El corazón de Michael se heló al ver el carrito gemelar que empujaba Hanna. Al posar la vista sobre los dos bebés que descansaban en él, su corazón comenzó a latir con fuerza, inundándolo de una emoción indescriptible. Sus ojos se llenaron de lágrimas al contemplar a aquellos pequeños seres que eran una parte de él, que compartían su sangre y fueron concebidos gracias a su amor por su madre Con pasos temblorosos, se acercó al carrito, incapaz de contener la emoción que lo embargaba. Extendió una mano y acarició la mejilla de uno de los bebés con cuidado, sintiendo una oleada de amor que lo llenó de ternura.—Son… son nuestros hijos —susurró, sin poder creer las palabras que salían de su boca. Se giró hacia Sophie, buscando en sus ojos la confirmación y complicidad que marcarían el inicio de este nuevo capítulo en sus vidas.Sophie, con lágrimas en los ojos y una sonrisa radiante, asintió con la cabeza, confirmando la verdad que compartían. En ese instante, sintieron que el mundo ente
La fiesta tras la boda fue simplemente mágica. El jardín estaba adornado con luces parpadeantes y flores frescas, creando un ambiente romántico y lleno de alegría. Los novios, Emma y Robert, iniciaron el baile nupcial con gracia y elegancia, mientras los invitados los observaban con emoción y entusiasmo.Después de ellos, Sophie y Michael se unieron en la pista de baile, bailando pegados y disfrutando de la música y la atmósfera festiva.Sofi susurró al oído de Michael con una sonrisa traviesa en los labios mientras se movían al ritmo de la melodía:— ¿Qué te parece si nos escapamos un rato? La sirvienta se llevó a los bebés a descansar, y tú y yo tenemos mucho tiempo que recuperar.Michael sonrió ante las palabras de su esposa, la idea de perderse con ella ya se le había pasado por la cabeza; sin embargo, tenía miedo de quedarse a solas con ella.Miedo de sus pensamientos de aquello que le causaba miedo y que lo hacía aferrarse a ella con fuerza.—No me apetece más nada que eso, Sofi
Las manos de Michael no dejaban de recorrer su cuerpo una y otra vez, estremeciendo el cuerpo de Sophie, hasta tomar uno de sus senos con su mano derecha, jugando con su pezón.—Sophie, por favor, gime mi nombre…— Michael... Michael... —gemía ella, sintiendo esa necesidad que solo él podía sofocar, acariciando su espalda cuando las manos hasta abajo de todo y apretando su trasero para empujarlo contra ella, para sentirlo más adentro si eso fuera posible. — Michael... Michael... Por favor no pares…Los labios de Michael bajaron por su cuello hasta su pezón derecho, jugando con él en su boca, lamiéndolo suavemente antes de succionarlo.—He estado añorando y soñando por seis meses tenerte así —le confesó Michael, tras soltar ese pezón y pasar al otro.Sus cuerpos se buscaban del mismo modo que se buscan dos imanes de polos opuestos; el sonido de la habitación pronto se llenó no solo del sonido de los gemidos y jadeos de Michael, sino también del sonido de sus cuerpos chocando una y otra
El sol apenas se filtraba por la ventana cuando Michael se levantó de la cama, intentando no despertar a Sophie, que dormía plácidamente a su lado. Con pasos ligeros y sigilosos, se dirigió a la habitación de los niños, donde yacían dormidos sus pequeños tesoros.Al entrar, una oleada de amor lo invadió. Observó a sus hijos, dos pequeños seres que habían llegado a su vida seis meses atrás, pero a los que no había tenido la oportunidad de conocer hasta ahora. Ahora, contemplándolos mientras dormían, sentía que su corazón se desbordaba de felicidad.Los gemelos, envueltos en suaves mantas, parecían tranquilos y serenos en su sueño. Michael se acercó con cuidado a las cunas y los observó con ternura, maravillado por su belleza y la perfección de sus rasgos. Cada respiración, cada pequeño gesto, llenaba su corazón de un amor que jamás había sentido por nadie. Eran sus hijos, fruto del amor que sentía por su esposa.Se quedó allí, en silencio, durante unos minutos que parecieron eternos.S
