Apenas el vehículo comenzó a moverse, subió el panel de privacidad, separándolos de la vista del asiento trasero.Gabriela miró la barrera de privacidad, luego giró la cabeza, enfurecida, hacia Álvaro.Él la miró con el ceño fruncido. Luego levantó una mano, cubriendo los ojos de Gabriela con su palma ancha y callosa, mientras que con la otra mantenía sus muñecas firmemente sujetas.Inclinó su cuerpo hacia adelante y hundió su rostro en el cuello de Gabriela, respirando el aroma familiar.—No me mires así… —murmuró, su voz quebrada y vulnerable, como nunca antes.Gabriela se quedó inmóvil por un momento. Jamás había escuchado a Álvaro hablarle con un tono tan suplicante, tan desesperado.¿Qué demonios le estaba pasando? ¿Qué clase de locura estaba desatando ahora?Gabriela lo pensó por un momento. Conteniendo el fuego que ardía dentro de ella, intentó soltarse una vez más.Álvaro levantó la cabeza y bajó la mano que cubría los ojos de Gabriela. Ella ya no se veía tan agitada como antes
La sonrisa finalmente se dibujó en los labios de Álvaro.—Lo de él, para mí nunca ocurrió. No vuelvas a tener contacto con él.Gabriela observó el cuello de Álvaro.Si pudiera, ya habría hundido sus dientes en ese bastardo.—Responde.Álvaro le sostuvo el mentón una vez más, mirándola desde arriba, imponente como un tirano.Gabriela no tuvo más opción que asentir.—No te gusta Noelia. Cuando tenga el bebé, la enviaré a otra ciudad, lejos. No te molestará.—Y respecto a tu salud. Cuando termine el acuerdo de fusión, te llevaré a País M, allí te curarás.Terminado, Álvaro observó a Gabriela, buscando un destello de alegría en su mirada.Pero no había.Solo miedo, desesperación y… un desprecio imposible de ocultar.—No he sido bueno contigo. Ya no será así. —Álvaro bajó la mirada, su pulgar rozó con suavidad los labios de Gabriela—. Gabriela, no me tengas miedo.Lo que realmente deseaba decir era:"No me temas, vuelve a amarme."El coche atravesó la mayor parte de la ciudad y, antes de qu
Noelia se había quedado blanca.Alicia no pudo evitar sentir un poco de lástima por la mujer embarazada, pero cuando Noelia quiso entrar a esperar a Álvaro, Alicia fue tajante.—Señorita Noelia, la dueña de esta casa es la señora Saavedra. A ella no le agrada su presencia, así que no puedo permitirle entrar. Mejor vuelva a su casa, el clima es cruel y no querrá poner en riesgo al bebé.Y sin más, Alicia cerró la puerta en sus narices.—Alvi, Alicia dijo que mi hermana no me deja entrar. Tuve que esperarte afuera —lloriqueó Noelia.Alicia se sobresaltó y apresuró a aclarar:—¡No es cierto, señora Saavedra no dijo eso!—Entremos y hablamos —Álvaro lanzó una mirada a Noelia, que tiritaba de frío, y, sin soltar a Gabriela, se dirigió hacia la casa."No." De repente, la expresión de Gabriela se tornó helada.Álvaro se detuvo, desconcertado.—¿No qué?"Si ella entra, yo no entro," sentenció Gabriela.La idea de Noelia entrando en esa casa la incomodaba profundamente.Lo que no se esperaba er
—¿Me vas a alejar con el bebé? —Noelia lo interrumpió, sollozando—. ¿Es por ella, verdad? —Señaló la puerta cerrada.—No.—¿Entonces quién si no ella? ¡Habíamos planeado irnos de vacaciones juntos a la playa! ¡Y ahora dices que ya no te vas a divorciar y quieres echarnos a mí y al bebé! —Noelia dejó de lado la voz suplicante y señaló la puerta con enojo—. ¡¿Te has olvidado de que ella ya te traicionó?!—Llévala de vuelta —ordenó Álvaro al conductor. Su expresión se endureció y no dedicó más palabras a Noelia.—¡Alvi, no me trates así! ¡Gabriela no te ama! Desde el principio solo fue una herramienta que tus abuelos usaron para humillarte, y ahora, está engañándote con su terapeuta.—¡¡¡Suficiente!!! —La voz de Álvaro resonó en la calle.Noelia se estremeció de pavor; nunca había visto a Álvaro tan furioso con ella.—Lo que pase entre Gabriela y yo, lo resolveremos nosotros —Álvaro caminó hasta quedar frente a Noelia y habló lentamente, con firmeza—. Noelia, tú me salvaste la vida, y sie
