Pensar en eso la hundía mucho más y la ponía peor que antes, su madre le había gritado miles de cosas; para la señora Rosalía Suárez de León la cancelación del matrimonio era un acontecimiento totalmente devastador para su reputación, para ella era más importante su posición que los berrinches de su hija mayor que ya no estaba en edad para esas cosas y para colmo dejar a un hombre como Frank no le hacía nada de gracia, por Dios era el hombre más cotizado de la jet set de Barcelona, ¿Qué pensarían sus amigos? Qué vergüenza pasarse este mes por el club, los rumores la harían pedazos.
— ¡Maiteee, porque me haces la vida de cuadritos! ¿Quieres arruinarme? — le gritó su madre al acercarse al borde de la cama en la cual Maite se derretía en lágrimas mientras le lanzaba una famosa revista en las piernas. Está no se inmutó para mirarla, pero su madre le ahorró las ganas, - Ya salió la noticia en los medios, ahora sí me van a asesinar en el club, hace unos días era la envidia de todas las arpías del grupo de golf y ahora seré la burla de todas, esto no me puede pasar a mí!, ¡Me he esforzado mucho por mantener las apariencias de esta familia y tú lo has arruinado en segundos!- sollozaba la mujer, señalando a su hija de la manera más cruel.
Maite estaba cansada de escuchar todo lo que su madre decía y seguiría recalcándole en cada oportunidad, no lo permitiría por mucho que la amara, así que sin decirle una sola palabra, se levantó de su cama y tomó las maletas de Vacaciones y comenzó a meter prenda por prenda, su madre la miraba con los ojos muy abiertos.
— ¿Ahora qué piensas hacer May, parece que estuvieras en plena adolescencia, qué haces? — dijo Rosalía intentando quitarle la maleta de las manos.
Con el valor que había recogido en los últimos días tomó sus maletas y las bajó. Hasta aquí llegaba todo este basurero de vida perfecta en la que se había encerrado, había estado tan ciega complaciendo a su familia, a su madre más que nada, que se había olvidado de ella, de sus gustos, de lo que era como individuo y ya era suficiente, desde el momento en que cruzó la puerta de la sala de su domo personal, se prometió no volver a ser lo que otros querían que fuera, ahora sería ella la que decidiría.
Subió todo con ayuda de su hermano menor, este la miraba con cierta admiración, le sonrió de manera muy genuina y le deseó buen viaje, claro está que le advirtió que no se perdiese totalmente y que un W******p sería suficiente señal de humo para saber qué estaba bien.
Lo abrazó y subió a su carro, no al Aston Martin que había dispuesto su ex prometido, sino a su viejo amigo, el que la había acompañado en toda su etapa universitaria y que ahora, por razones estúpidas había dejado olvidado. Su flamante camioneta gris Ford de 1980 que su padre le había regalado algunos años atrás, cuando había empezado a conducir y estrenaba su licencia, recordar a su padre todavía le dolía, su partida la sentía tan reciente que 5 años no eran suficientes para mitigar el sufrimiento, todavía dolía como el día en el que lo vio caer en la puerta de su casa, gracias a un infarto fulminante.
Se quedó en blanco por un instante, no sabía exactamente a donde iría, así que se decidió por llegar a la casa de su mejor amiga, la Yayis, esa española que le había brindado más que una simple amistad, era su hermana de otra sangre. Al llegar a la casa de la susodicha está ya le esperaba en el portal de su casa.
-¡Ostias que estáis hecha m****a! ¿Que os ha sucedido, tienes una cara que te cagas? - dijo María Inés Banderas más conocida como la Yayis.
