Aquella mañana, por suerte, Michael tuvo que salir muy temprano hacia un viaje; las cosas se habían complicado en una de las sedes de la empresa en otra ciudad y requerían su presencia. Sophie, quien a menudo lamentaba sus viajes, se encontró inusualmente aliviada de su partida, aunque trató de no mostrarlo, no quería alertarlo de que algo pasaba antes de saber lo que haría.—¿Vas a extrañarme? —preguntó él inclinándose sobre ella, que fingía estar medio dormida en la cama. La verdad era que no quería verlo, especialmente después de haber dormido tan poco esa noche a causa de lo que acababa de desbubrir, estaba tan asqueada que él amor que no había parado de crecer por él en esos meses, se había convertido literalmente en odio.Un gemido adormilado fue la única respuesta que emitió, y Michael, interpretándolo como un signo de cansancio por el avanzado estado de su embarazo, se dio por vencido dejando un beso en su frente antes de marcharse.Tan pronto como salió de la habitación, S
Después de una larga conversación, Daniel hizo entrar a Thomas, quien desde el primer momento se había mostrado muy participativo en la idea de ayudar a Sophie a escapar, como Daniel, estaba harto del amor novelesco que si antigua prometida y Michel demostraban a diario.— ¿Entonces todos tenemos claro lo que vamos a hacer, verdad? — preguntó Daniel, desviando la vista de la chica al joven escolta para observar cómo asentían a la vez. — Aprovecharemos el viaje de Michael para prepararlo todo.— Pero hay algo más — aseguró Sophie. — No creo que sea suficiente. Quiero que sufra, quiero que se desgarre, quiero que se convierta en un maldito desgraciado por todo el daño que le hizo a mi madre y también… a mí, prométeme que pagará , Daniel.Sophie sintió a sus bebés moverse, como si protestaran por lo que acababa de decir y se acarició con suavidad su redonda barriga de embarazada, como si así pudiera proteger a sus hijos inconscientemente del odio que en ese momento sentía hacia su padre.
El atardecer bañaba la habitación de Sophie, quien estaba tumbada en su cama, contemplando fascinada los suaves movimientos bajo su piel, en su vientre, siendo testigo del ajetreo de sus gemelos por nacer. La serenidad del momento se vio interrumpida por el sonido de unos nudillos en la puerta.—¿Puedo entrar, Sophie?— preguntó Emma desde el umbral.— Pasa — la invitó Sophie, elevando su voz con dulzura.Emma cruzó el umbral, y una sonrisa iluminó su rostro al ver a Sophie, con la camiseta levantada, observando las pequeñas protuberancias que danzaban en su vientre. Se apresuró a sentarse a su lado, colocando su mano sobre la barriga para sentir el tierno baile de los pequeños.—¿Se están moviendo mis ahijados? — preguntó Emma emocionada.Sophie se sintió triste, había elegido a Emma como madrina, a Michael le tocaba elegir el padrino, pero ella lo había tenido muy claro desde el principio porque Emma era más que su mejor amiga, era su hermana, aunque no compartieran sangre, habían cr
Michael llegó de madrugada a casa y observó a su esposa durmiendo, esos 3 días habían sido agotadores y no había dejado de pensar en ella sin parar, así que encontrarla en su cama era lo mejor que le podía ocurrir, hacía que cualquier problema se desvaneciera de su mente, que nada tuviera importancia porque ya estaba junto a la mujer que amaba.Se quitó la ropa y se metió en la cama con ella, abrazándose a su espalda a modo de cucharita. Pegándose a su piel, a su cuerpo, al calor que desprendía y acariciando con suavidad su tripa sonriendo al notar una suave patada en su mano.— Te amo…— murmuró muy bajito — hundiendo el rostro en su cuello e inhalando el aroma que desprendía su piel.Sophie se despertó gradualmente al sentir el abrazo cálido de Michael, acurrucándose más contra él por el confort y seguridad que le proporcionaba ese calor, esa sensación de movimiento en sus entrañas, al sentir sus bebés la presencia de su padre.Sin embargo, a medida que recuperaba la consciencia, un
