Michael y Sophie se encontraron de frente, la mirada de Sophie parecía querer hacer cenizas a Michael, lo odiaba por todo lo que había descubierto, lo odiaba por el poco respeto que le demostraba y lo odiaba, sobre todo, porque no podía dejar de amarlo a pesar del rencor que le tenía.—Hay una explicación Sophie —aseguró Michael sin apartar la vista de ella, a pesar de que cualquiera se hubiera intimidado por comonlo estaba observando Sophie él no tenía más miedo que a perder a su esposa, al alejamiento que pudo notar en ella la noche anterior.—Estoy segura de que sí, pero no quiero escucharla, no quiero quedarme donde la amante de mi esposo me falta el respeto en mi propia casa.— explicó ella adelantándose un paso e invadiendo el espacio personal de su esposo, no precisamente de forma cercana si no más bien con actitud intimidatoria.Emma se giró a mirar a Laura y pudo observar cómo una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro; quería partirle la cara, pero era consciente de
Sophie no era capaz de creerse que Michael apareciera con esa prepotencia después de haber pasado tres días con Laura haciéndo a saber que.—No vendrás conmigo, Michael —aseguró molesta—. Lo que menos necesito, a apenas una semana del nacimiento de nuestros hijos, es sentirme mal porque te fuiste con esa mujer con la excusa de un problema repentino en el trabajo y no feliz con eso, la trajiste a mi casa.—Discutiremos eso en el camino —respondió Michael sin cambiar su expresión. Le aclararía la situación, pero no mientras estuvieran Emma y el guardaespaldas delante.—Iré sola —insistió Sophie, observando a su amiga con una expresión mucho más relajada que la que le dedicaba a Michael— Prefiero estar sola ahora, Emma.Después de decir aquello, simplemente le hizo una señal a Alex y se subió al asiento delantero trasero del coche, esperando a que su supuesto guardaespaldas la llevara al hospital.Michael apretó los puños pero respiró hondo, negando con la cabeza. Miró por un instante a
Michael conducía de camino a la oficina, estaba de muy mal humor por todo lo que había sucedido en casa con Laura y Sophie, cuando la encontrara le diría hasta de que podía morirse. Exigiría que acabaran cuanto antes la faena y se largara de nuevo bien lejos, donde no pudiera causar más problemas, ojalá no tuviera que verla nunca más, pero esa mujer había invertido demasiado en los inicios de la empresa, si quisiera romper la sociedad nadie saldría beneficiado.Justo cuando aparcó y ya iba a salir del coche, su teléfono móvil sonó haciendo que se inclinara a agarrarlo y responder, sobre todo al ver que quien le llamaba era Daniel, el doctor, no es que aquel hombre le cayera muy bien y precisamente por eso, por su mala relación, era muy extraño que se comunicara con él justo cuando debía estar revisando a Sophie.— ¿Le pasa algo a mi esposa?— preguntó Michael rápidamente, se podían sentir sus nergiod desde el otro lado de la línea.— No sé cómo decirte esto — empezó a hablar Daniel.A
Michael no levantaba el pie del acelerador ni apartaba la vista de la carretera, conducía a toda velocidad en busca de Sophie, no podía dejarla ir, no podía perderla, no pensaba permitirlo y, sobre todo, no podía llevarse a sus hijos, también eran de él.—¿Por qué, Sophie, por qué no hablaste conmigo antes de tomar una decisión tan drástica? —se decía conduciendo en dirección al lugar al que había conducido tantas veces aquel fatídico día.Sus recuerdos lo transportaron veinte años atrás, donde despertó con un terrible dolor de cabeza, completamente desnudo sintiendo el abrazo de un cálido cuerpo femenino dormido a su lado.Michael sonrió, a pesar de estar enamorado de Marie, ella lo veía solo como un amigo, así que era normal que Michael se acostara con otras chicas aunque jamás conseguía conectar emocionalmente con ninguna.Llevó una mano al cabello de la chica con la que aparentaba haber pasado la noche y se quedó completamente impactado al descubrir que era Marie.Ella tenía unos