Sophie observaba a su amiga desde la alfombra. De repente, la expresión de Emma cambió. Una nueva contracción la recorrió, y esta vez algo más sucedió. Emma notó como si un globo explotara dentro de ella. Sintió el líquido resbalando por sus piernas, formando un pequeño charco en el suelo.— ¡Oh, sí estás de parto! —exclamó Sophie—. Acabas de romper aguas.Se levantó rápidamente y se acercó a su amiga, acariciando su barriga, que ahora se sentía completamente dura.— Pero todavía no… aún quedaba un mes —aseguró Emma con voz entrecortada.— ¿Dónde está Robert? —preguntó Sophie.— Acompañó a Michael al hospital.— Y que tengas que ponerte de parto el mismo día que esa mujer… —Sophie suspiró y miró a sus bebés sentados en la alfombra. La pequeña nariz estaba llevando un mordedor a la boca mientras el pequeño Michael intentaba ponerse de pie agarrado a un mueble.— Solo dame un momento. Buscaré a la niñera para que se quede con ellos y yo misma te llevaré al hospital —dijo Sophie con dete
Un médico se acercó a Michael con el rostro descompuesto. Su expresión grave hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Michael. Instintivamente, su corazón se aceleró, anticipando que las noticias que estaba a punto de recibir no serían nada buenas.— ¿Podemos hablar?Michael sabía que esas palabras jamás indicaban nada bueno en una relación; podían significar incluso el fin de esta, y cuando las decía un médico con esa expresión, podía ser aún peor.Sophie también lo sabía, así que colocó una mano reconfortante sobre el brazo de Michael, preparada para escuchar lo que el médico tenía que decir.— Claro, doctor, dígame — respondió Michael, sintiendo que su corazón latía tan rápido que apenas podía escuchar las palabras del médico.— En privado, por favor — dijo el doctor, dirigiendo su mirada hacia Sophie.Cuando ella se disponía a retirarse, Michael la tomó de la mano, girando su rostro hacia él y negando con la cabeza. No quería que su esposa se fuera.— Es mi esposa, no tiene
Tras un breve intercambio de palabras con la enfermera, Michael y Sophie fueron forzados a salir de la habitación, dejando a Laura sola, quien no dejaba de gritar y mostrarse histérica. Sus gritos se estuvieron escuchando por minutos hasta que Michael pasó un brazo alrededor de la cintura de Sophie y la estrechó contra su cuerpo. Entonces, como siempre que estaban juntos, se creó para ellos una extraña burbuja imaginaria en la que no existía nada más que el calor reconfortante de sus abrazos.Michael cerró los ojos y escondió el rostro en el cuello de Sophie, inhalando su aroma. Tenía todo lo que necesitaba: a su esposa y a sus hijos sanos y salvos en casa. Sentía mucho la muerte de su hijo, pero Laura por fin estaría fuera de su vida y se ocuparía de tomar represalias legales contra ella por todo lo sucedido con Sophie.— Deberíamos ver si tenemos noticias de Emma — Habló al fin Sophie.No había podido sacarse de la cabeza lo sucedido con Laura y temía porque algo no fuera bien con
Michael lo supo al instante y salió rápidamente de la habitación mientras se llevaba el teléfono móvil al oído y llamaba a Hanna.— Moviliza a todos nuestros hombres. Los quiero en el hospital en este mismo instante. Rastreen los alrededores hasta encontrar a Laura.— Cierren todas las salidas del hospital en este mismo instante — dijo Robert, actuando igual de rápido. Estaban acostumbrados a trabajar en equipo.Aunque en ese instante, Robert sentía un miedo terrible por lo que pudiera ocurrirle a su hijo. Su instinto hizo la faena por él, saliendo también de la habitación y buscando al primer guardia de seguridad que encontró. Tomó su comunicador sin ni siquiera pedirle permiso y se lo llevó a la boca para hablar.— Han robado un bebé. No dejen salir a nadie del hospital y detengan a cualquier mujer que lleve un recién nacido en brazos — habló, sonando mucho más tranquilo de lo que realmente estaba. Luego, volvió a la habitación para intentar calmar a su esposa e interrogar a Sophie