Sophie y Michael llegaron a una mansión impresionante, la enorme casa se veía desde lejos.
El coche se detuvo justo en la puerta donde una larga fila de sirvientas los esperaba.Se inclinaron en cuanto los recién casados salieron del coche Sophie.Ella aún aturdida por lo que acababa de vivir en la iglesia, apenas podía creer lo que veía.Había vivido en una gran casa con servicio todos esos años.Michael se había ocupado de que nada le faltara a pesar de no estar presente en su vida, pero aquello, era demasiado, era como en las películas de gente muy importante.—Bienvenida, señora —dijo una de las doncellas adelantándose hacia ellos Sophie, cuyo corazón latía con una mezcla de miedo y desconcierto.Miró la fila de mujeres inclinadas ante ella.Su rostro se tiñó de rojo, no por placer, sino por una profunda incomodidad.—Por favor, levántense —pidió rápidamente ella, no estaba acostumbrada a ese tipo de cosas.Sin embargo, Michael, a quien parecía no gustarle que renunciará a sus privilegios.La tomó posesivamente de la cintura y la guió hacia la entrada de la casa, lo cierto era que disfrutaba de tenerla así, contra su cuerpo, su cercanía.—Este lugar será tu hogar de ahora en adelante —aseguró Michael apretando un poco más el agarre alrededor de su cintura para dejarle claro que era una advertencia y que él mandaba — No podrás salir sin mi permiso.Sophie, a pesar de que sabía que aquello debía incomodarla, solo podía sentirse extrañamente agradecida por esa forma de tocarla.—No necesitarás trabajar —continuó Michael mientras la hacía caminar con él, no podía ni quería soltarla, se quedó quieto frente a ella y llevó una mano a su mejilla, era tan hermosa, tan parecida a ella—. Lo único que se espera de ti es obediencia — añadió.La palabra "obediencia" retumbó en los oídos de Sophie recordandole que no había tenido opción y como se habían dado las cosas entre ellos.Miró a su alrededor, a las caras de las doncellas, algunas de las cuales levantaban la vista hacia ella.Sophie se detuvo, su corazón latía tan fuerte por su contacto que necesitó llevarse una mano al pecho para asegurarse de que no se salía de su cuerpo.—Michael, ¿qué significa todo esto?¿Por qué tengo que vivir como una prisionera?Michael frunció el ceño molesto, endureciendo su expresión y dejando de tocarla, como si necesitara esa distancia para recuperar la autoridad, como si cerca de ella no pudiera pensar con suficiente claridad.—Sophie, esto es por tu propio bien, estás bajo mi cuidado, aseguraré tu seguridad. Lo único que te pido a cambio es que sigas mis reglas y no las discutas.—¿Por qué has hecho esto? —preguntó Sophie curiosa—. ¿Me adoptaste para casarte conmigo cuando fuera mayor? No entiendo nada, yo soñé tanto con conocerte y ahora resulta que te has convertido en mi marido.Michael giró lentamente hacia ella, realmente daba miedo con esa aura helada que parecía atravesarlo todo, que hacía que Sophie se estremeciera cuando la recorrió un intenso escalofrío.Él se acercó, y por un momento la llenó de miedo, al menos hasta que volvió a acariciarle el rostro logrando que se relajara.—Muy similar... eres muy similar —murmuró sin responder a ninguna de sus preguntas—. Lo único que necesito es que estés a mi lado. Los demás, no me importan. Nada más importa.Sophie retrocedió, quitándose la mano de Michael de su rostro, no porque le incomodara, más bien todo lo contrario.—Pero es importante para mí —aseguró ella fulminándolo con la mirada.Por un momento Michael sonrió, era una sonrisa juguetona que solo sirvió para confundirla todavía más y hacer que no entendiera nada.Sophie abrió la boca para preguntar de nuevo, para exigir las respuestas que sentía que merecía, pero antes de que pudiera hablar, Michael frunció el ceño y se llevó una mano a sus labios.—Silencio…Llamó a una criada algo anciana, una mujer de rostro amable pero ojos tristes.Sophie se dio cuenta rápidamente de eso, era fácil para ella reconocer la tristeza en las demás personas, se sentía sola y triste la mayoría del tiempo.