Michael cerró los ojos por un instante, asimilando la declaración de Sophie. Con un profundo suspiro, inició su camino hacia ella, moviéndose con una determinación marcada por la negación de su gesto. En su mente, se agolpaban las palabras, las explicaciones que necesitaba ofrecerle. La situación exigía claridad, una sinceridad que hasta el momento había evitado por temor a las consecuencias. Sin embargo, era hora de enfrentar la realidad, de desentrañar los malentendidos y revelar las verdades que había estado callando.No podía permitir que el silencio y los secretos siguieran construyendo un muro entre ellos. — No, Sophie, te prometo que eso no es así. Yo no soy tu padre. Cuando te adopté, lo primero que hice fue asegurarme de que no teníamos lazos de sangre; nos hicimos una prueba de paternidad y luego me alejé de ti, porque eras tan igual a ella que solo me recordabas ese momento.Un destello de esperanza que se encendió en el corazón de Sophie al escuchar a Michael hablar. Por u
En la penumbra de un amanecer no visto, Michael luchaba por emerger de un abismo sin luz. La voz de Daniel, cargada de urgencia, se filtraba a través de las capas de su inconsciencia como un faro en la noche. Desorientado y desafiando la neblina que nublaba sus pensamientos, comenzó a distinguir sensaciones más allá de la voz que lo llamaba: el frío suelo bajo él, el olor penetrante de antiséptico y la presencia inconfundible de peligro latente. Cada palabra de Daniel, aunque distante, era un ancla al mundo que Michael temía haber dejado atrás. Con esfuerzo, su mente comenzó a tejer los hilos de la realidad, preparándose para enfrentar lo que le esperaba al despertar completamente.—Michael, aguanta, no te nos vayas —rogaba Daniel con una mezcla de desesperación y concentración mientras sus dedos expertos buscaban el pulso de Michael. Un suspiro de alivio escapó de sus labios al sentir el latido firme bajo su tacto. Con movimientos rápidos y precisos, Daniel utilizó su cinturón para a
— ¿Cómo pudiste hacerlo Michael, ¿Cómo fuiste capaz de hacer algo así?— gritaba Marie entre lágrimas mientras se levantaba de la cama y enrollaba su cuerpo dolorido en una sábana para no mostrar su desnudez.Las lágrimas resbalaban por su rostro mientras lo observaba con la mirada más teñida de dolor que había podido ver en ella jamás.Michael no entendía nada, solo recordaba haber bebido mucho y empezar a encontrarse mal, luego James lo había llevado hasta esa habitación.— Descansa un rato, aún eres un niño Michael, no sabes beber — le dijo.Luego él se dejó caer en la cama y ya no recordaba nada más, nada a excepción de algunos gemidos, algunos gritos de Marie que no podía conectar, que no era capaz de recordar cómo se produjeron, ni qué había sucedido realmente.— Marie, yo no quería yo…— Aseguró Michael levantándose e intentando acercarse a ella.— ¿Qué tú no querías?— preguntó observándolo con ira, aun así, no dejaba de llorar mientras lo fulminaba con la mirada — Yo no quería,
Laura, con el corazón en un puño, buscó frenéticamente entre el caos del vestíbulo del hospital hasta que sus ojos se posaron en Daniel.—¿Qué ha pasado? —preguntó con voz temblorosa, temiendo la respuesta.Daniel, la observó algo molesto porque en ese instante estaba preparado para desaparecer, solo esperando a que le dijeran que Michael estaba fuera de peligro y que viviría, el quería que viviera, al inicio que hizo matarlo pero ahora sabía que sería mucho mejor el dolor de la pérdida.—Michael está malherido. Fue un accidente grave, y su estado es crítico.—¿Pero va a estar bien? ¿Puedo verlo? —insistió, aferrándose a la esperanza de que siguiera vivo.—Los cirujanos están haciendo todo lo posible. Vamos, te llevaré a él —dijo Daniel, ofreciendo su apoyo con un gesto comprensivo hacia el brazo de Laura.Juntos, avanzaron por los pasillos del hospital, cada paso cargado de incertidumbre pero también de la determinación de Laura por estar al lado de Michael, sin importar lo que vinie