La impotencia y la frustración abrumaban a Mathew, pesando sobre sus hombros como una losa. Observaba la escena con desesperanza, sin saber cómo actuar o qué sentir, mientras la policía parecía indiferente a la situación. Él no podía quedarse de brazos cruzados, deseaba desesperadamente correr hacia allí y rescatar a sus seres queridos, pero el miedo lo paralizaba. Cada latido de su corazón aumentaba su ansiedad, mientras pensaba en su hija, la niña que había descubierto que era suya hace apenas unos meses. Noelia, su propia sangre, estaba en peligro y Armand el hijo que apenas empezaba a conocer. Mathew se sentía impotente ante la situación.Y no era para menos, la situación era diferente a la que había vivido meses atrás. En aquel entonces, no sabía que Noelia era su hija, solo la novia de su mejor amigo, pero ahora la situación era completamente distinta. No solo era la prometida de Marius, sino su propia hija, su propia sangre la que estaba en peligro.La angustia se multiplicab
Con la vista borrosa, Armand pudo ver a Noelia arrodillarse junto a Mathew, mirando ansiosamente su rostro en busca de señales de vida. El sonido de su propia respiración era lo único que llenaba sus oídos, y se preguntaba si alguna vez volvería a oír algo más allá de ese ruido.Intentó moverse de nuevo, pero las fuerzas lo abandonaron, dejándolo desfallecido en el suelo, mientras su mente luchaba por mantenerse despierta y no caer en la oscuridad.El chico cayó de rodillas mientras los agentes se llevaban a Eloise y James a los coches patrulla, aún así, Dubois tenía una enorme sonrisa dibujada en el rostro..Los agentes se movían rápidamente para llevarse a los detenidos. A pesar de todo, Dubois seguía sonriendo con satisfacción, finalmente había logrado su venganza contra su enemigo, el hombre que le había arrebatado a Violet. Armand intentó levantarse, pero sus fuerzas se agotaron y cayó de nuevo, sintiendo la humedad del suelo calando en su ropa. Miró en dirección a Mathew, quien
El sonido de las campanas empezó a escucharse en la lejanía, indicando que el carruaje de la novia estaba cerca. Las flores del jardín ondeaban con la brisa suave, creando una atmósfera de ensueño.El camino estaba bordeado por árboles majestuosos y exuberantes, cuyas hojas creaban sombras danzantes sobre el suelo. Las flores, en un arcoíris de colores, iluminaban el paisaje con su belleza. Todo estaba preparado ya para recibir a la novia, desde el arco decorado con flores hasta las sillas dispuestas en perfectas filas para los invitados.El jardín central de la mansión estaba perfectamente arreglado para la ocasión, con una alfombra blanca extendida desde la entrada del carruaje hasta el altar. Las mesas estaban decoradas con elegantes centros de mesa de cristal y flores frescas, que desprendían una fragancia delicada y suave en el aire. La luz del sol se filtraba a través de los árboles y creaba un juego de sombras y luces que daba un toque mágico y romántico al ambiente. Cuando
Noelia se encontraba sentada en uno de los cómodos sillones del jardín de la imponente mansión de los Lorraine. No podía evitar sentirse un poco abrumada por la belleza del lugar, pero también agradecida por la cálida acogida que había recibido de Marius y su familia desde que comenzaron su relación.Hacía apenas un par de años que Noelia había tenido que preocuparse por cada centavo para pagar la renta de su modesto apartamento y mantener su beca universitaria. Ahora, sin embargo, se encontraba disfrutando de la tranquilidad y la comodidad de la vida de lujo que Marius podía ofrecerle.A pesar de ello, Noelia no había olvidado sus raíces y seguía trabajando duro para mantener su independencia económica y su carrera profesional. Pero en ese momento, mientras disfrutaba del sol de la tarde y la belleza del jardín, se permitió el lujo de simplemente relajarse y disfrutar del momento presente.No obstante, aunque Noelia solía decir que no creía en los cuentos de hadas, en ese momento se s
