Veo que abre su ventana.
— ¿Podemos hablar? — me pregunta y asiento — Bien, atrapa — me tira la escalera de cuerda, lo enganche en la pared que tiene unos ganchos.
Ya listo, Sam empieza a cruzar hasta llegar a mi cuarto.
— Habla — dispare mientras busco mi uniforme de premilitar en mi armario.
Como no dice nada gire y veo que está reuniendo todas las almohadas y peluches en un rincón de mi cama.
— ¿Qué haces? — lo mire confundida — Estas actuando raro, Sam — vuelvo hablar, camina hacia a mí y me pone en la puerta.
— Es mejor prevenir que lamentar — aconseja.
— ¡Ya!, ¿Qué sucede?, ¿Quien murió?, eh — empecé a preguntar ya obstinada.
Él se sienta en una esquina de mi cama y agacha la cabeza como si estuviera dramatizando algún teatro.
— No te molestes después de decirte esto, ¿Vale? — me mira y vuelve a bajar la cabeza.
— No me voy a molestar — dije esperando a que dijera algo.
— Bueno, no te lo he dicho pero... desde hace tres días... Verónica ha estado rara, entonces, la seguí hoy...
No deja de mirar el piso, me imagino que está muy hermosa la cerámica. Sin pensarlo dos veces y estar al borde de la paciencia total, le tiré mi zapato izquierdo.
— Deja de andar por las ramas y ve al puto punto, Samuel — dije con mi otro zapato haciendo pose de diva.
— ¡Eso dolió! — se toca la cabeza.
— Y te dolerá más si te tiró el otro — me mira.
— ¡La seguí y la vi besándose con otro tipo Rubio, que por cierto tiene más trasero que yo! — me grita y baja la cabeza, la oculta con sus manos.
Suelto mi zapato de la impresión, me acerqué y me puse de rodilla ante Sam.
— Sam... — lo llame — No seas mongólico — me mira y veo lágrimas caer por sus mejillas, lo abrace.
— Yo la quiero... No sé por qué...
Es ahí cuando.
— Maxi.
Su voz.
— Ella me engañó... me puso los cuernos…
Se rompe.
Lo abrace más fuerte.
— Esa perra me la pagará más caro que un lamborguini — se empieza a reír — ¿Qué?, crees que no soy capaz de hacerle algo a esa sifrina de quinta, ¿Eh?
Lo dejo de abrazar para ir a mi escritorio a prender la laptop.
— ¿Qué piensas hacer? — le tiro un paño para que se limpie la cara.
Ignoro su pregunta.
— Eres horroroso cuando lloras, eres una decepción para pato — nos miramos.
— Que en paz descanse — decimos a la vez.
Pato; era su gato, murió dos días después de hacernos los mejores amigos del mundo, según Sam.
Ya con la laptop prendida, entro a F******k y busco a Veronia entres mis agregados, no sé cómo la tengo agregada la verdad, en F******k toda la ciudad se tiene agregada, abro la aplicación de espiar las conversaciones de tus "amigos".
— Oh que interesante... esta tipa tienes tres tipos más — volteo pa´ mirar a Sam el cual sólo me mira sorprendido — No eres el único, Sam, uno la lleva al cine, a pasear y esas cosas cursis — hago mi cara de horror — El otro es para coger y el último son besitos y caricias — me volteo y me siento en mi escritorio cruzando mis brazos molesta — Y al parecer tú eres el banco.
Lo miro y se pone la toalla en la cabeza y así queda.
— Es que no sirves para buscar una buena chica, Sam, todas son la típica perra creída que creen que te tienen comiendo de la mano y que te pueden poner los cuernos para después hacerse la víctima y que dar con el venado — veo que no se quita la toalla, camino y recojo el zapato y se lo lanzo haciendo que él se acueste en mi cama por el buen golpe que le di.
— Max, deberías ser lanzadora de los Magallanes — opina y abro mis ojos aterrada.
— Ay Dios guarde y la virgen me proteja, amén. Te has vuelto loco, en esta habitación jamás y nunca nombres a esos marineros, ¡¿Entendiste?! — Le grité — Soy fiel a los Leones de Caracas, más respeto, Samuel.
Él se sienta y se quita la toalla, entre cierra los ojos y me mira para luego reírse.
— Si, gatita — se toca la nuca y se levanta de un salto — ¡Ah!, solo no hagas una locura — advirtió señalándome, levanto una ceja retándole.
— ¿Disculpa?, No, mi vida. Si se meten contigo, se meten conmigo, querido, así de fácil es la cosa.
