¡NI  POR LAS CURVAS, JEFE!
¡NI POR LAS CURVAS, JEFE!
Por: Estef-letras
PROLOGO

La polilla luna, tiene una de las metamorfosis más maravillosas de la naturaleza, un tiempo en que, en varias fases, tienen que sufrir distintos cambios, todo para convertirse en una obra de arte alada, que vive una sola semana y poco más, codiciada y admirada por muchos por su belleza.

Así pasa en la existencia del ser humano, tiene etapas en las que cambiar en necesario, la transformación tanto física, como espiritual, como aquella polilla que deja un legado con su simple existencia tan efímera, así es nuestra vida.

... — ¡Amiga! Ya me estaba preocupando de que no llegaras — dijo Jane al verle en el corredor.

— No me perdería el último día, ¡jamás! — respondió.

La despedida era breve, la última clase, un momento emotivo entre ellos y cada uno a su nueva vida, se verían en la ceremonia y ahí acabaría todo.

Después de eso, debía llegar a su trabajo, le estaban esperando para firmar el nuevo contrato, donde estaría a sus servicios por aproximadamente dos años, estaba demasiado feliz, sentía que su vida estaba despegando en el momento preciso, al llegar saludo a todos, hoy tenía tanta felicidad que no había ganas de ser ruda con sus pacientes.

Miro a Anthony que llevaba más de un año recuperándose de una luxación Acromio clavicular.

Este Había tenido una respuesta positiva cuando ella había llegado, su evolución era buena y volverá a la cancha en unos pocos meses.

Verlo avanzar era demasiado gratificante y esperaba que con los demás fuese igual, quería ganarse una reputación.

— ¿Esta lista para esto? — dijo su jefe Joshep Zlader, este sentía cierto cariño por la joven, se veía demasiado tierna y le recordaba a su sobrina.

— Nací lista — dijo haciendo que riera, era una mujer un poco egocéntrica, pero con un talento innato.

— Este año ampliaremos nuestro catálogo, se suman deportistas como pilotos de carrera — dijo mientras caminaban hacia el despacho.— ¡Jamás he visto una carrera en mi vida!— le dijo y este sonrió.

— Deberías de comenzar a verlas, te lo digo de corazón, ya sabes cómo pueden llegar a ser los directivos con estos temas.

— Esta bien, lo tendré en cuenta — respondió, mientras miraba su celular, quería mirar de que hablaba exactamente su jefe. La firma llegó y la felicidad de ser parte como miembro de los fisioterapeutas en el centro era realmente gratificante, tendría su oficina y su lista de clientes, era algo que la ponía a dar pequeños saltos de felicidad.

Tania siguió su día tal cual como venía haciéndolo, aquella noche tomaría unas copas con su amiga, debían celebrar por lo alto, así que pasaría a casa de Jane y se arreglarían juntas, a su bar preferido, donde los mojitos sabían mejor.

Se despidió de todos y fue diré a su carro, estaba un poco cogida de la tarde, salió y llegó rápido, no se quería perder aquello, le parecía necesario salir.

— ¿Que te pondrás? — preguntó su amiga una hora más tarde.

— No lo sé, creo que me pondré alguna blusa y un vaquero, no creo tener ganas de salir — le respondió y esta se quedó mirándola con cara de no creer lo que estaba escuchando.

— ¡De mi casa, jamás saldrás así! — le respondió haciendo que la otra soltara una carcajada, cuando lo hacía, un sonido extraño la acompañaba, era uno de sus miedos, reírse demasiado duro, era algo que procuraba no hacer.

— Te pondrás este — Le paso un vestido color blanco, odiaba ponerse ese color cuando salía de fiesta, con tan solo mirarlo, así que le pidió que buscará otro, no en su tono preferido.

— Este — dijo y le mostró uno en tono azul rey, era un vestido a los tobillos, escote en v, ajustado al cuerpo y tiras delgadas, marcaba su linda figura haciéndola ver realmente sexy, se miró al espejo, organizó su maquillaje y una pasada con la plancha en su cabello, ojos delineados con un tono plata y negro en la punta, quería verse como una femme fatale y parece ser que lo estaba logrando, pues al salir, los hombres no dejaban de mirarlas, Jane era muy bella, cabello rubio y largo en ondas, ojos azules, estatura promedio y un diseño de sonrisa que la hacía ver bastante bien, era amable y siempre tenía buena conversación.

Era el alma de la fiesta a diferencia de ella, aunque Tania no podía quedarse atrás, cuando se tomaba algunas copas, podía bailar toda la noche sin parar.

Miro a su amiga que parecía hipnotizada en cuando vio que Alex estaba ahí, estaba enamorada de aquel castaño de ojos claros, así que la dejó ir, está se quedó bailando un poco, mirando a su alrededor.

— Bailas bien — dijo un chico que la estaba mirando desde hace algún rato.

— Eso dicen — respondió ella sin dejar de bailar al ritmo de la música.

— Me gusta, una mujer que se mueve como tú, no decepciona — dijo haciendo referencia a otras cosas.

Tania paro en seco su movimiento y lo miró con una sonrisa en su rostro, inspeccionó el aspecto del hombre y sonrió aún más.

