me tienes que avisar antes, no después? Además hace falta que todo esto valga la pena porque hay un frío que pela el mono. Valentina escuchó el suspiro antes de escuchar la voz de su marido. —No me vas a poner las cosas sencillas ¿cierto? —David sonrió cuando vio a su esposa mover la cabeza de un lado a otro—. Te prometo que valdrá la pena. Y si no sirve de nada tengo
—Sirena...—Quiero saber todo con pelos y señales. Y ni se te ocurra ocultarme nada. ¿Entiendes?—Tu padre me contactó hará unos tres meses y medio. Hicimos un trato. No sé sus razones. No sé las pedí y él no me las dio. Pero yo si tenía las mías. Razones equivocadas al fin y al cabo, pero razones poderosas. Podía tenerte en mis manos. Podía hacerte sufrir como yo había sufrido todo este año. Ante la ceja levantada de Valentina, David puso las manos en alto.—Ya te pedí disculpas, Val. Eso está olvidado ¿cierto? Se te está hinchando la vena del cuello, cariño.—Llévame a casa de mi padre. Ahora. —Nena, pero tú te has visto. Estás desnuda. Y estamos en el otro lado de la ciudad. Como respuesta Valentina se puso las medias y la camisa de David por encima. Para terminar se colocó la gabardina. —Lista. Nos vamos. Ya.—Tienes una pinta de lo más particular. —No me provoques. Todavía estoy pensando como castigarte. David se apresuró en vestirse. No pensaba reclamarle la camisa. Como
Valentina se alegró mucho cuando David le informó que tenía trabajo el sábado. Estaban algo atrasados con todas las fiestas de fin de año y necesitaba adelantar. Habían hablado largamente los cinco. Ella, David, Valeria, Noah y su papá. Que harían cuando Fernando Cronwell se retirara. Y como Valentina y a Valeria le encantaban sus trabajos, dijeron que iban a ayudar pero jamás se iban a hacer cargo. Habían llegado al acuerdo que cuando el jefe supremo de CI se retirara después de muchos años, sus yernos se encargarían. Aunque todos ayudarían en lo que consideraran. Al fin y al cabo era una empresa familiar. Había averiguado que su madre se reuniría con Harold el sábado a las diez de la mañana en un restaurante de Long Island. No avisó a nadie más. Ni siquiera a su padre. Algo en su interior le decía que en esa conversación, él sería el mayor perjudicado. Con sus guardias bastaría. Ellos se encargarían de cualquier cosa. Esa mañana había más frío de lo normal. Por lo que cogió
Se que algun@s se quedaron como ¿what? ¿que pasó? Y la cosa está en que hasta ahí llega la historia pero no la novela. Acabamos con Valentina y David. Pero pronto comenzará la historia de Valeria y Noah. Pero tienen que esperar hasta el miércoles 15 de marzo para seguir leyendo. Prometo que todas las dudas que quedaron se extinguirán en la próxima historia. No voy hacer una novela nueva. Continuaremos en esta. Espero que me continúen leyendo y Gracias por haber leido hasta aquí. Vienen cosas buenas y calientes. Les dejo la sinopsis. Cualquier duda no teman preguntar.Sinopsis:Valeria Cronwell quiere ser feliz. Vivir su vida. Sin embargo hay algo que la ata al pasado. Ese año que no recuerda a pesar de haber ido a incontables consultas y ver a innumerables especialistas. Un año que desapareció producto de un accidente. Un año que debe recordar. Sólo quedan las sensaciones de unas manos grandes pero que la trataban con una delicadeza extrema y un par de ojos verdes. Lo demás todo es
