Las palabras lo habían dejado helado, por lo que fue al hospital lo más rápido que pudo.Álvaro observaba con frialdad cómo Gabriela y Cristóbal se comunicaban en lenguaje de señas. Ella lo tranquilizaba, diciéndole que no era su culpa y que no debía sentirse mal. Incluso le aseguró que el dolor había disminuido.Gabriela mostraba una paciencia y ternura que parecían pertenecer a otra persona. No era la misma mujer que, minutos antes, lo había apartado con dureza y le había dicho que la dejara en paz.—Gabriela, ven conmigo a hacerte unos exámenes —dijo Álvaro, con voz fría, ya sin poder contenerse.Cristóbal se giró, sorprendido, como si acabara de notar la presencia de Álvaro. Primero lo miró a él, luego a Gabriela.“Exmarido,” explicó Gabriela, sin rodeos, con un simple movimiento de manos.Los ojos de Álvaro se oscurecieron aún más.—Señor Álvaro Saavedra, ¿verdad? Creo haberlo visto en una entrevista financiera —Cristóbal esbozó una sonrisa cordial—. Soy Cristóbal Zambrano, amigo
A la mañana siguiente, la noticia sobre el orfanato Casa del Amor y las acusaciones de maltrato infantil estalló en las redes sociales. Las imágenes de los niños heridos, incluida Concha, que seguía en la unidad de cuidados intensivos, se difundieron rápidamente, provocando una ola de indignación.El escándalo fue masivo. En pocas horas, las investigaciones revelaron que María y otros empleados del orfanato no solo maltrataban a los niños, sino que también habían desviado fondos donados y estaban involucrados en la venta de sangre y órganos.La policía actuó con rapidez. Todos los sospechosos fueron detenidos, y se emitió un comunicado oficial con los primeros resultados de la investigación.A lo largo del día, las noticias sobre el orfanato Casa del Amor inundaban las redes sociales. El escándalo se mantenía como tendencia, con detalles cada vez más alarmantes sobre los abusos.Por la tarde, bajo el atento cuidado del personal médico, Concha finalmente despertó. Aunque aún padecía de
¿Dulce e inocente? Era la primera vez que alguien la describía así. Gabriela decidió tomarlo como un cumplido, y le sonrió con suavidad.Sin embargo, cuando buscó información sobre ella en línea, ya no había nada.Hans continuó, recostándose en el banco con una actitud despectiva.—Robaste al novio de tu hermana, eres la amante... una oportunista. Y algunas otras cosas que ni me molesté en recordar.Su tono era frío, y aunque estaba sentado, su expresión de arrogancia parecía desafiarla.Gabriela escribió en su teléfono y le mostró la pantalla: “Esas cosas no son verdad.”Hans levantó una ceja, escéptico.—Vuelve a tu habitación —dijo, señalando con un gesto hacia donde vivía Gabriela—. Hace frío y estás muy delgada. No te vaya a dar algo.Gabriela se quedó quieta por un segundo, confundida por su repentino cambio de tono. Sin embargo, sabía que pocos en ese lugar eran completamente normales, así que no preguntó más. Se dio la vuelta para irse.—Gabriela —dijo Hans de repente, detenién
Después de que Hans apareciera en tendencias, la agencia respondió rápidamente, confirmando que la historia era cierta y alabando a su artista por su valentía. El furor en redes sociales solo aumentaba.“Todo iba según lo esperado, hasta que un reconocido influencer publicó otro video de seguridad.“Hans es increíble, pero quiero destacar también a la otra voluntaria que estuvo con él. Ella no solo encontró a una niña sorda maltratada en el sótano, sino que, arriesgando su propia vida, se aseguró de llevarla al hospital.”El video mostraba a una mujer vestida con ropa ligera, sosteniendo firmemente a una niña herida mientras corría hacia la salida. Detrás de ellas, Hans intentaba protegerlas, seguido de varios guardias de seguridad que se acercaban con expresiones amenazantes.Justo cuando estaban a punto de alcanzar la puerta, esta se cerró de golpe. Los espectadores, angustiados, no podían evitar sentir la urgencia de la situación. Aunque el video no tenía sonido, la tensión era palp
