Michael recorrió la mansión en busca de Sophie, pero no lograba encontrarla en ningún lado. Abrió puertas, miró debajo de escaleras, cada rincón donde pensó que Sophie podría haber buscado refugio. Pero ni rastro de ella, parecía que se había esfumado.Mientras tanto, la joven permanecía acurrucada en un sillón desgastado de la habitación secreta de la mansión, se abrazaba a sus rodillas y hablaba en voz baja con el retrato de su madre limpiándose a ratos las lágrimas que surcaban su rostro.Era algo vergonzoso que su único lugar seguro fuera frente a un cuadro viejo.—Mamá, apenas te recuerdo —susurró, su voz temblorosa— Eres solo un vago recuerdo en mi mente, tu risa, como te cepillabas el cabello, esos pendientes, te recuerdo muy poco, pero cómo desearía que estuvieras aquí. ¿Qué harías tú en mi lugar? ¿Tuviste que enfrentarte a algo así cuando descubriste que estabas embarazada? ¿Quién era mi padre?Michael, pasó al lado de la biblioteca y algo hizo click en su mente¿Y si Sophie
El corazón de Sophie se aceleró, y un escalofrío recorrió su espalda al sentir a su esposo en peligro.¿Cómo es posible? Debe estar alucinando.Pero cuando entró en la habitación, vio al diablo, ahora hecho un ovillo en medio de la oscuridad.Eso hizo que el corazón le doliera de un modo que tuvo que llevarse la mano al pecho y se quedó inmóvil observándolo.—No me pegues, papá... seré un buen niño — susurraba Michael.Su voz era más suave, como si intentara simular el timbre de un niño, se podía sentir el terror en cada una de sus palabras, mientras su cuerpo se retorcía bajo las sábanas, envuelto en sudor en un intento desesperado por escapar de aquella horrible pesadilla.Sophie, se acercó a la cama sin poder apartar la vista de él, no sabía cómo sentirse. La vulnerabilidad que Michael mostraba en ese momento era sorprendentemente contraria a su habitual arrogancia. Las palabras que escapaban de sus labios estaban llenas de temor, dejándola confundida.En ese instante pudo ver a
—¿Así que los rumores eran ciertos? Estás embarazada, eso fue rápido — dijo Laura visiblemente molesta — Pero debes saber que un embarazo no va a alejarlo de mi, Michael nunca dejará de ser mi amante. Solo está contigo porque te pareces a Marie, eres una sustituta y ahora la incubadora de su heredero, nada más, él nunca amará a nadie que no sea Marie.Sophie estaba sorprendida por el atrevimiento de Laura y herida por sus palabras, pero sin ninguna intención de que la otra mujer lo notara, no pudo evitar sonreír ante la ironía de la situación.—Qué triste que te contentes con ser la otra mientras envejeces — respondió Sophie con un tono de burla y una sonrisa sarcástica dibujada en el rostro — Pronto nadie querrá un compromiso serio contigo, si es que ahora alguien lo quiere. ¿Todavía puedes tener hijos? Te conservas bien — la miró de arriba a abajo con superioridad — debo admitirlo, pero es evidente que te haces mayor.— ¿Cómo te atreves, niña? — Laura frunció el ceño molesta por la
La atención de todos se centró en la pantalla del ultrasonido, mientras Daniel ajustaba los controles una vez más. Su expresión había cambiado de la preocupación a la sorpresa, y se volvió hacia Sophie y Michael con una sonrisa inesperada.—¿No lo escuchan? —preguntó Daniel, con la sonrisa creciendo en su rostro.Michael y Sophie, aún bajo la tensión del momento, lo miraron confundidos, sin saber qué pensar de su cambio de actitud.—¿Qué sucede, Doctor? —inquirió Sophie preocupada.—Aquí, miren —dijo Daniel, señalando hacia la pantalla mientras ajustaba la imagen.En la pantalla, se revelaron dos pequeñas formas, cada una con su propio y distintivo latido del corazón.—Son dos bebés, por eso parecía escuchar un eco en el latido — explicó Daniel, aliviando la tensión de la pareja— Están esperando gemelos.Sophie llevó una mano a su boca, visiblemente asombrada. La idea de tener un bebé ya era difícil de procesar, y la noticia de que serían dos la dejó casi sin palabras. Michael, por
