Daniel, a pesar de la delicada condición de Sophie, había tomado la decisión de sacarla del hospital esa noche. Con cuidado para evitar que no los vieran salir, guió a Sophie fuera del hospital. Sabía que era su única oportunidad de hacerlo sin la sombra de Michael sobre ellos, aunque no podía descartar la posibilidad de que hubiera dejado a alguien vigilando en los alrededores.Sophie, seguía a Daniel caminando por los pasillos interiores del hospital , el que estaba destinado solo a trabajadores y se movía con tanto sigilo como él. No comprendía completamente lo que estaba sucediendo ni por qué Daniel actuaba con tanta urgencia. Él le había dicho que tenía algo importante que mostrarle, pero los detalles seguían siendo un misterio.Una vez en el coche, Sophie intentó indagar más sobre lo que estaba sucediendo.—Daniel, ¿a dónde me llevas? ¿Qué es tan importante que no puede esperar?—Es algo que necesitas ver por ti misma, Sophie. Confía en mí, ¿vale? —respondió, intentando trans
—¿Quién es, Daniel?—Es tu prometido, Sophie. El hombre que creías muerto —confesó finalmente.Sophie retrocedió un paso, impactada por sus palabras, en el fondo lo sabía,.había algo que hiciera que ella pudiera sentir la presencia de su prometido donde fuera, ese chico era el único que le había demostrado amor en algún momento de su vida.—¿Cómo... cómo es posible? —balbuceó, luchando por asimilar la información, sintiendo muchas cosas que no podía describir, culpa por estar embarazada de otro hombre, temor porque jamás sintió el deseo por el que había experimentado en los brazos de Michael y sobretodo traición, sentía que lo había traicionado al único hombre que había demostrado amarla, con alguien que solo la utilizaba.—Ha sido un proceso largo y peligroso, pero lo he mantenido con vida. Tuve que ocultarlo, por su seguridad y la tuya —explicó Daniel — cuando Michael provocó el accidente yo lo ayudé a recuperar el cadáver que te mostraron, era el conductor del coche y oculte al ver
En la mansión Michael, se revolvía en su cama, no había podido conciliar el sueño en toda la noche. El dichoso doctor y cómo deshacerse de él era lo único en lo que podía pensar, ese hombre sabía demasiado y como todo hombre que sabe demasiado debía tener un seguro de vida algo que podía salir a la luz si se le ocurría terminar con él.—Ese maldito es peligroso para mí —murmuró para sí mismo en la oscuridad de su habitación recordando cómo lo enfrentó en el hospital y sabiendo que era obvio el interés que tenía en su esposa.Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Sophie, entre la vida y la muerte, dependiendo de los cuidados de ese doctor, lo atormentaba. Sentía que estaba perdiendo el control de la situación, algo que Michael detestaba por encima de todo, era su esposa, no dejaría que nadie le rondará, le pertenecía.Miró el reloj, vio que ya estaba apunto de amanecer y se levantó de la cama, decidido a tomar cartas en el asunto. Sabía que tenía que actuar, que debía enfrentar
—¡Mierda!— exclamó viendo desde lejos como Michael y su perro, el tal Robert salían del coche y entraban en el edificio a toda prisa, por suerte no parecían haberlo visto.— ¿Qué sucede?— preguntó Sophie asustada mirando en la dirección donde se centraba la atención de Daniel y llevándose las manos a la boca como si ahogara un grito, al darse cuenta de quién estaba allí.— Sophie, no llegaremos a tiempo a la habitación.—Pero dijiste que las visitas no eran permitidas hasta más tarde.—Sí, es cierto, pero Michael tiene mucho poder aquí. Es difícil negarle algo, si no fuera por mí ayer él se hubiera quedado a pasar la noche, porque nadie le niega nada a tu esposo.—Vamos a intentar entrar por la puerta de servicio. Será menos probable que Michael nos vea por ahí —sugirió Daniel.Sophie asintió, sabiendo que no tenían muchas opciones. Ambos salieron del coche y se dirigieron rápidamente hacia la entrada alternativa procurando no ser vistos.Michael salió del coche acompañado por Robert
Sophie y Daniel se movían con rapidez por los pasillos del hospital, intentando llegar a la habitación antes de ser descubiertos por Michael o alguien del personal que pudiera delatarlos. Sin embargo, les fue imposible llegar a tiempo. Fueron conscientes de ello cuando el grito enfurecido de Michael resonó por toda la planta, haciendo que Sophie se tensará.La chica, visiblemente asustada, se volvió hacia Daniel.—Michael va a matarnos, Daniel. ¿Como voy a explicarle que no estoy en la habitación?—dijo con una voz temblorosa, intentando hacer una broma en medio de su miedo.Daniel, manteniendo la calma en medio del caos, la agarró de la mano.—Tengo una idea, sígueme —respondió, guiándola a través de los pasillos.Sophie se dejó llevar, observando cómo sus manos permanecían unidas mientras se movían rápidamente. Llegaron a una sala de consulta y Daniel abrió la puerta con rapidez.—Rápido, entra aquí. No tardarán en pasar por aquí. Solo confirma todo lo que yo diga —instruyó Daniel.
