Inicio / Romántica / ¿Cómo conocí a mi sugar Daddy? / 4. No sabía si debía presentarme a la cita.
4. No sabía si debía presentarme a la cita.

Cuando la puerta del despacho de Marius se abrió y la chica entró con esa forma de ser tan llena de Inocencia, él no pudo más que levantarse de su situación privilegiada tras la mesa y caminar hasta ella intentando calmarla. Había algo en esa mujer que le hacía querer tranquilizarla, querer que dejara de temerle y viera que podía confiar en él y que su relación podía ser más que solo el contrato que estaban por firmar.

— Noelia, no he dejado de pensar en volver a verte desde nuestra cita de ayer.—Tomó su mano y le dio un beso en el dorso de la mano para después guiarla hasta la silla frente al escritorio ante la atenta mirada de Matthew, había estado allí para firmar contratos parecidos con al menos 5 chicas más, años atrás, y jamás había visto a Marius perder su posición fría y autoritaria tras la mesa, aunque también era cierto que ninguna de las anteriores tenían esa expresión de cachorro asustado en la mirada que rogaba por ser calmada ni menos de 25 años.

— Yo estaba insegura, no sabía si debía de presentarme a la cita— Respondió ella un tanto tímida y, aunque estaba visiblemente sonrojada, pero la forma en que clavó su mirada en los ojos grises de Marius, no podía más que reflejar convicción, que reflejar mucho más poder del que parecía tener a simple vista.

—Pero aquí estás que es lo importante— se quedó absorto en su mirada un instante hasta que su mejor amigo y abogado carraspeó, recordándole que su tiempo era oro, literalmente — Bueno, cursas tu segundo año de derecho, así que supongo que sabes perfectamente cómo funcionan los contratos, puedes leerlo y preguntar lo que necesites, por eso sigue aquí mi abogado, para aclarar cualquier duda que tengas.

Era estar soñando o peor, estar dentro de una absurda comedia romántica en la tele, donde la protagonista encuentra por fin al mayor amor de su vida, quien la ayuda a salir de la pobreza y luego son inmensamente felices juntos. Pero ella tenía más que claro que en su caso no sería así. Ella solo quería el dinero que le hacía falta, y él solo quería ser el primero entre sus piernas, era un trato justo, no perdería tiempo fantaseando con más. Solo le quedaba una estúpida duda por responder.

¿Por qué todos los protagonistas masculinos eran ricos?

Porque sin duda su" Sugar Daddy" encajaba a la perfección en esos estúpidos clichés, y el abogado también, ya que sin duda sería su confidente, su mejor amigo. Se contuvo para no rodar los ojos ante sus propios pensamientos. El guionista de su comedia romántica no tenía mucha imaginación y estaba cargado de clichés.

— Si, gracias. Ten por seguro que preguntaré por todo lo que no me quede claro, como bien has dicho, estoy estudiando para ser abogada, pero hay cosas que se me escapan todavía.

— Por favor, no dude en preguntar lo que no entienda.

Dijo el abogado sin perder detalle de cada uno de los gestos de la chica, estaba visiblemente nerviosa, podía sentirlo al igual que observarlo, por lo que desvío la mirada a su amigo a quien vio observando a la misma joven de un modo en el que no lo había visto observar a ninguna de las otras chicas, estaba realmente emocionado con ella ¿Tan importante era para él que esta fuera virgen o tal vez era algo más que él no había logrado entender todavía? Desde que le comentó que esta vez probaría algo nuevo, con alguien sin experiencia.

— No se olvide en leer bien y marcar las casillas de las últimas hojas — Marius inclinó tras ella sin llegar a tocarla para murmurar en su odio— todo será para su disfrute y placer, quiero que tenga claro que no voy a hacerle daño.—Aseguró dejando que su aliento calentara la piel del cuello de la chica para luego separarse y caminar hasta el asiento que estaba frente a ella.

Noelia esperaba encontrarse a solas de nuevo con él, pero esta vez estaba acompañado de alguien más. Su abogado por lo que se veía. Si bien era cierto que estudiaba ella derecho, aún había muchas cosas que no sabía con referencia a los contratos, sobre todo a el tipo de contrato que estaba por firmar.

¿Dudas?

Tenía varias, empezando porque un hombre atractivo y guapo como él no buscaba tener una "relación normal." ¿Cuál era ese gran fallo que tenía? Porque debía tener uno y no ser capaz de encontrarlo a simple vista, la ponía más nerviosa.

Otra de sus dudas era ¿Qué esperaba realmente de ella? Aunque claro, nada de eso ponía en el dichoso contrato que estaba leyendo y si lo ponía no podía encontrarlo.

Tras un par de minutos se sentó en una de las sillas sin que se lo hubieran indicado.

Necesitaba estar tranquila y no había nada de malo que ella se sentará ¿o si?

Por si las dudas alzó su mirada, buscando en la expresión de cualquiera de los dos hombres alguna señal de desaprobación. No, ninguna, al menos que ella hubiera notado, por lo que procedió a volver a concentrarse en los papeles que tenía en la mano.

— No, no tengo ninguna duda. Salvó la del tiempo. ¿Es necesario que yo me mudé?

Era la única queja que ella tenía, no podía mudarse. Sin que su madre sufriera un colapso nervioso al no poder explicarle por qué tenía que mudarse a vivir con un hombre que le doblaba la edad.

Marius la dejó alejarse de él, sentarse y revisar el contrato tranquilo, cuando antes firmara antes sería suya. Frunció el ceño al escucharla, era algo que había especificado desde el primer momento.

— Es indispensable, pero no sé preocupe, por eso podemos llegar a un acuerdo tras el tiempo de prueba ¿Hay algo que le impida aceptar ese término? — Preguntó desconfiado buscando la mirada de ella para intentar adivinar lo que escondía.— Si es completamente libre y no tiene compromisos con nadie que más le da, además tendrá su propia habitación, su intimidad y quién la lleve hasta donde quiera cuando lo necesite.

Intentó calmarse y se sentó en uno de los sillones, tenía suerte de que todavía no había firmado porque se moría por castigarla después de cuestionar tantas veces lo único que le dejó claro desde el principio.

— Tengo una madre — alegó ella por fin viendo a ambos hombres, cuestionando con su mirada la única objeción que veía en un maldito contrato que sin lugar a duda estaba mal de principio a fin porque solo se había comprometido una m*****a quincena, no medio año.

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