Sophie se levantó muy pronto aquella mañana, sabía perfectamente que Michael estaba agotado, así que aprovecharía para desayunar rápido y marcharse con la excusa de acudir a cualquier clase prenatal o visita con el médico, lo único que sabía era que cuanto menos lo viera mejor para ella, más fácil sería su plan de huida y venganza contra él. Mientras se dirigía al comedor, Emma apareció de repente posando la mano en el hombro de Sophie para deteberla, jadeando ligeramente, como si hubiera corrido para alcanzarla.—¡Sophie! ¡Tienes que ver esto! —exclamó Emma, casi sin aliento por haber corrido tras ella.Sophie se giró sorprendida y vio el brillo en los ojos de su amiga.—¿Qué pasa, Emma? Pareces muy emocionada.Emma extendió la mano, revelando un bonito y deslumbrante anillo en su dedo.—¡Robert me pidió matrimonio! —dijo, con una sonrisa que le abarcaba todo el rostro.Sophie se quedó boquiabierta por un momento, antes de que una sonrisa igualmente grande adornara su rostro. A pesa
Michael y Sophie se encontraron de frente, la mirada de Sophie parecía querer hacer cenizas a Michael, lo odiaba por todo lo que había descubierto, lo odiaba por el poco respeto que le demostraba y lo odiaba, sobre todo, porque no podía dejar de amarlo a pesar del rencor que le tenía.—Hay una explicación Sophie —aseguró Michael sin apartar la vista de ella, a pesar de que cualquiera se hubiera intimidado por comonlo estaba observando Sophie él no tenía más miedo que a perder a su esposa, al alejamiento que pudo notar en ella la noche anterior.—Estoy segura de que sí, pero no quiero escucharla, no quiero quedarme donde la amante de mi esposo me falta el respeto en mi propia casa.— explicó ella adelantándose un paso e invadiendo el espacio personal de su esposo, no precisamente de forma cercana si no más bien con actitud intimidatoria.Emma se giró a mirar a Laura y pudo observar cómo una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro; quería partirle la cara, pero era consciente de
Sophie no era capaz de creerse que Michael apareciera con esa prepotencia después de haber pasado tres días con Laura haciéndo a saber que.—No vendrás conmigo, Michael —aseguró molesta—. Lo que menos necesito, a apenas una semana del nacimiento de nuestros hijos, es sentirme mal porque te fuiste con esa mujer con la excusa de un problema repentino en el trabajo y no feliz con eso, la trajiste a mi casa.—Discutiremos eso en el camino —respondió Michael sin cambiar su expresión. Le aclararía la situación, pero no mientras estuvieran Emma y el guardaespaldas delante.—Iré sola —insistió Sophie, observando a su amiga con una expresión mucho más relajada que la que le dedicaba a Michael— Prefiero estar sola ahora, Emma.Después de decir aquello, simplemente le hizo una señal a Alex y se subió al asiento delantero trasero del coche, esperando a que su supuesto guardaespaldas la llevara al hospital.Michael apretó los puños pero respiró hondo, negando con la cabeza. Miró por un instante a
Michael conducía de camino a la oficina, estaba de muy mal humor por todo lo que había sucedido en casa con Laura y Sophie, cuando la encontrara le diría hasta de que podía morirse. Exigiría que acabaran cuanto antes la faena y se largara de nuevo bien lejos, donde no pudiera causar más problemas, ojalá no tuviera que verla nunca más, pero esa mujer había invertido demasiado en los inicios de la empresa, si quisiera romper la sociedad nadie saldría beneficiado.Justo cuando aparcó y ya iba a salir del coche, su teléfono móvil sonó haciendo que se inclinara a agarrarlo y responder, sobre todo al ver que quien le llamaba era Daniel, el doctor, no es que aquel hombre le cayera muy bien y precisamente por eso, por su mala relación, era muy extraño que se comunicara con él justo cuando debía estar revisando a Sophie.— ¿Le pasa algo a mi esposa?— preguntó Michael rápidamente, se podían sentir sus nergiod desde el otro lado de la línea.— No sé cómo decirte esto — empezó a hablar Daniel.A