—Tu mamá nunca se casó, por lo que quizás no vea bien que tú lo hagas.—Lo sé nana, pero según ella, no se casó por nosotros, porque nunca quiso que tuviéramos un padrastro.—Es que ya sabes, hay muchas historias sobre los padrastros, ustedes eran pequeños, y ella no quería exponerlos a un peligro.—Pero es irónico, los peligros siempre estaban presentes, ella estaba tan concentrada en su trabajo, que no tenía tiempo de cuidarnos.—Tu madre tomo algunas decisiones equivocadas, sin embargo, se esforzó para que no les faltara nada mi niña.Anaís asintió.—Pero creo que ella no debió cerrarse la oportunidad de amar otra vez, de seguro tampoco hubiera cometido ese error.—Carmen le prometió a tu padre, que si él moría primero, ella no iba a casarse otra vez, porque lo esperaría a que fuera resucitado y casarse de nuevo.—Ella se molestó conmigo.—¿Otra vez? Ja, ja, ja, eso no es raro —respondió la mujer—. Raro fuera si no estuviera molesta contigo, y ¿por qué fue esta vez?—Le pregunté si
Los novios pasaron los siguientes meses con la agenda apretada, tenían mucho que atender, el trabajo, la familia y su relación.Anaís había logrado exportar su línea de productos hacia países cercanos, como Colombia y Brasil, gracias a qué la receptividad en el país fue un total éxito y estos empezaron a hacer solicitudes de pedidos.Luego de unos largos preparativos, la Torre Eiffel brillaba majestuosa en la noche parisina, iluminada por miles de luces que la hacían resplandecer como una joya preciosa.En un elegante salón de eventos en el corazón de la Ciudad del Amor, se celebraba una boda tan especial como única. Anaís Tatis y Gerald Garnier, rodeados de familiares y amigos, se preparaban para decir sus votos frente al altar decorado con rosas blancas y velas titilantes.—Ahí viene la novia —anuncio uno de los presentes, así que todos tomaron asientos, las puertas se abrieron y entraron primero los niños vestidos con elegancia, Kelvin sonreía feliz, emocionado de presenciar la boda
La habitación del hotel estaba decorada con pétalos de rosa, velas encendidas y una suave música de fondo. Y la luz tenue de las velas danzaba suavemente en la habitación, iluminando los rostros de los recién casados con un brillo cálido y acogedor. Ella lo miraba con ojos llenos de amor y deseo, su corazón latiendo fuertemente en su pecho mientras él se acercaba lentamente, con una sonrisa encantadora en sus labios.Anaís estaba sintiendo mariposas en el estómago y Gerald también la miraba con amor y ternura, sus manos temblaban ligeramente al tomar las suyas, sintiendo la electricidad de su contacto.Él la atrajo suavemente hacia sí, sintiendo cómo su cuerpo respondía de inmediato a su cercanía, anhelando sus caricias y sus besos. Acaricio suavemente su rostro y sus labios se encontraron en un beso dulce y apasionado, sus lenguas explorando con avidez el sabor y la textura del otro.Ella suspiró contra sus labios, permitiéndose perderse en la calidez de su abrazo, en la seguridad
¿Fin? Quizás se estén preguntando eso, y digan que no es posible, y sí, tienen razón, no es el fin aún, porque ahora nace una nueva generación, una nueva historia, acaso existe él, ¿vivieron felices por siempre, como dicen los cuentos? Bueno, podría decir que si existe, veamos una cosa primero y es que todo depende de cada uno en la relación, todo está en dejar que el amor sea parte de ella, y no permitir que la monotonía nos mate en el acto.Pero ¿qué pasa cuando llegan los hijos? El trabajo en la pareja ahora es el doble, ya que se deben incluir nuevas responsabilidades y ajustarse a una nueva dinámica familiar.Dónde ahora es más importante mantener la comunicación abierta, el respeto mutuo y el amor en todo momento.Los hijos son el fruto del amor entre dos personas, y es fundamental seguir cultivando ese amor para que la relación perdure.Así que, teniendo eso presente, es él ¿fin? No, definitivamente no. La historia continúa, se transforma, evoluciona. Cada etapa de la vida de u
