Edson. -Bien chicas. Estoy seguro de que podrían darme muchos más detalles, pero creo que ya he entendido lo suficiente. Ahora les hablaré de lo que es una verdadera manada y lo que se supone que es un Alfa. Les hablé de mi niñez en Skyblue. De la libertad de cada lobo para transformarse cuando quisiera y no cuando se lo ordenaran. Les hablé del Alfa Noa, de su excelente trabajo y de los lobos que protegían nuestro hogar. -Contribuimos haciendo lo que nos gusta hacer. - Dije en tono cansado. Estaba seguro de que había amanecido hacía un par de horas. - Soy consciente de que no han tenido la libertad de descubrir qué les gusta, así que por el momento no les pediré que me ayuden en la manada. Nos dedicaremos a ello cuando decidamos en dónde vamos a establecernos; también quiero que tomen en cuenta que no voy a ser su Alfa eternamente... no, escúchenme. Las lobas se habían tensado y por el vínculo me llegó su miedo. -Es una larga historia, pero en resumen ésta no es mi manada sino la
Lizzie. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me quedé dormida, pero algún instinto me dijo que debía abrir los ojos inmediatamente. ¿La razón? No me encontraba sola en la habitación. Obligué mis ojos a abrirse; estaba lista para entrar en acción, pero me detuve al ver que habían cerca de diez mujeres mirándome inseguras. Al menos, éstas mujeres no estaban en pelotas ofreciendo "servirme". Me incorporé un poco. -¿Qué sucede? - Susurré con voz ronca. Ellas se movían nerviosamente y eso me puso alerta. Me quité el sueño restante de los ojos. -¿Necesitan ayuda? -Si... pero no es el motivo por el que vinimos a verla. - Dijo una de ellas. Eso me confundió. Miré a la chica con curiosidad mientras inhalaba aire ruidosamente. Quizá un gesto para armarse de valor. -Nosotras... escuchamos algo de lo que pasó. Me tomó al menos medio minuto saber de qué estaba hablando y fruncí el ceño. -¿Edson también quiso... hacer algo así con cualquiera de ustedes? ¿Las ha obligado a algo?
-¿Podría trabajar en mi escritorio lo que resta de la semana, señor? Lo primero que hice al cambiarme e ir a la estación fue abrir la puerta de la oficina del tío Jeff. Levantó su vista de los múltiples papeles que tenía en su escritorio para mirarme sorprendido. No era para menos, con el premio de la placa dorada sobre la mesa, todos los oficiales de la oficina estaban ocupados en sus propias investigaciones personales para buscar un ascenso. La gran pila de papeles frente a él debían de ser múltiples solicitudes para utilizar recursos. -Seguro. Tenemos suficiente personal en las calles y solo un par de voluntarios aquí. - Dijo con un suspiro cansado. - ¿Te encuentras mejor? -No, pero no podía quedarme quieta en mi habitación. Prefiero hacer algo de papeleo pendiente y revisar algunos expedientes. Me miró con sospecha. Levanté una mano inocentemente. -Prometo que no es una investigación personal. - Dije dándole a entender que no revisaría el expediente de mi familia.
