Cuando la puerta del despacho de Marius se abrió y la chica entró con esa forma de ser tan llena de Inocencia, él no pudo más que levantarse de su situación privilegiada tras la mesa y caminar hasta ella intentando calmarla. Había algo en esa mujer que le hacía querer tranquilizarla, querer que dejara de temerle y viera que podía confiar en él y que su relación podía ser más que solo el contrato que estaban por firmar.
— Noelia, no he dejado de pensar en volver a verte desde nuestra cita de ayer.—Tomó su mano y le dio un beso en el dorso de la mano para después guiarla hasta la silla frente al escritorio ante la atenta mirada de Matthew, había estado allí para firmar contratos parecidos con al menos 5 chicas más, años atrás, y jamás había visto a Marius perder su posición fría y autoritaria tras la mesa, aunque también era cierto que ninguna de las anteriores tenían esa expresión de cachorro asustado en la mirada que rogaba por ser calmada ni menos de 25 años.— Yo estaba insegura, no sabía si debía de presentarme a la cita— Respondió ella un tanto tímida y, aunque estaba visiblemente sonrojada, pero la forma en que clavó su mirada en los ojos grises de Marius, no podía más que reflejar convicción, que reflejar mucho más poder del que parecía tener a simple vista.—Pero aquí estás que es lo importante— se quedó absorto en su mirada un instante hasta que su mejor amigo y abogado carraspeó, recordándole que su tiempo era oro, literalmente — Bueno, cursas tu segundo año de derecho, así que supongo que sabes perfectamente cómo funcionan los contratos, puedes leerlo y preguntar lo que necesites, por eso sigue aquí mi abogado, para aclarar cualquier duda que tengas.Era estar soñando o peor, estar dentro de una absurda comedia romántica en la tele, donde la protagonista encuentra por fin al mayor amor de su vida, quien la ayuda a salir de la pobreza y luego son inmensamente felices juntos. Pero ella tenía más que claro que en su caso no sería así. Ella solo quería el dinero que le hacía falta, y él solo quería ser el primero entre sus piernas, era un trato justo, no perdería tiempo fantaseando con más. Solo le quedaba una estúpida duda por responder.¿Por qué todos los protagonistas masculinos eran ricos?Porque sin duda su" Sugar Daddy" encajaba a la perfección en esos estúpidos clichés, y el abogado también, ya que sin duda sería su confidente, su mejor amigo. Se contuvo para no rodar los ojos ante sus propios pensamientos. El guionista de su comedia romántica no tenía mucha imaginación y estaba cargado de clichés.— Si, gracias. Ten por seguro que preguntaré por todo lo que no me quede claro, como bien has dicho, estoy estudiando para ser abogada, pero hay cosas que se me escapan todavía.— Por favor, no dude en preguntar lo que no entienda.Dijo el abogado sin perder detalle de cada uno de los gestos de la chica, estaba visiblemente nerviosa, podía sentirlo al igual que observarlo, por lo que desvío la mirada a su amigo a quien vio observando a la misma joven de un modo en el que no lo había visto observar a ninguna de las otras chicas, estaba realmente emocionado con ella ¿Tan importante era para él que esta fuera virgen o tal vez era algo más que él no había logrado entender todavía? Desde que le comentó que esta vez probaría algo nuevo, con alguien sin experiencia.— No se olvide en leer bien y marcar las casillas de las últimas hojas — Marius inclinó tras ella sin llegar a tocarla para murmurar en su odio— todo será para su disfrute y placer, quiero que tenga claro que no voy a hacerle daño.—Aseguró dejando que su aliento calentara la piel del cuello de la chica para luego separarse y caminar hasta el asiento que estaba frente a ella.Noelia esperaba encontrarse a solas de nuevo con él, pero esta vez estaba acompañado de alguien más. Su abogado por lo que se veía. Si bien era cierto que estudiaba ella derecho, aún había muchas cosas que no sabía con referencia a los contratos, sobre todo a el tipo de contrato que estaba por firmar.¿Dudas?Tenía varias, empezando porque un hombre atractivo y guapo como él no buscaba tener una "relación normal." ¿Cuál era ese gran fallo que tenía? Porque debía tener uno y no ser capaz de encontrarlo a simple vista, la ponía más nerviosa.Otra de sus dudas era ¿Qué esperaba realmente de ella? Aunque claro, nada de eso ponía en el dichoso contrato que estaba leyendo y si lo ponía no podía encontrarlo.Tras un par de minutos se sentó en una de las sillas sin que se lo hubieran indicado.Necesitaba estar tranquila y no había nada de malo que ella se sentará ¿o si?Por si las dudas alzó su mirada, buscando en la expresión de cualquiera de los dos hombres alguna señal de desaprobación. No, ninguna, al menos que ella hubiera notado, por lo que procedió a volver a concentrarse en los papeles que tenía en la mano.