Era una noche tranquila cuando Enrique, movido por una sospecha persistente, decidió hacer una visita sorpresa a la casa de Ashley. La luz de la luna se filtraba entre las hojas de los árboles mientras estacionaba su auto en la calle. No podía controlarse, sentía que había algo que debía descubrir. Al acercarse a la puerta principal, se detuvo por un momento para considerar lo que hacía. Algo le decía que una vez tocará a esa puerta ya no habría marcha atrás, ya no podría remediar su falta. Pero no era que desconfiara de su novia, desconfiaba de él, de su exmarido. Ese hombre no era de fiar, lo sabía. Respiró hondo antes de tocar la puerta, tratando de serenarse y no cometer una imprudencia. Lo que le recibió al entrar fue una mirada de sorpresa por parte de la mujer, adicionado a la desagradable presencia de ese sujeto. «¿Por qué seguía en la casa?», se preguntó molesto al verlo. Quería que se fuera.—¿Por qué no se ha ido?—indago entonces. No pudo evitarlo, el enojo habló por él
Los días pasaron y Enrique no podía quitarse de la cabeza la brecha que se había formado entre él y Ashley. En el trabajo, las interacciones eran tensas, y Ashley se mostraba esquiva, evitando el contacto visual y limitando las conversaciones a lo estrictamente necesario.Decidido a enmendar las cosas, Enrique pasó noches en vela pensando en la mejor manera de recuperar la confianza de Ashley. Finalmente, una idea brilló en su mente: una cena tranquila para dos, lejos del estrés del trabajo y las tensiones pasadas.Con la esperanza en el corazón, Enrique llamó a Ashley y la invitó a cenar en su restaurante favorito. —Ashley, necesitamos hablar y quiero hacerlo en un lugar tranquilo. ¿Te gustaría cenar conmigo esta noche?Ashley, sorprendida por la invitación, dudó por un momento antes de aceptar. —Está bien, Enrique. Vamos a cenar—concedió entonces. La tarde de la esperada cena había llegado y, aunque Ashley aceptó la invitación de Enrique, la incertidumbre la acompañaba mientras s
Angelo, después de haber ido a visitar a su hijo Arnold, decidió esperar un momento en la sala antes de marcharse. Mientras estaba allí, escuchó la conversación de la niñera con Ashley a través del teléfono.Cuando la niñera colgó, Angelo, intrigado, pero intentando aparentar calma, le preguntó: —¿Todo bien con Arnold?La niñera, sintiendo la tensión en el aire, respondió con sinceridad: —Sí, señor Angelo. Todo está bien. Ashley no va a volver esta noche, así que me quedo a dormir para cuidar de Arnold.La noticia golpeó al hombre de manera inesperada. Aunque había pasado mucho tiempo desde su divorcio, los celos surgieron de manera instantánea. —¿Ashley no volverá?—no pudo ocultar del todo sus emociones.La niñera asintió. —No, ella me pidió que me quedara a dormir para que pudiera disfrutar de su noche.Angelo asimiló la información, pero sus sentimientos no se quedaron atrás. La idea de Ashley pasando una noche especial con alguien más despertó una tormenta de emociones en su i
El tiempo transcurrió y la relación entre Enrique y Ashley se fortaleció con cada día que pasaba. Mientras compartían risas y momentos especiales, la conexión entre ellos se convertía en un lazo sólido, alejando las sombras del pasado.Mientras tanto, Angelo había decidido estar más presente en la vida de Arnold. Cada fin de semana dedicado a su hijo, intentaba construir puentes para reconciliarse con su papel de padre. Sin embargo, sus esfuerzos eran recibidos con frialdad por parte de Ashley, quien ignoraba su presencia y trataba de mantener distancia.Un día, Angelo llegó a la casa de Ashley con la intención de pasar tiempo con su hijo. Sin embargo, su exesposa anunció que saldría y dejaría a Arnold a su cuidado. Al escuchar esto, el hombre no pudo evitar preguntar a dónde iba. —¿A dónde te marchas esta vez, Ashley?—interrogó con una mezcla de curiosidad y molestia. Últimamente, había tenido que presenciar muchos momentos de Ashley y Enrique juntos. La mujer, sintiéndose atacada,
