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6. Te llevaré donde tú quieras.

Noelia solo deseaba marcharse y estar a algunos metros de distancia de ese sujeto engreído. ¿Quién decía metros? Tal vez kilómetros, pero su escape fue frustrado por ese mismo hombre del cual deseaba escapar. Era tenerlo cerca y sentirse nerviosa, y lo peor con el rostro caliente, roja, era así como debía estar la piel de su cara

— ¿Comer...?

Ahora que lo pensaba, ella no había comido en todo el día, por lo que hacerlo le parecía lo más apropiado, además, había firmado estar con él por quince días y comportarse como su amante.

— No creo que tenga ropa de mi gusto y talla entre su ropa — respondió sarcástica por su última afirmación, aunque sí él le compraba ropa, eso le ahorraría tener que empacar nada de su casa, igual tras esos quince días podría donar esa misma ropa a una tienda de segunda mano y así imaginar y pensar que nada de eso había ocurrido, no guardar recuerdo alguno sería lo mejor para ella y su estabilidad mental después de aquello.

Aunque la ausencia de su virginidad sí que le sería difícil de pasar por alto, pero no pensaría en eso, en esos momentos, tampoco es que tuviera a alguien más a quien quisiera dársela, porque nadie le había provocado las ganas que tenía que él la volviera a besar.

— ¿Entonces me llevarías a comprar ropa después de comer?

— Te llevaré donde tú quieras, tengo la tarde libre para ti, no es algo que pueda hacer todos los días, pero intentaré que podamos pasar el mayor tiempo juntos si voy a tener tan poco para disfrutarte.

Acarició el grácil y perfecto cuello de la chica con la nariz e inhaló el aroma que desprendía, sería muy difícil esperar a terminar las dos semanas para follarla, pero era un reto personal, ella debía desearlo tanto que cuando el periodo de prueba terminara ni siquiera contemplara la posibilidad de abandonarlo.

Marius, alzó la mirada otra vez para cruzarse con la de ella y esos ojos azules que a pesar de tener un color frío no le transmitían frialdad sino calidez, una calidez que no podía explicar.

— Me encantas Noelia — confesó contra su boca, podía sentir las ganas que la joven tenía de ser besada, era un experto en mujeres y sus deseos y aun así no lo haría, le rozó levemente los labios a penas, pudo notarlo y se desvió a su mejilla dejando un beso en esta.

Noelia no podía controlar sus emociones, mucho menos sus deseos, era consciente de que a su edad era todo un logro seguir virgen, muchas de sus amigas habían perdido su virginidad siendo aún más jóvenes.

El problema era que ningún chico de su edad lograba ponerle, ni despertarle, ningún interés sexual, tal vez morboso que la llevó a más de una ocasión a hacerle preguntas indiscretas a sus amigos varones.

Pero hasta ahí era toda la experiencia que tenía en el tema de sexo y chicos, hasta que Eloise la convenció de hacer ese perfil en la página de Sugar y conoció a Marius quien no solo la desesperaba, también erizaba su piel con su cercanía y por dios que cerro sus ojos al ver que acercaba su rostro al suyo, esperando ese beso que tanto quería que volviera a darle.

— Vamos, debo castigarte por tu desconfianza — aseguró tomándola de la mano y tirando de ella mientras con la otra se llevaba el teléfono móvil al oído.— Brigitte vamos a salir. — fue lo último que dijo antes de pasar una mano tras la cintura de la joven para hacerla entrar delicadamente en el ascensor, acompañando su movimiento con ese grácil, pero dominante gesto.— Por cierto no me llames Daddy, lo odio, soy Marius, solo Marius, aunque en ocasiones tal vez te haga llamarme señor — sonrió ladino imaginándola arrodillada mientras se sometía a él — pero por ahora Marius está bien.

Ella se quedó deseando ese beso, casi saboreándolo, pero no ocurrió, lo único que recibió fue un beso en la mejilla y la advertencia de que no le llamara Daddy.

Que no la besara no solo la hizo enrojecer sino también enfadar un poco ¿Qué le costaba besarla? Aunque el enfado real vino cuando recordó que antes de pedirle que no le llamara Marius él mencionó castigarla por desconfiar, la culpa era de él, quien la había engañado ampliando el contrato a 6 meses más de los cuales no habían hablado.

Aun así, en esta ocasión, se mantuvo callada y muy, muy obediente caminando a su lado, pensando en que hacer para cobrarlas luego.

"Tal vez un papi Marius sí que le gustaría que le dijera y si no que se jodiera, por frustrarla, por hacerla desear un beso que no llegó"

— Ya que has dicho que me llevarás dónde quiera, deseo comer hamburguesas con muchos aros de cebolla y papas fritas.

— ¿Pensaba llevarte al club y tú eliges una hamburguesería? — a pesar de decir aquello sonrió ladino, sería aún más interesante hacerla avergonzarse con gente de la alta sociedad, era divertido, pero donde había otros chicos y chicas de su edad, todavía se le antojaba un mejor plan.— Entonces eso tendrás.

— Espera yo no quiero ir a comer cerca del lugar donde estudió — por supuesto que Noelia deseaba separar su vida diaria de lo que ocurriría siendo una sugar baby, no necesitaba habladurías con sus compañeros ni que nadie la juzgara o se enterara de lo que estaba haciendo.

Abandonaron el edificio por la puerta principal donde una limusina los esperaba y de ella salió una mujer vestida con un impecable uniforme negro de chófer, ajustado a sus curvas, era una prenda muy masculina, pero que a aquella mujer, también un tanto masculina le quedaba realmente sexy, o eso pensó Noelia al verla.

— Te presentó a Brigitte, será tu chófer, acompañante y guardaespaldas, ella te llevará donde quieras, cuando quieras. —La mujer de entre 30 y 35 años, como mucho, no medía más de 1,65 y era bastante delgada, incluso delicada, cualquiera que la viera se reiría ante la idea de que ella pudiera proteger a alguien, pero Marius la había visto reducir a hombres que hacían el doble que ella en segundos.— Ella es Noelia, estará con nosotros un tiempo, esperemos que sea mucho.

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