¡¡¡¡¡¿Mi hermano?!!!!—¡Disculpa! Creo que no escuché bien. —Yo no tengo hermanas, siempre fui hija única. —Perdona, soy Eetes tu hermano. —mencionó. —Muy bien, estoy en el lugar equivocado. Intenté salir de la casa, pero al tomar la manija esta no funcionaba. —No estás en el lugar equivocado. Quizá no me recuerdes, pero ambos jugábamos entre las nubes. Hacíamos una que otra travesura a nuestros hermanos mayores o uncluso a nuestro padre. —Tienes razón, no me recuerdo de nada. —Entonces, toma asiento para escuchar estas magníficas historias. El chico que tenía frente a mí, aparentaba como veinte años y digo, aparentaba porque en este mundo sobrenatural nadie tenía la edad que figuraba. Su cabello era rubio, de ojos verdes y tez blanca. Me llevó hasta la sala y me senté en uno de los sillones. —¿Deseas algo para tomar? —preguntó. —Agua, solo necesito agua. El chico caminó en dirección a la cocina. Entre tanto, observé unas fotografías que estaban colocadas en una pequeña mes
«Hija del titan Helios y la oceánide Perseis, Circe es una divinidad relacionada con las hierbas y la brujería. Se la suele representar como una mujer hermosa y letal»¿Letal? En serio internet eso mencionaba sobre mí. A pesar de todos los libros que leí en la biblioteca de los Wolf, no había nada claro sobre lo que sucedió conmigo. Solo estaba el diario de Myriam, que contó sobre la visita de Helios y el señor Wolf ante la diosa de la luna. Todo lo que encontraba en internet solo eran mitos. Me ofuscaba no poder recordar nada, nunca pensé que una simple chica como yo, pertenecía al olimpo. Me levanté de la cama y me dirigí a la ventana. Eetes se fue de la casa y estaba sola desde hace una semana. Ni siquiera había salido de la casa, este lugar era desconocido para mi y sentía miedo. A veces pensaba en que Fray podía aparecer. ¡No, no, no, no, no! Corrí hacia el baño, otra vez. Era mi tercer vómito durante el día. Esto de estar embarazada no era nada fácil. Una notificación d
—¡Al fin en casa! —bufó Eetes. —Ni siquiera eres tu el enfermo —habló Epona. Estabamos de vuelta en casa, pero ahora con un bebé en brazos. Llegamos a la habitación, Convel fue directo a la cuna, ya que venía dormido. —Gracias, chicos, no sabría qué hacer si no estuvieran conmigo —hablé. —Iré a la cocina por agua caliente —habló Epona y salió de la habitación.—Me quedaré toda la tarde contigo para cuidarte. —mencionó mi hermano. —No es necesario… De repente su móvil empezó a sonar. —Aló… ah si… hola hermosa… ¿En serio?... te veo en media hora… —cortó la llamada—. Creo que tú y Epona se pueden hacer cargo de mi sobrino. —Está bien Eetes, vete.—Gracias hermanita. —besó mi frente y salió. —Eetes espera… —grité, pero era demasiado tarde, se había ido. Olvidé que necesitaba el biberón para Convel. Me puse de pie de la cama, despacio ya que no podía hacer de manera normal, aún dolía. Miré por la habitación y no encontré la mochila con las cosas de mi bebé. Caminé despacio, salí
—¿Aliado? —pregunté.—Si, si queremos derrotar a Fray, necesitamos mucha ayuda. Voy a recibir a nuestro invitado, te espero en la sala. Por favor tomate el té.Epona salió de la habitación deprisa.—Esto no me gusta para nada—Habló Eetes—. Tú estás a salvo aquí, lo que pase al otro lado del mundo ya no es tu problema.Eetes, tenía razón. El castillo y al destajo eran mi problema y ahora mis prioridades eran otras, pero si no hacía nada, era aceptar a Fray y su reino, no quería permanecer escondida por las siguientes décadas.—Tengo que hacer esto por Edon y también por mi hijo. Agarré la taza de té y la tomé de un solo trago. De inmediato pude sentir como la bercial perdida durante el parto, regresaba a mi cuerpo. Epona era muy buena con esto. Le pedí a mi hermano que vigilara a Convel, mientras conocía a nuestro nuevo aliado.Salí de la habitación y me dirigí a la sala. Antes de llegar me detuve.—Ella estará aquí en un momento —habló Epona. —No entiendo como dejé convencer por ti
