Martes, 7, octubre, 2014.
Me encontraba pegándome contra la madera del pupitre por el calor. Un bombillo dentro de mi cabeza, brilla, me pare de mi asiento y todos me miran.
— La revolución francesa inició a principio del año 1789 y terminó con golpe de estado en 1799 — todos me miraron y después a la profesora de historia, pero mi pregunta aquí es ¿Por qué hablamos de la revolución francesa y no venezolana?, obviamente porque es historia universal o la profesora odia la patria.
— Muy bien, Max, tienes cinco puntos ganados — me encanta, te amo, Wikipedia. Y no hice trampa, ya sabía de esa información cuando hice un trabajo de la misma materia el año pasado.
Todos suspiran resignados por salir del infierno... digo... Instituto.
— Bien, quien responda esta pregunta se puede ir — dice Alejandra, o sea la profesora.
Todos la miramos desesperados.
— ¿En qué año nació y murió Francisco de Miranda? — pregunta, acaso ¿Esta profesora nos quiere regresar a la primaria o qué?
Piensa, Max, piensa.
— 1816... — susurro, siento que el chico de a lado se levanta antes que otro compañero.
— Nació en 1750 y murió en 1816 — habló de una, miro a la profesora y al chico que por cierto, tiene el cabello negro y unos ojos azules.
¿Guapo? Pues sí.
¡Me sonrió!
Linda sonrisa.
Jamás tuve compañeros de clases tan guapos como él, a no ser que sea malandro o sifrino.
— Profesora, Max puede venir conmigo, ¿No? — lo miro, acaso, ¿Era yo? — Si, Sanguinetti — no me digan que es italiano, se le nota en el acento. Me hace seña con la cabeza para salir, agarró mi bolso mientras que los demás se dan contra el pupitre o se abanica con un papel o con el propio cuaderno.
— ¿Cómo sabes mi nombre? — él se ríe. — Por cierto, soy Vito Sanguinetti — se presenta estirando la mano y la estrecho.
— Mucho gusto, soy Max Rivas... ya lo sabes — me reí, saludamos al portero y salimos del Instituto — Gracias por sacarme de ese horno que tenemos de salón.
Se ríe mientras imita la pose de un caballero, ósea inclinándose.
— Fue un honor, damisela — sonreí. — Prefiero ser un Power Rangers que lucha contra el mundo a ser una damisela en apuro en espera de su príncipe azul.
Él se ríe.
Que hermoso es. Fue un halago, puro halago.
Se despide
— Nos vemos en la tarde — y se va.
Que cansada ando, odio tener clase en las tardes y más cuando sólo es una materia y el profesor es un dolor en el trasero.
— ¡Diablos, no ahora!
Escucho maldecir a un chico, volteó y ahí estaba el supuesto secuestrador de ayer, parado enfrente de mi institución.
— ¿Raúl? — el nombrado me mira.
— Eh... Max, Hola... — tartamudea. — ¿Qué haces en mi Instituto? — pregunté, él abre los ojos sorprendido en donde se encuentra.
— No es lo que parece, sólo me acabo de accidentar... la moto no puede... — me mira como si no le creyera del todo — Es la verdad.
Asiento lentamente
— Entonces... — miro a otro lado y lo miro de nuevo, esa camisa sin mangas lo hace ver tan bueno — Chao.
Camino rápido y sonrojada por mi pensamiento a mi casa usando el camino de siempre y no el atajo. Esta mañana no lo use por razones obvias. Llego a casa en menos de 15 minutos, todo porque prácticamente corrí, la verdad, esto ya es raro y no es normal que nos crucemos por «Coincidencias»
Entro y cierro la puerta.
— ¡He llegado! — grité.
— ¡No tienes que gritar como si estuvieras en el campo! — grita mi hermana.
— Liliana.
— Maximiliana.
— ¿Qué hay de comer? — hable de lo más relajada dejando mi bolso en el sofá de la sala.
— ¿Es en serio?, eres mi hermana — la miro.
— ¿Qué?, ¿Quieres que haga el almuerzo? — pregunte.
— Pues obvio, eres la mayor o ¿Quieres que pretenda que vuelva a incendiar la cocina? — se señala a sí misma con su teléfono.
La única con teléfono.
— Te prendo la hornilla y quemas la cocina, que bello — agarro mi bolso y camino al inicio de la escalera — Y eso te paso por estar metida en el teléfono — señale su teléfono.
— Niñas, dejen de pelear — regaña nuestra madre santa.
