Maite no se percató del hombre que había tenido en frente minutos antes, cuándo se enojaba solo veía humo a su alrededor, no entendía como una mujer podía ser tan descuidada, era totalmente inaudito y eso la ponía de muy mal humor.
Necesitaba calmar su irá, así que decidió almorzar algo en el primer restaurante que vio, se sentó en el primer puesto vacío que tuvo en frente y pidió la carta, el día no había comenzado bien, pero la comida y un buen postre lo solucionaría, miró cada menú y se decidió por pedir una ternera en salsa de ciruelas que sonaba apetitoso, así que eligió y espero a que su orden llegará.
La ternera estaba asada a la perfección, estaba fascinada con lo que estaba en su plató.
En una mesa más Adelante...Kill no había podido quitarle la mirada a la mujer de sus deseos, era tan interesante y le tenía en una conste excitación, primero por su rabieta tan espectacular y ahora por la forma en que disfrutaba de la comida, se notaba el placer en su rostro y eso le fascinaba.— ¡Killiom, estás en la tierra! — pregunto Thomas de forma cómica a sabiendas de que la mirada de su amigo estaba justamente en el lugar de la mismísima tentación.
No podía negar que su amigo tenía razón, la mujercita enloquecida era una belleza.— ¡Kill hasta aquí te acompaño, tengo algunos asuntos que resolver! — le dijo mientras se levantaba, killiom le dio un apretón de mano, sin prestar una pizca de atención a su partida, tenía otros objetivos más importantes en el momento.
Llamó a la mesera y le pidió que llevaran el postre de nueces con frutas, la especialidad de la casa, justa a la mesa de su hada.
Está asintió y se fue, en tan solo 10 minutos el plato llegaba justo delante de los ojos de Maite, se sorprendió por qué un hombre de regalará un postre, además desde donde estaba, había notado que el hombre era un buenarro, así que se encogió de hombros y empezó a cucharear la delicia que veían sus ojos.
No le prestó mucha atención al chico, así que en forma de agradecimiento solo levantó su dedo pulgar y una media sonrisita y siguió comiendo.
— Veo que le ha gustado — sentenció él, justo en frente de ellaMaite dió un respingón, no había notado la presencia, abrió los ojos y la realidad la dejo helada, ese era el hombre de la discoteca, ese buenarro que medio había visto totalmente borracha, estaba frente a ella y era más guapo que ese día.
Apreció sus rasgos fuertes, su mirada seria, sus ojos grises y un cabello rojo corto, lacio y una piel algo bronceada, paso su mirada por el cuerpo del hombre y que grato era el paisaje, debajo de ese traje carísimo había puro músculo tonificado y listo para ser tocado.Frenó sus lascivos pensamientos justo cuando él le acercó su mano para saludarla, — un gusto el conocerte, mi nombre es Killiom mcklain! — dijo con una sonrisa de medio lado que dejaban ver un pequeño hoyuelo en sus mejillas.
Ella tomó la mano y se presentó, — el gustó es mío, soy Maite — dijo mientras daba un apretón y sus pensamientos volaban a otro lado totalmente fuera de lugar.
— ¿Dónde no le haría colocar esas manazas que el hombre tenía? — Las manos grandes le excitaban y está no era la excepción.
Lo miro y ladeó levemente su cabeza.
— ¿Te gustaría repetir lo de la noche pasada? — pregunto ella mientras fruncía el ceño y se quedaba expectante a la respuesta.
La franqueza de la mujer le sorprendió, nadie se había atrevido a decirle algo así tan descaradamente.
— Bueno, si tú deseas podemos ir a mi apartamento. — dijo Kill, no tenía ni la más mínima razón para no aceptar la proposición, la mujer lo tenía cautivado.
