CAPÍTULO 65

—¡Al fin en casa! —bufó Eetes.

—Ni siquiera eres tu el enfermo —habló Epona. Estabamos de vuelta en casa, pero ahora con un bebé en brazos.

Llegamos a la habitación, Convel fue directo a la cuna, ya que venía dormido.

—Gracias, chicos, no sabría qué hacer si no estuvieran conmigo —hablé.

—Iré a la cocina por agua caliente —habló Epona y salió de la habitación.

—Me quedaré toda la tarde contigo para cuidarte. —mencionó mi hermano.

—No es necesario…

De repente su móvil empezó a sonar.

—Aló… ah si… hola hermosa… ¿En serio?... te veo en media hora… —cortó la llamada—. Creo que tú y Epona se pueden hacer cargo de mi sobrino.

—Está bien Eetes, vete.

—Gracias hermanita. —besó mi frente y salió.

—Eetes espera… —grité, pero era demasiado tarde, se había ido. Olvidé que necesitaba el biberón para Convel.

Me puse de pie de la cama, despacio ya que no podía hacer de manera normal, aún dolía. Miré por la habitación y no encontré la mochila con las cosas de mi bebé.

Caminé despacio, salí
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