— No, no tengo ninguna duda. Salvó la del tiempo. ¿Es necesario que yo me mudé?Era la única queja que ella tenía, no podía mudarse. Sin que su madre sufriera un colapso nervioso al no poder explicarle por qué tenía que mudarse a vivir con un hombre que le doblaba la edad.Marius la dejó alejarse de él, sentarse y revisar el contrato tranquilo, cuando antes firmara antes sería suya. Frunció el ceño al escucharla, era algo que había especificado desde el primer momento.— Es indispensable, pero no sé preocupe, por eso podemos llegar a un acuerdo tras el tiempo de prueba ¿Hay algo que le impida aceptar ese término? — Preguntó desconfiado buscando la mirada de ella para intentar adivinar lo que escondía.— Si es completamente libre y no tiene compromisos con nadie que más le da, además tendrá su propia habitación, su intimidad y quién la lleve hasta donde quiera cuando lo necesite.Intentó calmarse y se sentó en uno de los sillones, tenía suerte de que todavía no había firmado porque se moría por castigarla después de cuestionar tantas veces lo único que le dejó claro desde el principio.— Tengo una madre — alegó ella por fin viendo a ambos hombres, cuestionando con su mirada la única objeción que veía en un maldito contrato que sin lugar a duda estaba mal de principio a fin porque solo se había comprometido una m*****a quincena, no medio año.Las relaciones no debían de ser así, pero dejaría ese tipo de cuestiones cuando tuviera el dinero suficiente como para ponerse moralista, pero no podían obligarla a firmar algo que tal vez le traería consecuencias luego.— Ella es la razón por la que me opongo a mudarme. —No esperaba que esos dos hombres ahí frente a ella comprendieran sus motivos o el apego que tenía hacia su madre.— Puedo y acepto cada uno de los término, estar a su disposición siempre que quiera en el lugar que indique.— No me sirves si no vives conmigo.—Negó levantándose, de su sillón, para qué perder el tiempo con alguien que ni siquiera entendía sus términos — Lo único que siento es que me hayas hecho perder el tiempo cuando lo dejé muy claro desde el principio.—Tomó el contrato y volvió a guardarlo en la carpeta exasperada, odiaba que le llevaran la contraria, pero sobre todo que las cosas no salieron exactamente como quería — Encantado Noelia, puedes marcharte, creo que no logramos entendernos y yo, sinceram
Noelia solo deseaba marcharse y estar a algunos metros de distancia de ese sujeto engreído. ¿Quién decía metros? Tal vez kilómetros, pero su escape fue frustrado por ese mismo hombre del cual deseaba escapar. Era tenerlo cerca y sentirse nerviosa, y lo peor con el rostro caliente, roja, era así como debía estar la piel de su cara— ¿Comer...?Ahora que lo pensaba, ella no había comido en todo el día, por lo que hacerlo le parecía lo más apropiado, además, había firmado estar con él por quince días y comportarse como su amante.— No creo que tenga ropa de mi gusto y talla entre su ropa — respondió sarcástica por su última afirmación, aunque sí él le compraba ropa, eso le ahorraría tener que empacar nada de su casa, igual tras esos quince días podría donar esa misma ropa a una tienda de segunda mano y así imaginar y pensar que nada de eso había ocurrido, no guardar recuerdo alguno sería lo mejor para ella y su estabilidad mental después de aquello.Aunque la ausencia de su virginidad sí
— Encantada Noelia — La mujer tenía algo de acento francés también, pero no tan marcado como él, le dedicó una sonrisa sincera a la chica que le abrió la puerta — Por cierto, lo que me pidió.— Perfecto, llévanos al centro comercial más cercano, al campus universitario de la universidad de derecho.Marius esperó a que la chica subiera al coche para después subir tras ella y fue cuando Brigitte cerró la puerta, luego dio la vuelta para volver al asiento del conductor y arrancar en dirección a su destino.— Me tomé el atrevimiento de traer un regalo para ti.— sonrió malicioso y subió la ventanilla que comunicaba el asiento del conductor con la parte de atrás de la limusina para tener más intimidad — aunque tu regalo se convertirá en tu castigo.—Tras eso le dio el paquete envuelto en un bonito papel de regalo y espero a la reacción de la chica.— ¿Un regalo para mí? — mencionó tratando evitar que notará la emoción en su voz, sobre todo tras escuchar lo último que había dicho sobre que se