— Amor mío, ¿Cuándo llegaste?, bendición — costumbres, así trato de vez en cuando a mi madre.
— Dios la bendiga — y mucho — Me voy al trabajar — avisa y cierra la puerta, abro mis ojos.
— ¿Qué?, pero...
Y ¿Quién cocina? Tengo clases a las 2 y son apenas las 11:50.
¿Por qué?
— No pongas esa cara, tonta — la miro entre cerrando mis ojos. Es igualita a mi padre y en todo sentido — Ya pedí la comida — me mira — Comeremos... Arroz chino.
Saqué la lengua del asco.
— ¡Odio el arroz chino!
— ¡Y yo lo amo! — grita feliz.
— Se nota que somos hermanas, eh — hable sarcásticamente.
— Ay sí, yo también te quiero, hermana — niega.
— Igualmente, hermana — me mira rara.
— ¿Qué quieres de mí? — pregunta desconfiada.
— Marrana cochina — digo y subo.
— ¡Esa es mi frase! — grita.
— ¡Sabes quién te escuchó, el hijo de mayuya! — le grité de vuelta desde la segunda planta.
Abro mi puerta y sale Puppy.
— ¡Puppy! — Se vuelve loco al oírme hablar — Yo también te amo, Puppy — le lanzo besos, amo a este perro como si no hubiera mañana.
Es un poodle con schnauzer, es todo blanco y bello.
— Lili no te dio agua y te encerró, ¿Verdad? — me ladre — ¡Liliana! — grité molesta, veo a mi hermana asomarse por las escaleras.
— Diga — me mira inocente.
— ¿Por qué no le diste agua a Puppy? — pregunte.
— Porque te toca, yo le doy de comer y lo sacó para que haga sus necesidades, tú sólo te encarga de darle agua y bañarlo — se defiende, su teléfono suena con la canción de one dirention, ¿Cuál?, ni idea pero de que son de esa banda, lo es — Hola...
Me mira y se va a su cuarto al final del pasillo, miro a Puppy y vuelvo a mirar por donde se fue mi hermana.
— Ella es rara... después te doy agua — entro y cierro la puerta, dejo el bolso en el piso.
Me empiezo a desabrochar la camisa marrón cuando voltee a ver por mi ventana.
Veo a mi mejor amigo haciendo lo mismo, camino a la ventana y la abro.
— ¡Oye! — le grito, él se voltea y medio sonríe al verme.
Eso fue muy raro, Sam nunca sonríe de esa manera a no ser por algo o... alguien.
Veo que abre su ventana.— ¿Podemos hablar? — me pregunta y asiento — Bien, atrapa — me tira la escalera de cuerda, lo enganche en la pared que tiene unos ganchos.Ya listo, Sam empieza a cruzar hasta llegar a mi cuarto.— Habla — dispare mientras busco mi uniforme de premilitar en mi armario.Como no dice nada gire y veo que está reuniendo todas las almohadas y peluches en un rincón de mi cama.— ¿Qué haces? — lo mire confundida — Estas actuando raro, Sam — vuelvo hablar, camina hacia a mí y me pone en la puerta.— Es mejor prevenir que lamentar — aconseja.— ¡Ya!, ¿Qué sucede?, ¿Quien murió?, eh — empecé a preguntar ya obstinada.Él se sienta en
— Plaza Bolívar, 04:50 p.m. mismo día —Los tres chicos me miran. Qué para joder el momento son guapos.Esta tipa sabe conseguir buenos partidos pero ¿Por qué no se quedó con uno?<<Por Dios, son guapos y miré el trasero de ese rubio>> — opina mi conciencia sucia.Apenas los conozco y ya tengo sus números de teléfono, para cuando tenga teléfono poder agregarlos, al fin amigos guapos, claro Sam no se queda atrás y sobre todo es mi mejor amigo.En eso llega él y la tipa, el pobre forzando su mejor sonrisa y ella falsa como presentí. Y como dicen por ahí, ojo de loca nunca se equivoca.— ¡Sam, por aquí! — sonríe al verme.Obvio que todos se alegran al verme,
— Raúl Owen´s —Me encontraba saliendo del taller de un tío padrino, ya que mi moto se me había accidentado esta mañana y por pura coincidencia de la vida delante del Instituto de la castaña de ojos castaños claros, y ayer justamente ayer la había visto por primera vez.Y por cosa de la vida la volví a ver en un restaurante que acostumbro ir con mi hermano Richard, 4 años menor que yo.Y hoy fue en el Instituto, vi cómo se sorprendió y a la vez se ponía nerviosa, ya estará pensando que soy un secuestrador y me da algo de gracia que sea tan dramática.Me río por sólo pensar en eso.Aunque también me encuentro molesto por otra cosa, mi madre, ella quiere que tenga una novia, que ya estoy lo suficiente mayor, que a esta edad