Entro al baño, me baño rápido, me visto con el uniforme de premilitar, me hago una coleta y salgo buscando la gorra negra con el signo de premilitar poniéndome los zapatos deportivos en proceso.
— Solo espera y verás cómo pongo a esa tipa en su lugar, mientras tanto actúa normal, vale — niega.
— ¿Cómo crees estar segura de que te haré caso? — pregunta.
— Porque te conozco, amigo mío. Cierra la ventana y la puerta antes de irte, bye — salgo de mi cuarto y bajo las escaleras, le doy agua a Puppy y tomo las llaves de la casa. Lili me mira.
— ¿No vas a comer?
— Odio...
— El arroz chino — completa la oración.
— Me voy al restaurante de papá — miro la hora del reloj que está pegado en la pared de la sala el cual marcan las 12:40 p.m.
Bien, tengo tiempo suficiente para llegar al instituto.
Entro como siempre al restaurante pero por la puerta trasera que dirige hacia la cocina.
— ¡Jackie! — llamo entre el montón de cocineros y ayudantes de cocina, en total son 5 cocineros hombres, 3 ayudantes chicas y una sola perra cocinera, la innombrable.
— Dígame, señorita Maxi—chan — dice con su acento chino, yo sé que así no hablan los chinos sino los japoneses pero es que si no me llamaba así no tendría trabajo y él sabe hacer comida asiática.
Lo re-adoro, él es rubio teñido, obvio, y con ojos claros y la piel pálida, bello, hasta podría decir que es coreano.
Aunque no hable muy bien el español, lo intenta.
— Quiero lo de siempre — él asiente — Para llevar — asiente otra vez — Por favor.
Sonríe para ir a preparar mi platillo ”Maxi—chan" o como yo lo llamo "EME" que significa “El Max Explosivo”, que es un fideo con mucha carne, cochino, pollo y el ingrediente explosivo, picante, solo aptos para valientes.
Camino por el pasillo hasta el despacho de mi papá, en cuanto abro la puerta veo a la perra innombrable cerca de mi padre atrás del escrito casi por robarle un beso.
Ella me mira, sonríe y rodea el escritorio para irse. Mi padre me mira. Ella se detiene a un lado mío.
— Ha, ingenua — susurra, ruedo los ojos conteniendo mi lengua, ella se larga.
Al parecer hoy es el día de las santas perras, miro a mi papá.
— Max...
— ¿Qué hacías con esas?, ¡Exijo una explicación!— dije cerrando la puerta de un golpe, él me mira.
— No es lo que parece, Maxi, solo estábamos hablando — lo miro de lado y medio abro mi boca.
— Ajá, ¿Hablando? — fruncí el ceño, abro la puerta y salgo.
— ¡Ay, no vengas con tus berrinches, Maxi! — me grita, volteo y lo miro.
— Estás siendo un estúpido, papá, será mejor que pienses las cosas antes de embarrarlas — sigo caminando, Jackie me entrega la bolsa con el almuerzo — Arigato, Jackie — Agradezco y me voy por donde entre...
— Plaza Bolívar, 04:50 p.m. mismo día —Los tres chicos me miran. Qué para joder el momento son guapos.Esta tipa sabe conseguir buenos partidos pero ¿Por qué no se quedó con uno?<<Por Dios, son guapos y miré el trasero de ese rubio>> — opina mi conciencia sucia.Apenas los conozco y ya tengo sus números de teléfono, para cuando tenga teléfono poder agregarlos, al fin amigos guapos, claro Sam no se queda atrás y sobre todo es mi mejor amigo.En eso llega él y la tipa, el pobre forzando su mejor sonrisa y ella falsa como presentí. Y como dicen por ahí, ojo de loca nunca se equivoca.— ¡Sam, por aquí! — sonríe al verme.Obvio que todos se alegran al verme,
— Raúl Owen´s —Me encontraba saliendo del taller de un tío padrino, ya que mi moto se me había accidentado esta mañana y por pura coincidencia de la vida delante del Instituto de la castaña de ojos castaños claros, y ayer justamente ayer la había visto por primera vez.Y por cosa de la vida la volví a ver en un restaurante que acostumbro ir con mi hermano Richard, 4 años menor que yo.Y hoy fue en el Instituto, vi cómo se sorprendió y a la vez se ponía nerviosa, ya estará pensando que soy un secuestrador y me da algo de gracia que sea tan dramática.Me río por sólo pensar en eso.Aunque también me encuentro molesto por otra cosa, mi madre, ella quiere que tenga una novia, que ya estoy lo suficiente mayor, que a esta edad