—Atiende a mí esposa —ordenó él sintiendo un terrible dolor de cabeza y saliendo de ahí sin decir nada más.Sophie se quedó observando el lugar por donde su esposo acababa de salir por un largo tiempo, hasta que la mujer se atrevió a interrumpirla para acompañarla a su cuarto.Un par de horas después Sophie se retorcía inquieta en la cama.Estaba sola otra vez...Pensó que estaría con su amado esposo en su noche de bodas, pero en cambio se quedó con una habitación vacía y la noticia de su muerte.No, no podría esperar sin hacer nada!Se levantó sigilosamente de la cama y se escabulló por los pasillos de la mansión.Tal vez simplemente debía escapar de ahí y empezar una vida nueva lejos, muchas cosas pasaban por su cabeza en ese instante.Después de lo que pareció una eternidad de recorrer corredores y pasillos en aquella enorme casa, encontró una puerta que era diferente a las demás.Estaba segura de que la libertad que tanto deseaba estaba al otro lado de esa puerta.Sophie intentó abrirla dos veces, tenía una rueda con una combinación que no lograba acertar.Pero tras el segundo intento fallido, el silencio de la noche se rompió con el estridente sonido de una alarma.Las luces de toda la villa se encendieron de golpe.Paralizada por un momento, Sophie vio cómo Michael, que estaba sentado en el sofá, sostenía su barbilla con una mano mirándola con una sonrisa.Se levantó rápidamente, su expresión era amable pero podía notar de nuevo esa frialdad que la había estremecido horas atrás.—¿Todavía quieres correr, mi Esposita? —dijo Michael caminando tranquilamente hacia ella sin apartar la vista de su rostro y provocando que las piernas de Sophie flaquearan, por miedo, o tal vez por la forma en que besa mirada la había sentirse, por co su corazón volvía a latir acelerado a cada uno de los pasos que él daba y los acercaba un poco más—. No quiero castigarte, pero eres tan rebelde.Uno de los guardaespaldas, se acercó a Sophie y le cubrió los ojos con un pañuelo grueso para que no fuera capaz de ver nada. La hizo caminar por un largo rato y luego la empujó haciéndola caer sin ninguna delicadeza sobre una cama grande.El pánico se apoderó de ella al no saber que pretendía hacerle mientras forcejeaban. Pero él era más fuerte y grande por lo que terminó con las manos amarradas.Sophie, luchaba contra el pánico que aquello le hizo sentir, aunque lo cierto era que ese hombre se apartó de ella y ya no la tocó más.Pensó en las escenas de tortura que había visto en películas y programas de televisión que iban sobre la mafia, esperando que llegara el momento en que algo malo ocurriera pero nada sucedía.Tras lo que pareció una eternidad a oscuras, la puerta se abrió con un leve chirrido. Alguien entró en la habitación y caminaba hacia ella, podía escuchar sus pasos acelerando el ritmo de su corazón a medida que se acercaba a ella. Unas manos desconocidas tocaron su c
Era un abrazo cálido, incongruentemente reconfortante en medio del frío de la muerte que la rodeaba. Sophie levantó la vista, sus ojos estaban nublados por las lágrimas, y se encontró con la mirada del hombre que era el responsable de su desgracia.—Lo siento, Sophie —dijo Michael contra el oído de la joven haciéndola estremecer por su contacto mientras la sostenía — Sabía que necesitabas verlo con tus propios ojos para creerlo, él ya no está, solo te quedo yo.…… Habían pasado tres días desde que vio el cuerpo de su prometido.Tres días durante los cuales había rechazado comida y bebida en una protesta silenciosa por su cautiverio. Su cuerpo se sentía débil, pero su espíritu se mantenía desafiante, no era una esclava ni dejaría que la tratarán como una prisionera, era un ser humano.La criada mayor que la había acompañado el primer día, entró en la habitación con una bandeja de comida. A lo largo de esos días oscuros, ella había sido la única luz en la oscuridad para Sophie.Se p
Mientras Sophie se evadía de la fiesta observando la playa en uno de los balcones. Una voz familiar la interrumpió, llamándola por su nombre y haciendo que se girara rápidamente para ver quién era aquella mujer que la conocía. El frío la invadió al encontrarse cara a cara con un fantasma del pasado, una de sus antiguas compañeras del internado, pero en este caso era más bien la chica que le había hecho la vida imposible durante el tiempo en el que debió permanecer ahí.—Vaya, vaya, si es la pequeña Sophie —dijo la chica caminando hasta donde ella estaba y mirándola de arriba a abajo sin ningún reparo, analizando el vestido que llevaba y algo molesta porque le sentara tan bien.— Si me permites debo ir a…— Sophie intentó evitarla y salir del balcón para volver al salón, pero la otra chica se lo impidió bloqueándole el paso.— Nunca esperé verte en un lugar como este. ¿Qué haces aquí, intentando robar algo... o a alguien?Siguió la otra chica burlona, negando con la cabeza porque no se