Así que sin más razón, salieron del restaurante rumbo al apartamento, el trayecto fue tan solo de 10 minutos, donde ninguno de los dos añadió una sola palabra. Al llegar al lugar, quedó sorprendida, era bastante espectacular, todo perfectamente colocado y con colores bastantes sobrios, se notaba que era un lugar de un hombre soltero, bastante organizado.Disfrutó visualmente el sitio, miró cada detalle y sonrió al ver un poco de vida en él, un enorme cuadro de 4 pequeños pelirrojos sonrientes, uno de ellos, que creería sería el anfitrión, que estaba en el centro en el lado derecho, con una cara totalmente sería y una mirada ambigua, pareciera el alma de viejo en un cuerpo joven. Pensó en lo distinta que había sido ella en la niñez, todo eran sonrisas y juegos, siempre iba vestida de hada, era un traje que le había regalado su tía y que ella no se quitaba por nada del mundo, solo hasta el momento en que creció y ya no le quedó bueno, dejo la afición por el.
— ¿Te han dicho que tienes un cuello muy provocativo? — dijo Kill tomándola desde atrás, mientras besaba el cuello de la joven, olía a coco y vainilla, su olor era delicioso, mordió despacio su cuello y la apretó de la cintura guiando la hasta su cama.
Todos sus pensamientos calientes quedaron congelados al encontrarse a dos pequeños niños pelirrojos que no pasarían de los 4 años dormidos justo en el centro de la cama. En cuestión de segundos Maite reconoció al pequeño que había salvado y había otro mucho más pequeño, tendría aproximadamente 1 año.
Miró a Killiom lo más mal que pudo. — ¿Cómo un padre de familia podría dejar a dos niños pequeños solos en una casa? —
No lo pensó dos veces y dejó en claro sus pensamientos, descargó todo tipo de comentarios desagradables sobre padres irresponsables. El solo se quedó totalmente serio y no le respondió en lo absoluto.
Se acercó a los niños y miró una gran nota en un cartel que estaba justo debajo de los pequeños, Maite cómo pudo miró el mensaje.
— ¡Desde ahora en adelante, son tuyos! —
Maite se sorprendió, el no reaccionó, no sabía si estaba enojado, feliz, triste, el hombre no daba indicios de algún sentimiento, era una roca sólida.
Justo en el momento en que Maite iba a añadir algo más, el pequeño se levantó, llenando el lugar con un fuerte llanto. No dudo un segundo y lo tomó en sus brazos.
Kill la quedó mirando, la mujer podía ser una bomba sexual como también podía ser demasiado insoportable, estaba tan ensimismado por la situación y estaba bastante enojado por las decisiones de su hermana, esa mujer estaba loca.
— ¿Tienes algún biberón? — dijo Maite enarcando una ceja.
El la miró fijamente, levantándose y caminando directamente en su dirección le quitó a su sobrina de sus brazos.— ¡Es mejor que te vayas ya, gracias por la ayuda! — dijo él y sin más la guío a la puerta y la dejó afuera.Ella se quedó estática enfrenté de la puerta, totalmente ofendida por la actitud del recién conocido u con el mucho orgullo que tenía, levantó su barbilla y se marchó, que se las arreglará como pudiera.
Desde ese día no quería saber más de un hombre como el, no le agradaban en lo absoluto los malos padres y este era el perfecto desastre de uno, solo esperaba que mejorará esa faceta por el bien de los pequeños.
Salió del edificio y se dispuso a realizar su principal labor, ir de compras, ¡de pronto así su ánimo mejoraba un poco!
