En algún punto de la noche unos fuertes brazos me sostuvieron. Desperté ligeramente. -Duerme, Lizzie. Sonreí ante la voz cansada de Edson. -¿Circunstancial el que te metas en mi cama? -Mucho. Me reí un poco y me acurruqué antes de volver a dormir. Por la mañana desperté y no estaba sola en mi cama. No era Edson quien estaba aquí, sino que tenía un cachorro mirándome fijamente. Miré discretamente hacia abajo para comprobar que no estuviera desnuda. No recordaba quitarme la ropa antes de colapsar, pero no estaba de más el asegurarme de que no estaba pervirtiendo a un menor... aunque técnicamente él era quien estaba en mi habitación y no al revés. -Uh... buenos días. - Dije por fin ante el silencio. - ¿Sabe tu madre que estás aquí? No respondió, no se movió ni tampoco parpadeó. Y eso no fue escalofriante. Justo cuando estaba por levantarme, Edson abrió la puerta del baño usando solo una toalla y su una enorme sonrisa. El cabello brillante y las gotas que se perdían
Le arqueé una ceja. -¿Confías en que no revelarán el secreto de tu especie? -No, pero tengo cosas más importantes que hacer que intentar que comprendan que su seguridad depende de que sus bocas se cierren. Como por ejemplo, encontrar la sede de los lobos modificados y acabar con ellos porque son peligrosos. -Suena como mi tipo de plan de vida. ¿Puedo ir? - Preguntó Sara. -No prometo tu seguridad ni tu supervivencia.- Dijo Edson negando con la cabeza. -No importa, yo tengo éstas. - Dijo estirando la mano hacia el asiento del copiloto para mostrar una bolsa de viaje que abrió hábilmente. - Puedo garantizar mi propia seguridad. Ahora, escoge unas cuantas, Lizzie. Yo miré la cosa llena de armas y sonreí. -Son bonitas. - Dije arrastrando la maleta. Edson me apartó suavemente y tomó la pesada bolsa para colocarla en sus piernas y que yo pudiera examinarlas cómodamente en el asiento. - No es navidad. -Me he saltado un par de cumpleaños. - Dijo Sara con una carcajada. - Ayer
En las habitaciones del primer piso solo encontramos algunos papeles que nos hablaban de negocios con piedras preciosas. Me había sorprendido al saber que tal fuente de riqueza se encontraba en este bosque y era el por qué se había establecido en un principio la manada aquí. Sin embargo, no había ningún papel que hablara sobre otra cosa. -Vayamos a la oficina principal directamente. - Dijo Edson después de salir de otra habitación sin nada. - Sara, ¿Escuchas algo venir? -No. Les diré si escucho algo. - Dijo encogiéndose de hombros. - Por el momento, solo estamos nosotros y un par de siervos en las colindancias del lugar. -Bien. Vamos. Nos guió hacia donde dijo que estaba la oficina principal y la reconocí como la habitación en la que había un cadáver severamente mutilado y en el que me noquearon. No había cadáver, pero si manchas marrones en el suelo y un desastre de madera, libros y papel. -Entonces... ¿Sabes dónde está la Cueva de las maravillas?- Preguntó Sara uno
El lobo tenía mucho que decir, así que Sara y yo nos sentamos sobre la hierba matando el tiempo. El lobo herido se había desmayado hacía varios minutos, así que los unicos lloriqueos eran del tipo que alternaba el hablar con súplicas de piedad. Y era por esa razón que la información iba lenta. -¿Cómo te fue en tu pequeña revancha con Cedric ayer? -No tan placentera como me hubiera gustado. Solo comprobé que tenía razón. - Dijo Sara con un puchero. - Me había ganado porque bajé la guardia. -Lo siento. - Dije dándole algunas palmaditas. - Sé que te gustan los retos. -Bueno, no puedo tenerlo todo siempre, así que solo me conformé con follarlo un par de veces más antes de que comenzara con su guardia. Yo solo parpadeé. Hora de un cambio de tema. -Entonces... ¿De verdad crees que después de que las chicas vean a sus captores muertos van a estar listas para regresar a casa? -Lo creo. Me atrevería a decir que incluso pedirán algunas copias para cuando tengan pesadillas por l
