CAPITULO 4

Hans lancer le había llamado, no quería volver a pasar por alguno de sus dramas de niño pequeño, había tenido clientes complicados en su corta experiencia laboral, pero ninguno como este.

— Conteste su teléfono — le escribió por W******p, Tania estaba ofendida por cómo le había tratado, ¿por qué debía responderle?

— No tengo intención de tener una conversación con una persona con ese nivel de patanería.

— No se ponga con estupideces, le voy a dar la oportunidad para que trabaje conmigo, mi entrenador me ha dicho que eres buena y he decidido incluirte en mi equipo — le dijo, sabía que la joven iba a complicarse, pero estaba seguro de que aceptaría, por lo que había escuchado, esta había perdido muchas oportunidades por su antiguo jefe, le había declarado una guerra sin fin y por lo visto, estaba ganando.

— No quiero trabajar para usted — le dijo esta al oírlo hablar con tanta prepotencia.

— Creo que es una buena oportunidad para usted, así que debería aceptar — insistió.

— No me interesa realmente saber de lo que me pierdo al trabajar con usted, tenga claro que puedo morirme de hambre, antes de que usted decida sobre mi vida y sería realmente horrible verle la cara a diario, ¡que fastidio! — le dijo h colgó, sabía que era su última carta, pero no quería estar trabajando para alguien que le faltaría el respeto en cada segundo que pudiera, podía estar necesitada, pero no sé dejaría humillar, no cuando había salido de un lugar Justamente por eso mismo.

Hans jamás se imaginó que la joven le iba a colgar, estaba completamente seguro de que necesitaba el empleo y aceptaría de inmediato, pero al parecer, parecía que se había equivocado, está aún sentía molestia por lo ocurrido anteriormente, aunque no veía nada malo, parecía que la joven lo detestaba.

— ¿Hablaste con Tania? — le preguntó Rusoll esa misma noche.

— No, me ha colgado, ¿Pará qué quieres a una persona tan prepotente en el equipo, prefiero esta cantidad de ineptos, que tener que lidiar con ella — respondió, haciendo que su entrenador lo mirara seriamente?

— Por qué es la única que tiene la capacidad de trabajar con una persona como tú, acuérdate que has alejado a los mejores y no tienes más oportunidades, sólo está, así que haz algo, la quiero aquí, aunque a ti no te parezca — le dijo mientras salía de la sala.

Este había quedado picado por la manera insiste te de su entrenador con aquella joven, podían encontrar uno bueno, pero como sabía que, sin él, no podía hacer nada, decidió seguir su consejo y buscarla, quizás frente a frente cambiará de opinión.

Busco la dirección en su hoja de vida y se percató de que no vivía nada mal.

Así que se puso una camisa y con ayuda de la silla de ruedas fue en búsqueda de aquella mujer.

— Hola — dijo al llegar, una mujer bastante joven y con un cuerpo muy tonificado le saludo con una gran sonrisa.

— Hola, ¿en qué te puedo ayudar? — preguntó la madre de Tania, no esperaban a nadie y su hija no había dicho que alguien la visitaría.

— Vengo en búsqueda de Tania Smith, me han dicho de que vive aquí y necesito hablar con ella — contestó con una sonrisa encantadora.

— ¡Claro, pasa!, ella en este momento no está, pero no demora en estar con nosotros — le dijo, mientras le abría paso, su enfermero entró con una sonrisa amable, se veía que la mujer también lo era, esperaba no demorarse mucho, tenía ganas de descansar.

— ¿Ella vive con usted aún? — le preguntó con curiosidad, no se esperaba que una mujer con ese carácter viviera con sus padres.

— Si, ha decidido volver desde hace algunos meses, estoy feliz de tenerla cerca, esta casa es bastante grande para dos personas, nuestro hijo también ha decidido irse, no muy lejos, pero aun así hace falta igual tenerle aquí — comentó ella con nostalgia, amaba tener a su familia junto a ella y el saber de qué se iban siempre le costaba un poco.

— Entiendo, Tania es una mujer con un carácter bastante fuerte — dijo él, pensaba decir algo más, pero estaba en su casa y su madre no permitiría que hablaran de su hija de forma que no fuese correcta.

— ¡Es una mujer poderosa!, como le digo yo, eta sacó el carácter de su abuela, son muy parecidas — le dijo y este sonrió, sabía que se comportaba como una abuela.

Estos se habían sentado en la sala, el corredor de la sala no daba vista a aquel lugar.

— ¡Si supieras con el tipo tan maluco que me toco hoy! — dijo en modo de saludo.

— No lo sé, mi niña, hay gente... — le dijo, pero esta estaba tan entregada en desahogarse, que no se percató de que Hans estaba justo ahí.

— Era una muerda de persona, de esas que creen que el dinero les da una inmunidad y que pueden tratar a todos como se les viene en gana, pues así era, horrible personalidad, era algo bastante incómodo y estaba que le arrojaba una grapadora que estaba ahí — le contó, haciendo que su madre riera.

