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Ekaterina Dos días antes—El señor Wilder la manda llamar —me dijo una de las empleadas de la casa cuando llegué para la terapia de Lyra.Mi pecho se contrajo ante esa orden. Por más que luchaba para dejar mis sentimientos atrás, él siempre encontraba la manera de hacerme volver, así fuera solo para darme órdenes con respecto al tratamiento de Lyra. Todos los días rezaba para que la pesadilla terminara y Thane comprendiera que, hiciera lo que hiciera, ese amor que ella sentía por él en el pasado ya no existía. No serviría de nada que Lyra viera documentos y falsas fotografías de una boda que nunca se llevó a cabo; eso no la haría reanudar esos sentimientos de amor. Hacía tiempo había intentado hacer entrar en razón a Thane y lo único que conseguí fue convertirme en su amante; la persona a la que él podía hacerle lo que no se atrevería a hacerle a Lyra.Era algo muy bajo de mi parte, pero el amor siempre me vencía, así como el hecho de que él podía asesinar a mi familia sin contemplac
Lyra Después de haber visto a ese hombre, nada en mí volvió a ser igual. Todavía era capaz de disfrutar junto a mis pequeños y preparar con ilusión nuestra Navidad, que pasaríamos en familia, pero en mi mente se repetía una y otra vez el momento tan intenso que había vivido en el centro comercial. Además, no ayudaba el hecho de que mi pequeña mencionara a ese tal «príncipe», a quien quería ver de nuevo.—No sé qué hacer —le dije a la doctora cuando vino a verme como parte de sus visitas entre consultas—. Amelie no deja de repetir eso y tengo miedo de que eso me cause problemas con Thane al regresar.—Te aseguro que no será así, tranquila —me respondió—. Lyra, tienes que hacer lo que yo te diga y tienes que confiar en mí.—¿De qué hablas? —fruncí el ceño.La doctora Ivanova miró a mis hijos, que jugaban en su pequeña cocina, ajenos a nuestra conversación. Los dos se habían acostumbrado a ignorar lo que decíamos en su mesa especial del cuarto de juegos. Siempre les había inculcado ser
LyraOcultar todos mis sentimientos era lo mejor que podía hacer, pero no era nada sencillo, menos cuando tenía que arreglarme con la vestimenta que él había elegido para mí esta noche. Cada vez que él llegaba de viaje, tenía que cenar con él vestida de manera provocativa para que por fin sucediera algo. Por suerte, él respetaba que yo no me sintiera lista para eso, pero esta noche prometía ser distinta, ya que estaba más abrigada de lo usual, lo que implicaba que tal vez saldríamos a algún lado.Esperaba de corazón que no fuera así. Las salidas con Thane solían ser muy ostentosas. Él decía que yo solo merecía lo mejor y me agasajaba a más no poder, pero algo dentro de mí no se sentía cómodo con tanta atención.Miré mi reflejo y me gustó lo que veía. Mi melena caía sobre uno de mis hombros, extendiéndose hasta debajo de mi pecho. Había crecido mucho desde la última vez que lo corté, y no me había dado cuenta porque solía recogerlo en un moño por comodidad para jugar y cuidar de mis hij
Lyra Thane y yo nos quedamos en la mesa, esperando a que llegara el comprador de esos terrenos. Sin embargo, los minutos pasaban y nadie más llegaba a nuestra mesa.—Son bastante informales —mascullé, intentando no mirar por encima del hombro para localizar a ese hombre.Era difícil resistir la tentación. En mi piel sentía el efecto de su mirada, como si tuviera algún imán en los ojos. Thane estaba relajado, incluso sonreía más de lo normal y parecía más cariñoso de lo que solía ser en público conmigo. A él no le gustaba para nada que lo vieran besándome y dándome arrumacos, pues no quería que se dieran cuenta de su debilidad por mí. —Luces demasiado hermosa esta noche, mi dulce Lyra —sonrió, acariciando mi mejilla—. Me cuesta mucho no desearte.—Yo…—Creo que te regalaré otro collar, lo mereces. Has sido demasiado buena.—No necesito más joyas —le respondí como siempre—. Tengo muchas cosas buenas, así que…—Pero mereces todo. —Lo tengo todo: una familia hermosa, ¿no? —sonreí con d
