El atardecer bañaba la habitación de Sophie, quien estaba tumbada en su cama, contemplando fascinada los suaves movimientos bajo su piel, en su vientre, siendo testigo del ajetreo de sus gemelos por nacer. La serenidad del momento se vio interrumpida por el sonido de unos nudillos en la puerta.—¿Puedo entrar, Sophie?— preguntó Emma desde el umbral.— Pasa — la invitó Sophie, elevando su voz con dulzura.Emma cruzó el umbral, y una sonrisa iluminó su rostro al ver a Sophie, con la camiseta levantada, observando las pequeñas protuberancias que danzaban en su vientre. Se apresuró a sentarse a su lado, colocando su mano sobre la barriga para sentir el tierno baile de los pequeños.—¿Se están moviendo mis ahijados? — preguntó Emma emocionada.Sophie se sintió triste, había elegido a Emma como madrina, a Michael le tocaba elegir el padrino, pero ella lo había tenido muy claro desde el principio porque Emma era más que su mejor amiga, era su hermana, aunque no compartieran sangre, habían cr
Michael llegó de madrugada a casa y observó a su esposa durmiendo, esos 3 días habían sido agotadores y no había dejado de pensar en ella sin parar, así que encontrarla en su cama era lo mejor que le podía ocurrir, hacía que cualquier problema se desvaneciera de su mente, que nada tuviera importancia porque ya estaba junto a la mujer que amaba.Se quitó la ropa y se metió en la cama con ella, abrazándose a su espalda a modo de cucharita. Pegándose a su piel, a su cuerpo, al calor que desprendía y acariciando con suavidad su tripa sonriendo al notar una suave patada en su mano.— Te amo…— murmuró muy bajito — hundiendo el rostro en su cuello e inhalando el aroma que desprendía su piel.Sophie se despertó gradualmente al sentir el abrazo cálido de Michael, acurrucándose más contra él por el confort y seguridad que le proporcionaba ese calor, esa sensación de movimiento en sus entrañas, al sentir sus bebés la presencia de su padre.Sin embargo, a medida que recuperaba la consciencia, un
Sophie se levantó muy pronto aquella mañana, sabía perfectamente que Michael estaba agotado, así que aprovecharía para desayunar rápido y marcharse con la excusa de acudir a cualquier clase prenatal o visita con el médico, lo único que sabía era que cuanto menos lo viera mejor para ella, más fácil sería su plan de huida y venganza contra él. Mientras se dirigía al comedor, Emma apareció de repente posando la mano en el hombro de Sophie para deteberla, jadeando ligeramente, como si hubiera corrido para alcanzarla.—¡Sophie! ¡Tienes que ver esto! —exclamó Emma, casi sin aliento por haber corrido tras ella.Sophie se giró sorprendida y vio el brillo en los ojos de su amiga.—¿Qué pasa, Emma? Pareces muy emocionada.Emma extendió la mano, revelando un bonito y deslumbrante anillo en su dedo.—¡Robert me pidió matrimonio! —dijo, con una sonrisa que le abarcaba todo el rostro.Sophie se quedó boquiabierta por un momento, antes de que una sonrisa igualmente grande adornara su rostro. A pesa
Michael y Sophie se encontraron de frente, la mirada de Sophie parecía querer hacer cenizas a Michael, lo odiaba por todo lo que había descubierto, lo odiaba por el poco respeto que le demostraba y lo odiaba, sobre todo, porque no podía dejar de amarlo a pesar del rencor que le tenía.—Hay una explicación Sophie —aseguró Michael sin apartar la vista de ella, a pesar de que cualquiera se hubiera intimidado por comonlo estaba observando Sophie él no tenía más miedo que a perder a su esposa, al alejamiento que pudo notar en ella la noche anterior.—Estoy segura de que sí, pero no quiero escucharla, no quiero quedarme donde la amante de mi esposo me falta el respeto en mi propia casa.— explicó ella adelantándose un paso e invadiendo el espacio personal de su esposo, no precisamente de forma cercana si no más bien con actitud intimidatoria.Emma se giró a mirar a Laura y pudo observar cómo una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro; quería partirle la cara, pero era consciente de