— No sabía que era tan incómodo para alguien, esa primera vez que alguien lo dice en viva voz y con tanta rabia — dijo al ver que esta estaba hablando de él, estaba dándole la espalda y eso le había molestado.

— ¿Que hace aquí? — dijo esta al dar un brinco del susto que le había provocado.

— He venido a hablar con usted, pero por lo que veo, es de las personas que se hacen una idea de las personas con el primer altercado — le dijo con seriedad, no estaba en condiciones de pelear, así que optó por mantener la calma, no quería más errores.

— Tranquilo, ya he tenido suficiente para poder hacer juicios sobre una persona como usted, no entiendo que hace en mi casa — le dijo mientras le miraba seriamente.

La sala estaba en completo silencio, sabía que su hija había tenido un mal día, pero jamás la había visto así de molesta.

— No tengo mucho que decirle, por W******p le he dicho que no trabajaré para usted — le respondió, haciendo que este se molestara aún más.

— No entiendo su insistencia, ya le dije que para usted no quiero trabajar — le dijo y este se quedó callado, aquella mujer estaba probando su paciencia, así que, sin más, se despidió y se marchó.

— Hans no la puedes dejar ir, te mataran y lo sabes — Se dijo a sí mismo, era algo que no podía hacer, así que volvió nuevamente.

— Te ofrezco el doble del sueldo — le dijo al ver que esta era la que había abierto la puerta.

— No — respondió ella.

— El triple — le dijo y algo en el interior de Tania se removió, sabía que el sueldo no era poco y triplicarlo arreglaría todos sus problemas.

— Esta bien, el triple y un contrato con varias condiciones — dijo esta para salir del paso sin parecer fácil.

— Como desees, mañana podríamos firmarlo si quieres — le dijo este, por fin había logrado algo, no sabía cuáles serían las condiciones que está tenía preparadas, lo único que realmente importaba, era que había ganado por fin.

— ¡Haz hecho una locura! — dijo su ayudante, nunca había peleado por tener una trabajadora a su lado, conocer a Tania había sido divertido, era la primera vez que veía a su jefe tener que callarse todo lo que pensaba, por fin alguien lo había logrado.

— Una locura sería aguantar a Rusoll — dijo y volvió al silencio total, odiaba tener que hablar con los empleados, con cualquiera que respirará, desde el accidente había sido aún peor, no le interesaba hablar, quizás tomar y emborracharse hasta el cansancio, reír por bobadas con sus amigos, pero una conversación como tal, era algo imposible, siempre las evadía, no le interesaba nada que tuviese que ver con eso, hasta a sus padres había alejado.

— Ya lo logré, eso sí, me ha costado mucho, creo que podrá sus propias condiciones y su sueldo se triplicará, así que tú decides si aun la quieres aquí — le dijo este y Rusoll solamente sonrió, aquella chica además de tener la capacidad y el talento tenía un carácter que lograría hacerlo mover, no le interesaba si se le pagaría seis veces más, algo en su intuición le decía que era la solución y nunca se equivocaba.

— No te entiendo, espero que no sea un fiasco como los otros, así que mañana firmaremos, solo si majestad Tania Smith decide cooperar — le dijo y colgó, sabía que se ensañaría a recordarle que los trabajadores que dejaron su puesto habían sido por culpa solamente de él, de su maltrato y su falta de querer avanzar.

— Hija, es un sueldazo, espero lo pienses — le dijo cuando la vio que estaba completamente en silencio, Tania aún no se reponía de aquella noticia, tres veces más de lo que se ganaba; había tanto que se podía hacer con esa cantidad de dinero, así que no dudaría en aceptar.

— No lo sé madre, voy a preguntarle a papá haber que piensa, el tipo es un problema, nadie ha logrado sacar adelante la terapia con él, así que no sé qué pensar — dijo esta y su padre interrumpió.

— ¿Pensar en qué? — preguntó mientras alojaba su corbata, odiaba los trajes, tan sólo era llegar, para comenzar a despojarse de estos.

— Le contaba a mamá que el cliente que me toca es una locura, es demasiado horrible, creo que lo conoces, es el famoso Hans Lancer, el piloto — le dijo y su padre se emocionó, algo que realmente amaba era la fórmula Uno.

— Acepta, no importa que sea un petulante, quiero pases en primera fila hija, por favor — le dijo, quería un consejo decente y este parecía ser el menos de ellos.

— ¡Me estas mandando a la boca del lobo! — le dijo indignada.

— Mi niña preciosa, sé que eres capaz de someter al lobo, eres fuerte y decidida, una bestia no te doblegará, así que espero puedas — le dijo este y ella sabía que huir no era una opción.

— Tienes en tus manos el reto más grande, si logras que se recuperé, tu carrera dará un salto enorme, sabes que tengo razón en eso — dijo Michel Ware, este había escuchado a su padre, sabía que él idiota de Hans era corto de cerebro, que había perdido demasiadas oportunidades con diferentes profesionales, así que está vez sería ella la que podía lograr algo demasiado significativo.

— ¡Me asustaste! — dijo su madre mientras lo abrazaba, la familia siempre era la mejor consejera.

