Capitulo 2

El niño no parece estar muy contento con mis palabras ya que casi de inmediato cuando escucha la palabra "niñero" su ceño se frunce en una mueca extrañamente adorable que me causa gracia, solo que por obvias razones no me río frente a él enfadado niño y la sorprendida chica que nos mira.

—¿Niñero? —cuestionan ambos a la vez, con la atención puesta en mi.

Me levanto rascando mi nuca de manera incómoda, peino mi cabello con el nerviosismo nuevamente aflorando mi piel.

—Creo que hay un error, claramente el trabajo era para alguien bueno más...

—¿Mujer? —suelto avanzando hasta las sillas largas, sentándome en la primera que encuentro.

—¡Si! Digo no, bueno la verdad es que no sabía que esperar —la chica se ve igual de incómoda que yo en estos momentos pero sus ojos tienen un brillo de desconfianza que me hace pensar que tal vez este trabajo aun no es mío después de todo, se acerca quedando frente a mi del otro lado de la encimera. 

Sus ojos hacen un recorrido muy lento que se me hace un poco satisfactorio, no soy de piedra y la chica que se encuentra frente a mi no es una señora de treinta amargada y gritona, más bien es como una especie de hermana mayor bonita y agradable. 

Miro su cuerpo o lo que me permite apreciar ya que gracias al gran mesón lo único que puedo observar es menos de la mitad de su abdomen plano el cual deduzco que es gracias a una buena rutina de ejercicios, trae un top deportivo negro que hace ver muy bien sus no tan grandes...Mhmm atributos, su cabello está atado en una coleta alta pero igual se nota lo largo de este.  

Salgo de mi mente cuando comienzo a pensar en sus muy apetecibles labios y como me gustaría probarlos, llevo las manos a los bolsillos del pantalón y fijo mi atención en el niño que se encuentra mirándome fijamente con mala cara.

Bien, ya le caigo mal al niño, a su tía y a ¿Que se supone que es ella?

Abro la boca para preguntar pero soy de inmediato interrumpido por la voz de la chica que parece un poco apenada ante mi, aunque eso no quita el que siga mirándome con cautela.

—Me presento soy Gabe, soy la madre de Gariel y Maximilian —se presenta con un pequeño sonrojó en las manillas y mis ojos se abren de par en par ¿Su madre? Pero si esta chica podría bien ser su hermana mayor. 

Fuerzo una sonrisa en mi rostro.

—Puedes hablar con tranquilidad, no eres la primera ni la última persona que se impresiona cuando le digo esto —me dice con total seriedad borrando cualquier rastro de sonrisa o amabilidad, si antes desconfiaba de mi ahora creo que me detesta.

—Yo...No yo, lo siento en serio no era mi intención que...—Me corta las palabras antes de siquiera terminar.

—¿Me ofendiera? Puedes estar tranquilo, hace mucho dejo de importarme ese tipo de miradas —se ríe sin ánimos sacudiendo un poco la cabeza, cierra los ojos por un momento y cuando los abre suspira largamente apoyando sus manos en la encimera.

—Yo...

No me deja seguir y levanta su mano deteniéndome en seco, me callo puesto que no quisiera cagarla aún más.

—Dejalo, te explicaré un poco de cómo son las cosas aquí puesto que no tengo más tiempo para conseguir otra "niñera" —me mira al decir lo último, la esquina de mi boca se alza en una mueca a la cual ella no le presta atención—. Ahora, mis hijos tienen una pequeña rutina que crearon por sí mismos con mi ayuda, Gariel como puedes ver no da mucha carga —señala a el niño que continúa mirándome mal desde la esquina sentado en un banco más alto que el resto, justo al lado de el pequeño bebé que continúa jugando con sus propias manos sin prestar atención a ninguno de nosotros—, es sencillo solo debes encargarte de vigilar que no haga alguna travesura y cuidar de ti mismo en caso de que dichas travesuras impliquen su odio inexplicable por las niñeras, debes darle de comer a la hora sin falta a menos que quieras enfrentarte a las consecuencias.

La miro sin saber que decir a lo que ella continua.

«Tiene una hora específica en la que se encierra en su cuarto a pintar o a hacer cualquier otra cosa que quiera pero oye, siempre pero siempre debes mantener la puerta de su habitación abierta. Solo eso y bueno, el es Maximilian —Se acerca a la silla de bebé sacando a su hijo con rapidez y experiencia para luego tenerlo en brazos encima de su pecho—. No lo cargues en tu cadera, a su edad es malo para el, podría hacer que sus pies se crucen cuando comience sus primeros pasos. No hay necesidad de sostener su cabeza o espalda pero si te sientes más cómodo de esa manera puedes hacerlo, en caso de cualquier cosa los números están anotados en el refrigerador. El número del doctor, el pediatra, mi madre, mi hermana y por supuesto el mío...

Después de un largo rato sentado en el duro banco donde recibí claras órdenes de mi jefa de cómo cuidar a sus hijos, ella se fue a su habitación dejándome al bebé en brazos después de excusarse diciendo que debía arreglarse para el trabajo. Ahora me encuentro solo con dos pequeños niños, uno me mira como si fuera el peor ser humano del planeta y el otro bueno, solo tiene su mano en mi pecho jugando con la tela de mi camisa.

Ella tenía razón al decir que son muy tranquilos, si no fuera porque el llamado Gariel me mira de esa manera tal vez todo sería perfecto.

Recuerdo que mi madre decía que a la edad de Gariel yo corría sin control desnudo por el jardín, destrozaba la mayoría de mis juguetes y gritaba casi todo el tiempo.

Ahora que lo pienso que no era un niño muy tranquilo a decir verdad, pero mi madre no se quejaba mucho de mi.

—No necesito un niñero, vete —la voz del niño me saca de mis pensamientos, lo miro. Su ceño está fruncido y su boca tiene un puchero que me parece adorable, cruza sus pequeños brazos debajo de su pecho en un intento fallido por intimidarme.

—Mmmm... —entrecierro mis ojos el mismo tiempo que mi mente máquina a toda velocidad, a este niño le caigo mal pero necesito este trabajo por lo que no me puedo permitir perderlo—. Que bien porque yo no quiero ser tu niñero.

El abre sus ojos y todo rastro de odio o repudio se va, en cambio ahora me mira un poco sorprendido.

—¿No? —cuestiona con su pequeña voz, niego con la cabeza y el entrecierra sus ojos con recelo.

—No, pero si quieres podemos ser amigos —le ofrezco con una ligera sonrisa y poco a poco veo como el ambiente se aliviana entre nosotros.

—¿En serio? 

—Si, hasta podríamos salir a jugar en el parque. Cuando venía hacía acá vi uno muy grande con muchas personas.

—¡Si! ¿Escuchaste Max? Iremos al parque.

—¿Quién irá al parque? —una voz masculina se escucha a mis espaldas y mucho antes de que me giré a ver quién es el grito de Gariel se escucha por toda la cocina.

—¡Papi!

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