Ella observaba la puerta de aquel restaurante nerviosa, ni siquiera sabía qué hacía ahí, bueno si lo sabía, pero no entendía cómo había llegado tan lejos, como lo que pareció una medida desesperada y una solución nada meditada, ahora parecía volverse real ante sus ojos.Apenas tenía 19 años, cero experiencia con los hombres y estaba a punto de negociar con su dignidad, con su cuerpo y, lo peor de todo, su virginidad en una cita concertada por su mejor amiga en un prestigioso restaurante francés en el que seguro, un refresco costaba lo mismo que su sueldo de una semana entera en la cafetería.«Tienes demasiadas deudas» fue lo que le respondió la voz de su conciencia, quién en ese instante hablaba en su cabeza, se suponía que la conciencia estaba para evitar que alguien se equivocara, pero en su caso, tenía más que claro, que su conciencia quería que metiera la pata hasta el fondo, ni siquiera ella pretendía disuadirla.Su madre trabajaba de sol a sol y estaban a punto de quitarles la c
Marius la observaba gratamente sorprendido, una de las cosas que más le había llamado la atención era la ausencia de fotografía, o era muy fea o muy tímida, ¿Pero qué tan fea podía ser una mujer de 19 años? No conocía a ninguna que realmente lo fuera, cargada de complejos si.Tal vez le sobraban unos kilos, tal vez tenía pecas, algunas mujeres se acomplejaban por eso, cuando a él le parecían terriblemente sexis, o quizá gafas, las chicas con gafas tenían su punto también, una cierta aura que las hacía parecer serías e intelectuales. Pero lo que estaba claro, era que a sus 38 años ninguna mujer de 19 le parecería fea, así que posiblemente fuera la otra opción, era tímida y eso sin duda sería un punto a su favor porque a él le encantaban tímidas.Era realmente hermosa y aunque prefería no toparse con otra chica aprovechada y asidua a los múltiples regalos y la vida alegre, tampoco entraba en sus planes sentir que estaba aprovechándose de ella.No era la primera vez que buscaba a sus ama
A pesar de ser un noble francés, a Marius, le gustaba permanecer por largas temporadas en Nueva York, solía pasar la mitad del año en el viejo continente y la otra mitad en América, esa era una de las razones por las que buscaba una nueva chica cada vez que regresaba, una con la que convivir por el medio año que permanecería en la ciudad, no tenía tiempo para perderlo fingiendo interés por varias hasta encontrar alguien a quien él le gustará del mismo modo en el que ella lo hacía, tener citas y que antes de darse cuenta tuviera que volver a su país para perder el contacto y empezar de cero.Otra de las razones por la que le gustaba pagar por compañía, era que allí a él no lo conocía nadie, tal vez alguna de las hermosas modelos y actrices que había operado fueran famosas y tuviera cierto nombre entre la élite por su excelente trabajo como cirujano plástico, pero sin duda, no era un personaje público y podía moverse con chicas jóvenes y guapas sin salir en ningún tipo de prensa de coti
Cuando la puerta del despacho de Marius se abrió y la chica entró con esa forma de ser tan llena de Inocencia, él no pudo más que levantarse de su situación privilegiada tras la mesa y caminar hasta ella intentando calmarla. Había algo en esa mujer que le hacía querer tranquilizarla, querer que dejara de temerle y viera que podía confiar en él y que su relación podía ser más que solo el contrato que estaban por firmar.— Noelia, no he dejado de pensar en volver a verte desde nuestra cita de ayer.—Tomó su mano y le dio un beso en el dorso de la mano para después guiarla hasta la silla frente al escritorio ante la atenta mirada de Matthew, había estado allí para firmar contratos parecidos con al menos 5 chicas más, años atrás, y jamás había visto a Marius perder su posición fría y autoritaria tras la mesa, aunque también era cierto que ninguna de las anteriores tenían esa expresión de cachorro asustado en la mirada que rogaba por ser calmada ni menos de 25 años.— Yo estaba insegura, no