Luego de besarnos por un largo rato, decidí ir a mi habitación. La situación se había vuelto incómoda; no quería seguir besándolo, pero él me había obligado. No es que estuviera molesta, después de todo, había aceptado firmar. Y aunque no voy a fingir que no me gustaron sus besos, prefiero que sean espontáneos, no forzados. Las cosas impuestas no son agradables.Como él me había dicho, encontré dos maletas listas junto a la cama. Realmente, los empleados de esta casa son muy eficientes.Después de cenar, me fui a dormir temprano. Mañana partiríamos hacia Brujas, y aunque estaba emocionada, algo me decía que las cosas allá no serían tan color de rosa como esperaba. Tenía un presentimiento, además de que Henrik aún no me había revelado quién era esa persona de la que quería deshacerse. Pero pronto lo descubriría, así que solo tenía que esperar.Desperté en la mañana con el llamado de Justine. Después de dejarme el desayuno, se marchó. Comí algo y luego entré al baño para comenzar a prep
—Y seré el hombre más afortunado del mundo al ser el primero en ver ese bello cuerpo desnudo.—No serías el primero —confesé, mordiendo mi labio con un poco de vergüenza.—¿A qué te refieres?—Dejémoslo aquí —me reproché mentalmente por haberlo mencionado.—No, ahora dímelo.—Mejor no, no quiero que te dé otro de tus ataques.—Habla de una buena vez —inquirió, mostrando un leve tono de irritación.—Está bien —me resigné—. Ya te hablé de Víctor, el chico que fue mi novio en el orfanato. Bueno, durante ese tiempo, las cosas avanzaron más allá de solo besos. Éramos dos jóvenes de 16 años en pleno apogeo hormonal y... —bajé la mirada, sintiendo el rubor en mis mejillas.—Ya entendí, querían sexo. Pero, ¿qué pasó? ¿Por qué aún eres virgen? —suena algo molesto.—Estuvimos a punto, solo que no pasó.—¿Te retractaste en el momento?—No, en realidad, él lo hizo.—Ahora ya sé que ese tal Víctor es un tonto —se burló.—Lo hizo porque creyó que aún no era el momento. Y tenía razón.—Dejando eso d
El chofer regresó poco después, cargando unos aperitivos. Durante el resto del recorrido, me limité a mirar el paisaje mientras disfrutaba de un helado que habían traído. Después de unas horas de viaje que se me hicieron eternas, finalmente llegamos a Brujas, y quedé completamente fascinada. La ciudad era bellísima, mucho más de lo que había imaginado. Estaba asombrada, y cómo no, con un paisaje así. —¿Hermosa, verdad? —preguntó Henrik, observando mi reacción. —Definitivamente —suspiré, embelesada. —En las noches es aún más bella. —Debes mostrarme —exigí, haciendo un puchero. —No te preocupes, lo haré. El auto se detuvo frente a una enorme casa. Debo admitir que era preciosa; no se veía tan antigua como la de Henrik, pero tenía un diseño colonial encantador. Bajamos del auto y, aunque intenté mantener la calma, no pude evitar sentirme nerviosa. La idea de conocer a esas mujeres, seguramente muy refinadas y educadas, me ponía los nervios a flor de piel. Además, Henrik h
—No me hagas esto, Elizabeth —gruñó, mirándome fijamente.—Entonces no me mires —respondí, simple.—Más fácil sería prenderle fuego al agua.—Espera aquí.Tomé ropa del armario y volví al baño para vestirme. Elegí un atuendo completamente negro, que combiné con una gabardina roja. Al salir del baño, recogí mi cabello en un moño y me maquillé.—¿Crees que a tu madre le guste mi manera de vestir? —me miré en el espejo.—Da igual lo que piense. Además, ¿cómo podría no gustarle? Estás preciosa.Me acerqué y le di un tierno beso en los labios. Ahora que lo pienso, no me di cuenta en qué momento nuestra relación avanzó tanto. Se supone que somos una pareja falsa, pero actuamos como tal y, además, nos besamos.—Vamos —susurré, pegada a sus labios.—Solo uno más.—No, vamos.Se quejó, pero finalmente se separó. Me tomó de la mano y bajamos directo al salón, donde encontramos a la señora Anna discutiendo con una joven. La observé; seguramente, ella es la hermana de Henrik. No se parecen mucho.
