— Raúl Owen´s —
Me encontraba saliendo del taller de un tío padrino, ya que mi moto se me había accidentado esta mañana y por pura coincidencia de la vida delante del Instituto de la castaña de ojos castaños claros, y ayer justamente ayer la había visto por primera vez.
Y por cosa de la vida la volví a ver en un restaurante que acostumbro ir con mi hermano Richard, 4 años menor que yo.
Y hoy fue en el Instituto, vi cómo se sorprendió y a la vez se ponía nerviosa, ya estará pensando que soy un secuestrador y me da algo de gracia que sea tan dramática.
Me río por sólo pensar en eso.
Aunque también me encuentro molesto por otra cosa, mi madre, ella quiere que tenga una novia, que ya estoy lo suficiente mayor, que a esta edad ya debería estar casado y todo eso.
Contare un poco de mi vida.
Tengo 22 años, hace un año me gradué de medicina general, no seguí estudiando así que ahora me encuentro trabajando en un hospital para poder pagar mi otra carrera, la cual comencé hace 4 meses que es ingeniería industrial dejando de lado la medicina por completo, digamos que es una carrera muy complicada y estresante como para dedicarme a ella, nunca la quise estudiar, fue mi madre quien me obligó pero después de independizarme decidí estudiar ingeniería aprovechando que aun soy joven.
Vivo solo y mi familia está conformada por mi madre, hermana mayor, mi hermano menor y mi abuela materna.
Creo que con eso es suficiente información.
Detengo la moto al escuchar que algo le falla, miro la calle desierta del centro, siempre a estas horas está así.
Me acomodo para volver a prender la moto que se había apagado pero me detengo al escuchar algo moverse con desesperación. Voltee a mirar un callejón y en él a una chica que está siendo acorralada por tres tipos.
— Malditos ladrones — susurro.
No lo pienso dos veces y miro como una rampa, prendo el motor que por arte de magia prendió y conduzco rápido hasta llegar al callejón sobre pasando la reja dando un giro al tocar suelo, algo que me recuerda a mis tiempos de motocross en mi adolescencia.
Todo pasó rápido en cuestión de segundos.
Los tres tipos quedaron en el suelo inconscientes, por desgracia pero no podía permitirme ir a la cárcel y darle un infarto a mi abuela.
Me di cuenta de que la chica a quien salve era Max.
Eso es imposible de qué fuera una coincidencia.
— El destino te tiene preparado muchas cosas cuando te cruces con una joven adolescente de ojos castaños claros, querido nieto — me acordé de aquella frase que me dijo mi abuela una semana antes.
Llegamos a una casa naranja de dos pisos, jamás había venido por estos lugares.
Tuve que ayudarla a conducir por suerte no matamos a un pobre perro, apaga el motor y la miro confundido.
— Nadie está en casa a estas horas. Así que ven... para curarte, obviamente, no vayas a mal pensar — dice bajándose de la moto con la llave de esta, río.
Estaciono bien la moto bajando el soporte principal.
Me bajo y la sigo a la puerta.
— Soy médico, puedo curarme sólo — me mira sorprendida abriendo la puerta.
— Max Rivas —
¡El supuesto secuestrador es médico!
No puedo creerlo.
— Me estás haciendo una broma, ¿Verdad?, que sólo vas a entrar a mi casa a robarme y todo, ¿No? —él solo se ríe. Abro la puerta y lo dejo pasar.
— No estoy jugando, Max — aclara — En serio, ¿te llamas así?
Tan bien que andaba la conversación.
— No... — me mira esperando que prosiga, cierro y la puerta y suspiro. — Mi nombre es Maximiliana — lo veo parpadear con un intento de no reírse — Nombre poco común, lo sé, es culpa de mi madre y sus chicos de telenovela mexicanas y venezolanas.
— Entiendo... — se muerde el labio inferior.
— Bueno, ya regresó, "Doctor" —digo sarcásticamente.
— Ve tranquila — entre cierro los ojos y subo las escaleras al llegar al segundo piso lo escucho estallar a carcajada limpia.
— Genial...
Entro a mi cuarto y me cambio por mi pijama, una camisa de los Leones de Caracas y un mono de algodón largo hasta el piso que tengo que amarrarlo para no usarlo de coleto, me hago un moño todo rápido. Busco el botiquín de primeros auxilios, no pregunté por qué tengo uno.
Salgo y bajo las escaleras, entro a la cocina y tomo un limón y un cuchillo.
— No — grito de los nervios y me giro rápido asustada. — ¡¿Me quieres matar del susto?! — le grite.
— Perdón... — se ríe, cuanta piedad de mí.
