Capítulo 78
—¡Eso es imposible! —respondió Álvaro sin pensarlo—. Estaba recuperándose bien, ¡lo sé!

Apenas terminó de decirlo, una imagen lo golpeó de repente.

Recordó el día en que Gabriela volvió para firmar el acuerdo de divorcio, y él la detuvo para que no se fuera.

No había hecho mucha fuerza, pero ella había mostrado una evidente incomodidad, como si el dolor la obligara a doblarse.

—Mi primo quería invitar a Gabriela como artista invitada en su concierto, pero la compañía de danza le dijo que ella ya no podría bailar. Revisé sus registros médicos, hablé con su médico principal. ¡Me dijeron que ella debía discutir el tratamiento contigo! ¿Cómo es que no lo sabías? —La voz de Leandro transmitía incredulidad y rabia—. Álvaro, ¡ella tenía que haber hablado contigo para decidir qué hacer!

—¡Jamás me lo mencionó! —replicó Álvaro, su voz llena de una dureza contenida mientras un dolor punzante comenzaba a latir en sus sienes.

Al otro lado de la línea, Leandro guardó silencio por un momento.

—Cuate
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