— Volviendo al tema, ¿Quién eres tú?, ¿Y quién es él? Me interesa el chisme — vuelve a preguntar, mientras cierra la puerta y camina hacia donde nos encontramos Raúl y yo...20 minutos después.Le conté lo sucedido pero con Raúl en la cocina y nosotros en la sala.Este pendejo que tengo por amigo agarra un cojín del sofá y me pega.— Eres pendeja, ¿Cómo se te ocurre irte a pie por el centro todo desierto después de la 6?, estúpida — susurra volviendo a pegarme, agarro un cojín y le regreso el golpe.— Y me decías que él podría ser un secuestrador, pero resulta y acontece que es médico — susurro pegándole más con el cojín.Me gusta la decoraci
Domingo, 02, noviembre, 2014.Como todos los domingos, duermo hasta tarde.Corrijo, como todos los domingos, dormía hasta tarde. Eso cambio cuando mi hermana Lili le dio por meterse a un deporte, "esgrima", todos los sábados y domingos.Mis días de felicidad acabaron cuando eso ocurrió aquella mañana de agosto del año 2013. Pero, ¿Por qué acabaron? fácil, porque yo tenía y tengo que acompañarla a sus entrenamientos, pero «Siempre hay un pero» eso dejó de pasar cuando tenía que ir al hospital a jugar con los niños vestida de payasita.Me levanto con toda la flojera del mundo me pongo mis chancletas y salgo sin mirar mi reflejo, porque de seguro lo único que veré en ese espejo serán las ojeras que me dejó la noche por estar leyendo hasta la madrugada
— Es el destino...Suspiro, destino... aja el destino y sus cosas, vamos a creerle eso, todavía lo miro, pero cada vez más cerca de mi rostro, yo me quedo quieta en mi lugar, Raúl se acerca hasta sentir su respiración chocar con la mía... Su teléfono suena, él se aleja rápido algo molesto, saca su teléfono, se despide, se va y me deja confundida, mi hermana desde la distancia me mira al igual que yo de confundida.— ¿Que acaba de suceder? — susurro pa' mi.— Te iba a besar — ataca Lili.Ya había pasado tres horas desde aquello, yo sigo sin entender, salimos del gimnasio.— Te iba a besar — vuelve a repetir.— Eres pendeja, claro que no, no iba a pasar tal cosa, de seguro tengo algo en el rostro — me toco la cara y nada
— Lo siento, no te vi, pequeña payasita — justo en mi altura, veo a la persona frente de mi con una vocecita de payaso, lo analizo desde sus converses blancas hasta su sombrero con oreja de oso negras, vestía normal, camisa azul de manga larga, pantalones negros, la bata típica, su maquillaje simulaba la cara de un oso panda, literal era como un doctor panda.— Tú debes de ser la Doctora Rangers, ¿no? — volvió hablar pero esta vez con una pregunta, me da la mano y la acepto parándome del suelo.— ¿Y tú eres?, porque la verdad nadie me habló de algún payaso animal— recojo la bolsa viendo al chico, espero que no sea lo que yo pienso.— Oh Doctora Ranger, los muchachos ya están...— Lola se detuvo a continuar al verme con el payaso— Vaya, creo que ya conociste
Jueves, 11, Diciembre, 2014.— Bueno chicos, que pase unas felices navidades y año nuevo, nos vemos pa enero— anunció Lizbeth, nuestra profesora de matemática, era nuestro último examen y día de clases, estamos libre hasta el año que viene. Todos empezamos a salir apurados festejando por las vacaciones unos que otros de mis compañeros hablaban de a donde se iban a pasar las vacaciones o que harían después de navidad y esas cosas.— Por fin libertad— aplaude Vito, yo igual lo hago con él.— A comer muchas hallacas se ha dicho— ordena, me río por su actitud— Por cierto, ¿Que harás el 24?Lo mire analizando su pregunta, no tenía nada en mente, aunque a Sam algo se le iba a ocurrir.— No sé aun, aunque de seguro pasare el 24 donde mi abuela con la familia de mi pa
— Claro que lo sentirás, solo espera que llegue el indicado que te robe el corazón, obviamente metafóricamente, Max — susurró en mi oído, esa voz me era conocida, me paralizo al sentir su brazo por mi hombro, miro a mi derecha encontrándose con nada más que Logan.— Si no llega nadie, me encargare personalmente de enamorarla—se señala.— Ha, Ha, Ha, que chiste más gracioso— río sarcásticamente— Casi me das un infarto, Logan— le doy un codazo sacándole todo el aire.— ¡Auch!— se queja tocando su estómago— ¿Con quién andas?— Con unos amigos— miro visualizando a los chicos y no lo veo.— Mmmm, y ¿Amigas?— reí asintiendo en respuesta, sin darme cuenta, Raúl tenía del br