Álvaro bajó la mirada hacia Gabriela.Soltó una mano y con ella le sujetó la barbilla, obligándola a alzar la cabeza ligeramente.—¿Te da gusto ver esto? —preguntó, sin ocultar la molestia en su voz.No soportaba la forma en que Gabriela actuaba tan desinteresada ante Noelia.Tampoco le gustaba verla empujándolo hacia ella.Gabriela ladeó la cabeza y, esta vez, la mano de Álvaro sobre su barbilla no ejerció presión. Con facilidad, ella se zafó.Luego, con una expresión absolutamente seria, comenzó a hablar de forma mordaz:"No, simplemente creo que si es amor verdadero, ¿qué importa si te fue infiel? ¿Y si el bebé no es tuyo? Si lo crías, igual te llamará papá. No deberías dejarla solo por un niño."Álvaro la miró fijamente, y, sin saber por qué, una sonrisa se dibujó en sus labios. Incluso sus ojos se iluminaron con esa sonrisa.Gabriela siempre había sido tan sumisa, tan obediente.Ahora, verla con esa chispa de rebeldía, casi parecía tener vida propia.Ya no era el robot que seguía
No entró. Simplemente se dio la vuelta y se marchó.En ese momento, pensó que no importaba.Mientras él estuviera a su lado, podría soportarlo todo.¡No podía… no podía perder a Emiliano de nuevo!Aquella noche, Álvaro no regresó a casa.Gabriela sufrió una recaída de su depresión. Toda la noche sintió cómo sus huesos parecían quebrarse, como si un frío eterno se hubiera filtrado hasta su médula.Se acurrucó en la cama, encogiéndose como un camarón, luchando contra el dolor.Una y otra vez reprodujo las notas de voz de Emiliano en su teléfono para intentar calmar el sufrimiento.En esos momentos, se sentía tan pequeña, tan desamparada, que hasta ella misma, al recordar aquellos días, se asombraba de lo vulnerable que había sido.Álvaro guardó silencio por un momento, luego extendió su mano con intención de tocar la mejilla de Gabriela.Ella se apartó.La mano de Álvaro se quedó inmóvil en el aire, pero no soltó el agarre que mantenía sobre la cintura de Gabriela.—Si quieres tener un h
Gabriela no iba a quedarse quieta, encerrada como una prisionera.Desde la habitación, buscó información sobre los procedimientos para iniciar un divorcio litigioso.Ella estaba decidida a divorciarse.Si Álvaro no quería aceptar, entonces irían por la vía legal.Sabía que un divorcio litigioso sería largo y complicado si una de las partes no estaba dispuesta, y consumiría mucho tiempo.Tras terminar la llamada con su abogado, el estrés la invadió. Necesitaba salir, despejar su mente.Dio una vuelta por la casa y encontró a Alicia cocinando en la cocina. Al ver que Álvaro no estaba, Gabriela se dirigió inmediatamente a la puerta principal.Intentó abrir la puerta, pero no importaba cómo lo hiciera, la cerradura no cedía. Frustrada, regresó hacia Alicia para pedirle que la dejara salir.—Señora, el señor activó el sistema de seguridad de toda la casa. No tengo el permiso para abrir la puerta —explicó Alicia, un poco nerviosa.La expresión de Gabriela se enfrió. Sus puños se apretaron co
La pantalla estaba llena de mensajes verdes, enviados por ella. Y entre todos esos mensajes, había muy pocas respuestas, apenas unos cuantos cuadros blancos.Álvaro continuó revisando, y pronto llegó a los mensajes de tres meses atrás. Había uno en particular que lo dejó completamente paralizado.El mensaje decía: «Álvaro, ¿podrías regresar a casa? Mis heridas han vuelto a doler…»Álvaro se puso nervioso y rápidamente tomó su propio teléfono. Apenas abrió los mensajes, se detuvo, como si algo se le hubiera cruzado por la mente. Con un teléfono en cada mano, el suyo y el de Gabriela, se quedó congelado.La última vez que estuvo internado en el hospital, él había decidido cortar todos los lazos con Gabriela, borrando todos los mensajes que ella le había enviado.—No lo vi —murmuró, lleno de culpa—. Lo siento… de verdad, lo siento."¿Aún te preguntas por qué?" replicó Gabriela.Álvaro no contestó. Solo la rodeó suavemente con sus brazos, abrazándola.—Nunca más, Gabriela… nunca más. Perdó