¿Fin? Quizás se estén preguntando eso, y digan que no es posible, y sí, tienen razón, no es el fin aún, porque ahora nace una nueva generación, una nueva historia, acaso existe él, ¿vivieron felices por siempre, como dicen los cuentos? Bueno, podría decir que si existe, veamos una cosa primero y es que todo depende de cada uno en la relación, todo está en dejar que el amor sea parte de ella, y no permitir que la monotonía nos mate en el acto.Pero ¿qué pasa cuando llegan los hijos? El trabajo en la pareja ahora es el doble, ya que se deben incluir nuevas responsabilidades y ajustarse a una nueva dinámica familiar.Dónde ahora es más importante mantener la comunicación abierta, el respeto mutuo y el amor en todo momento.Los hijos son el fruto del amor entre dos personas, y es fundamental seguir cultivando ese amor para que la relación perdure.Así que, teniendo eso presente, es él ¿fin? No, definitivamente no. La historia continúa, se transforma, evoluciona. Cada etapa de la vida de u
Habían pasado un tiempo después de la boda de Anaís y Gerald, ellos habían pasado meses en París, donde compartieron con los padres y el abuelo de él, después regresarían a Venezuela.—Mocoso, como me alegra ver que has encontrado a alguien que te ame de verdad. Tu abuela y yo también éramos muy cercanos en nuestra juventud.—¡Gracias, abuelito! Gerald es un hombre maravilloso —dijo Anaís.—¡Claro que lo es! Se nota que le ponen mucho empeño en su relación. Pero recuerden que hay que asegurarse de que el barco navegue tranquilo en aguas turbulentas.—Sí, abuelo, tratamos de mantener la armonía en nuestro hogar.—Eso es genial, chicos, así que no olviden que a veces es necesario ajustar bien las velas para que el viento sople en la dirección correcta. La navegación en pareja puede ser desafiante, pero también muy gratificante.—Entendido, abuelito. Siempre tratamos de superar juntos los obstáculos que se presenten.—Así me gusta, con determinación y fuerza. Y recuerden, la navegación a
Anaís salió del consultorio médico con una sonrisa radiante en el rostro. En un principio había apartado la cita, porque tenía días que se sentía mal y pensó que podría ser el estrés, ya que ahora tenía la fundación. Sin embargo, había recibido la mejor noticia de su vida: estaba embarazada y ya tenía dos meses. Llenándose de emoción y ansias por compartir la maravillosa noticia con su esposo, Gerald, decidió hacerle un regalo especial para darle la noticia. —¿Qué? —Evelyn dio un grito en cuanto escuchó la noticia. Anaís tuvo que alejar el celular de su oído. —Loca, no grites, dame alguna sugerencia. —Estoy emocionada, mi Kelvito tendrá una hermanita, porque me quito el nombre si nace varón. —ja, ja, ja, aún no sabemos lo que será, mejor dime qué opción es mejor. —Hay tantas ja, ja, ja. —Lo sé, por eso se me hace difícil cuál es la mejor para darle la sorpresa. Después de hablar con su amiga y de regreso a su casa, Anaís envolvió una pequeña caja y dentro colocó la
La llegada de Noemí, alegro el corazón de Blaise Garnier, estaba como un niño brincando en un pie, de la alegría que sentía. —Mocoso, has dado en el blanco y me has regalado la bisnieta más hermosa —dijo el anciano contemplando a la pequeña que dormía. —Mi puntería no podía fallar —respondió Gerald llevándole el juego a su abuelo. —Es que si fallabas, empezaría a dudar que fueras un Garnier. —¡Abuelo!, ¿cómo puedes decir algo así? —Exclamo Gerald un poco a la defensiva. —¿Qué? Es verdad lo que estoy diciendo, quizás te cambiaron en el hospital cuando naciste —Blaise se giró y miro a su nieto y lo señalo con el dedo índice—. ¿Qué porquería pensaste?, acaso, ¿crees que estoy insinuando que tu madre fue infiel?, ¿es eso? ¿Eh? —Por supuesto que no —mintió Gerald a la vez que suspiro aliviado. —Jamás dudaría de mi nuera, es una mujer de principios y sabe apreciar la lealtad, pero bueno volviendo al tema, veo que eres un Garnier, no hay duda de eso, así que no te cambiaron en el hospi
