Uno de los guardaespaldas, se acercó a Sophie y le cubrió los ojos con un pañuelo grueso para que no fuera capaz de ver nada.
La hizo caminar por un largo rato y luego la empujó haciéndola caer sin ninguna delicadeza sobre una cama grande.El pánico se apoderó de ella al no saber que pretendía hacerle mientras forcejeaban. Pero él era más fuerte y grande por lo que terminó con las manos amarradas.Sophie, luchaba contra el pánico que aquello le hizo sentir, aunque lo cierto era que ese hombre se apartó de ella y ya no la tocó más.Pensó en las escenas de tortura que había visto en películas y programas de televisión que iban sobre la mafia, esperando que llegara el momento en que algo malo ocurriera pero nada sucedía.Tras lo que pareció una eternidad a oscuras, la puerta se abrió con un leve chirrido.Alguien entró en la habitación y caminaba hacia ella, podía escuchar sus pasos acelerando el ritmo de su corazón a medida que se acercaba a ella.Unas manos desconocidas tocaron su cara y una sensación cálida la inundó, como si algo en ella le dijera que todo estaba bien, aún así su parte racional seguía asustada, sin saber qué hacer.—¡Bastardo, déjame ir! —exigió con voz temblorosa pero intentando parecer fuerte.—Tu prometido está muerto y el cuerpo ha sido recuperado. ¿Quieres verlo? ¿Por eso pretendías escapar de mí?La voz del hombre era burlona y cruel al hablar.Era Michael, Sophie lo reconoció al instante sintiendo cómo su corazón se rompía una vez más.Luego pudo confirmarlo en cuanto le sacó la venda de los ojos.—¡Déjame ir! ¡Te odio!Quería empujarlo, luchar, pero no podía liberarse de la cuerda y, ante su sorpresa, el hombre comenzó a quitarse su traje.—Espera, ¿qué quieres hacer?... ¡Ayuda!El hombre fijo su mirada en la de ella dándose cuenta de que estaba asustada asustada y se rió.Sophie se desanimó cuando vio que no tenía intención de detenerse.—¡Incluso si obtienes mi cuerpo, no podrás obtener mi corazón!Estaba preparada para cualquier cosa excepto para lo que sucedió, se tumbó a su lado y la rodeó entre sus brazos.Era un abrazo, solo eso, no la estaba tocando con deseo o intentando hacer algo más, solo la abrazaba de una forma en que ella sintió que no podía dejarlo ir.—Si no te resistes, te dejaré verlo mañana —susurró Michael en su oído con una voz muy suave que la sorprendió erizando su piel de una forma que jamás había creído experimentar.No volvieron a hablar y, lejos de lo que ella misma podría haber pensado, los dos se durmieron en apenas unos minutos, juntos, agotados por ese día, los brazos de su esposo obligado la habían reconfortado y dado la seguridad que jamás esperó encontrar en él.A medida que los primeros rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, Sophie se despertó sola en la habitación.El hambre le retorcía el estómago, era una sensación que se sumaba al malestar general que sentía por todo lo sucedido el día anterior.Llamó, gritó por alguien, pero su voz solo encontró el eco de las paredes vacías.Nadie vino.Hasta la tarde nadie apareció de nuevo en la habitación, se sorprendió a sí misma sintiéndose decepcionada al ver entrar a dos guardias y no a Michael.Se acercaron la cama y la observaron con indiferencia.— El jefe pide que se vista, debemos llevarla a un lugar, él eligió mucha ropa para usted que está dentro de ese armario — empezó a hablar uno de ellos señalando el mueble del que hablaba. Mientras el otro le soltaba las manos atadas al cabezal con cuidado de no tocarla de más, el jefe había sido muy claro con ellos, era suya, solo él podía tocarla — Esperaremos fuera.Ella simplemente asintió acariciándose las muñecas y se puso de pie para caminar hasta su armario.Se sorprendió por la cantidad de ropa que había ahí, para todo tipo de ocasión pero está vez eligió unos vaqueros y una camisa, algo cómodo, no tenía ganas de arreglarse más.Salió de la habitación y los guardias no tardaron en acompañarla al coche que esperaba por ella fuera de la mansión.— ¿Dónde está Michael?— preguntó molesta, ese hombre era odioso, la adoptó y jamás volvió a verlo, parecía que pretendía portarse igual como esposo.Cuando el auto se detuvo frente a un edificio, no tardaron en entrar y caminar hasta una habitación.Al abrir la puerta, no había nada más que una cama blanca en el centro.Sobre ella yacía una figura cubierta por una sábana blanca.Un cadáver.El recuerdo de las palabras de Michael la noche anterior volvió a ella golpeándola de repente.