Todos estaban tan metidos en su mundo y está había decidido bailar con Hans, el hombre se llamaba así, bailaron bastante cerca el uno al otro y Tania decidió que no desperdiciaran aquella noche.

— Podemos bailar en otro lado, si deseas — susurro a su oído.

Aquella insinuación era bastante interesante y le hizo pensar un momento en cuando había sido la última vez, ¡meses!

— ¡Me parece buena idea, quizás en ese lugar bailemos mejor! — le respondió, aun cuando sus tacones eran altos y le tocaba que empinarse para poder llegar a su oído, miró a su amiga y entre risas se despidió de ella, esta sonrió y la felicito, las bebidas a veces hacía estragos y parecía que aquella noche le hubiese enseñado a relajarse un poco.

Sin esperar un momento, fue con Hans a la casa de este.

— ¡Bendito último día! — dijo y se lanzó sobre él, aprovecharía aquella noche al máximo y parecía ser que aquel dios de músculos de acero serían su ayudante número uno.

Una noche entretenida que la dejó totalmente relajada, con los músculos doloridos como si hubiese corrido una maratón y una sonrisa de oreja a oreja.

Reviso su celular, Jane la estaba esperando, eran casi las seis de la mañana, tomó sus cosas despacio y sin hacer algún ruido.

— Pensé que te gustaría desayunar algo antes de irte — Dijo el joven con una sonrisa, en la mañana no se veía tan guapo como cuando anoche, lo que no podía negar, era que aquella casa era realmente bonita, parecía un hombre adinerado, era algo que se notaba. 

— Emmm si, mira... — dijo con un poco de duda.

— No quiero que esto se vaya a mayores, así que comeré en casa, gracias por todo — le dijo con el cabello enmarañado, el vestido al revés y sus tacones en la mano.

— Entiendo — dijo él con una sonrisa y se levantó lentamente, haciendo que esta mirara fijamente ahí, sonrió al saber que la noche había valido la pena totalmente y salió corriendo.

La regla era no repetir y está no sería la excepción, no estaba para nada más que no fuese su carrera, así que tomó el primer taxi que vio y llegó donde su amiga que la esperaba entusiasmada, quería saber todos los detalles.

— Estuvo bastante bien, muyy — contó y su amiga celebró, era la primera vez tomar una decisión así por su cuenta.

Desde aquella salida se había sumergido en su trabajo, le faltaba poco tiempo para finalizar su contrato de pasantías. 

Esa mañana llego mucho más temprano, la cafetería estaba vacía, era el momento en el que aprovecharía junto a Jane para comer en paz.

— Mira, eso es la fórmula uno — dijo cuándo al bajar a la maquina e ir por algunas papas miraron la tv que estaba transmitiendo la carrera, se quedó mirando fijamente aquella pantalla, frente a ella estaba la carrera final de la fórmula, estaba congelada analizándolo todo.

— ¡Es imposible que Hans le gane a Ryan, le lleva suficiente ventaja como para que lo rebase en la última! —dijo un hombre que al igual que ella se había quedado mirando, estaba concentrada al máximo, Jane la llamó, pero está le pidió que esperara, estaban a punto de terminar, así que quería ver.

Miro aquel carro rojo, lo vio perder el control y salirse de la pista, estrellándose directamente con la gradería, se quedó impresionada de lo que había ocurrido en cuestión de un instante, la gente a su alrededor se quedó en silencio, al igual que ella estaban sorprendidos, miró por última vez y salió del lugar, con el corazón un poco adolorido, pues teniendo en cuenta lo que había analizado, sabía que algún muerto podía resultar de aquel accidente.

— ¿Estas bien? — preguntó su amiga al ver que su ánimo inicial se había apagado en un instante.

— Sí, sólo que quede un poco sorprendida, espero que todos estén bien y solo haya sido el susto, sería muy triste saber que alguno de ellos murió o quedó bastante mal — dijo y su amiga asentó, dándole la razón.

Esperarían haber que dicen las noticias mañana, por ahora dejarían atrás el tema y disfrutarán su noche, el lugar estaba algo lleno, había pequeños grupos disfrutando de la fiesta, estas se unieron a sus compañeros, su madre le había dejado un mensaje, pidiéndole que fuese con cuidado, con Jane habían decidido no llevar coche, no querían pasar por algún problema y querían beber, así que la responsabilidad iba primero.

En casa el ambiente era algo extraño, todos estaban sentados en la sala y el silencio apremiaba. El televisor estaba encendido, la noticia de un accidente, había dos personas afectadas, una de ellas era un hombre joven en las graderías y el otro era el famoso piloto Hans Lancer Smith.

Aún se valoraba el impacto de la coalición y su estado era reservado, sabía que era solamente tecnicismo, el hombre podría estar muerto o en coma, era lógico, cuando lo habían sacado de aquel carro, se veía realmente mal.

— Que triste, espero pueda recuperarse — dijo su madre y Tania no dijo nada, sabía que, si en algún caso quedaba vivo, volver a las carreras no se daría tan rápido o quizás nunca más lo podría volver a hacer.

— Ojalá — respondió, su mente se quedó aún más bloqueada cuando en la pantalla de aquella tv, se veía la imagen del hombre con el que noches antes había pasado el rato, en su apartamento.

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