Cuando el nuevo pedazo de pared terminó de colocarse, el proyector escondido en el techo se encendió y enseguida vimos cerca de cincuenta sitios diferentes. Quizá eran más. Habían muchos hombres en las imágenes y no había rastro de la destrucción en los lugares que había reconocido. -¿Qué hiciste? - Preguntó Sara con un silbido. -Una corazonada. - Murmuré mientras nos acercábamos a el nuevo pedazo de pared. - Había un hoyo por ese lado en el que metí la USB que encontramos. Eran estantes de piso a techo; en dichos estantes habían cajas pequeñas y cerradas en las que habían garabateados algunos números. -Bueno, esto es mucho para revisar. - Dijo Edson abriendo una de las cajas y sacando una de las doce USBs en su interior. - Menos mal que no fuimos a buscar en dónde dormía el anterior Alfa. -Dame eso. - Dijo Sara antes de girarse hacia mí. - ¿Dónde pusiste esa cosa? Le mostré y ella retiró la USB que había utilizado yo para poner la nueva. Imágenes con lobos y hombres hac
Edson regresó al rededor de una hora después. Para este punto, Sara y yo teníamos una competencia de puntería con pequeñas piedras porque estábamos aburridas. -Traje comida. - Dijo repartiendo algunos paquetes. - Lamento no haber podido hacer algo más gourmet, la comida en los refrigeradores ya estaba en mal estado y solo esto pude rescatar de la alacena. -Ah, un hombre que me alimenta nunca tendrá una queja de mi parte. - Dijo Sara abriendo su paquete de galletas. - Mi favorito. -¿Ya has comido algo o nos estás dando toda la comida? - Pregunté con una ceja arqueada. -Les estoy dando algo para picar mientras voy y cazo un par de cosas. Sin los lobos por aquí, la fauna se ha acercado a esta parte del bosque nuevamente. -Dijo dándome una amplia y arrogante sonrisa. ¿Estaría presumiendo sus habilidades de caza para impresionarme? -Si vas en esa dirección, encontrarás una madriguera con algunos grandes y jugosos conejos. Nosotras haremos un pequeño fuego. - Dijo Sara señalando
El unico vehículo que vimos en la siguiente media hora fue una furgoneta que pasó lentamente en dirección a la manada. Sara los había escuchado con dos minitos de ventaja, así que ella fingió levantar la llanta que habíamos quitado y yo me acosté sobre el suelo con una llave en la mano. Los ocupantes solo se asomaron para ver qué estábamos haciendo, pero siguieron su camino. -No sé si sentirme ofendida, ésta era mi mejor pose de damisela en apuros. -Miraron tu trasero. - Dije con un suspiro levantándome del suelo. Esto de aparentar ser inútil era agotador aunque no lo pareciera. - Esa furgoneta me pareció sospechosa. -A mí también. - Dijo Sara dejando atrás las bromas. - Quizá son los chicos que estamos esperando. Unos diez minutos después me llegó un mensaje. "Llegaron en una furgoneta blanca. Son cinco y no parecen ser lobos mutados; ahora mismo están buscando en los alrededores a sus amigos muertos. Las mantendré informadas." Sara suspiró al leer por encima de mi hombro. -
Edson se quedó atrás mientras Sara me daba una cuenta regresiva con los dedos. Nos colocamos en los costados de la cueva atentas al movimiento. Teníamos que ser muy precisas para no desperdiciar balas y para que ninguno de ellos se diera cuenta de lo que estaba pasando, diera una alarma y las cosas se complicaran. Cuando la cuenta regresiva llegó a cero, me preparé inhalando y exhalando. Justo como me enseñó papá. Ella dispararía al primero, yo al segundo y así sucesivamente hasta que todos estuvieran muertos. El primero en aparecer fue un lobo marrón que murió al siguiente segundo; el que siguió tampoco se enteró de mucho. Después del cuarto ya se habían dado cuenta de que sus compañeros no se habían detenido, sino que algo más estaba pasando. Sara me miró brevemente y yo asentí. Teníamos segundos antes de que alguno reaccionara y diera la alarma. Mandamos la precaución al viento y salimos hacia el otro lado de la cueva en donde los lobos ya se estaban poniendo en modo de defens