— Siéntate — mira el limón.
— Limón no, no te vuelvas loca — dice.
— ¿En serio? — asiente — Cobarde.
Dejo el limón y cuchillo de lado. Me pongo a su lado revisando el botiquín y lo miro quitarse la chaqueta dejando ver la camisa de esta mañana. Tiene unos brazos bien trabajados de esos que no puedes dejar de ver. Todo chico tiene lo suyo.
— ¿Vas a comenzar o qué?
¿En qué momento me le quede viendo cómo una fan mira a su ídolo?
Me acerco y veo la herida.
—Horrible, horroroso, espantoso...
— Con ofender no se cura, Max... y deja de hablarle a la herida — le miro a la cara y se encuentra muy cerca, me alejo. Saco el alcohol y el algodón — Oh no...
— Oh si, deja de quejarte, pareces un niño de 4 — le limpio la herida y se empieza a quejar como si de verdad fuera un niño.
Agarro la garza y se la pongo, después tomo el rollo y le vendo el brazo. Esto es lo bueno de aprender primeros auxilios.
— Eres buena para ser novata — me felicita o eso creo.
— De nada, doctor, ahora identificación — bromeo pero se lo toma en serio sacando su cartera mostrándome su carnet de hospital y sus dos cédulas, la venezolana y la extranjera. — ¿Eres extranjero?, en serio, ¿También medico?
— Emm, sí y si, dato curioso, soy español — lo miro sorprendida.
Ese momento donde no sabes cómo reaccionar ante tanta información.
— Ahora que ya sabes de mí y al parecer estamos entrando en "confianza" — me mira analizando, meto todo las cosas en la caja algo nerviosa — ¿Quién eres?
Lo miré analizando la pregunta.
— Soy una chica normal y corriente, estudiante promedio y soy buena niña.
— ¿Buena niña? — levanta la ceja, asiento cerrando la caja — Entonces... me podrás explicar que hacías en un callejón sin salida a punto de ser "violada" por tres tipos, ¿No?
En cuanto dijo aquello se abre de golpe la puerta de la cocina que da al patio trasero.
— ¡¿Cómo que estabas por ser violada?! — por el Dios de la mala suerte.
— ¿Tu novio? — preguntan ambos señalándose.
¿Es en serio? Porque no entendí.
— No y no. ¿Y cómo entraste?
— Eso no se pregunta, o sea, me ofendes, por el amor a Dios, soy tu mejor amigo, conozco a toda tu familia y me vienes a decir que ¿Cómo carajo entre?
Le doy la razón.
— Volviendo al tema, ¿Quién eres tú?, ¿Y quién es él? Me interesa el chisme — vuelve a preguntar, mientras cierra la puerta y camina hacia donde nos encontramos Raúl y yo...
— Volviendo al tema, ¿Quién eres tú?, ¿Y quién es él? Me interesa el chisme — vuelve a preguntar, mientras cierra la puerta y camina hacia donde nos encontramos Raúl y yo...20 minutos después.Le conté lo sucedido pero con Raúl en la cocina y nosotros en la sala.Este pendejo que tengo por amigo agarra un cojín del sofá y me pega.— Eres pendeja, ¿Cómo se te ocurre irte a pie por el centro todo desierto después de la 6?, estúpida — susurra volviendo a pegarme, agarro un cojín y le regreso el golpe.— Y me decías que él podría ser un secuestrador, pero resulta y acontece que es médico — susurro pegándole más con el cojín.Me gusta la decoraci
Domingo, 02, noviembre, 2014.Como todos los domingos, duermo hasta tarde.Corrijo, como todos los domingos, dormía hasta tarde. Eso cambio cuando mi hermana Lili le dio por meterse a un deporte, "esgrima", todos los sábados y domingos.Mis días de felicidad acabaron cuando eso ocurrió aquella mañana de agosto del año 2013. Pero, ¿Por qué acabaron? fácil, porque yo tenía y tengo que acompañarla a sus entrenamientos, pero «Siempre hay un pero» eso dejó de pasar cuando tenía que ir al hospital a jugar con los niños vestida de payasita.Me levanto con toda la flojera del mundo me pongo mis chancletas y salgo sin mirar mi reflejo, porque de seguro lo único que veré en ese espejo serán las ojeras que me dejó la noche por estar leyendo hasta la madrugada