Esa noche, Michael no volvió a casa y eso enfadó aún más a Sophie.“¿Estará con Laura otra vez?”Sophie sacudió la cabeza para deshacerse de esos molestos pensamientos, no debía importarle lo que él hiciera.Enterró la cabeza en la gran colcha intentando abrigarse, el frescor de la noche parecía tan frío como su corazón, el corazón que Michael había roto.Al día siguiente, Sophie perdió repentinamente el apetito cuando miró el suntuoso desayuno sobre la mesa, así que llamó a al sirviente para que se lo llevara.—¿Dónde está Michael?—Buenos días, señora. El señor salió temprano en la mañana, pero le ordenó especialmente al chef que preparara su comida favorita para usted.Durante la semana siguiente, Michael salía temprano y regresaba tarde, aunque podían verse de vez en cuando, evitaba la mirada de Sophie y se marchaba rápidamente.Sophie se sintió muy extraña, que a él le molestaba su presencia, debería estar enojada ella, no él, ni siquiera se había disculpado o aclarado que tipo d
Sophie ni siquiera sabía cómo había logrado escapar de allí sin ser vista, apenas notó el viaje de regreso a casa. No podía dejar de llorar ni por un instante, estaba hecha un mar de lágrimas.Pensó que podía confiar en ese hombre, pero era todo lo contrario: nunca debería haber confiado en él.—He sido una tonta —murmuraba entre sollozos—. Me he casado con un hombre que no respeta ni siquiera su matrimonio... y lo peor es que, empujé a mis bebés al abismo… No, eso no podría ser… —¿Está bien, señora?—Estoy bien.Y sin ser capaz de dejar de llorar, tecleó un mensaje para Daniel y lo envió antes de que el chófer mirara al asiento de atrás y se diera cuenta de lo que hacía.Al llegar a casa, secó sus lágrimas y se adentró en la mansión con semblante frío, era como si una nueva Sophie hubiera salido de ese coche, una que no se permitía ser débil.En ese momento, en el salón, Robert y Emma estaban inmersos en una conversación que parecía muy íntima. —Nunca pensé que alguien tan hermosa
Sophie escapó de la casa con el corazón latiendo muy fuerte en su pecho. Había esperado el momento perfecto, cuando Emma, su fiel amiga, distraía a Robert. Sabía que tenía poco tiempo antes de que los hombres de Michael se dieran cuenta de su ausencia, si no salía con el chófer o acompañada de alguno de ellos, era imposible que pusiera un pie fuera de la propiedad.A paso acelerado, vigilando sus espaldas, Sophie se adentró en el bosque.De repente, su teléfono móvil sonó. Sorprendida, Sophie lo sacó de su bolsillo y respondió de inmediato.—¿Daniel? —preguntó, confundida, pero sabía que no podía ser nadie más.—Quédate donde estás, Sophie —indicó la voz del médico al otro lado de la línea—. Te veo. Estoy asegurándome de que nadie te siga. No sería seguro ni para ti ni para mí. Solo quiero protegerte.Sophie se quedó quieta, procesando sus palabras. Era cierto que Michael era peligroso, y que Daniel hacía bien en ser cauteloso. Además, una vez que sus bebés no estuvieran, ¿quién de
Sophie se quedó paralizada al reconocer a la mujer que la detuvo, solo con tenerla cerca la hacía estremecer y no por nada bueno.Había algo en ella que le daba miedo, tenía grabado en la mente el momento en que degolló al tío de su difunto prometido el día de su boda.Era la otra secretaria de Michael, una mujer que siempre vestía de negro y que trabajaba con él. Para Sophie, esta mujer era aún más intimidante que Robert. Con su aspecto severo y su manera fría y calculadora de actuar.Ella se veía salvaje, peligrosa y siempre que coincidían la miraba de un modo que no le gustaba, era como esos perros de presa peligrosos preparados para atacar pero que no se movían sin una señal de su dueño.—¿De dónde viene, señora? —preguntó la mujer con una voz tan fría como su mirada que parecía querer escudriñarle el alma y sacar a la luz todos sus secretos.Sophie intentó mantener la calma, aunque su corazón latía desbocado, estaba realmente asustada viendo cómo esa mujer jugueteaba con un cuch