—Está bien —aceptó ella, secándose las lágrimas—. Iré a verlos cada mes, si es que el tiempo me lo permite.Oliver aprobó con un leve movimiento de cabeza. Cintia se alejó mirando atrás a cada paso, como si no quisiera dejarlos. Al quedar solo, Oliver permaneció en silencio un instante, con la mirada perdida, y soltó un profundo suspiro.En su juventud, él y su esposa habían soñado con retirarse algún día en un pequeño pueblo del sur de Francia, seducidos por su clima. Incluso compraron un terreno allí para cuando llegara el momento de jubilarse. Pero la vida tuvo otros planes: primero, el nacimiento de una hija con discapacidad y la tragedia de perderla muy pronto; mientras tanto, el corporativo Unión Rojo fue creciendo sin tregua. Para cuando alcanzaron la edad de retiro, no habían tenido un minuto para descansar.Ahora, al fin, parecía que les había llegado la hora de renunciar a todo y marcharse con total tranquilidad. Salvo por la investigación sobre la muerte de Luis y Natalia, é
Algunos decían que Álvaro le había confiado ese proyecto para que demostrara su capacidad de manera independiente.Pero para Kian aquello solo reforzaba su sensación de estar siendo marginado.Con mil dudas en la cabeza, Kian se comunicó con Álvaro para informarle lo sucedido.—Entendido —respondió Álvaro, con frialdad, y colgó sin decir nada más.Kian volvió la vista a la ventana. Oficialmente era época de deshielo y de la llegada de la primavera, pero en su corazón solo sentía un frío penetrante.***Como bien dice el dicho, «si no hay viento, no se agita el árbol». Apenas se supo que Álvaro había firmado el divorcio, de inmediato comenzaron los rumores de que estaba a punto de casarse con su gran «amor ideal», Noelia. No pasó mucho hasta que empezaron los preparativos para la boda, y la historia se volvió un chisme constante, aunque sin llegar a las tendencias más visibles de internet.A veces, surgían fotos de Álvaro y Noelia siendo vistos en restaurantes y joyerías de Europa, y en
Un apoyo decisivo que, en cuanto el video se hiciera público, hiciera que la atención se disparara hasta el máximo. Sin importar cuán lejos llegaran las influencias de quienes movían los hilos en la sombra, no podrían detenerlo.Y ese momento… Rosalina ya lo tenía planeado. Tenía que ser un día perfecto y, a la vez, un poco retorcido, que le permitiera a Gabriela desquitarse de todo el rencor acumulado.Al día siguiente, se celebraría el concierto mundial del grupo en el que cantaba Hans. En un principio, solo Gabriela y Cristóbal tenían pensado asistir, pero Rosalina, al enterarse, insistió en acompañarlos para «empaparse del mundo de la juventud».Cristóbal intentó zafarse diciendo que no quedaban boletos, pero Gabriela, entusiasmada, consiguió —a precio de oro y gracias a un amigo que trabajaba en taquilla— una entrada especial para Rosalina. Aquello enfureció a Cristóbal, quien esa misma noche llamó a Rosalina para preguntarle, casi con desesperación, si de verdad quería que él y G
Él era el mismo que, tiempo atrás, se comunicó con el antiguo teatro de Gabriela y se enteró de que ella había dejado de bailar por una lesión.—Sí, ya me encuentro bien. Muchas gracias por preguntar —contestó Gabriela, devolviéndole el gesto con cortesía.—¡Excelente! Ellos tienen otra entrevista en unos minutos, así que me los llevo. ¡Disculpen la premura! —dijo, y acto seguido, se dio la vuelta y volvió a gritar—: ¡Rápido, rápido!—Gabriela, te dejé algo de comer y beber en mi camerino. No te pierdas por ahí; regreso en un rato —se despidió Hans, radiante de felicidad. Justo antes de irse, pareció notar a los otros—. ¡Cristóbal, Rosalina, nos vemos al rato!Rosalina iba vestida muy casual: gorra, gafas oscuras y ropa cómoda. Casi no llamaba la atención. Levantó la mano con frialdad para saludar a Hans. El chico, sin embargo, no dejaba de voltear la cabeza para mirarlos mientras se alejaba, representando a la perfección la actitud de un adolescente enamorado.—Cristóbal, tu situación
