Landon Vivir de un mes a otro no era lo difícil, tampoco de una semana a otra ni de un día a otro. Cada minuto, cada segundo, cada respiración era más dolorosa que la anterior. Todo dolía porque ella no estaba a mi lado, porque cada día que pasaba me convencía más de que yo era el absoluto culpable por dejarme llevar por mis celos, la desconfianza y las intrigas de personas que solo deseaban separarnos. Las primeras investigaciones fueron sencillas. En efecto, Lyra se había ido con ese hombre en un avión. Diversos testigos pudieron comprobarlo. Lo único que sabía sobre él era que continuaba al mando de la compañía farmacéutica rival, pero al seguir escarbando, Conrad me entregó más datos que indicaban que él era socio de todas aquellas compañías que presionaban para que mi medicamento no saliera a la luz. La guerra que su padre le declaró al mío no murió con ellos, sino que se transmitió a nosotros como sus hijos. Él siguió sin abandonar sus planes de destruirme, aunque había deteni
Landon Mi madre había quedado afectada por la información, aunque quisiera disimularlo, así que le impedí marcharse y ordené que le trajeran agua para que lograra restablecerse. —Esto es horrible, Landon, ¿qué vamos a hacer ahora? —preguntó agobiada, con lágrimas asomando por sus ojos. —No lo sé todavía, pero se me va a ocurrir algo —le dije, aparentando una calma que no sentía—. Al menos ya sabemos que probablemente se encuentren en Rusia. —Hijo, esa clase de mafias tal vez tengan sus bases allí, pero podrían estar repartidos por todo el mundo. —Sí, pero de allí debe partir la búsqueda. Seguramente tendrá muchas propiedades y en alguna de ellas tenga escondida a Lyra. —Es posible —asintió, palideciendo aún más—. Hijo, lo que sea que necesites… —No voy a involucrarte en esto —la interrumpí—. Seré yo quien traiga de regreso a Lyra y a nuestro posible hijo. —¿Crees que el bebé haya logrado nacer? —Quiero pensar que sí, pero a la vez no me gusta esa posibilidad. No quiero
Lyra Algo dentro de mí no estaba quieto al pensar que tendría que acceder a todo lo que Thane dijera, pero por mis pequeños estaba dispuesta a hacer lo que fuera. Ellos eran lo único por lo cual seguiría luchando, así que tenía que lograr verlos y tenerlos a salvo en mis brazos. Al haber tenido un parto natural y una cesárea, sentía que mi vientre y mi vagina dolían espantosamente. Visitar el baño fue uno de los requisitos que se me pidió para poder ir en busca de mis hijos y, aunque lo hice sin dudar, quería gritar todos los improperios que conocía y hasta aquellos que aún ignoraba. «Todo es por ellos, todo es por ellos», pensé mientras me trasladaban en una silla de ruedas hacia la habitación donde tenían a mis bebés. —No puede levantarse, señora Wilder —me dijo la enfermera, quien traducía al pediatra—. Tiene que tener cuidado por su herida. Se le ayudará a poder tocar a los bebés, pero no puede hacer esfuerzos. —De acuerdo —asentí, sintiendo que mi pulso se aceleraba cada
Lyra Cuando nos dejaron a solas, luego de recostarme en la cama, la actitud de la doctora no cambió. De hecho, me miró con más dulzura y empatía. —Estoy aquí para ayudarte —reiteró—. Espero que podamos crear una relación de confianza y que puedas sentirte cómoda conmigo. —Entenderá que no es fácil para mí abrirme a alguien que no conozco —murmuré, desviando la mirada—. Siento que Thane me está tratando como a una desequilibrada mental y no me gusta. —Entiendo los prejuicios que puedan existir en contra de la psiquiatría, pero… —No, no me malentienda, doctora —la interrumpí, avergonzada de que creyera que la estaba insultando—. Lo que intento decir es que no creo que necesite todo esto. Sí, el parto prematuro me afectó, este encierro también, pero… Me quedé callada al ver la mueca de tristeza de la doctora Ivanova. No hacía falta preguntar; ella sabía mi situación. —Debes ser completamente sincera conmigo —dijo con tono suave—. No debes temer que el señor Wilder lo sepa, el
