— ¿Vas a venir a celebrar nuestro cumpleaños? —Fue la pregunta que escuchó Valeria a través del móvil. Ese había sido el tema nada más descolgar—. Diecinueve cumpliremos una sola vez en la vida.—Eso fue lo mismo que me dijiste el año pasado. Por suerte o por desgracia cumplimos determinada edad una vez y ya está. —Cuando lleguemos a los treinta empezamos a restar. Valeria no pudo evitarlo. Soltó una carcajada. Se tuvo que aguantar a una pared para no caerse al suelo en medio de la facultad. Su gemela era única y especial. Para muchos eran dos gotas de agua. Nada parecido. Ella tenía los ojos un poco más achinados. Y una que otra sombra de las cuales Valentina carecía. Más que mirarlas bien, había que conocerlas. No cualquiera podía encontrar las diferencias.—Entonces ¿Vas a venir o no? —Valentina había vuelto a la carga.—No lo sé, Tina. Estoy en medio de unos exámenes muy difíciles. El año pasado me hiciste lo mismo y acabé una semana con ustedes en un hotel en medio de la nada
—Eres con quién choqué esta mañana en la Universidad ¿Verdad? —Valeria estaba segura, pero aun así quería confirmarlo. Tal parecía que el destino se empeñaba en que se encontraran en las situaciones más inverosímiles. Y las más vergonzosas también. —Pues sí. Vaya coincidencia, pelirroja —le dijo el desconocido a quien había besado como si la vida se le fuera en ello. Aunque a diferencia de esa mañana vestía completamente informal. Lo hacía verse menos serio y sin duda, igual de guapo. Aunque si Valeria era sincera consigo misma los hombres con traje la ponían a volar—. Es la segunda vez que te arrojas a mis brazos. —No ha sido algo premeditado, te lo juro. Me perseguían. El hombre frente a ella le dedicó una sonrisa de mil voltios. Y esa sonrisa en vez de encantarle, la enervó. Sus ojos claros lo expresaban claramente: "En serio. No me parece así."—Lamento empequeñecer un poco tu ego —respondió más seria. Lo divertido de la situación se había ido—. Pero no te estoy mintiendo. Ad
Valeria fulminó al hombre que estaba frente a ella. Su ira rugió dentro como un volcán a punto de erupcionar. —Por si no te quedó claro en la puerta. Lo menos que quiero, es tener algo que ver contigo. Adelante —señaló el camino que estaba detrás de él—. Piérdete.—No seas tan dura conmigo, pelirroja —le dijo mientras se sentaba y se acomodaba en el asiento que había ocupado Penelope instantes antes—. Cualquiera te diría qué hay que aprender a perdonar.—Pero tendrás descaro.—Sí y mucha paciencia también. Me llamo Noah ¿y tú? —le preguntó mientras le extendía la mano.Valeria miró esa mano extendida como si fuera una víbora. No se lo reconocería nunca, pero admiraba su tenacidad. Generalmente los hombres huían cuando los despachaba de esa forma tan humillante. No es que tuviera una larga lista detrás de la que presumir, pero siempre había sido selectiva. Aunque Valentina pensara que les daba alas.—Valentina —le contestó mientras unía sus manos—. Valentina Moore. Había utilizado e
—Valeria, ya está bien. Pareces perro con pulgas —Penélope alzó las manos al cielo como si pidiera paciencia cuando la vio hacerle caso omiso a sus palabras y volver a caminar de un lado a otro como ya había hecho un centenar de veces.—¿Y si no viene? —Para casi matar al tipo hace unos días y despotricar contra él a la mínima oportunidad, te veo de lo más interesada.—Me estoy comportando como una idiota.—No, cielo. Estás ilusionada. Y eso no es algo malo. Además no olvides algo —esperó que su amiga detuviera su andar y la mirara y habló—. Él siempre estuvo interesado en ti. Además nada más tendrá que verte. Estás para matar.Valeria sonrió ante las palabras de su amiga. Con semejante apoyo no hacía falta nada más. El día antes cuando habían salido del hospital, Noah le había llamado a un taxi, después de intercambiarse sus números de teléfono y decirle la dirección de su residencia. Se había vestido para la ocasión. Aunque todavía sentía resquemor en sus rodillas. Se había puesto