La semana transcurrió y decidió que ya era justo y necesario volver a su país de residencia, ya su billetera no soportaría más.Arreglo sus maletas y tomó el primer vuelo a España.El viaje fue tranquilo y entretenido, gracias a una hermosa anciana que le relato algunas leyendas medievales y justo hablo de esos Highlanders buenones que le encantaban y se acordó de él, el mal padre, ¿Habría sido tan delicioso cabalgarlo nuevamente?, sonrió tristemente y siguió escuchando la historia de la anciana. — ¡Sabes, niña, en tu destino está ese hombre que te tiene pensando! — dijo la anciana mirándola a los ojos.Maite se asustó por lo que dijo, pero lo disimuló lo mejor que pudo, con una afable sonrisa. Sería una simple coincidencia solamente.En el aeropuerto la esperaban su prima y su mejor amiga, la abrazaron y gritaron al unísono. Es que las mujeres ya venían prendidas, se venían tomando el famoso tequilita que tanto adoraba Yayis, las reprendió por lo temprano que era para tomar y se sir
La entrada del primer cliente hizo que Maite sonriera, estaba totalmente dichosa, miró al hombre que están frente a ella, uno grande y sumamente atractivo se paraba de frente y la miraba con soberbia, creyéndose rey y señor del lugar, tenía una sonrisa cínica y una seguridad que hacia todo más pequeño tan solo con su presencia.— ¿En que lo puedo ayudar? — Dijo ella, colocándose uno de sus rizos detrás de su oreja.— ¡Podría ayudarme muchísimo desocupando MI PROPIEDAD! — dijo él de manera altanera.- Mi nombre es Malcom Lancaster, un placer conocerla, señorita Maite león - se presentó haciendo gala de toda la superioridad que mostraba.— ¡No creó decir lo mismo, para mí no es un placer conocerlo!, Para quede claro, este lugar lo compré hace poco, así que la única propietaria soy YO — puntualizó ella, haciendo que el hombre riera divertido.Nadie en su vida osaba contestarle o enfrentarlo y allí estaba la pequeña mujer, haciendo gala de ese genio latino que también conocía gracia
El día pintaba bien, frío ya casi apuntando a la primavera, estaba feliz de comenzar un día más con la tienda llena, su ropa era un éxito, suspiró al ver a unas chicas jóvenes medirse diferentes faldas, recordó cuando tenía esa edad y se peleaba con coral por alguna prenda que le gustaba a las dos, como era de esperarse su prima ganaba la mayoría de veces, su carta fuerte era la manipulación, era una experta en ello y no tenía ni un ápice de remordimiento al admitirlo.— ¡Buenos días, mi nombre es Camelia! ¿le importaría atenderme un momento? —Maite arrugo el ceño y asintió no muy convencida.— Usted dirá — dijo sin mostrar algo de simpatía, la tal Camelia no le generaba confianza.— como ya sabe, el señor Malcom ha venido por su local, para él, es una espina molesta, pero yo he venido a salvarla, ¿qué le parece vendernos el local?, usted podrá seguir aquí, con lo que sea que venda aquí — dijo la mujer con profunda satisfacción en su rostro.La cara de Maite pasó del asombro a la irá
La ansiedad de Maite se estaba apoderando de su cuerpo, ¿en que estaba pensando cuando aceptó tal propuesta?, para colmó se había mandado mensajes calientes minutos antes con su propio verdugo. Alisó su cabello por décima, parecía una niña pequeña que llevaran a un parque de diversiones, sonrió ante el ultimo pensamiento, ¡claro que sería como estar en un parque muy divertido!El sonido del timbre la hizo volver de sus pensamientos, sabia aún era, su figura detrás de la puerta semi cristalina lo delataba.Se miró al espejo para asegurarse de que se veía bien — ¡qué buena estas Maite! — se dijo así misma para calmar sus nervios.— Buenas noches Maite, ¿como esta? — dijo Kill con ese acto tan característico mientras recorría su cuerpo con la mirada, debía admitir que se veía muy bien, sexy y sus labios rojos lo estaban tentando.— Estoy bien, pasé — respondió ella poniéndose a un lado, dejándole el caminó libré.— ¿Que desea tomar, señor Killiom? —— Lo que usted deseé brindarme — res