Enrique se encontraba de pie frente al resplandor de una vitrina en una elegante joyería. El destello de los diamantes y las piedras preciosas deslumbraba su vista, pero su atención estaba centrada en un solo objeto: un hermoso anillo de compromiso.En esos meses compartidos con Ashley, había llegado a la conclusión de que quería pasar el resto de su vida a su lado. La idea de un compromiso se había ido gestando en su mente, y hoy, en la joyería, estaba decidido a tomar ese paso significativo.Sin embargo, la incertidumbre lo acompañaba. ¿Cómo reaccionaría Ashley ante la propuesta de matrimonio, considerando su pasado matrimonial fallido? ¿Estaría lista para dar este paso tan importante en su relación?A pesar de las dudas, Enrique sabía que lo que sentía por Ashley era especial, único. El amor que compartían parecía resistir las pruebas del tiempo, y él estaba listo para comprometerse con un futuro juntos.Después de sopesar las opciones, Enrique eligió un anillo que parecía reflejar
—Cariño, quiero que me acompañes a un sitio mañana por la tarde—invitó Enrique, entrando en la oficina de su novia aquel viernes por la tarde. —¿Mañana?Ashley se sorprendió un poco de la invitación, los fines de semana solía dedicárselos completamente a su pequeño hijo. —Sí. Será a eso de las seis. —No sé si pueda, Enrique. Ya sabes que Arnold demanda mucho de su madre. Él necesita que compartamos más tiempo juntos y yo estoy siempre aquí—señaló a la oficina—. O contigo. Ya casi no le dedico el mismo tiempo de antes y eso a él no le gusta. Ya sabes que él está acostumbrado a que su mamá sea únicamente para él y ahora, en cambio, tiene que compartirme contigo.—Lo entiendo, amor—contestó el hombre de forma comprensiva—. Por eso es que…—dejó la frase inconclusa, aunque lo que en realidad pensaba decir, era que por eso era que debía acompañarlo mañana. Sabía que luego de su matrimonio las cosas cambiarían para bien. Ya no tendrían que verse fuera de casa, sino que vivirían juntos, l
Enrique detalló en la expresión de su amada y por un momento temió que su respuesta fuese una negativa. En sus ojos, podía verse la indecisión, podía verse el miedo, el temor. La angustia que le causaba la idea de un nuevo matrimonio.—Prometo que voy a cuidarte. Prometo que te amaré, y protegeré tu corazón. Nunca voy a engañarte, Ashley, te doy mi palabra—sintió la necesidad de hacerle esas promesas, para disipar la neblina del temor que se había instalado en su corazón. La mujer lo miró y sonrió con una sonrisa rota. ¿Realmente podría volver a confiar? ¿Realmente sanar un corazón herido era tan fácil? La verdad era que parecía una tarea imposible de lograr. —Acepto—dijo entonces, convencida de que el hombre que tenía delante, merecía una oportunidad, la oportunidad de creer una vez más en el matrimonio. —Oh, cariño, ¿de verdad?—la emoción no cambia en el pecho del hombre, quien amaba a Ashley, la amaba con locura. Desde que la miró por primera vez, sintió aquel flechazo tan mágic
El sol se ocultaba en el horizonte de los Alpes suizos cuando Angelo, exhausto después de un día largo de trabajo, llegó a la majestuosa casa de sus padres. Una herencia antigua que nunca habían habitado hasta ahora, gracias a la insistencia de su madre.Y como si la hubiese invocado con sus pensamientos, la mujer apareció frente a él. Débora, lo esperaba con una expresión furiosa, y no pudo contener su lengua por un segundo más, necesitaba confrontarlo. —¿Has estado visitando a aquel bastardo?—espetó, su voz resonando con un tono de rabia que no pasó desapercibido para Angelo.El joven, harto de las acusaciones constantes de su madre, la miró directamente a los ojos. —No vuelvas a referirte a Arnold de esa manera. Es mi hijo, tu nieto. Tienes que aceptarlo—le dejó en claro.La mujer, negándose a reconocer al niño como parte de su familia, persistió en sus sospechas. —Ashley solo lo metió en nuestras vidas para sacarnos dinero o para hacerte sentir culpable. No es tu hijo, estoy se