Habían pasado un tiempo después de la boda de Anaís y Gerald, ellos habían pasado meses en París, donde compartieron con los padres y el abuelo de él, después regresarían a Venezuela.—Mocoso, como me alegra ver que has encontrado a alguien que te ame de verdad. Tu abuela y yo también éramos muy cercanos en nuestra juventud.—¡Gracias, abuelito! Gerald es un hombre maravilloso —dijo Anaís.—¡Claro que lo es! Se nota que le ponen mucho empeño en su relación. Pero recuerden que hay que asegurarse de que el barco navegue tranquilo en aguas turbulentas.—Sí, abuelo, tratamos de mantener la armonía en nuestro hogar.—Eso es genial, chicos, así que no olviden que a veces es necesario ajustar bien las velas para que el viento sople en la dirección correcta. La navegación en pareja puede ser desafiante, pero también muy gratificante.—Entendido, abuelito. Siempre tratamos de superar juntos los obstáculos que se presenten.—Así me gusta, con determinación y fuerza. Y recuerden, la navegación a
Anaís salió del consultorio médico con una sonrisa radiante en el rostro. En un principio había apartado la cita, porque tenía días que se sentía mal y pensó que podría ser el estrés, ya que ahora tenía la fundación. Sin embargo, había recibido la mejor noticia de su vida: estaba embarazada y ya tenía dos meses. Llenándose de emoción y ansias por compartir la maravillosa noticia con su esposo, Gerald, decidió hacerle un regalo especial para darle la noticia. —¿Qué? —Evelyn dio un grito en cuanto escuchó la noticia. Anaís tuvo que alejar el celular de su oído. —Loca, no grites, dame alguna sugerencia. —Estoy emocionada, mi Kelvito tendrá una hermanita, porque me quito el nombre si nace varón. —ja, ja, ja, aún no sabemos lo que será, mejor dime qué opción es mejor. —Hay tantas ja, ja, ja. —Lo sé, por eso se me hace difícil cuál es la mejor para darle la sorpresa. Después de hablar con su amiga y de regreso a su casa, Anaís envolvió una pequeña caja y dentro colocó la
La llegada de Noemí, alegro el corazón de Blaise Garnier, estaba como un niño brincando en un pie, de la alegría que sentía. —Mocoso, has dado en el blanco y me has regalado la bisnieta más hermosa —dijo el anciano contemplando a la pequeña que dormía. —Mi puntería no podía fallar —respondió Gerald llevándole el juego a su abuelo. —Es que si fallabas, empezaría a dudar que fueras un Garnier. —¡Abuelo!, ¿cómo puedes decir algo así? —Exclamo Gerald un poco a la defensiva. —¿Qué? Es verdad lo que estoy diciendo, quizás te cambiaron en el hospital cuando naciste —Blaise se giró y miro a su nieto y lo señalo con el dedo índice—. ¿Qué porquería pensaste?, acaso, ¿crees que estoy insinuando que tu madre fue infiel?, ¿es eso? ¿Eh? —Por supuesto que no —mintió Gerald a la vez que suspiro aliviado. —Jamás dudaría de mi nuera, es una mujer de principios y sabe apreciar la lealtad, pero bueno volviendo al tema, veo que eres un Garnier, no hay duda de eso, así que no te cambiaron en el hospi
—¿Qué paso? —Fanny corrió al ver a Kelvin que traía a Alessia. —Solo es un raspón, se cayó mientras se acercaba a dónde estábamos, tía.—Alessia varias veces te he dicho que tengas cuidado al correr, ven, te voy a desinfectar esa herida.—Eso va a doler mamá —la niña hizo un puchero.—Pero es necesario.—Tranquila nena, eso no va a doler —Evelin la tranquilizó.Después que Fanny le colocará una cura en la rodilla, Alessia paso la tarde jugando con Kelvin, pero al darse cuenta de que Rebeca no apareció por ningún lado, decidió ir a buscarla.—Tía, ¿dónde está Rebe?—Creo que está en su habitación, de seguro se quedó dormida, ha tenido mucho trabajo del liceo.—Voy a buscarla para que juegue conmigo.—Alessia, déjala descansar, además nos vamos en unos minutos, ya tu padre viene en camino.—Ok ma, solo quiero ver qué hace y me despido de ella. Alessia, al llegar a la planta alta, entro en el cuarto de su amiga sin tocar la puerta, algo que tenía por costumbre.—¡Rebe! Rebeca, que es