—¿Qué paso? —Fanny corrió al ver a Kelvin que traía a Alessia. —Solo es un raspón, se cayó mientras se acercaba a dónde estábamos, tía.—Alessia varias veces te he dicho que tengas cuidado al correr, ven, te voy a desinfectar esa herida.—Eso va a doler mamá —la niña hizo un puchero.—Pero es necesario.—Tranquila nena, eso no va a doler —Evelin la tranquilizó.Después que Fanny le colocará una cura en la rodilla, Alessia paso la tarde jugando con Kelvin, pero al darse cuenta de que Rebeca no apareció por ningún lado, decidió ir a buscarla.—Tía, ¿dónde está Rebe?—Creo que está en su habitación, de seguro se quedó dormida, ha tenido mucho trabajo del liceo.—Voy a buscarla para que juegue conmigo.—Alessia, déjala descansar, además nos vamos en unos minutos, ya tu padre viene en camino.—Ok ma, solo quiero ver qué hace y me despido de ella. Alessia, al llegar a la planta alta, entro en el cuarto de su amiga sin tocar la puerta, algo que tenía por costumbre.—¡Rebe! Rebeca, que es
Anaís había estado trabajando hasta tarde en la fundación durante toda la semana, lo que había hecho que pasara poco tiempo con Gerald. Él, por su parte, había estado ocupado con sus propias responsabilidades y no había tenido demasiado tiempo para dedicarle a su esposa.Una tarde, ella llegó a casa exhausta y emocionalmente agotada. Se sentía frustrada por la falta de atención de Gerald y estaba convencida de que él ya no la amaba como antes. Cuando entró en la sala y lo vio absorto mirando el televisor, su corazón se hundió aún más.Sin decir una palabra, Anaís se retiró a su habitación y cerró la puerta con fuerza, sintiendo que las lágrimas estaban a punto de brotar. Gerald, desconcertado por la reacción de su esposa, se acercó a la puerta y llamó con suavidad.—¿Anaís, cariño, qué sucede? —preguntó preocupado.Ella abrió la puerta y lo miró con los ojos vidriosos.—¿Por qué estás tan distante últimamente? ¿Ya no te importo?, ¿me has dejado de amar? —dijo con voz entrecortada.Ger
*Dos años después* La tarde caía sobre la ciudad y en la casa de Anaís, los amigos se encontraban reunidos en el jardín charlando y riendo. Anaís, les había preparado una merienda a todos, mientras que los niños corrían de un lugar a otro, los más grandes, hacían otras cosas como, cantar, un hobby que les gustaba hacer. De repente, el timbre sonó, sorprendiéndola, pues no esperaba a nadie más. —No te preocupes querida, me encargo —dijo Evelin. Cuando ella abrió la puerta se encontró con un guapo hombre, que tenía en su rostro una sonrisa encantadora. —¡Ezra! —Señora, Evelin, ¿cómo está? —Saludo amablemente. —Estoy bien, muchacho, ¡cómo has crecido! Pasa. —No tanto, solo un poco. —¡Ezra! —exclamo Anaís al verlo recibiéndolo con alegría, no lo veía desde hace tiempo. —Mi madre me dio su nueva dirección, disculpe que no le avisé, pero no tengo su número. —No te preocupes, le dije a ella, que pueden visitarnos cuando gusten, son bienvenidos, cuéntame ¿cómo está tu m
Rebeca entró en la cocina donde su madre preparaba la cena, con una expresión de confusión en su rostro. Se sentó en la mesa y comenzó a contarle lo que le había sucedido esa tarde en casa de Anaís.—Mamá, ¿notaste como Kelvin se puso celoso cuando me vio hablando con Ezra? No entiendo por qué reaccionó así, somos solo amigos —dijo Rebeca mientras jugueteaba con una servilleta en sus manos.Evelin dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ella con una mirada comprensiva.—Los celos pueden surgir por diferentes motivos, cariño. Quizás Kelvin siente que necesita protegerte o que no quiere compartir tu atención con otros —respondió en tono calmo.Rebeca asintió, pensativa.—Es posible, mamá. Pero me pareció un poco excesivo su comportamiento —dijo con un suspiro.Evelin le sonrió con ternura y le tomó la mano.—Recuerdo una situación similar cuando era joven, tenía más o menos tu edad o menos, lo cierto es que Gerald, solía celarme de la misma forma. No porque le gustara, sino porque me