LandonLyra se removía en mis brazos para que la soltara, pero al comprender que no lo lograría, dejó de hacerlo. La doctora fue muy clara cuando dijo que no se me podía ocurrir llevármela del edificio, pero me sentía muy tentado. Aun así, opté por la azotea, que era el último sitio donde irían a buscarnos porque los guardias de Wilder se enfocaban en las entradas, estacionamientos y salidas de emergencia.—Todo va a estar bien —le aseguré a Lyra mientras entraba en el ascensor—. No te haré daño.—¿Cómo puedo estar segura de eso? —preguntó cuando le destapé la boca. Seguía sin soltarla, ya que no confiaba en que no intentara escapar, pero quería escuchar su voz—. ¿Quién demonios eres y por qué estás tan obsesionado conmigo?—Eres mi mujer —declaré, y rápidamente inhalé el perfume de su cabello. Seguía siendo ella, todavía conservaba aquel aroma que tanto me fascinaba—. Que no recuerdes nada no cambia ese hecho.—Puede que me estés mintiendo —dijo con tono arrogante mientras colocaba s
Thane Actuar por impulso no era algo a lo que estuviera acostumbrando, pero ahora estaba haciendo, dominado por una rabia inhumana contra esa mujer traidora. Sabía que ese chico era solo su primo, pero no por eso iba a permitir que se paseara libremente por la ciudad con él, mucho menos que viniera a uno de los restaurantes más exclusivos donde había muchas posibilidades de que consiguiera pareja. Ella no podía ser de nadie mientras fuera mi desahogo, no hasta que Lyra decidiera ser mi mujer.A veces me preguntaba si realmente iba a terminar todo con Ekaterina cuando Lyra cediera. Tal vez no. Esa doctora no era para nada como mi mujer, pero algo en ella me hacía desear repetir el acto una y otra vez. La culpa por tomarla ya no existía y no pensaba en Lyra cuando la poseía. Claro, eso no significaba que mi amor por esta última estuviera terminado, pero también estaba entrando en un terreno peligroso.—Señor Wilder —dijo ella, sorprendida, cuando me planté frente a su mesa—. Buenas noch
Lyra Landon no dejaba de besarme mientras intentaba irme de regreso al ascensor. Y, siendo honesta, yo tampoco quería que parara. Él afirmaba cosas demasiado absurdas y debía tenerle mucho miedo, pero no conseguía sentirme de ese modo. Quería volver a verlo, concretar el acto que en una azotea no podía darse, no sin sufrir una tremenda neumonía. —¿Vamos a volver a vernos? —le pregunté en la puerta del ascensor—. No, tal vez…—Vamos a volver a vernos —afirmó—. Pero tenemos que ser cautelosos por ahora. Odio tener que dejarte ir, pero sé que no serás capaz de dejar a nuestros hijos, y yo tampoco lo soy. —Mis hijos —lo corregí recelosa—. Mira, no sé qué cosa consumes, pero…—Ahora acabo de consumirte a ti —sonrió—. Y tú a mí. Me relamí los labios. Si bien no le hice sexo oral, me sentí culpable de no darle placer y dejé que se corriera en mi boca. El sabor no era un postre de chocolate, pero no me desagradaba, incluso me hacía sentir un poco liberada. —Lyra, no te estoy mintiendo —di
Lyra La hora del almuerzo es cuando Thane finalmente se dignó a aparecer. No tenía la misma ropa de ayer, pero noté que su cabello estaba húmedo. Por alguna razón, su cabello siempre tardaba horas en secarse, pese a no ser rizado. Aquello siempre me causaba gracia cuando éramos novios, a él le encantaba que usara la secadora con él. Al día de hoy, seguía pidiéndolo, pero esta vez no hizo mención del tema. y se llevó a los niños a jugar, después de mostrarse bastante cariñoso conmigo.Sí, él se había acostado con otra mujer. Ahora lo importante era saber si había sido con la doctora. Tenía que esperar a que viniera para comprobarlo y asegurarme de que podía confiar en ella. La idea de confiar en una mujer que se acostaba con mi esposo —o presunto esposo— no era lo más inteligente, pero de momento era lo único que tenía a mi disposición.Mientras caminaba por los jardines, me detuve frente al lago y me abracé mientras cerraba los ojos. El nombre de ese desconocido quería escapar de mis