No sé en qué momento me quedé dormida, pero entre la somnolencia, sentí cómo alguien me llevaba en brazos. Abrí un poco los ojos y vi a Henrik avanzando hacia la habitación.—No debes llevarme, debo pesar —me removí, intentando bajarme, pero él me sostuvo con más firmeza.—No te preocupes, además eres muy ligera. Solo descansa.—Quiero dormir contigo —dije, medio adormilada, y su mirada se iluminó de sorpresa.—¿Conmigo? —su tono denotaba extrañeza.—Sí, por favor —bostecé, sintiendo cómo el sueño me abrazaba de nuevo.—Está bien.Volví a cerrar los ojos y hundí mi rostro en su pecho, dejándome llevar completamente por el sueño.Desperté por la mañana de buen humor. Miré a mi alrededor, confirmando que estaba en lo que parecía ser la habitación de Henrik, pero él no estaba presente.Me senté en la cama, intentando despejarme, ya que aún estaba algo adormilada. Escuché el sonido de la puerta del baño abriéndose y dirigí mi mirada hacia allí. Abrí los ojos como platos ante la vista que
Cuando finalmente recobré un poco la compostura, tomé la camisa y me la puse. Me levanté de la cama y comencé a caminar hacia la puerta. Justo cuando iba a abrirla, escuché su voz.—¿A dónde vas?—A mi habitación, necesito tomar un baño y cambiarme de ropa —respondí, aún de espaldas.—¿Estás enojada?—Más conmigo misma.—Perdón por forzarte, es solo que...—No hace falta que digas nada. La verdad no estoy enojada contigo; si me enojara, sería conmigo misma —al final le dejé hacer lo que quiso, porque si realmente me lo hubiera propuesto, lo habría apartado.—¿Entonces seguimos como antes? —me giré y lo miré a los ojos.—Claro —sonreí, viendo cómo el alivio inundaba su rostro. Sinceramente, no permitiría que algo así cambiara nuestra relación. Además, ¿a quién pretendo engañar? Me gustó demasiado. Así que no me voy a hacer la ofendida. —Nos vemos luego entonces.Asentí y salí de la habitación. Caminé suavemente por los pasillos cuando choqué de frente con alguien. Por favor, que no se
Kirsten me llevó a un bonito café que, según ella, visita con frecuencia.Tomamos asiento en una de las mesas exteriores; la vista era encantadora y el ambiente, genial. Había dejado de nevar, pero aún hacía frío, así que un café bien caliente nos sentaría de maravilla.Mientras disfrutábamos de nuestras tazas, comenzamos a conversar. Ella me hacía preguntas a las que, sinceramente, no sabía bien cómo responder. Así que, simplemente, me inventaba las respuestas. Sé que no está bien mentir, pero no sabía qué decir.—¿Cómo se conocieron mi hermano y tú?—Fue en Estados Unidos.—¿Dónde exactamente?—En un evento al que ambos asistimos —casi era cierto.—Ya veo —levantó la mirada, su semblante se tornó serio—. ¿Le quieres de verdad? —si supieras que me he estado preguntando eso desde hace unos días.—Sí, y mucho —debía mentir, ya que supuestamente éramos pareja.—Lo sé —sonrió. ¿Lo sabe? ¿A qué se refiere con eso? —. He notado la forma en que lo miras; tus ojos lo demuestran —¿lo hacen? —
—Lo dices tan fácil —murmuró, bajando la mirada afligida.—Porque es muy fácil. Solo ve allí y dile a tu familia: "Soy lesbiana, me gustan las mujeres, así soy, y tendrán que aceptarlo porque soy su familia." Y a Jeann le dirás lo que sientes por ella. Si no siente lo mismo, al menos que continúen siendo amigas.—¿Crees que funcione? —sus ojos se llenaron de lágrimas. Debe ser realmente duro para ella.—Nada pierdes con intentarlo.—Lo dices porque no conoces bien a mi familia.—Tal vez, pero te aseguro que no son malas personas; te comprenderán. Pero si quieres, puedo hablar primero con tu hermano, así él te ayudará a tratar con tu madre y tu abuela.—¿Con mi hermano? —negó, asustada.—Sí, no temas, él te comprenderá.—¿Y si no lo hace?—No seas pesimista, Kirsten. Sé que temes perder su amor por este tema, pero te aseguro que no será así.—Está bien, confiaré en ti.—Hablaré con él hoy mismo. No te preocupes, te aseguro que lo convenceré.—Confío en ti. Y Elizabeth —tomó mis manos—,