—¡Me estoy cansando de ustedes! Regresen a su trabajo y esta vez, háganlo bien.Recriminó Fray a varios de sus empleados. Desde hace días se sentía nervioso y un tanto tenso. Las cosas no salían como él quería.—No deberías tratarlos de esa manera —habló Ada, su esposa, quien estaba en la puerta escuchando la manera en que su esposo le gritaba a sus empleados.—Solo de esa manera me respetan. —¿Te respetan o te tienen miedo? —inquirió Ada.—No importa lo que sienten, soy el alfa, el jefe y a quien tienen que obedecer.Desde pequeño Fray había notado el menosprecio de su familia, así es como él lo veía, ya que su hermano mayor era halagado por su padre y cada día les recordaban que era el heredero de la manada.Su odio acrecentó cada vez que su hermano salía triunfante en todo, el mejor en el arco, entre las mujeres, en la empresa. Por ese motivo, cuando se enteró de que la compañera de su hermano había aparecido, se propuso enamorarla, quería causarle dolor a su propio hermano, pero
Circe—Uno…dos…tres…uno…dos…tres—¡Muy bien Circe! —Uno…dos…tres…uno…dos…tresMe encontraba en un lugar completamente desconocido. Después de escapar de los hombres enviados por Fray. Bardou nos llevó a donde se encontraba su manada.Teníamos casi un mes de estar acá. La manera en que la manada se comportaba era muy parecida a la manada de los Wolf. Con la única diferencia de que no existía un hermano malvado queriendo acaparar el poder. —Ya… ya, me siento muy cansada. —hablé. Me encontraba entrenando con Eetes, llevaba dos semanas practicando a algo parecido a artes marciales, en sí era una combinación de boxeo, artes marciales y lucha.—Hoy estuviste muy bien —mencionó mi hermano, al mismo tiempo que me lanzaba una toalla para que secara mi sudor. —Apenas y puedo lanzar un golpe —cuando estuve con Epona me concentré en el control de mis poderes y al tiro con arco —Si me enfrentara a Fray en una lucha, estoy segura que me derrotará en el primer round. —Tienes muy buenos poderes,
—Nunca había visitado América —habló Eetes. Íbamos en auto hacia un hotel. Estábamos de regreso, me sentía feliz de estar de vuelta, pero con un poco de nervios y temor, el momento había llegado. Después de meses estaba de vuelta—. Y por lo que veo las mujeres aquí son muy hermosas. —Eetes venimos a una guerra, no a tener sexo. —Después de ganar esta guerra, tendré mucho tiempo para conocer a féminas de este país. Eetes sin duda no tenía remedio, solo le interesaba a conocer al sexo opuesto. Llegamos al hotel y nos dividimos en distintas habitaciones. Yo me quedé con Eetes y Epona, y claro con mi bebé. Descansamos un poco, ya que el viaje había sido largo. —Bardou es un buen partido —habló de pronto Eetes. —¿A qué viene tu comentario? —Si tu mate está muerto, tienes que pensar en una nueva pareja. —No tengo tiempo para pensar en el amor, estoy concentrada en la guerra que se va a originar en pocas horas. Además, es demasiado pronto para pensar en eso. El único hombre importan
Fray tomó el pedazo de papel que le habían entregado. Circe estaba en la ciudad y venía en compañía. Su enojo no era por el ataque, sino por el hecho de recordar que Circe Hall estaba con vida. —¡Necesito que los busquen! —ordenó.Quería ir un paso al frente, que en lugar de sorprenderlo ellos serían los sorprendidos. Ada escuchaba detrás de las puertas, como estaba acostumbrada. Circe ya estaba en la ciudad, debía informarle a Edon sobre su llegada. Había pasado casi un año desde que Edon estaba encerrada en esa cueva. Cuando los hermanos Wolf se enfrentaron en una pelea mortal, Fray pensó acabar con Edon. Quedó muy herido, pero su hermano no pudo acabar con él. Logró escapar antes que su hermano lanzara el hechizo del relicario de la muerte. Logró escaparse y ocultarse, hasta que en una ocasión, cuando buscaba comida, se encontró con Ada. En un principio pensó en asesinarla para que no contara sobre su existencia, pero todo cambio cuando Ada, al darse cuenta de sus heridas, lo