Maite lo único que pudo hacer era un puchero y sus ojos se llenaron de lágrimas, ¿Porque tenía que ser tan blanda en este tipo de situaciones?, no le gustaba terminar llorando como una magdalena, pero allí estaba berreando a moco tendido y con el corazón partido en pedacitos, su vida fabulosa se había despatarrado en un dos por tres y no sabía cómo comenzar a reorganizarla, aunque tenía claro que todo lo había provocado ella misma con sus decisiones apresuradas, no se arrepentía de haberlo hecho, solo tenía miedo de descubrir por donde comenzar, ya no tenía ni leyes, malas caras a las cuales le temía y mucho menos a su madre manejándola como si fuera un muñeco ventrículo.
— ¡Calma mi niña, ya lo verás que todo se reorganizara, joder habéis tomado la mejor decisión, ya era hora que les dieras por culo, lo tenían merecido por abusadores! — dijo Yayis calmándola y abrazándola de manera protectora.
Entraron y organizaron las maletas en la habitación de huéspedes, Maite le aclaró que era temporal y que no se quedaría más que unos cuantos días a lo que su amiga sonrió y le enfatizó que estaba muy orgullosa de ella.
La noche estaba de mal humor por lo visto, pues del cielo comenzaron a caer unos pesados rayos y una lluvia bastante fuerte.
Se acomodaron cerca a la chimenea que Yayis se había empeñado en tener en la sala de estar, la cual era multicolor y multicultural, en esta casa se podría encontrar de todo un poco.— ¡Anda que ya es hora de sacar esos morritos de tu caraza, tomemos unos rebujitos! — dijo su amiga mientras sacaba el alcohol transparente que tenía guardado en su intocable licorera.Se tomaron 1, 2, 3... Y un sin fin de shots de tequila, bebida que había enamorado a Yayis el día que piso México, se trajo aproximadamente 3 botellas y cuando estás estuvieron vacías, buscó un proveedor que le suministraba la ración cada 2 meses.
Así quedaron totalmente pérdidas en el alcohol, completamente borrachas y con hambre, por lo cual pidieron una pizza que llego en 20 minutos.
Maite se levantó a traspiés por toda la casa, al abrir la puerta, descubrió a un joven alto y todavía con cara de niño asustado con la caja en las manos y una sonrisa que distaba mucho de la tranquilidad, lo miró y le quitó la pizza poniéndola en la mesa que estaba muy cerca. –
— ¡Sabes, (hipo) no tengo ni un duro, nada, de nada (hipo), así que te pagaré en especie, no hay de otra! — lo dijo y atropelladamente se quitó la camiseta que llevaba puesta y apestaba a alcohol y quedó con las tetas al aire.— Señora creo que está muy ebria, debería sentarse, tranquila con la vista a sus tetas me basta, así que no me pague en especie, soy gay, usted es linda pero no me gusta — dijo el joven mientras tomaba un billete que estaba asomado en la mesita cerca a la puerta y se marchaba a toda prisa con la cara roja como un tomate.
— ¡Tú te lo pierdes! ¡Son naturales! — gritaba May al joven que se alejaba rápidamente y montaba su motocicleta a todo vapor.
