Michael lo supo al instante y salió rápidamente de la habitación mientras se llevaba el teléfono móvil al oído y llamaba a Hanna.— Moviliza a todos nuestros hombres. Los quiero en el hospital en este mismo instante. Rastreen los alrededores hasta encontrar a Laura.— Cierren todas las salidas del hospital en este mismo instante — dijo Robert, actuando igual de rápido. Estaban acostumbrados a trabajar en equipo.Aunque en ese instante, Robert sentía un miedo terrible por lo que pudiera ocurrirle a su hijo. Su instinto hizo la faena por él, saliendo también de la habitación y buscando al primer guardia de seguridad que encontró. Tomó su comunicador sin ni siquiera pedirle permiso y se lo llevó a la boca para hablar.— Han robado un bebé. No dejen salir a nadie del hospital y detengan a cualquier mujer que lleve un recién nacido en brazos — habló, sonando mucho más tranquilo de lo que realmente estaba. Luego, volvió a la habitación para intentar calmar a su esposa e interrogar a Sophie
En una pequeña sala adjunta a la iglesia, Sophie Miller se encontraba frente a un gran espejo de cuerpo entero, ajustando los detalles finales de su vestido de novia. La luz suave de la mañana se filtraba a través de las ventanas, iluminando la habitación con un brillo cálido. Aunque el ambiente era tranquilo y sereno, Sophie sentía una inquietud que no podía disipar, que no era capaz de entender del todo. Tal vez eran solo los nervios.—Sophie, te ves increíble. ¿Estás lista? —preguntó Emma, su dama de honor y amiga de confianza, observaba a Sophie con preocupación.Sophie se encontró con la mirada de Emma a través del reflejo del espejo y le dedicó una sonrisa algo forzada.—Gracias, Emma. Estoy lista... creo. Solo me pregunto si él vendrá —confesó Sophie quién en secreto anhelaba que el hombre que la adoptó de pequeña apareciera y la llevará al altar.Sabía que era estúpido pensar que si no se había acercado a ella en todos esos años lo haría el día de su boda.Pero le había man
En el tenso silencio que llenaba la iglesia, una figura se abrió paso hacia el frente, capturando la atención de todos los presentes. El hombre, con una presencia que imponía respeto, tomó con delicadeza la mano de Sophie, guiándola hacia el centro del altar. Detrás de ellos, dos secretarios y un grupo de guardaespaldas seguían en formación solemne, asegurando que todos los ojos estuvieran puestos en ellos. Al ver su acercamiento, los murmullos de la iglesia cesaron de golpe, dejando un silencio algo incómodo.Se detuvo frente a los invitados y su mirada recorrió la multitud antes de hablar.—Mis queridos amigos y familia —comenzó a hablar el hombre misterioso, su voz resonaba con autoridad en medio de la iglesia— Entiendo que mi presencia aquí haya causado sorpresa, la mayoría ni siquiera deben saber quién soy.Sophie, aún temblaba ligeramente por la ansiedad del momento, miraba a ese hombre, tenía muchas dudas en la mente.—Hoy debería haber sido un día de celebración y alegría p
Sophie retrocedió horrorizada, sus ojos se ampliaron y su respiración se entrecortaba mientras miraba al hombre frente a ella. No podía mentir a lo que sus ojos veían: su padre adoptivo, ese gemelo idéntico al que ella había guardado durante años y la letra "M" bordada en su pañuelo. Era él, pero ¿cómo podía ser posible?—La boda contínua.El hombre tomó la mano de Sophie y se pararon juntos frente al podio.Unos minutos después, una voz cautelosa cortó el denso murmullo de la iglesia. El pastor, un hombre mayor con una expresión de preocupación arraigada en su rostro, se dirigió temblorosamente a ese hombre misterioso.—Se... señor... ¿Cómo se llama usted? —preguntó, intentando mantener la compostura.El hombre giró lentamente para mirarlo. Su voz, cuando habló, resonó con una autoridad que dejó en claro quién controlaba el lugar en ese instante.—Michael Harrison —respondió simplemente.Un susurro colectivo se elevó entre los invitados. Preguntas y conjeturas comenzaron a flotar