Él siempre había sido un hombre muy astuto; desde niño aprendió a buscar la manera de esquivar el peligro.Sabía que todo lo relacionado con Gabriela y Álvaro le traía complicaciones. Si se guiara por su sentido común, lo mejor habría sido fingir que no la veía y cortar contacto con ella para evitar más problemas.Sin embargo, en la vida siempre surgen personas y situaciones que desvían tu camino.Y para Leandro, esa persona —y esa desviación— estaba encarnada en Gabriela y todo lo que la rodeaba.Antes de que Gabriela pudiera responder, Leandro continuó:—Se escuchan muchos rumores en Midred últimamente. Hay uno en particular que me parece increíble… ¿Es cierto que le clavaste un cuchillo a Álvaro?—Sí —contestó Gabriela, sin rodeos.Leandro se tensó al instante, con los ojos muy abiertos.—¿Por qué?—Él mató a mi Emiliano —dijo ella sin más explicaciones.Leandro, que ya había estado en Isla de Mar de Cristal, conocía la historia de Emiliano, así que Gabriela no tenía nada que oculta
Gabriela guardó el bloc en su bolso con total naturalidad.—Nos vamos a casar —contestó con calma.Leandro sintió cómo su mano quedaba rígida en el aire por un segundo.—Álvaro y Noelia también van a casarse —agregó él con un tono neutro.—Me alegra saber que todos obtienen lo que quieren —respondió Gabriela sin denotar emoción alguna.—Sí… —Leandro asintió.—Bueno, me voy antes de que se me haga tarde.—Está bien —contestó él, asintiendo una vez más.Gabriela se despidió sin dudarlo ni un instante y se alejó a paso firme. Leandro se quedó ahí, mirando cómo su silueta se perdía entre la gente, y lanzó un suspiro suave, sin saber por qué se sentía así.Cristóbal, que no había querido irse lejos, se acercó tan pronto vio a Gabriela libre.—¿Te dijo algo desagradable? —le preguntó en voz baja.—No —Gabriela sacudió la cabeza—. De hecho, Leandro trató de ayudarme a escapar en su momento; nunca tuvo intención de perjudicarme ni está aliado con Álvaro. Ahora, por mi culpa, sus negocios se vi
Sus padres, tíos y abuelos lo veían como el heredero natural, la próxima columna vertebral del clan.Y él nunca los había decepcionado… pero a costa de crecer antes de tiempo.Nunca había experimentado esa libertad y entrega con la que se conducía Hans.Faltaban unas horas para el concierto y Hans, cada vez que tenía un momento libre, regresaba al camerino para charlar con Gabriela.Al caer la tarde, comenzó la cuenta regresiva: los fans empezaron a entrar al recinto de manera ordenada. Cuando la mayoría ya se había acomodado en sus asientos, el cielo estaba cada vez más oscuro y, guiados por el staff, Gabriela, Rosalina y Cristóbal ocuparon los lugares reservados para la familia de los miembros del grupo. Apenas había gente en esa zona, pero la vista era inmejorable.A las ocho en punto, las luces se atenuaron y dio inicio el espectáculo. Para Gabriela, era su primer concierto, y desde el instante en que apareció la boyband en el escenario con el juego de luces y sonido envolvente, si
Con el inicio de los acordes de la siguiente canción, las luces del escenario se atenuaron, y en las pantallas solo quedó la imagen de Hans sentado ante el micrófono, sosteniendo su guitarra. Después de que el público se desahogara con otra ronda de gritos ensordecedores, volvió el silencio, dejando el estadio a la expectativa. Hans tenía un timbre cálido y envolvente, y en ese ambiente íntimo, su voz resultaba más conmovedora que nunca.Mientras él interpretaba la canción, en una plataforma anexa se presentó un dúo de bailarines clásicos que le imprimieron un aire poético al número. Desde la ubicación de Gabriela, podía ver con nitidez cada paso de ballet que acompañaba la melodía.Tras el solo de Hans, el concierto llegó casi al final. El staff, siguiendo el protocolo de seguridad, pidió a Gabriela, Rosalina y Cristóbal que salieran antes de que terminara el espectáculo. Rosalina caminaba tomada de la cintura de Gabriela, riendo y platicando, mientras Cristóbal las seguía de cerca.P