Su amiga solo reía con demasiadas ganas, atropelladamente tomaron la pizza y comenzaron a comer entre risotadas mucho más estruendosas que la anterior, al cabo de 30 minutos se habían quedado dormidas, una sobre la mesa del comedor y la otra sobre la mesa de la cocina.Mañana lo recordaría todo por su cuenta o el dolor de cabeza les ayudaría a refrescar la memoria al abrir los ojos.En la mañana no se sentía tan feliz como la noche anterior, el dolor de cabeza la estaba matando y el teléfono que no paraba de sonar, no le ayudaba en lo más mínimo.Se levantó con un dolor en la espalda que no podía soportar, miró a su amiga que aún babeaba acostada en la mesa de la cocina como si está fuera una cama, se veía tan cómoda que le causó risa intentar despertarla, algo que debía hacer porque el hambre ya estaba haciendo mella en su cuerpo y le sonaban las tripas.La levantó de manera suave, no quería ganarse una patada karateka, no ahora que su cabeza le pesaba más que todo su cuerpo. Yayis se levantó con una mueca en el rostro, esto estaba traducido a un malestar que ni se lo imaginaba. Se miraron y soltaron una risotada no tan fuerte, porque sus cabezas no lo soportarían.Desayunaron como si no hubiera un mañana y tomaron todos los efervescentes posibles para el malestar, organizaron el desorden y se asearon.Ya ahora que eran humanas decentes nuevamente Maite reviso s
— ¿Y tú porque tienes esa sonrisa? Pareces recién follado — dijo Thomas Kurt.Killiom Mcklain no dijo más y ensanchó su sonrisa, dirigiéndose a su oficina.Esa mañana decidió saludar a su secretaria, la cual quedó bastante sorprendida y extrañada, su fiel amigo le seguía con curiosidad, no se quedaría contento hasta saber toda la historia, su amigo nunca sonreía tan temprano en la mañana.— Mcklain, que ha pasado anoche, te veo muy feliz, cuéntame a quien te has follado — dijo Thomas mientras se sentaba y le miraba con curiosidad.- Anoche me di el polvo de la vida, un pequeño diablito me ha puesto de buen humor- respondió Killiom mientras se sentaba en la silla principal de su oficina.Recordar lo ocurrido le subía más el ánimo, algo que su amigo agradeció, ya le bastaba con el malgenio eterno, ya se había resignado, pero esa mañana una luz de esperanza llegó a su vida, descubrió que su amigo no era de roca sólida, tenía sonrisa y humor, esto era algo nuevo, pero le gustaba.Kill no
Maite no se percató del hombre que había tenido en frente minutos antes, cuándo se enojaba solo veía humo a su alrededor, no entendía como una mujer podía ser tan descuidada, era totalmente inaudito y eso la ponía de muy mal humor.Necesitaba calmar su irá, así que decidió almorzar algo en el primer restaurante que vio, se sentó en el primer puesto vacío que tuvo en frente y pidió la carta, el día no había comenzado bien, pero la comida y un buen postre lo solucionaría, miró cada menú y se decidió por pedir una ternera en salsa de ciruelas que sonaba apetitoso, así que eligió y espero a que su orden llegará.La ternera estaba asada a la perfección, estaba fascinada con lo que estaba en su plató.En una mesa más Adelante...Kill no había podido quitarle la mirada a la mujer de sus deseos, era tan interesante y le tenía en una conste excitación, primero por su rabieta tan espectacular y ahora por la forma en que disfrutaba de la comida, se notaba el placer en su rostro y eso le fascinab
La semana transcurrió y decidió que ya era justo y necesario volver a su país de residencia, ya su billetera no soportaría más.Arreglo sus maletas y tomó el primer vuelo a España.El viaje fue tranquilo y entretenido, gracias a una hermosa anciana que le relato algunas leyendas medievales y justo hablo de esos Highlanders buenones que le encantaban y se acordó de él, el mal padre, ¿Habría sido tan delicioso cabalgarlo nuevamente?, sonrió tristemente y siguió escuchando la historia de la anciana. — ¡Sabes, niña, en tu destino está ese hombre que te tiene pensando! — dijo la anciana mirándola a los ojos.Maite se asustó por lo que dijo, pero lo disimuló lo mejor que pudo, con una afable sonrisa. Sería una simple coincidencia solamente.En el aeropuerto la esperaban su prima y su mejor amiga, la abrazaron y gritaron al unísono. Es que las mujeres ya venían prendidas, se venían tomando el famoso tequilita que tanto adoraba Yayis, las reprendió por lo temprano que era para tomar y se sir