Sin más, decidió que aceptaría.

— Mañana a las nueve, espero todavía esté en pie el trato como he decidió — le escribió y este al verlo sonrió, por fin algo bueno después de tanto drama.

— Esta bien, solo espero que no se exceda con sus pedidos — le dijo y esta lo dejo en visto, no le respondería, no le apetecía.

Por primera vez estaría en un trabajo, donde no le caía nada bien su jefe, no sabía cómo sería aquello, ¡un reto claro está!

Levantarse para verlo no era lo más agradable, pero en su mente se había instalado algo importante, lograr recuperarlo totalmente, era un cliente complicado, eso estaba más que claro, pero su ambición profesional podría hacer que este comenzará a ver todo de una manera diferente, no quería ser su enemiga, en su mente no estaba instalado aquel plan, solo quería logran en un tiempo que este fuese el de antes o mucho mejor deportista del que era.

— ¿Estas preparada? — le preguntó mamá, ese día había optado por algo sencillo, una camiseta azul y unos jeans, no quería dar una impresión de lo que lo era, su cabello recogiendo en una coleta alta, algunos cabellos se salían del moño, le gustaba como se veía, eso era lo único que realmente interesaba.

— No sé si estoy preparada, solo sé que no quiero estar con el mucho tiempo, es una persona que no soportó y más al ver como trata a su personal me hace odiarlo otro poquito — dijo y tomó una pieza de sandía, era su fruta favorita.

— ¡Lastima, es un chico realmente guapo! Cuando hable con él, me dio la impresión de ser diferente — dijo esta mientras se sentaba al lado de su hija.

— A veces la belleza no es lo importante, más allá de lo que la sociedad percibe como lindo, hay una personalidad que se debe explorar y explotar, eso es lo importante realmente — le contestó hace do que está sonreirá, siempre tenía una buena respuesta a todo, era algo que había heredado de la abuela, aquella mujer que le había enseñado a ser como lo era ahora.

— Esperemos al final, quizás esta bestia se convierta en príncipe — le dijo con una sonrisa que o le gustaba, conocía a su madre, esta vivía emparejándola con todo el que se le atravesaba, era algo demasiado aburrido.

— O quizás se convierta en un simple sapo — le respondió rodando sus ojos y dándole un beso en la mejilla, se marchó, no quería un sermón nuevo, menos cuando sabía que debía lidiar con el mismo demonio.

Se parqueo justo en la entrada de aquella sala, estaba a punto de firmar el contrato de su vida, sus manos su daban y sus piernas era difícil que se quedarán quietas.

No sabía exactamente que pediría, pero tenía claro de que algo debía exigir, no dejaría que aquel prepotente se quedara como ganador en aquella batalla absurda.

Miró como este iba llegando, no miraba a nadie a su alrededor, el enfermero que lo llevaba esa mañana era el mismo que le había hablado, también le caía muy mal, respiro profundo.

— Señor Dios, si este es el trabajo que tienes para mí lo aceptaré, padre dame paciencia para aguantarlo, prometo que iré cada mes a la iglesia, lo prometo — elevó una plegaria, como ya estaba acostumbrada, no quería saber de lidiar con un hombre como aquel, pero ahí estaba.

— Buenos días — dijo en cuanto entró al lugar, Hans la miró de arriba a abajo, ese día se había levantado con un genio de los mil demonios y tan sólo verla, le causaba más molestia aún.

— Buenos días, señorita Ware — dijo Rusoll de forma amable.

— ¡Podemos comenzar esto rápidamente, diga señora, que es lo que le apetece poner en este documento para que podamos comenzar este puñetero trabajo! — interrumpí Hans dejando a una Tania bastante molesta, no sabía que era tan patán aquel hombre.

— Se demorará lo que se tenga que demorar, no soy de las que firma algo a la carrera por la impaciencia de un niñito — le dijo y se sentó, la mirada de Rusoll a este le hizo quedarse callado, era insoportable estar ahí.

— ¿Podemos comenzar? — preguntó ella y estos comenzaron a explicarle el trabajo y los horarios.

— Necesitamos que vivas con nosotros, es la manera más correcta, él está programado para volver lo más pronto, así que necesitamos a alguien junto a él.

— ¿Una especie de niñera? — dijo con malicia, no sabía por qué le gustaba hacer que se molestara aún más, además se merecía su odiosidad, era un grosero y no sabía de respeto.

— Algo así, no necesariamente, pero es una persona que se demanda mucho, así que toca estar muy pendiente de sus acciones, hay una recuperación en juego y nos estamos tomando muy enserio esto.

— Sí, soy consciente de eso, soy una profesional y sé de la complejidad de la lesión, solo espero que usted, señor Lancer sepa entender las prioridades — le dijo como advertencia.

— Esta bien, ¿cuáles son las exigencias que piensa pedir en estos meses? — le preguntó él con menos molestia.

— Perfecto, está es mi lista — dijo mientras le pasaba a Rusoll una hoja con todo lo que pensaba.

Se la pasó a Hans y este volvió a molestarse nuevamente, la mujer era una arpía.

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