Noah llevaba tres días demasiado ocupado. Por más que había intentado hacerse un hueco, no había podido ver a la mujer que lo traía de cabeza. No físicamente, al menos. Las videollamadas habían sido constantes y se habían quedado hasta altas horas de la madrugada. Noah no sabía como Valeria se estaba levantando a la mañana siguiente, suponía que Penélope tenía que hacer grandes esfuerzos para despegarla de las sábanas pues conocía que su chica le había dado tapones para los oídos. Sin embargo esa tarde encontró un espacio. Y al ver que el móvil de Valeria no estaba operativo, llamó a su sombra. —Fue a dar una vuelta. Por el parque que está cercano al estadio. —Había sido la respuesta que había recibido. Y ahí la encontró. Atiborrandose de churros bañados en crema de chocolate. Parecía una niña pequeña con la cara manchada. Y la dejó disfrutar. Pocas veces había salido con una mujer que disfrutara tanto de la comida. Cuando vio que se limpiaba como si estuviera harta y no pudo evita
—Preciosa, ¿estás bien? —preguntó Noah después de unos segundos. Valeria seguía con los ojos cerrados y el continuaba arriba de ella. Quiso moverse para que el peso cayera sobre él pero su chica se lo impidió. —Estoy recuperando el aliento —respondió después de un rato de silencio—. Si llego a saber que esto es tan bueno lo hubiera practicado antes.—Pues yo me alegro de ser el primero. Y seré el último —afirmó con seguridad.Valeria no pudo evitarlo. Río fuerte y con ganas. —Tus pensamientos son algo cavernícolas. ¿No crees? Nadie sabe lo que depara el futuro. La vida puede dar muchas vueltas. —No me escuchaste antes. Te quiero. Eso no va a cambiar.—Pensé que era producto del calor de la pasión. Que no era cierto.—Es la primera vez que se las digo a una mujer —comentó a la vez que se daba la vuelta y cambiaba sus posiciones—. Aunque si soy sincero, contigo he vivido varias primeras veces. Es la primera vez que me enamoro. La primera vez que olvido mi estatus y ando con una estu
A pesar del retumbar de su corazón Valeria actuó con precaución. Caminó despacio la corta distancia que los separaba. Todavía le hacía daño recordar su actitud. Y aún así nunca un camino se le había hecho tan largo.—Todavía estoy enojada contigo —le dijo en cuanto lo alcanzó—. Actuaste como un gilipollas y estás en periodo a prueba. No creas que voy a bajar la cabeza ante tus gritos. Te gritaré en igual medida.—Eso significa que puedo seguir escuchando tus gritos. Estás hablando de futuro. ¿Lo tenemos? ¿Un futuro?—En dependencia de como me compenses. Veremos que sale a partir de ahí. —¿Me permites llevarte?—Por supuesto. Y también te permito que cargues mi maleta.Noah ocultó una sonrisa cuando Valeria pasó a su lado. El cartel que colgaba en sus manos no podía ser más. Había sido un completo idiota. No había hablado nada más que su propia inseguridad. Era cierto que le había molestado un poco que Valeria no le hablara a su gemela de él. Pero él tampoco le había hablado de ella a
—Estás perfecta, Valeria. No sé por qué sigues viniendo y gastando tu dinero a manos llenas. ¡Joder con los ricos! Valeria Cronwell escuchó esas palabras y fue como si le entraran por un oído y le salieran por el otro. Nadie la entendía. Incluso intentándolo. Valentina y Penélope hacían grandes esfuerzos, pero ella no podía poner en palabras algo que su mente no podía comprender. No había explicación científica que pudiera solucionar el vacío que sentía en medio del pecho y porque después de tantos años seguía teniendo pesadillas. Sobre todo del accidente en el que había perdido la memoria, pero más aún, de unas manos acariciándola y unos ojos verdes maravillosos. Hace mucho su mejor amiga le había hablado de un hombre, pero al ver que lo que hacía era ponerse peor lo había dejado. Se había dicho a sí misma que no podía ser importante si su memoria se había empeñado en olvidarle y él nunca la había buscado. Penélope le había dado la razón con un poco de ira. A día de hoy, Valeria