— Es el destino...Suspiro, destino... aja el destino y sus cosas, vamos a creerle eso, todavía lo miro, pero cada vez más cerca de mi rostro, yo me quedo quieta en mi lugar, Raúl se acerca hasta sentir su respiración chocar con la mía... Su teléfono suena, él se aleja rápido algo molesto, saca su teléfono, se despide, se va y me deja confundida, mi hermana desde la distancia me mira al igual que yo de confundida.— ¿Que acaba de suceder? — susurro pa' mi.— Te iba a besar — ataca Lili.Ya había pasado tres horas desde aquello, yo sigo sin entender, salimos del gimnasio.— Te iba a besar — vuelve a repetir.— Eres pendeja, claro que no, no iba a pasar tal cosa, de seguro tengo algo en el rostro — me toco la cara y nada
— Lo siento, no te vi, pequeña payasita — justo en mi altura, veo a la persona frente de mi con una vocecita de payaso, lo analizo desde sus converses blancas hasta su sombrero con oreja de oso negras, vestía normal, camisa azul de manga larga, pantalones negros, la bata típica, su maquillaje simulaba la cara de un oso panda, literal era como un doctor panda.— Tú debes de ser la Doctora Rangers, ¿no? — volvió hablar pero esta vez con una pregunta, me da la mano y la acepto parándome del suelo.— ¿Y tú eres?, porque la verdad nadie me habló de algún payaso animal— recojo la bolsa viendo al chico, espero que no sea lo que yo pienso.— Oh Doctora Ranger, los muchachos ya están...— Lola se detuvo a continuar al verme con el payaso— Vaya, creo que ya conociste
Jueves, 11, Diciembre, 2014.— Bueno chicos, que pase unas felices navidades y año nuevo, nos vemos pa enero— anunció Lizbeth, nuestra profesora de matemática, era nuestro último examen y día de clases, estamos libre hasta el año que viene. Todos empezamos a salir apurados festejando por las vacaciones unos que otros de mis compañeros hablaban de a donde se iban a pasar las vacaciones o que harían después de navidad y esas cosas.— Por fin libertad— aplaude Vito, yo igual lo hago con él.— A comer muchas hallacas se ha dicho— ordena, me río por su actitud— Por cierto, ¿Que harás el 24?Lo mire analizando su pregunta, no tenía nada en mente, aunque a Sam algo se le iba a ocurrir.— No sé aun, aunque de seguro pasare el 24 donde mi abuela con la familia de mi pa
— Claro que lo sentirás, solo espera que llegue el indicado que te robe el corazón, obviamente metafóricamente, Max — susurró en mi oído, esa voz me era conocida, me paralizo al sentir su brazo por mi hombro, miro a mi derecha encontrándose con nada más que Logan.— Si no llega nadie, me encargare personalmente de enamorarla—se señala.— Ha, Ha, Ha, que chiste más gracioso— río sarcásticamente— Casi me das un infarto, Logan— le doy un codazo sacándole todo el aire.— ¡Auch!— se queja tocando su estómago— ¿Con quién andas?— Con unos amigos— miro visualizando a los chicos y no lo veo.— Mmmm, y ¿Amigas?— reí asintiendo en respuesta, sin darme cuenta, Raúl tenía del br
(…)— Mamá, él es Raúl, un amigo, amigo, amigo— repitió tres veces"amigo"y duele. La mujer que es la copia original de Max, asiente y estrechan las manos— Y ellos son Logan, Leo, Emilio y me imagino que te acuerdas de Lola.Se saludan normal, al parecer su mamá solo sospecha de mí, y ¿Quién no?, si fui yo quien la trajo en una moto, su madre no deja de mirarme, si no mal recuerdo se llama Elizabeth.— Hija, el muchacho es muy guapo, ¿Por qué solamente amigos? — me aguante las ganas de reírme, al parecer ella no se dio cuenta de que la escuche.— ¡Mamá!, por favor, ya para— se sonroja de la vergüenza y se ve adorable, pero no, no puedo enamorarme de... de su manera de sonreír, sus ojos llenos de alegría y...Tengo que mantener mi mente fría, s
— Max Rivas —Raúl se había ido.Y fue tan extraño cuando me dio aquel beso en la frente, ni Sam me da besos en la frente.Y ese abrazo hasta poder oler su perfume también fue extraño.Pero, ¿Por qué me pidió perdón? Eso fue aún más extraño, él ni siquiera me había lastimado.Entre a la casa a buscarlo y note que no estaba su moto, eso solo significaba una cosa.Se había ido.Me senté a un lado de mi hermana en el sofá mediano color vino tinto que tenemos en la sala de la casa.— Y ¿Tu rubio de ojos lindos? — la mire con aquella mirada que sé que la intimida — Solo pregunto, no es para tanto — niego.— Se fue y no me dio razones — miro a otro lado.— Hora