Llevaban un mes en la misma situación, entregando sus cuerpos mutuamente y peleando porque ninguno quería ceder en cuanto a la venta del local.No presiono más, sabiendo que Lancaster por arte de magia había desistido de comprar el lugar, ahora el maldito solo estaba dedicado a hacer caer sus ventas con una campaña de desprestigio hacia la moda rápida, algo de lo que él también era participé y uno de los pioneros.En el poco tiempo Maite lograba llevarlo al límite con su carácter y aunque nunca lo admitiera le encantaba su forma de ser, era fuerte, independiente y tan segura de sí misma, que se dijo que esa sería la mujer que quería a su lado.Maite estaba adaptándose a él, le gustaba llevarle la contraria por simple capricho, eso le divertía y a él le irritaba, sonrió al recordar su última pelea esa mañana, la reconciliación había sido colosal.Se arregló y se dirigió a su lugar de trabajo, una mañana serena, sin altibajos.— Hola, ¿qué tal? — dijo un hombre guapo, de sonrisa perfect
Los días pasaron y aunque Maite había decidido no buscarlo, veces pasaba cerca de su casa lentamente, solo con el fin de saber que estaba bien, pero la desilusión fue grande al darse cuenta de que este estaba la mar de feliz con sus hijos y su esposa. Llevaban 2 meses sin hablar, él nunca la llamó, nunca le explicó lo sucedido y para ella fue duró intentar abrir su corazón y ser completamente honesta con alguien y que todo se estrellara en su rostro como un puñetazo, ¿porque era tan difícil si llevaban tan poco?, se sentía devastada, no pasó igual como con Frank, su cancelación de la boda fue lo mejor que le había sucedido, lloro, no lo iba a negar, pero no fue algo con lo que lidio más de 5 días. Esa noche se sentó en el sofá, con una copa de vino tinto del barato, de hecho no tenía ni idea de licores, solo compro lo primero que vio en la estantería, tomó su copa y dando un sorbo recordó como era en su juventud. Siempre trato de agradar, de complacer a todos a su alrededor, de sen
3 meses de tortura para Kill pasaron lentamente, había decidido volver a Escocia, para tomarse un tiempo libre con los niños, se había vuelto un ogro peor que antes. No era un hombre acostumbrado a pedir disculpas y mucho menos a dar explicaciones de su vida, una que ahora estaba más complicada, decidió alejarse de Maite porque está en últimas le removía sus cimientos y era algo que no podía manejar y ese era el problema, ¿como una mujer tan pequeña podía trastocarle su vida así?, sumido en sus pensamientos estuvo en el despacho por horas, como cada tarde. — ¡Cariñoo! ¿Qué haces aquí tan sólitoo? - pregunto Katrina. — Trabajar — respondió él. — Pero, amor, tienes que descansar un poco, vamos a comer algo, los Dos solos, sin interrupción, ¿te parece? — decía Katrina mientras se acercó a él y masajea sus hombros. Kill a cada momento más incómodo intentó moverse, detestaba que lo tocarán así, pero era imposible con lo empalagosa que era aquella mujer. Respiro profundo y levantánd
— ¡Coral quédate quieta, por favor! Me estresa tenerte cerca oye — decía Maite dándole un codazo a su acompañante.— Ostias tía, ¿el guiri buenón tiene telita no? ¡Joder qué un castillo no es poco, flipo! — intervino Yayis, aún sin creerse que iban directo a un castillo. — Yayis hoy llegaremos a un hotel, recuérdale lentaaa — decía Coral mientras soltaba una risa que intentaba amortiguar con la mano. El viaje fue sin problemas, estaban tan agotadas que lo primero que hicieron fue dormir, a las 20:30 horas de la noche estaban arropadas de pies a cabeza, mañana sería un día largo y necesitaban fuerzas. El día siguiente fue entretenido entre las ocurrencias de sus dos amigas y la búsqueda del atuendo perfecto para la ocasión. Esa tarde decidieron tomarse unas cervecitas con Dhur en un bar. Rieron hasta cansarse, él al contrario salió como un flecha huyendo, una cosa era escuchar por teléfono su gran ánimo, pero verlo en directo era demasiado, sus risas eran potenciadas al 50% más alt