Michael por fin había logrado llevarse a Sophie a casa después de su pelea con Daniel.Era el momento de saber la verdad, porque a pesar de ver por qué razón no estaba en su habitación cuando llegaron.Había algo que lo hacía dudar, tal vez su intuición, tal vez solo estaba loco de celos por todo lo que se imaginaba que podía ocurrir entre ellos.Lo cierto era que quería acercarse a Sophie, se había dado cuenta de que no podía seguir manteniéndose lejos de ella por más tiempo si quería que todo saliera bien con sus hijos.La acompañó hasta su habitación, donde la ayudó a acomodarse intentando quitarse la molestia por todo lo ocurrido, recordándose que estaba delicada y no debía sobresaltarse, pero fue incapaz de hacerlo.Una vez allí, Michael cerró la puerta y se enfrentó a Sophie directamente.— Necesito que me digas quién fue el hombre con el que te viste en el bosque. El que te dio esas pastillas — preguntó Michael intentando no sonar amenazador sin lograrlo.Sophie lo miró, c
Michael observó a Sophie recorriendo con la mirada el cuerpo a medio vestir de su esposa, maldiciendo internamente por lo inoportuna que había sido Hanna, pero el deber lo llamaba y podía dejar lo que estaba haciendo para después.—Descansa, Sophie. No te preocupes por esto —dijo Michael, tras dejar un beso en la frente de la joven y apartarse de la cama Sophie, se apoyó en sus antebrazos para incorporarse mientras lo veía arreglarse la ropa.—Michael, por favor, no le hagas daño a ese hombre.Michael levantó la mirada para fijarla en la de su esposa a la vez que se abrochaba el cinturón y esbozó una sonrisa, estaba celoso pero no pensaba demostrarlo. ¿Cómo se atrevía a defender a otro hombre? Uno que casi le había costado la vida de su esposa y futuros hijos.— Haré lo necesario, como siempre he hecho — respondió Michael con una seriedad que no dejaba lugar a dudas — Deberías preocuparte por no volver a caer enferma y por nuestros hijos, y no meterte en mis asuntos.Terminó de aco
— No nos dirá nada… Mátalo — dijo Michael fastidiado acercándose al hombre y apagando el cigarrillo en su pecho.Hanna observó al hombre atado y herido. Al escuchar la orden de Michael, su sonrisa se ensanchó ligeramente, una sonrisa que reflejaba no placer, sino una aceptación fría de la realidad de su mundo.—Claro, Michael —respondió con una voz impasible.Hanna dejó el cuchillo que había usado para torturarlo y sacó otro bien afilado de su chaqueta. La hoja del cuchillo reflejaba la luz tenue de la sala. Se acercó al hombre atado pasándose el cuchillo de una mano a otra —Lo siento, pero no puedes quedarte aquí —dijo en un susurro.El hombre atado apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Hanna hiciera su movimiento. Con una eficiencia precisa, lo degolló terminando con su vida en un instante.Las cadenas retumbaron por toda la sala aguantando el cuerpo inerte, mientras la sangre manaba de la herida mortal que acababan de hacerle.Michael observó la escena sin inmutarse. E