Sophie y Michael llegaron a una mansión impresionante, la enorme casa se veía desde lejos. El coche se detuvo justo en la puerta donde una larga fila de sirvientas los esperaba. Se inclinaron en cuanto los recién casados salieron del coche Sophie.Ella aún aturdida por lo que acababa de vivir en la iglesia, apenas podía creer lo que veía.Había vivido en una gran casa con servicio todos esos años.Michael se había ocupado de que nada le faltara a pesar de no estar presente en su vida, pero aquello, era demasiado, era como en las películas de gente muy importante.—Bienvenida, señora —dijo una de las doncellas adelantándose hacia ellos Sophie, cuyo corazón latía con una mezcla de miedo y desconcierto.Miró la fila de mujeres inclinadas ante ella. Su rostro se tiñó de rojo, no por placer, sino por una profunda incomodidad.—Por favor, levántense —pidió rápidamente ella, no estaba acostumbrada a ese tipo de cosas.Sin embargo, Michael, a quien parecía no gustarle que renunciará a sus
Uno de los guardaespaldas, se acercó a Sophie y le cubrió los ojos con un pañuelo grueso para que no fuera capaz de ver nada. La hizo caminar por un largo rato y luego la empujó haciéndola caer sin ninguna delicadeza sobre una cama grande.El pánico se apoderó de ella al no saber que pretendía hacerle mientras forcejeaban. Pero él era más fuerte y grande por lo que terminó con las manos amarradas.Sophie, luchaba contra el pánico que aquello le hizo sentir, aunque lo cierto era que ese hombre se apartó de ella y ya no la tocó más.Pensó en las escenas de tortura que había visto en películas y programas de televisión que iban sobre la mafia, esperando que llegara el momento en que algo malo ocurriera pero nada sucedía.Tras lo que pareció una eternidad a oscuras, la puerta se abrió con un leve chirrido. Alguien entró en la habitación y caminaba hacia ella, podía escuchar sus pasos acelerando el ritmo de su corazón a medida que se acercaba a ella. Unas manos desconocidas tocaron su c
Era un abrazo cálido, incongruentemente reconfortante en medio del frío de la muerte que la rodeaba. Sophie levantó la vista, sus ojos estaban nublados por las lágrimas, y se encontró con la mirada del hombre que era el responsable de su desgracia.—Lo siento, Sophie —dijo Michael contra el oído de la joven haciéndola estremecer por su contacto mientras la sostenía — Sabía que necesitabas verlo con tus propios ojos para creerlo, él ya no está, solo te quedo yo.…… Habían pasado tres días desde que vio el cuerpo de su prometido.Tres días durante los cuales había rechazado comida y bebida en una protesta silenciosa por su cautiverio. Su cuerpo se sentía débil, pero su espíritu se mantenía desafiante, no era una esclava ni dejaría que la tratarán como una prisionera, era un ser humano.La criada mayor que la había acompañado el primer día, entró en la habitación con una bandeja de comida. A lo largo de esos días oscuros, ella había sido la única luz en la oscuridad para Sophie.Se p
Mientras Sophie se evadía de la fiesta observando la playa en uno de los balcones. Una voz familiar la interrumpió, llamándola por su nombre y haciendo que se girara rápidamente para ver quién era aquella mujer que la conocía. El frío la invadió al encontrarse cara a cara con un fantasma del pasado, una de sus antiguas compañeras del internado, pero en este caso era más bien la chica que le había hecho la vida imposible durante el tiempo en el que debió permanecer ahí.—Vaya, vaya, si es la pequeña Sophie —dijo la chica caminando hasta donde ella estaba y mirándola de arriba a abajo sin ningún reparo, analizando el vestido que llevaba y algo molesta porque le sentara tan bien.— Si me permites debo ir a…— Sophie intentó evitarla y salir del balcón para volver al salón, pero la otra chica se lo impidió bloqueándole el paso.— Nunca esperé verte en un lugar como este. ¿Qué haces aquí, intentando robar algo... o a alguien?Siguió la otra chica burlona, negando con la cabeza porque no se