ThaneMe encontraba caminando de un lado a otro frente a las puertas de la unidad de cuidados intensivos que había mandado a instalar en la casa para el cuidado de esos niños. Sabía que eran de Lyra, pero al no ser míos, simplemente no podía sentir algo por ellos. Solo esperaba que se parecieran a ella y que no tuviesen ningún rasgo de ese infeliz al que quería ver hundido por atreverse a casarse con la mujer que siempre amé. No solo era un competidor fuerte en el mercado, sino que también tenía toda la vida que yo deseaba. «Poco a poco», pensé. Nada ni nadie cambiaría el hecho de que ahora estaba con ella, y si tenía que fingir querer a esos mellizos, lo haría. —Puede pasar, señor —me dijo el pediatra cuando salió de la sala, después de darme unos minutos para estar listo. —Gracias —respondí—. ¿Sigue todo bien? —Sí, señor. La fórmula especial se les está dando a los niños y la están tolerando bien, pero la señora Wilder debe empezar a producir leche para ellos. —Lo sé; pront
Byron—¿No crees que esto es algo precipitado? —me preguntó mi padre al ver que me vestía a toda prisa, luego de que el doctor se marchara con mi alta voluntaria—. Todavía faltaban algunos días para que te dieran el alta, hijo. —Sé que es pronto, pero no me importa. Lo que necesito hacer es más importante —respondí mientras terminaba de abrocharme el botón de la camisa. Odiaba las camisas de botones; me parecían innecesarias, pero esto era lo único que Amelia, la amable suegra de mi hermana, había podido conseguir para mí. No tenía tiempo para pedirle que me trajera ropa cómoda y tampoco se me había ocurrido. Tal vez ella pensaba que me sería más útil ponerme y quitarme la camisa sin tener que levantar los brazos. —¿Qué es lo que vas a hacer? —insistió—. ¿Por qué sales así del hospital? Dejé escapar un suspiro y lo miré con irritación. Él ya sospechaba lo que ese niño significaba en mi vida, pero por alguna razón no me sentía deseoso de darle detalles. —Porque es realmente im
LandonLa reacción que tuvo Byron con su hijo me hizo experimentar sentimientos encontrados. Por una parte, me alegraba de que él pudiera encontrar lo que deseaba, pero al mismo tiempo experimentaba una desesperación terrible. Deseaba poder tener la misma suerte y encontrar a Lyra y a mi hijo en el primer lugar que buscara. El problema era que yo no tenía una carta con una dirección concreta; por tanto, las posibilidades de no encontrarla nunca eran mayores a las de poder hacerlo. A pesar de que el desasosiego invadía mi corazón, llevé a Byron hasta el departamento en el que vivía la mujer, cuyo nombre era Enid. Por suerte, estaba en el segundo piso. Como Byron había perdido mucho peso, no supuso mucho problema cargarlo por las escaleras y luego traer la silla, en lo cual el pequeño me quiso ayudar. Se parecía mucho a Byron, pero también veía esa bondad y dulzura que Lyra poseía, lo que complicaba que pudiera estar cómodo. El departamento era bastante viejo y en el ambiente se podí
Lyra Mientras esperaba a que vinieran a buscarme, sentí de nuevo aquella opresión en el pecho y pensé en Landon. Llevaba algunas semanas experimentando esta sensación día y noche y me preguntaba con mucho dolor si él ya había rehecho su vida, pero trataba de ignorarlo para no perder mi avance. Las semanas avanzaban lentamente, aunque Thane y la doctora Ivanova se empeñaran en decirme que pasaban a toda prisa. Mis pequeños ya tenían un mes de vida y apenas podía pensar en otra cosa que no fueran ellos. Aun así, la limitación para poder verlos me parecía insoportable; era el culpable de que el tiempo me pareciera eterno cuando no estaba a su lado. Dos visitas de una hora no me parecían suficientes para darles todo el amor que quería darles. Si ellos me necesitaban, yo lo hacía aún más. Su calor y sus pequeñas sonrisas eran mis mayores tesoros, y algo en lo que no dejaba de pensar cuando volvía a mis citas con la doctora Ivanova. —Son absolutamente hermosos —dije sonriendo cuando me