Los ojos de esa mujer no se apartaban de Sophie, era como si la estuviera analizando exhaustivamente de un modo que la estaba incomodando. — Ahora ella es mi esposa — Respondió Michael haciendo que la mujer dejara de observarla y desviara rápidamente la vista al hombre con la mirada cargada de sorpresa.Abrió la boca, parecía que iba a hablar y la volvió a cerrar, como si quisiera decir muchas cosas pero intentara pensar la mejor manera de hacerlo.—Después de todos estos años, todavía no puedes olvidarla —murmuró al fin, la voz de esa mujer era triste, casi parecía un reproche, o tal vez solo era la impresión que daba, lo que estaba claro es que había muchísimo más tras esas palabras.Michael apretó ligeramente más a Sophie contra él de forma protectora, como si por un instante temiera que se la quitaran, o simplemente quisiera dejar claro que era suya y nadie se la arrebataría.De algún modo ella se sintió molesta, no podía expresar muy bien cuáles eran sus emociones y mucho menos
Sophie se quedó inmóvil por un momento, sin saber qué hacer. Por un lado, deseaba empujar a Michael, apartarlo y correr lo más lejos posible de él y de todo lo que representaba. Pero, al mismo tiempo, su cuerpo anhelaba estar más cerca de él. Casi sin darse cuenta, pasó los brazos tras el cuello del hombre, abrazándolo, mientras Michael, ya sin dudas, rodeó su cintura y la pegó a su cuerpo.La lengua del hombre se abrió camino entre los labios de la mujer y ella correspondió al beso, dejó que invadiera su boca y se entregó a ese beso, era incapaz de pensar, solo sentir y lo sentía a él, sentía su boca, sentía la necesidad de seguir siendo besada por él.— Sophie…— dijo él, casi en un susurro contra la boca de su joven esposa, sin soltarla, sin dejarla apartarse, mirándola a los ojos.El corazón de la chica latía salvajemente, mientras su pecho subía y bajaba a causa de la respiración acelerada, sus manos resbalaron por el pecho del hombre y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad
— Cuando te vi a punto de casarte con otro hombre… sentí algo que me es imposible describir o explicar. — hablaba mientras se deshacía de su ropa a medida que bajaba por su cuello saboreando su piel.Ella se apoyó sobre los codos observando como Michael reptaba por su cuerpo mientras lo mantenía ceñido entre sus piernas, aún en la misma posición, acariciandolo intentando deshacerse de su ropa y de la de él.— Bésame... — pidió Sophie inclinándose hacia él. — Bésame.Él se alzó de nuevo para besarla y darle lo que pedía, aún así sus manos seguían desnudándola hasta dejarla en ropa interior. Levantó la mirada y la observó, esos labios enrojecidos por los besos, la forma en que subía y bajaba su pecho al respirar, todo en ella lo provocaba.— Eres mía Sophie, me perteneces.Bajó por su escote mientras llevaba una mano tras su espalda y le desabrochaba el sujetador dejando sus pechos expuestos, incapaz de resistirse a tomar uno de sus pezones entre los labios y succionar con delicadeza.S
— Soy tuya, por entero... — susurró abrazándolo, en ese momento así se sentía, no pensaba, solo se dejaba llevar, nada dolía solo sentía placer en ese instante, de nuevo manteniendo la espalda aún arqueada ofreciéndose por entero a él.Las caderas de Michael no podían detenerse, era incapaz de dejar de reclamarla, era suya y se lo hacía saber con todo su cuerpo, con su piel, con la inmensa necesidad que lo recorría por sentirla suya.Levantó la vista para mirarla a los ojos invadiendo nuevamente su boca en un beso desesperado, no quería perderla, no había nada que pudiera alejarlo de ella.— Sophie... Hazlo Casi gruñó con posesividad inclinándose para saborear su boca, sabiendo que no podía aguantar mucho más, sintiendo como lo apretaba, como si reclamara ser llenada de él. Ese beso era todo lo que la chica necesitaba para estallar en un orgasmo que lo atravesó todo, gimiendo su nombre, dejando solo su cuerpo entregada por completo a las sensaciones que la recorrían.— Sophie— él in
Sophie estaba preocupada. Quería hablar con su amiga sobre su difícil situación. Había estado buscando a Emma por toda la mansión sin éxito.Cuando ya no la encontraba por ningún lugar salió al jardín y caminó hasta el garaje donde se guardaban los coches para rogarle al chófer que la llevara a la oficina de Michael.Quería saber dónde estaba Emma y, aún más, quería preguntarle ¿qué pasará con su relación después de esa noche?—Por favor, más rápido —pidió Sophie al conductor para que se apresurara a llegar había algo que la preocupaba, sentía una presión en el pecho que no era capaz de explicar.Al llegar, Sophie salió del auto y corrió hacia la oficina de Michael. Empujó la puerta sin pensarlo, esperando encontrar alguna pista sobre el paradero de Emma. En su lugar, se encontró con algo que no esperaba ver Michael y Laura en una posición comprometedora, él inclinado sobre ella mientras parecía estar desnudándola.Un escalofrío helado viajó por su espina dorsal, los ojos le empeza