— Volviendo al tema, ¿Quién eres tú?, ¿Y quién es él? Me interesa el chisme — vuelve a preguntar, mientras cierra la puerta y camina hacia donde nos encontramos Raúl y yo...20 minutos después.Le conté lo sucedido pero con Raúl en la cocina y nosotros en la sala.Este pendejo que tengo por amigo agarra un cojín del sofá y me pega.— Eres pendeja, ¿Cómo se te ocurre irte a pie por el centro todo desierto después de la 6?, estúpida — susurra volviendo a pegarme, agarro un cojín y le regreso el golpe.— Y me decías que él podría ser un secuestrador, pero resulta y acontece que es médico — susurro pegándole más con el cojín.Me gusta la decoraci
Domingo, 02, noviembre, 2014.Como todos los domingos, duermo hasta tarde.Corrijo, como todos los domingos, dormía hasta tarde. Eso cambio cuando mi hermana Lili le dio por meterse a un deporte, "esgrima", todos los sábados y domingos.Mis días de felicidad acabaron cuando eso ocurrió aquella mañana de agosto del año 2013. Pero, ¿Por qué acabaron? fácil, porque yo tenía y tengo que acompañarla a sus entrenamientos, pero «Siempre hay un pero» eso dejó de pasar cuando tenía que ir al hospital a jugar con los niños vestida de payasita.Me levanto con toda la flojera del mundo me pongo mis chancletas y salgo sin mirar mi reflejo, porque de seguro lo único que veré en ese espejo serán las ojeras que me dejó la noche por estar leyendo hasta la madrugada
— Es el destino...Suspiro, destino... aja el destino y sus cosas, vamos a creerle eso, todavía lo miro, pero cada vez más cerca de mi rostro, yo me quedo quieta en mi lugar, Raúl se acerca hasta sentir su respiración chocar con la mía... Su teléfono suena, él se aleja rápido algo molesto, saca su teléfono, se despide, se va y me deja confundida, mi hermana desde la distancia me mira al igual que yo de confundida.— ¿Que acaba de suceder? — susurro pa' mi.— Te iba a besar — ataca Lili.Ya había pasado tres horas desde aquello, yo sigo sin entender, salimos del gimnasio.— Te iba a besar — vuelve a repetir.— Eres pendeja, claro que no, no iba a pasar tal cosa, de seguro tengo algo en el rostro — me toco la cara y nada
— Lo siento, no te vi, pequeña payasita — justo en mi altura, veo a la persona frente de mi con una vocecita de payaso, lo analizo desde sus converses blancas hasta su sombrero con oreja de oso negras, vestía normal, camisa azul de manga larga, pantalones negros, la bata típica, su maquillaje simulaba la cara de un oso panda, literal era como un doctor panda.— Tú debes de ser la Doctora Rangers, ¿no? — volvió hablar pero esta vez con una pregunta, me da la mano y la acepto parándome del suelo.— ¿Y tú eres?, porque la verdad nadie me habló de algún payaso animal— recojo la bolsa viendo al chico, espero que no sea lo que yo pienso.— Oh Doctora Ranger, los muchachos ya están...— Lola se detuvo a continuar al verme con el payaso— Vaya, creo que ya conociste
Jueves, 11, Diciembre, 2014.— Bueno chicos, que pase unas felices navidades y año nuevo, nos vemos pa enero— anunció Lizbeth, nuestra profesora de matemática, era nuestro último examen y día de clases, estamos libre hasta el año que viene. Todos empezamos a salir apurados festejando por las vacaciones unos que otros de mis compañeros hablaban de a donde se iban a pasar las vacaciones o que harían después de navidad y esas cosas.— Por fin libertad— aplaude Vito, yo igual lo hago con él.— A comer muchas hallacas se ha dicho— ordena, me río por su actitud— Por cierto, ¿Que harás el 24?Lo mire analizando su pregunta, no tenía nada en mente, aunque a Sam algo se le iba a ocurrir.— No sé aun, aunque de seguro pasare el 24 donde mi abuela con la familia de mi pa