”Desde que empezaron a llover acusaciones sobre ella, todo era puro «se dice» y «me contaron». Nunca hubo pruebas reales. Si está dispuesta a arriesgar su vida por salvar a esa niña, no creo que sea capaz de las cosas horribles que decían.”“Lo que más risa me da es que, cuando acusaron a Gabriela de robarle el novio a su hermana, Noelia y el exmarido ni siquiera aparecieron en las noticias. Pero a Gabriela la llenaron de difamaciones y fotos trucadas. Que si Gabriela se lo quitó o no, no sé, pero que ese hombre le fue infiel, ¡eso es un hecho!”Entre tantos comentarios defendiendo a Gabriela, también había quienes seguían atacándola.“¿Y qué? ¿Salvar a un niño ahora borra todo lo que hizo en el pasado? ¿Eso la hace inocente de ser una roba-maridos?”“No es más que una mala persona tratando de redimirse. ¿Quién en su sano juicio se va a un orfanato a ayudar si no tiene una culpa pesada sobre sus hombros?”Bajo ese último comentario, una avalancha de respuestas condenatorias.Para ese p
Las calumnias y rumores que Noelia había promovido contra Gabriela ahora se volvían en su contra. La misma campaña que había usado para difamarla ahora le regresaba multiplicada en miles de comentarios de repudio y desprecio.Mientras tanto, Gabriela, sin idea de lo que sucedía en redes, había caído profundamente dormida tras ver las últimas noticias sobre Hans.Noelia, en cambio, no tenía la misma suerte. Después de mucho insistir, finalmente había logrado que Álvaro cenara con ella esa noche.A mitad de la cena, Noelia se excusó para ir al baño. Al regresar, escuchó a Álvaro hablando por teléfono.—Antes de que ella viaje a Francia, asegúrate de que la casa esté completamente renovada. Los trámites para los permisos del personal deben estar listos; quiero que todo esté en orden cuando llegue —decía con tono firme, aunque sin mostrar emoción. Sin embargo, cada palabra reflejaba una preocupación obvia por esa otra persona.¿Quién va a ir a Francia? ¿Quién más si no Gabriela, esa maldit
¡No merecía un centavo de Noelia!—Lo mejor sería internarla en un hospital psiquiátrico. Desde siempre ha sido inestable y no sabemos de qué más es capaz. ¡Sería lo mejor para todos! —sentenció Iker, fingiendo preocupación.—Sí, sí, internarla sería lo ideal —secundó Ivana, con vehemencia—. Decimos que perdió el control y se armó el escándalo ella sola. Así todos se calman…—¡Basta! —exclamó Álvaro, alzando la voz.Ivana e Iker enmudecieron al instante, recordando de repente que la madre de Álvaro también había padecido problemas mentales.Noelia, en un tono lastimero, intervino rápidamente:—Tíos, no hablen así de Gabriela. No es seguro que esto sea obra suya; Álvaro investigará la verdad.Dicho esto, soltó un par de sollozos y, con una mano sobre su vientre, se tambaleó ligeramente, como si fuera a desmayarse en cualquier momento.—Si realmente fue Gabriela, estoy dispuesta a soportarlo —prosiguió Noelia con voz trémula—. Admito que ocupé su lugar y… —miró a Álvaro con ojos húmedos—
Gabriela había crecido junto al mar.Siempre había sido propensa a quedarse dormida en lugares fríos, pero últimamente, el sueño la vencía aún más.Esa mañana, el cansancio la sumergió en un sueño profundo hasta las nueve.Si no hubiera sido por el timbre del teléfono, habría seguido durmiendo.Con los ojos todavía nublados, alcanzó a ver el nombre en la pantalla: ¿Cintia?Tomó la llamada y dejó el teléfono sobre la almohada. Imaginó que, como de costumbre, Cintia la llamaba para regañarla.No le importaba, no podía hablar, y el sueño seguía pesándole. ¿Qué más daba si respondía de forma automática?—Gabriela, ¿dónde estás? —La voz de Cintia al otro lado sonaba entrecortada, con llanto.Gabriela se sobresaltó. Conocía bien a Cintia; era de esas personas que podían caerse sobre el hielo y fracturarse un brazo sin soltar una lágrima.Pero esa vez... lloraba de verdad.—Tuve un accidente, los doctores dicen que tal vez me tengan que amputar una pierna. ¡Tengo miedo!Cintia había estado de