Sophie no era capaz de creerse que Michael apareciera con esa prepotencia después de haber pasado tres días con Laura haciéndo a saber que.—No vendrás conmigo, Michael —aseguró molesta—. Lo que menos necesito, a apenas una semana del nacimiento de nuestros hijos, es sentirme mal porque te fuiste con esa mujer con la excusa de un problema repentino en el trabajo y no feliz con eso, la trajiste a mi casa.—Discutiremos eso en el camino —respondió Michael sin cambiar su expresión. Le aclararía la situación, pero no mientras estuvieran Emma y el guardaespaldas delante.—Iré sola —insistió Sophie, observando a su amiga con una expresión mucho más relajada que la que le dedicaba a Michael— Prefiero estar sola ahora, Emma.Después de decir aquello, simplemente le hizo una señal a Alex y se subió al asiento delantero trasero del coche, esperando a que su supuesto guardaespaldas la llevara al hospital.Michael apretó los puños pero respiró hondo, negando con la cabeza. Miró por un instante a
Michael conducía de camino a la oficina, estaba de muy mal humor por todo lo que había sucedido en casa con Laura y Sophie, cuando la encontrara le diría hasta de que podía morirse. Exigiría que acabaran cuanto antes la faena y se largara de nuevo bien lejos, donde no pudiera causar más problemas, ojalá no tuviera que verla nunca más, pero esa mujer había invertido demasiado en los inicios de la empresa, si quisiera romper la sociedad nadie saldría beneficiado.Justo cuando aparcó y ya iba a salir del coche, su teléfono móvil sonó haciendo que se inclinara a agarrarlo y responder, sobre todo al ver que quien le llamaba era Daniel, el doctor, no es que aquel hombre le cayera muy bien y precisamente por eso, por su mala relación, era muy extraño que se comunicara con él justo cuando debía estar revisando a Sophie.— ¿Le pasa algo a mi esposa?— preguntó Michael rápidamente, se podían sentir sus nergiod desde el otro lado de la línea.— No sé cómo decirte esto — empezó a hablar Daniel.A
Michael no levantaba el pie del acelerador ni apartaba la vista de la carretera, conducía a toda velocidad en busca de Sophie, no podía dejarla ir, no podía perderla, no pensaba permitirlo y, sobre todo, no podía llevarse a sus hijos, también eran de él.—¿Por qué, Sophie, por qué no hablaste conmigo antes de tomar una decisión tan drástica? —se decía conduciendo en dirección al lugar al que había conducido tantas veces aquel fatídico día.Sus recuerdos lo transportaron veinte años atrás, donde despertó con un terrible dolor de cabeza, completamente desnudo sintiendo el abrazo de un cálido cuerpo femenino dormido a su lado.Michael sonrió, a pesar de estar enamorado de Marie, ella lo veía solo como un amigo, así que era normal que Michael se acostara con otras chicas aunque jamás conseguía conectar emocionalmente con ninguna.Llevó una mano al cabello de la chica con la que aparentaba haber pasado la noche y se quedó completamente impactado al descubrir que era Marie.Ella tenía unos
Michael cerró los ojos por un instante, asimilando la declaración de Sophie. Con un profundo suspiro, inició su camino hacia ella, moviéndose con una determinación marcada por la negación de su gesto. En su mente, se agolpaban las palabras, las explicaciones que necesitaba ofrecerle. La situación exigía claridad, una sinceridad que hasta el momento había evitado por temor a las consecuencias. Sin embargo, era hora de enfrentar la realidad, de desentrañar los malentendidos y revelar las verdades que había estado callando.No podía permitir que el silencio y los secretos siguieran construyendo un muro entre ellos. — No, Sophie, te prometo que eso no es así. Yo no soy tu padre. Cuando te adopté, lo primero que hice fue asegurarme de que no teníamos lazos de sangre; nos hicimos una prueba de paternidad y luego me alejé de ti, porque eras tan igual a ella que solo me recordabas ese momento.Un destello de esperanza que se encendió en el corazón de Sophie al escuchar a Michael hablar. Por u