— Marius...Noelia dijo el nombre del francés en un susurro al verlo arrodillarse frente a ella, jamás creyó desear ver a un hombre así arrodillado entre sus piernas, sobre todo cuando hacía un poco menos de un mes que criticaba la película más popular de Netflix, donde la protagonista disfrutaba de despertar con la cabeza de su amante entre sus piernas, pero ahora que ella era esa protagonista y que Marius la tocaba haciéndola gemir, era diferente, en ese instante debía tragarse sus palabras.Relajó su cuerpo, disfrutando de su toque, eso sí, trataba de no cerrar los ojos, de no perder detalle, sobre todo, descubrió algo que le encantó y fue ver las pupilas de Marius pasar de un gris pálido a convertirse en mercurio líquido y era por ella, porque lo excitaba jamás se había descubierto excitando a un hombre de ese modo, pero mucho menos deseando ver lo que veía reflejada en la expresión aristocrática de su benefactor.— Si por favor... Enséñame — gimió, con descaro, recordándose que n
— Señor Lorraine que agradable volver a verlo, no sabía que estaba de nuevo en la ciudad.— Llegué hace tan solo una semana.—Explicó con una suave sonrisa que no parecía realmente genuina, más bien parecía fingida… amabilidad que tenía tan ensayada que era difícil notarla, a no ser que su interlocutor lo conociera muy bien.— Y muy bien acompañado, como siempre.—El hombre no dudó en barrer exhaustivamente con la mirada, de arriba a abajo el cuerpo de la chica hasta que Marius carraspeó y lo fulminó con la mirada por descarado, provocando la posesividad del francés, él era el único que tenía derecho a aquello, a repasarla de ese modo.— ¿Su mesa de siempre?— Esa será perfecta, pero no hace falta que nos acompañe, yo mismo conozco el camino.Y antes de que pudiera responder, llevó un brazo tras la cintura de la joven, acercándola levemente a su cuerpo y haciéndola caminar hasta una de las mesas del fondo, la que estaba justo al lado del ventanal que daba a los campos.— Ese imbécil...—
— Resolveré su problema cuanto antes.Y justo en el instante en que un camarero se acercó a ellos con la comida, el hombre se disculpó amablemente y caminó en dirección al maitre con quién desapareció del comedor.Ella llevó una de sus manos entre las piernas, por encima de la falda, en un intento por parar las vibraciones que empezaban a hacerle querer moverse de un lado a otro, estando todo lo quieta que podía, pero cuánto más se removía, más intensa se volvía la estimulación.¿En serio creía que ella sería capaz de hacerle una pregunta en ese momento? Sí le costaba no ponerse a gemir ahí mismo como una maldita gata en celo.Definitivamente, tenía que calmarse, tratar de controlarse, recordar que se había comprometido a hacer cualquier cosa que a ese hombre le complaciera, por un tiempo, limitado, solo dos semanas y si quería que él la tomara antes y largarse con sus 400.000 debía acceder y hacer que Marius la desearla.La única pregunta que se le venía a la mente era una que podría
Ella no podía aceptar sus palabras, porque no podría estar con nadie solo por dinero. El dinero estaba bien, pero no lo era todo, sobre todo si ella podría conseguirlo con sus propios medios. Tal vez era absurdo que estuviera respaldando esa idea en la situación en la que se encontraba, pero tenía claro que aquello era algo puntual y sus relaciones después de él serían normales.— Yo jamás podría estar con nadie sin sentir amor, tampoco es que me enorgullezca de estar haciendo lo que hago ahora. Yo me quedaría con alguien, aunque no tuviera dinero, si me viera, me amara y me ayudara en medida de sus posibilidades a formar un futuro juntos.—Rebatió ella tras ver al camarero marcharse y tomando de la copa tal y como él le había dicho.—Por eso no creo poder estar contenta con un contrato tan largo, no me sentiría a gusto fingiendo sentir por ti lo que pides — soltó un suspiro tras decirlo.— ¿Es que acaso en algún punto del contrato puso que no podías enamorarte, o yo de ti? Que no haya
—Sé que te prometí llevarte de compras para que tuvieras cualquier cosa que necesites, pero hoy soy yo quien necesita más de ti — Aseguró Marius una vez llegaron a su apartamento, un enorme ático en el centro mismo del Upper East Side, uno de los barrios más exclusivos de Nueva York— Hueles tan bien — se posicionó a la espalda de Noelia y la abrazó por detrás dejando que sintiera el calor de su cercanía, mientras besaba delicadamente su cuello y se embriagaba con el aroma de la chica.Por fin estaban a solas y en su casa. Llevó una mano a su rostro y le tapó los ojos para que no pudiera ver absolutamente nada hasta que él así lo quisiera, quería maravillarse con su expresión, tal y como se había maravillado hasta el momento con cada una de las reacciones de esa jovencita que tenía entre sus brazos.—Está bien, dónde quieras ir, yo iré contigo, esa es mi obligación —Ella se dejó cubrir los ojos, ese hombre tenía un extraño poder sobre su persona que la hacía desear complacerlo en casi