9. ¿Su mesa de siempre?
— Señor Lorraine que agradable volver a verlo, no sabía que estaba de nuevo en la ciudad.

— Llegué hace tan solo una semana.—Explicó con una suave sonrisa que no parecía realmente genuina, más bien parecía fingida… amabilidad que tenía tan ensayada que era difícil notarla, a no ser que su interlocutor lo conociera muy bien.

— Y muy bien acompañado, como siempre.—El hombre no dudó en barrer exhaustivamente con la mirada, de arriba a abajo el cuerpo de la chica hasta que Marius carraspeó y lo fulminó con la mirada por descarado, provocando la posesividad del francés, él era el único que tenía derecho a aquello, a repasarla de ese modo.

— ¿Su mesa de siempre?

— Esa será perfecta, pero no hace falta que nos acompañe, yo mismo conozco el camino.

Y antes de que pudiera responder, llevó un brazo tras la cintura de la joven, acercándola levemente a su cuerpo y haciéndola caminar hasta una de las mesas del fondo, la que estaba justo al lado del ventanal que daba a los campos.

— Ese imbécil...—
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