La entrada del primer cliente hizo que Maite sonriera, estaba totalmente dichosa, miró al hombre que están frente a ella, uno grande y sumamente atractivo se paraba de frente y la miraba con soberbia, creyéndose rey y señor del lugar, tenía una sonrisa cínica y una seguridad que hacia todo más pequeño tan solo con su presencia.— ¿En que lo puedo ayudar? — Dijo ella, colocándose uno de sus rizos detrás de su oreja.— ¡Podría ayudarme muchísimo desocupando MI PROPIEDAD! — dijo él de manera altanera.- Mi nombre es Malcom Lancaster, un placer conocerla, señorita Maite león - se presentó haciendo gala de toda la superioridad que mostraba.— ¡No creó decir lo mismo, para mí no es un placer conocerlo!, Para quede claro, este lugar lo compré hace poco, así que la única propietaria soy YO — puntualizó ella, haciendo que el hombre riera divertido.Nadie en su vida osaba contestarle o enfrentarlo y allí estaba la pequeña mujer, haciendo gala de ese genio latino que también conocía gracia
El día pintaba bien, frío ya casi apuntando a la primavera, estaba feliz de comenzar un día más con la tienda llena, su ropa era un éxito, suspiró al ver a unas chicas jóvenes medirse diferentes faldas, recordó cuando tenía esa edad y se peleaba con coral por alguna prenda que le gustaba a las dos, como era de esperarse su prima ganaba la mayoría de veces, su carta fuerte era la manipulación, era una experta en ello y no tenía ni un ápice de remordimiento al admitirlo.— ¡Buenos días, mi nombre es Camelia! ¿le importaría atenderme un momento? —Maite arrugo el ceño y asintió no muy convencida.— Usted dirá — dijo sin mostrar algo de simpatía, la tal Camelia no le generaba confianza.— como ya sabe, el señor Malcom ha venido por su local, para él, es una espina molesta, pero yo he venido a salvarla, ¿qué le parece vendernos el local?, usted podrá seguir aquí, con lo que sea que venda aquí — dijo la mujer con profunda satisfacción en su rostro.La cara de Maite pasó del asombro a la irá
La ansiedad de Maite se estaba apoderando de su cuerpo, ¿en que estaba pensando cuando aceptó tal propuesta?, para colmó se había mandado mensajes calientes minutos antes con su propio verdugo. Alisó su cabello por décima, parecía una niña pequeña que llevaran a un parque de diversiones, sonrió ante el ultimo pensamiento, ¡claro que sería como estar en un parque muy divertido!El sonido del timbre la hizo volver de sus pensamientos, sabia aún era, su figura detrás de la puerta semi cristalina lo delataba.Se miró al espejo para asegurarse de que se veía bien — ¡qué buena estas Maite! — se dijo así misma para calmar sus nervios.— Buenas noches Maite, ¿como esta? — dijo Kill con ese acto tan característico mientras recorría su cuerpo con la mirada, debía admitir que se veía muy bien, sexy y sus labios rojos lo estaban tentando.— Estoy bien, pasé — respondió ella poniéndose a un lado, dejándole el caminó libré.— ¿Que desea tomar, señor Killiom? —— Lo que usted deseé brindarme — res
Llevaban un mes en la misma situación, entregando sus cuerpos mutuamente y peleando porque ninguno quería ceder en cuanto a la venta del local.No presiono más, sabiendo que Lancaster por arte de magia había desistido de comprar el lugar, ahora el maldito solo estaba dedicado a hacer caer sus ventas con una campaña de desprestigio hacia la moda rápida, algo de lo que él también era participé y uno de los pioneros.En el poco tiempo Maite lograba llevarlo al límite con su carácter y aunque nunca lo admitiera le encantaba su forma de ser, era fuerte, independiente y tan segura de sí misma, que se dijo que esa sería la mujer que quería a su lado.Maite estaba adaptándose a él, le gustaba llevarle la contraria por simple capricho, eso le divertía y a él le irritaba, sonrió al recordar su última pelea esa mañana, la reconciliación había sido colosal.Se arregló y se dirigió a su lugar de trabajo, una mañana serena, sin altibajos.— Hola, ¿qué tal? — dijo un hombre guapo, de sonrisa perfect