Capítulo 11
El almuerzo se desarrollaba en un ambiente incómodo. Sus comentarios me dejaron pensativa y, poco a poco, la tensión se apoderó de la mesa. Cuando levanté la vista para mirarlo, nuestros ojos se encontraron, atrapándome en el acto.

Una sonrisa egocéntrica se dibujó en su rostro mientras ladeaba la cabeza.

—Te pillé —dijo con un tono burlón.

—¿A qué te refieres? —fingí desinterés, aunque su mirada me desarmaba.

—Me estabas mirando, pequeña acosadora.

—No tengo idea de qué hablas —respondí, decidida a no aceptar la acusación.

—Te vi mientras me espiabas —insistió, divertido.

—No te estaba espiando. Y si me capturaste es porque tú también me mirabas. ¿O no? —elevé una ceja desafiándolo.

—Un punto para ti —rió, alzando las manos en señal de rendición.

Una chispa de complicidad se encendió entre nosotros, y la tensión se disipó un poco. Las miradas que antes resultaban intimidantes se transformaron en sonrisas y bromas, haciendo que el resto del almuerzo fuera más fácil, más ligero
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