— No es posible que…— negó observando a los hombres pero ellos solo salieron y la dejaron sola, observando el bulto cubierto por aquella sábana blanca.Armándose de valor se acercó a la cama y retiró la tela con manos temblorosas.Lo que vio debajo de las sábanas, le provocó un fuerte escalofrío que se repartió en un instante por todo su cuerpo, como un rayo atravesando su espina dorsal.Era un cuerpo en descomposición, irreconocible.El olor y la visión eran tan desagradables que Sophie se dobló, intentando vomitar, pero su estómago vacío no tenía nada que expulsar.Nadie le había dado nada de comer en todo el día y en ese instante lo agradecía.Se llevó la mano al rostro, tapándose la boca y la nariz para no ceder a las nauseas que le producían aquel olor tan fuerte.En medio de su horror, sus ojos cayeron sobre una cadena en la mano del cadáver, una cadena que reconocía muy bien.Era de su prometido.No pudo evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas y la vista se le nublara por momentos.Estaba a punto de desmayarse de la impresión, la oscuridad amenazaba con atraparla y hacerla caer.Sus piernas temblaban amenazando con ceder, cuando sintió unos brazos rodeándola y reconfortándola.Era un abrazo cálido, incongruentemente reconfortante en medio del frío de la muerte que la rodeaba. Sophie levantó la vista, sus ojos estaban nublados por las lágrimas, y se encontró con la mirada del hombre que era el responsable de su desgracia.—Lo siento, Sophie —dijo Michael contra el oído de la joven haciéndola estremecer por su contacto mientras la sostenía — Sabía que necesitabas verlo con tus propios ojos para creerlo, él ya no está, solo te quedo yo.…… Habían pasado tres días desde que vio el cuerpo de su prometido.Tres días durante los cuales había rechazado comida y bebida en una protesta silenciosa por su cautiverio. Su cuerpo se sentía débil, pero su espíritu se mantenía desafiante, no era una esclava ni dejaría que la tratarán como una prisionera, era un ser humano.La criada mayor que la había acompañado el primer día, entró en la habitación con una bandeja de comida. A lo largo de esos días oscuros, ella había sido la única luz en la oscuridad para Sophie.Se p
Mientras Sophie se evadía de la fiesta observando la playa en uno de los balcones. Una voz familiar la interrumpió, llamándola por su nombre y haciendo que se girara rápidamente para ver quién era aquella mujer que la conocía. El frío la invadió al encontrarse cara a cara con un fantasma del pasado, una de sus antiguas compañeras del internado, pero en este caso era más bien la chica que le había hecho la vida imposible durante el tiempo en el que debió permanecer ahí.—Vaya, vaya, si es la pequeña Sophie —dijo la chica caminando hasta donde ella estaba y mirándola de arriba a abajo sin ningún reparo, analizando el vestido que llevaba y algo molesta porque le sentara tan bien.— Si me permites debo ir a…— Sophie intentó evitarla y salir del balcón para volver al salón, pero la otra chica se lo impidió bloqueándole el paso.— Nunca esperé verte en un lugar como este. ¿Qué haces aquí, intentando robar algo... o a alguien?Siguió la otra chica burlona, negando con la cabeza porque no se
Los ojos de esa mujer no se apartaban de Sophie, era como si la estuviera analizando exhaustivamente de un modo que la estaba incomodando. — Ahora ella es mi esposa — Respondió Michael haciendo que la mujer dejara de observarla y desviara rápidamente la vista al hombre con la mirada cargada de sorpresa.Abrió la boca, parecía que iba a hablar y la volvió a cerrar, como si quisiera decir muchas cosas pero intentara pensar la mejor manera de hacerlo.—Después de todos estos años, todavía no puedes olvidarla —murmuró al fin, la voz de esa mujer era triste, casi parecía un reproche, o tal vez solo era la impresión que daba, lo que estaba claro es que había muchísimo más tras esas palabras.Michael apretó ligeramente más a Sophie contra él de forma protectora, como si por un instante temiera que se la quitaran, o simplemente quisiera dejar claro que era suya y nadie se la arrebataría.De algún modo ella se sintió molesta, no podía expresar muy bien cuáles eran sus emociones y mucho menos