— ¿Vas a venir a celebrar nuestro cumpleaños? —Fue la pregunta que escuchó Valeria a través del móvil. Ese había sido el tema nada más descolgar—. Diecinueve cumpliremos una sola vez en la vida.—Eso fue lo mismo que me dijiste el año pasado. Por suerte o por desgracia cumplimos determinada edad una vez y ya está. —Cuando lleguemos a los treinta empezamos a restar. Valeria no pudo evitarlo. Soltó una carcajada. Se tuvo que aguantar a una pared para no caerse al suelo en medio de la facultad. Su gemela era única y especial. Para muchos eran dos gotas de agua. Nada parecido. Ella tenía los ojos un poco más achinados. Y una que otra sombra de las cuales Valentina carecía. Más que mirarlas bien, había que conocerlas. No cualquiera podía encontrar las diferencias.—Entonces ¿Vas a venir o no? —Valentina había vuelto a la carga.—No lo sé, Tina. Estoy en medio de unos exámenes muy difíciles. El año pasado me hiciste lo mismo y acabé una semana con ustedes en un hotel en medio de la nada
—Eres con quién choqué esta mañana en la Universidad ¿Verdad? —Valeria estaba segura, pero aun así quería confirmarlo. Tal parecía que el destino se empeñaba en que se encontraran en las situaciones más inverosímiles. Y las más vergonzosas también. —Pues sí. Vaya coincidencia, pelirroja —le dijo el desconocido a quien había besado como si la vida se le fuera en ello. Aunque a diferencia de esa mañana vestía completamente informal. Lo hacía verse menos serio y sin duda, igual de guapo. Aunque si Valeria era sincera consigo misma los hombres con traje la ponían a volar—. Es la segunda vez que te arrojas a mis brazos. —No ha sido algo premeditado, te lo juro. Me perseguían. El hombre frente a ella le dedicó una sonrisa de mil voltios. Y esa sonrisa en vez de encantarle, la enervó. Sus ojos claros lo expresaban claramente: "En serio. No me parece así."—Lamento empequeñecer un poco tu ego —respondió más seria. Lo divertido de la situación se había ido—. Pero no te estoy mintiendo. Ad
Valeria fulminó al hombre que estaba frente a ella. Su ira rugió dentro como un volcán a punto de erupcionar. —Por si no te quedó claro en la puerta. Lo menos que quiero, es tener algo que ver contigo. Adelante —señaló el camino que estaba detrás de él—. Piérdete.—No seas tan dura conmigo, pelirroja —le dijo mientras se sentaba y se acomodaba en el asiento que había ocupado Penelope instantes antes—. Cualquiera te diría qué hay que aprender a perdonar.—Pero tendrás descaro.—Sí y mucha paciencia también. Me llamo Noah ¿y tú? —le preguntó mientras le extendía la mano.Valeria miró esa mano extendida como si fuera una víbora. No se lo reconocería nunca, pero admiraba su tenacidad. Generalmente los hombres huían cuando los despachaba de esa forma tan humillante. No es que tuviera una larga lista detrás de la que presumir, pero siempre había sido selectiva. Aunque Valentina pensara que les daba alas.—Valentina —le contestó mientras unía sus manos—. Valentina Moore. Había utilizado e
—Valeria, ya está bien. Pareces perro con pulgas —Penélope alzó las manos al cielo como si pidiera paciencia cuando la vio hacerle caso omiso a sus palabras y volver a caminar de un lado a otro como ya había hecho un centenar de veces.—¿Y si no viene? —Para casi matar al tipo hace unos días y despotricar contra él a la mínima oportunidad, te veo de lo más interesada.—Me estoy comportando como una idiota.—No, cielo. Estás ilusionada. Y eso no es algo malo. Además no olvides algo —esperó que su amiga detuviera su andar y la mirara y habló—. Él siempre estuvo interesado en ti. Además nada más tendrá que verte. Estás para matar.Valeria sonrió ante las palabras de su amiga. Con semejante apoyo no hacía falta nada más. El día antes cuando habían salido del hospital, Noah le había llamado a un taxi, después de intercambiarse sus números de teléfono y decirle la dirección de su residencia. Se había vestido para la ocasión. Aunque todavía sentía resquemor en sus rodillas. Se había puesto