-Jugoso. - Murmuró Bites cuando le entregué la hoja y mis anotaciones sobre la competencia de cada policía implicado en cada caso. Incluso me tomé la molestia de escribirle los sectores en los que se investigaban. -¿Cómo conociste a este tipo? - Preguntó Sara dándole un vistazo a la tienda de empeño. -Casualidad. -Bien poli. Estoy seguro de que me arrepentiré de decirte esto, pero tu cuenta ha sido saldada. - Dijo guardando la hoja. Casi podía ver las ruedas de su mente girar. -Toma mi consejo y no hagas nada estúpido con eso. En vez de revender la información, solo cuida tus negocios y deja que mis compañeros investiguen los de los demás. Él me sonrió calculadoramente. -Por supuesto. -Dame otro teléfono. - Dije aprovechando su felicidad y él solo sacó uno del mostrador. -¿Cuánto te debo? -Cortesía de la casa. Un placer hacer negocios, estamos en contacto y todo eso. Sara resopló y ambas salimos de ahí. -Siete imitaciones en el mostrador, electrodomésticos de d
Mi libreta no contenía otra cosa que algunos detalles interesantes y declaraciones de los familiares de las chicas. No de cualquier tipo, sino de las que expresan cuánto extrañan a sus hijas, esposas, madres... En fin. Palabras dulces. Después de eso estaban las últimas direcciones y teléfonos en las que podían dar informes en caso de tener alguna pista de las mujeres desaparecidas. Algunas habían sido secuestradas por más tiempo que otras, así que ya me había tomado la molestia de comprobar si aquellos números aún existían. Lo hacían. Cada uno. Quería darle las buenas noticias a todas y, además, sugerirles que hablaran con Sara para ver si se encontraban mentalmente listas para volver a casa. Entendía la preocupación de Edson de dejarlas ir ya que todas sabían su secreto, pero no era un problema realmente ya que estaba segura de que solo querían volver y olvidar lo que había pasado. Siempre existía la posibilidad de que hablaran sobre los hombres lobo, claro, sin emb
No sonaba muy feliz al respecto, así que solo me levanté y lo seguí por el pasillo. Cedric se quedó atrás. En cuanto llegamos a la oficina, él entró primero. Estaba un poco distraída, así que no noté que se había colocado detrás de la puerta hasta que la cerró fuertemente y luego cargó hacia mí con ojos negros y enojados. Yo di un par de pasos hacia atrás. No por miedo, sino porque estaba modificando mi postura para el problema que intuía llegaría. Y lo hizo. No me lanzó un golpe, solo gruñó peligrosamente cerca de mi cara. -¡¿Me puedes malditamente explicar qué fue eso?! -¿El qué? ¿Encontrar a alguien que puede ayudar? ¿Investigar sobre las familias de todas las chicas que se encuentran aquí? - Pregunté sin intimidarme en lo más mínimo. -¡Revelar nuestra jodida existencia! Yo le arqueé una ceja. -Seamos claros. Ustedes como especie no hacen un grandioso trabajo ocultándose. - Dije cruzándome de brazos. - Secuestran humanas, por el amor de Dios. Ni siquiera se to
Tenía ciertas expectativas para mi primer beso. Yo era de esas chicas que crecieron pensando en el príncipe azul. Algo como cruzar miradas, sonreirnos, una cita, descubrir que teníamos intereses en común y, con suerte, tener una segunda cita. Algo inolvidable que contarle a nuestros nietos porque yo era así de cursi. Nunca imaginé que me lo daría un chico que se convertía en animal y le cantaba a la luna en un ritual pagano en donde bailaban desnudos al rededor de una hoguera. Puede que haya investigado en internet al respecto. No me quejaba del resultado. Realmente el tipo con todos sus gruñidos me gustaba un poquito.Nuestros labios se acariciaban de una forma que hizo que los dedos de mis pies se enroscaran. El delicioso aroma a bosque encendió mis sentidos mientras gemía necesitadamente. Él emitió un gemido pequeño cuando abrí un poco más la boca. -Dulce... tan dulce... - Murmuró elevándose solo un poco para acomodarse mejor. Lo unico que se tocaban eran nuestros l
Edson había llamado a todos para que bajáramos al siguiente piso a comer. Yo no había estado en el piso que mencionaba así que tenía un montón de curiosidad. Este, a diferencia de la zona que habían designado como dormitorios, era un espacio totalmente abierto que nos mostraba qué tan grandes eran los pisos de arriba. Edson (o alguno de sus ayudantes) había metido aquí un par de mesas plegables con sillas que encuentras en los supermercados. Sabía que era cosa de Edson porque en un rincón del lugar habían amontonado cosas polvorientas que al parecer estaban aquí. La diferencia entre las mesas y ese rincón eran abismales. Era un poco lúgubre pero estaba segura de que solo era mi percepción ya que no parecía molestarle a nadie. -Con una televisión enorme y un par de sillones cómodos, este lugar sería un buen refugio. - Silbó Sara. - Una limpieza profunda, más iluminación... Yo oculté una sonrisa. No lo admitiría, pero tenía alma de decoradora y se emocionaba fácilmente. Detrás