Sophie se quedó inmóvil por un momento, sin saber qué hacer. Por un lado, deseaba empujar a Michael, apartarlo y correr lo más lejos posible de él y de todo lo que representaba. Pero, al mismo tiempo, su cuerpo anhelaba estar más cerca de él. Casi sin darse cuenta, pasó los brazos tras el cuello del hombre, abrazándolo, mientras Michael, ya sin dudas, rodeó su cintura y la pegó a su cuerpo.La lengua del hombre se abrió camino entre los labios de la mujer y ella correspondió al beso, dejó que invadiera su boca y se entregó a ese beso, era incapaz de pensar, solo sentir y lo sentía a él, sentía su boca, sentía la necesidad de seguir siendo besada por él.— Sophie…— dijo él, casi en un susurro contra la boca de su joven esposa, sin soltarla, sin dejarla apartarse, mirándola a los ojos.El corazón de la chica latía salvajemente, mientras su pecho subía y bajaba a causa de la respiración acelerada, sus manos resbalaron por el pecho del hombre y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad
— Cuando te vi a punto de casarte con otro hombre… sentí algo que me es imposible describir o explicar. — hablaba mientras se deshacía de su ropa a medida que bajaba por su cuello saboreando su piel.Ella se apoyó sobre los codos observando como Michael reptaba por su cuerpo mientras lo mantenía ceñido entre sus piernas, aún en la misma posición, acariciandolo intentando deshacerse de su ropa y de la de él.— Bésame... — pidió Sophie inclinándose hacia él. — Bésame.Él se alzó de nuevo para besarla y darle lo que pedía, aún así sus manos seguían desnudándola hasta dejarla en ropa interior. Levantó la mirada y la observó, esos labios enrojecidos por los besos, la forma en que subía y bajaba su pecho al respirar, todo en ella lo provocaba.— Eres mía Sophie, me perteneces.Bajó por su escote mientras llevaba una mano tras su espalda y le desabrochaba el sujetador dejando sus pechos expuestos, incapaz de resistirse a tomar uno de sus pezones entre los labios y succionar con delicadeza.S
— Soy tuya, por entero... — susurró abrazándolo, en ese momento así se sentía, no pensaba, solo se dejaba llevar, nada dolía solo sentía placer en ese instante, de nuevo manteniendo la espalda aún arqueada ofreciéndose por entero a él.Las caderas de Michael no podían detenerse, era incapaz de dejar de reclamarla, era suya y se lo hacía saber con todo su cuerpo, con su piel, con la inmensa necesidad que lo recorría por sentirla suya.Levantó la vista para mirarla a los ojos invadiendo nuevamente su boca en un beso desesperado, no quería perderla, no había nada que pudiera alejarlo de ella.— Sophie... Hazlo Casi gruñó con posesividad inclinándose para saborear su boca, sabiendo que no podía aguantar mucho más, sintiendo como lo apretaba, como si reclamara ser llenada de él. Ese beso era todo lo que la chica necesitaba para estallar en un orgasmo que lo atravesó todo, gimiendo su nombre, dejando solo su cuerpo entregada por completo a las sensaciones que la recorrían.— Sophie— él in
Sophie estaba preocupada. Quería hablar con su amiga sobre su difícil situación. Había estado buscando a Emma por toda la mansión sin éxito.Cuando ya no la encontraba por ningún lugar salió al jardín y caminó hasta el garaje donde se guardaban los coches para rogarle al chófer que la llevara a la oficina de Michael.Quería saber dónde estaba Emma y, aún más, quería preguntarle ¿qué pasará con su relación después de esa noche?—Por favor, más rápido —pidió Sophie al conductor para que se apresurara a llegar había algo que la preocupaba, sentía una presión en el pecho que no era capaz de explicar.Al llegar, Sophie salió del auto y corrió hacia la oficina de Michael. Empujó la puerta sin pensarlo, esperando encontrar alguna pista sobre el paradero de Emma. En su lugar, se encontró con algo que no esperaba ver Michael y Laura en una posición comprometedora, él inclinado sobre ella mientras parecía estar desnudándola.Un escalofrío helado viajó por su espina dorsal, los ojos le empeza
Sophie, aún escondida detrás de la cortina, no podía apartar la mirada de aquél retrato.La mujer era idéntica a ella, pero lo que realmente la dejó con él corazón palpitando tan fuerte que parecía que en cualquier momento se saldría de su pecho y sin aliento, fue el nombre escrito en una placa en el marco del cuadro: " Marie". Ese era el nombre de su madre y, por si tenía alguna duda, la misma mujer del retrato llevaba puestos esos pendientes de corazones rojos que recordaba de su infancia y siempre había querido tener.Sophie, caminó hasta el cuadro como atraída por esa imagen, como hipnotizada por aquella mujer, tan igual a ella, que parecía observarla desde el lienzo. La realidad de la situación la golpeó recordando las palabras que Laura había dicho en aquella fiesta.“Después de todos estos años, todavía no puedes olvidarla”Hablaba de ella, ¿Michael estaba enamorado de su madre?¿Por eso la había adoptado con la intención de que se convirtiera en su sustituta al crecer?Aquel